#WomenInSTEM & GID

¿Eligiendo la desigualdad?

27 Ene, 2015 - - @politikon_es

Un artículo en Time calificaba hace algún tiempo como “mito feminista” la brecha de género en la estructura salarial. El trabajador medio en Estados Unidos gana alrededor de un 19% (15% en OCDE, 10% en España) más que la trabajadora media y esto es algo habitualmente denunciado en el debate público. El artículo señalaba sin embargo que una vez que tenemos en cuenta que hombres y mujeres están ocupados en distintos trabajos , esta disparidad desaparece así que se mantendría el principio de “igual salario, para igual trabajo”. El artículo enfatizaba así que las mujeres son hoy lo suficientemente libres como para decidir qué tipo de ocupación eligen y que no parecía legítimo ir en contra de esta preferencia legítima.

En el pasado, hemos hablado de los enfoques feministas de la desigualdad (aquí,  aquí, y aquí), pero en todos ellos dejamos a un lado el problema de la elección individual. ¿Podría deberse la desigualdad a que las mujeres opten libre y voluntariamente por trabajos y estilos de vida distintos? ¿Qué consecuencias debería tener?

Catherine Hakim y la teoría de la preferencia

En el ámbito académico, esta tesis ha sido planteada de forma bastante elocuente por la socióloga británica Catherine Hakim. Usaremos su argumento como una posición con la que dialogar.

Los hombres y las mujeres exhiben comportamientos en el mercado laboral y matrimonial sistemáticamente distintos. En concreto, las mujeres son más dadas a abandonarlo temporal o permanentemente y a elegir ciertas profesiones frente a otras. Por ejemplo, Bertrand, Goldin y Katz 2010 muestran que a niveles directivos hombres y mujeres comienzan ganando sueldos similares; sin embargo, las remuneraciones divergen rápidamente. Esta diferencia puede explicarse por tres variables: los hombres trabajan más horas por semana que las mujeres, suelen tener más experiencia e interrumpen menos a menudo sus carreras.

Tradicionalmente, desde el feminismo se ha interpretado esto como el reflejo una sociedad basada en prejuicios patriarcales tradicionales donde las mujeres se veían obligadas a elegir esta opción y sufrían alguna forma de dominación.

Hakim se enfrentó a este problema examinando encuestas donde las mujeres declaraban lo que deseaban como estilo de vida. Lo que la británica encontró fue posiblemente sorprendente para muchos. En primer lugar, en la mayoría de sociedades avanzadas la inmensa mayoría de las mujeres parecía atribuir más valor a aspectos como tener hijos o los asuntos domésticos que la inmensa mayoría de los hombres. En segundo lugar, y de forma más sorprendente, dentro del propio grupo de las mujeres parecía existir una diversidad considerable. Hakim clasificó a las mujeres en tres grupos en función de sus preferencias distintas respecto a su estilo de vida y su nivel de compromiso con su carrera o el hogar (resumido en la tabla 3). En particular, el grupo más numeroso sería uno con un compromiso intermedio entre su carrera y el hogar, que estaría unido a su independencia y su autonomía pero también a la maternidad, y serían precisamente las principales demandantes de políticas de promoción y conciliación del empleo femenino.

De nuevo a modo de ejemplo, en el artículo anterior, Bertrand, Goldin y Katz 2010 muestran los tres factores pueden explicarse por la presencia de los hijos: la mayoría de las mujeres a niveles directivos deciden tomarse sus carreras con más calma que los hombres, particularmente cuando sus parejas tienen una buena situación financiera.

Hakim usa entonces la variación en las preferencias respecto a los estilos de vida para mostrar que la diversidad en las preferencias de las mujeres se traduce en diferencias en los patrones de empleo y de estilo de vida. La conclusión, llegados a este punto, parece inevitable: lo que observamos en el mercado laboral no sería principalmente discriminación, sino el fruto de las preferencias de las mujeres respondiendo a su entorno económico. Convendría aquí apuntar que esta es una simplificación de las afirmaciones de Hakim que no niega que sigan existiendo pulsiones machistas en la sociedad, pero sí relativiza su importancia.

¿De dónde vienen las preferencias?

La aproximación de Hakim y su poder para explicar la brecha de género en el mercado laboral no está exenta de críticas. Una discusión detallada de la literatura sobre la brecha de género está más allá del ámbito de este artículo (el lector interesado puede mirar aquí  y aquí). Dado que nuestro interés es entender el papel de las elecciones de las mujeres en la brecha de género, asumiremos, en el marco de la discusión la (discutible) idea de que éstas son efectivamente el reflejo de diferencias en las preferencias de estilos de vida. ¿Es este un argumento suficiente para considerar como “mito feminista” la injusticia en las diferencias de remuneración?

Algo que debería hacernos dudar de la validez de la tesis de Hakim es la varianza que existe en la brecha de género en el mercado laboral. Como puede verse en el gráfico, ésta oscila de más de un 35% en Corea del Sur, hasta un insignificante 3,54% en Irlanda (es importante destacar que, como Olivetti y Petrongolo en el artículo enlazado, los países con más brecha salarial suelen tener menor brecha de participación en el mercado laboral y a la inversa).

La disparidad entre las brechas entre países posiblemente se deba a la composición sectorial en ocupaciones “menos femeninas” pero, a falta de una análisis más detallado parece excesivo. ¿Podría deberse a una variación drástica en las preferencias entre países? Tal vez se trate de variaciones “culturales” y mujeres de sociedades distintas pueden tener distintas preferencias. Sin embargo, aquí la tesis feminista empieza a cobrar fuerza. Como vimos en la serie sobre feminismo, éste ha sido tradicionalmente una corriente de crítica cultural que, apelando a algún tipo de ethos concreto, nunca se ha conformado realmente con la aceptación de la creencias o las preferencias comunes inculcadas por el sistema de género, sino que ha invitado a cuestionarlas y revisarlas como determinadas por factores sociales, culturales e institucionales más profundos.

Como todas las personas que han tenido hijos parecen creer por el esfuerzo que dedican a educarlos, las preferencias individuales no son innatas o inmutables. Parece sensato, por el contrario, entender su formación como un proceso contingente a una determinada estructura social, legal e institucional. La exposición a distintos modelos de éxito (Polavieja 2008) o a distintos entornos familiares (Polavieja Platt 2014) debería tener un efecto. Del mismo modo, la decisión de las mujeres de no optar a ciertos puestos de trabajo dominados por hombres no es necesariamente una que ocurra en el vacío (Torre 2014)

Al igual que en la fábula de la zorra y las uvas de Esopo, las preferencias no son un dato, sino que se “aprenden”, se forman como una estrategia de adaptación –concretamente, al mercado laboral y matrimonial. Aunque la diferencia en el compromiso con el cuidado de los hijos es común a todos los mamíferos, la existencia de una predisposición natural no significa que las fuerzas sociales sean irrelevantes para acentuarlo o atenuarlo. Una diferencia crucial entre los hombres y las mujeres es la medida en la que juegan contra el reloj biológico. Los hombres pueden retrasar la paternidad por un periodo mucho más largo de lo que las mujeres pueden retrasar la maternidad y no se ven enfrentados a esa decisión (tener hijos o no tenerlos) hasta una etapa mucho más avanzada de sus vidas. El cuidado doméstico de los hijos funcionaría entonces como un bien público local dentro de la familia en el que el miembro que más utilidad obtiene de su provisión contribuiría en mayor medida como resultado de la negociación. La anticipación de encontrar maridos no cooperativos en el mercado matrimonial puede cristalizar en una norma social donde los roles de género se internalicen.

Estos son solamente algunos ejemplos de fuerzas “estructurales” que varían entre sociedades y que afectan a los comportamientos y las preferencias de los individuos. Estos pueden generar que un grupo ejerza poder sobre otro, no necesariamente mediante la coerción directa (Lukes pg 36). Parece razonable que sea sobre las consecuencias de ésta sobre lo que el debate público debería centrarse.

Una nota sobre ética

En este artículo hemos criticado los problemas que tiene tomarse la teoría de la preferencia en serio. Pero conviene ante todo llamar la atención sobre la fuerza del argumento de Hakim. Su potencia reside en que pone a quienes se erigen en defensores de la libertad y la autonomía femenina en posición de argumentar que las decisiones tomadas por mujeres adultas, en pleno uso de sus facultades, son en realidad inválidas. En un sentido profundo, esta idea apela a un valor bien arraigado en la cultura política occidental: la de que libertad individual, entendida como la capacidad efectiva de llevar a cabo las aspiraciones individuales, es un fin en sí mismo.

Sin embargo, todo lo que sabemos sobre la historia humana nos indica que las preferencias de los individuos son altamente contingentes al proceso histórico y al contexto social. Llevado a sus últimas consecuencias, el planteamiento de Hakim sugiere que una sociedad en la que una mayoría abrumadora de familias optaran por una división del trabajo tradicional y sexista sería deseable y respetable siempre y cuando esta opción fuera voluntaria –suponiendo que podamos definir “voluntaria” apropiadamente- y debería ser respetada, algo que sin embargo no se conforma bien nuestra intuición de lo que significa el progreso.

La función de la crítica y la acción política es la de evaluar y encauzar distintos estados de cosas hacia un modelo de sociedad que juzguemos deseable. Los enfoques feministas, con todos sus problemas e inconsistencias, al menos responden a esa pregunta. Sin embargo, los enfoques liberales, como el de Hakim, más allá de defender sociedades basadas en la libertad, tienen poco que decir sobre el tipo de hombres y mujeres que habitarían ese tipo de sociedad.


62 comentarios

  1. Rubén Osuna dice:

    En el fondo estos debates sobre la desigualdad de géneros son una farsa. Hay un interés en no ver la verdad. Sabemos que las mujeres están privilegiadas legalmente, no solo en el ámbito laboral. Obviamente, es un tema de preferencias. Es conocido que ellas prefieren dedicar más tiempo al hogar, especialmente tras el primer hijo, y especializar a su pareja en el trabajo fuera de casa. Las normas civiles las protegen además de los riesgos de esa elección.

    Pero sobre todo esto late una verdad más profunda y perturbadora, que es la que describe Helmut Nyborg en su artículo de 2005 en Personality and Individual Differences.

  2. carlos dice:

    «Llevado a sus últimas consecuencias, el planteamiento de Hakim sugiere que una sociedad en la que una mayoría abrumadora de familias optaran por una división del trabajo tradicional y sexista sería deseable y respetable siempre y cuando esta opción fuera voluntaria –suponiendo que podamos definir “voluntaria” apropiadamente- y debería ser respetada, algo que sin embargo no se conforma bien nuestra intuición de lo que significa el progreso.»

    O sea que dejar que la gente haga lo que voluntariamente quiera hacer sin perjudicar a nadie más no es progreso.

    ¿Y cuál es esa noción de «progreso» exactamente entonces?

    ¿Exactamente cómo pretendes cambiar «el proceso histórico y el contexto social»? ¿Al que no le guste al gulag? ¿Y si una mujer quiere tener hijos y dejar el trabajo al gulag también?

    • Pol dice:

      Por lo que he entendido y reduciendo al absurdo: elegir entre inyección letal y silla eléctrica no es síntoma de progreso. Hay una elección personal pero en un contexto de libertad muy reducida.

    • Luis Abenza dice:

      Hola;

      La intuiciones éticas es algo sobre lo que es difícil argumentar porque, naturalmente, cada uno tiene las suyas.

      Pero dentro de esto, yo diría que existe bastante consenso alrededor de la idea de que lo que es una «buena sociedad» va algo más allá en «cuanto se respetan las preferencias de la gente». Por ejemplo, la mayoría de la gente tiene opiniones sobre los valores que deben transmitir instituciones políticamente reguladas, como la televisión, el sistema educativo o la política cultural.

      Esto es mucho más importante si uno tiene en cuenta que las preferencias de la gente siempre dependen de instituciones legalmente reguladas, así que atrincherarse en una posición liberal de respeto incondicional por esas preferencias equivale en última instancia a defender, de una forma un tanto arbitraria y oportunista, cierto statu quo. Si el estatus quo es una sociedad en la que todo el mundo actúa de forma tolerante y comprometida con la democracia, el respeto de las preferencias parece que es algo que funciona muy bien.

      Por ejemplo (de forma realista): supongamos que una cierta política urbanística tenga efectos sobre la segregación racial de los barrios, y, como efecto secundario, afecte a que la gente desarrolle preferencias racistas o no racistas. Asumo que la mayoría de la gente cree que un resultado que no induzca odio racial es mejor: pero esto no es algo a lo que uno puede evaluar solo en función de las preferencias de la gente en la mano, sobre todo cuando hablamos de las preferencias potenciales que pueden desarrollar.

      No quiero decir con esto que las preferencias de la gente no deban importar en absoluto; quiero decir que la idea según la cuál es lo único que importa crea muchos problemas.

      • Victor dice:

        Entonces del argumento, por llamarlo así, que dice que las decisiones que toman las mujeres (o preferencias) no son libres por el contexto social, concluimos también que los hombres se ven impelidos a obtener éxito laboral y que no hacen una decisión libre, sino condicionada por una sociedad que les impone ese éxito. Y por lo tanto, ha de pagar por ello en diversas formas de discriminacion (legal y social).

        Vamos, que de nuevo, cualquier decisión que tome una mujer pero vaya en contra de los dogmas feministas de que «somos iguales» (la famosa tabula rasa) y solo la sociedad nos diferencia (a quien le importan los niveles totalmente distintos de hormonas, conexiones cerebrales y funcionamiento biológico de cara a modificar el comportamiento, son tonterías), en realidad vuelve a ser debido a una sutil y retorcida maquinación del patriarcado (que es como los Illuminatti, pero peor) y del machismo y no de una decisión libre de estas. Por cierto, eso de que la biología o las preferencias innatas son contingentes o secundarias… lo puedes respaldar con estudios de comportamiento y biológicos, o es una creencia mas para confirmar las hipótesis de partida y evitar que la realidad nos arruine la fiesta?

        Al final, el mismo feminismo trata a las mujeres como seres infantiles sin capacidades para afrontar sus propias decisiones. El mito de la brecha salarial empezaba a derrumbarse hasta que, oh sorpresa, resulta que las mujeres tomando decisiones libremente «no son libres» y ademas, no lo saben. Por supuesto, eso implica que tampoco son responsables, sino victimas, de esa brecha salarial auspiciada por el varón… o algo así.

        Las religiones seculares son mas divertidas incluso que las teológicas.

    • heathcliff dice:

      Se llama ingeniería social y es una forma de dominio esclavista tan mala como la peor que te imagines.

      En el fondo significa «haz lo que yo diga o revienta». Lo demás se utiliza de edulcorante.

      • Luis Abenza dice:

        Hombre, yo diría que el esclavismo y planificar los programas escolares para que no transmitan valores sexistas no son exactamente la misma cosa…

      • Maese Alcofribas dice:

        Sí, forma de dominio esclavista igualita, igualita que trabajar 12 horas por 600 euros. Dado que seguro coincides conmigo en que esta última forma de esclavitud es consecuencia de una ley natural («la vida es jodida, ¿qué esperabas, vivir dignamente sin producir lo que el mercado determina para lograrlo?»)… pues eso. La vida es dura, lucha por la supervivencia y el dominio. Siempre te quedará el recurso a la violencia.

  3. Vellana dice:

    En primer lugar, dejar claro cuál es el mito.
    MYTH 5: Women earn 77 cents for every dollar a man earns—for doing the same work.

    Es decir, el mito se puede representar mediante un maldito empresario machista (y por otro lado idiota), que ante el mismo trabajo realizado por Pedro y María, en vez de mirar por el bien de su empresa y el propio, da un plus a Pedro por ser hombre.

    Parece ser que Luis Abenza acepta que el mito es eso, un mito, y que los hombre y mujeres tienen diferencias salariales al tener diferencias laborales. Es un paso; un paso que no se ha dado en la sociedad (partidos políticos, medios de comunicación, ciudadanos de a pie).

    Luego él parece preferir una sociedad en que no se den esas diferencias laborales, con lo que hay que ponerse a hacer ingeniería social (fomentar «valores masculinos» en las mujeres y viceversa, ayudas para liberar a las mujeres del yugo familiar, discriminación positiva, etc.). A mí no me parece bien, pero es cuestión de gustos. Lo que sí me gustaría es que estos ingenieros hicieran lo que se hace en ingeniería, que mostrasen su proyecto, con todos los costes (de todo tipo, económicos, sociales, etc.), con todas las actividades que habría que llevar a cabo (precisando, pues no la hay, la base científica que justifica la efectividad de las mismas), objetivos, metas, etc. Porque, por ahora, lo único que vemos es una serie de organismos, de políticos, de asociaciones que con esa justificación, viven muy bien a costa del erario público.
    Un saludo.

    • Luis Abenza dice:

      que sí me gustaría es que estos ingenieros hicieran lo que se hace en ingeniería, que mostrasen su proyecto, con todos los costes (de todo tipo, económicos, sociales, etc.) con todas las actividades que habría que llevar a cabo (precisando, pues no la hay, la base científica que justifica la efectividad de las mismas), objetivos, metas, etc.

      En realidad sí que hay bastante gente que se dedica a esto precisamente. por ejemplo: http://ftp.iza.org/dp6812.pdf

      • Vellana dice:

        Habrá un montón de gente, no digo que no. Incluso puede que entre ellos estén los autores (perdón, autor@s) del pdf que enlaza. Ahora sólo falta que enlace algo donde hagan lo que digo, y no un estudio a posteriori, que hace: …»document recent trends in gender equality in employment and wages in Spain and try, following the existing literature, to relate these trends to important changes in public policy». Como verá, ni por el objeto del estudio (estudio, estudio, no propuestas de actuación), ni por la naturaleza del mismo (en fin, «ciencias» sociales), ni por lo poco exhaustivo, ni por asomo, puede parecerse a lo que pido. Que antes de gastar alegremente el dinero, se sepa qué se pretende hacer (políticas concretas), cuándo, cómo; cuánto cuesta; qué consecuencias no deseadas va a tener; cuál es la base científica que justifica esas medidas, y ya puestos, consecuencias penales en caso de no cumplirse los objetivos con cierto grado de error.
        Un saludo.

    • dalek_fan dice:

      En realidad, la ingeniería social es la que afirma la existencia de algo como los llamados «valores masculinos» y los «valores femeninos».
      Travestida de tradición social, religiosa o lo que te venga en gana llamarlo.

      Bueno, ingeniería social o mera ignorancia, claro.

      • heathcliff dice:

        Ni a ingeniería llega: es un mero corolario de la ley del embudo 🙂

      • Vellana dice:

        Estoy completamente de acuerdo con su primera frase. Precisamente, ahí empieza la ingeniería social que bosqueja Abenza. En definitiva en eso consiste lo que se dice: las mujeres, como todas las hembras de los mamíferos, tienen distinto compromiso en el cuidado de los hijos que los hombres; existen diferencias en la medida en la que juegan contra el reloj biológico; y hay otras fuerzas estructurales que hacen que las preferencias de hombres y mujeres sean distintas.
        Pero veo que gusta la palabra «valor». Bien, pero no patalee, por favor, que ya hemos superado esas edades, creo.
        Por último parece que cree que lo que dice Abenza es falso. No hay diferencias entre hombres y mujeres.
        Pues qué quiere que le diga, desde físicas, hasta «espirituales» (cuidado, que le da un patatús al leer esa palabra; me refiero al grado de religiosidad, a la emotividad, etc.). Bien, creo que se equivoca y que el ígnaro es usted.
        Bueno, vale, claro que sabe que hay diferencias, pero me imagino que su ideología le causa algún tipo de bloqueo al ver determinadas palabras, que asocia con religión, inquisición, vivan las caenas, y cosas similares en su maniqueo mundo de malos y buenos, de machistas y buenos, de fachas y buenos (entre los que usted es un epítome).

        Me he quedado a gusto. 🙂

        Un saludo

        • Rubén Osuna dice:

          Totalmente de acuerdo con Vellana.

        • Vaya dice:

          «las mujeres, como todas las hembras de los mamíferos, tienen distinto compromiso en el cuidado de los hijos que los hombres»

          Cual es porcentaje de hembras de mamíferos (no humanas) con estudios universitarios?

        • dalek_fan dice:

          Siempre es ideología lo de los demás, nunca la propia. No, lo propio solo son las verdades del barquero que todo el mundo sabe.
          No, no hay tales diferencias, y desde lueg no en el plano emocional. Lo que hay es una retroalimentación social que algunos están empeñados en asociar con «diferencia». Bueno claro, y un montón de «hestudios sientíficos» soltando patochadas pseudocientíficas sobre el cerebro masculino y el femenino.

          • Victor dice:

            Jajajaja claro, las diferentes estructuras cerebrales y las diferentes hormonas y cantidades que se encuentran en el cuerpo del hombre y de la mujer son «hestudios sientificos». Ahora resulta que los organos sexuales van a terminar siendo tambien constructos sociales. Y por supuesto, dalek_fan, lo tuyo es ciencia pura y no religion (ni siquiera ideologia).

            Cientifico:
            «Los hombres tienen órganos reproductores distintos y hormonas distintas y en distintas proporciones que alteran el desarrollo de sus capacidades cognitivas»

            dalek_fan:
            «Patochadas pseudocientificas!! Son retroalimentaciones sociales!! Abajo los hestudios sientificos que no dicen lo que quiero creer! No es religión, es ciencia»

            Bravo. Ya no es necesario debatir tus «argumentos».

  4. rosa dice:

    Creo que este chiste explica muchas cosas: http://www.ichorradas.com/img-pap%E1…-donde-esta-mam%E1%3F-1483.htm

    Muchos hombres no parecen darse cuenta de que la relación de los hijos con sus padres es proporcional al tiempo que pasan con ellos, y como cinco tardes a la semana es más que dos días del fin de semana, normalmente tienen una relación más estrecha con la madre.
    La mayoría de madres tenemos más presente que la relación que más van a valorar nuestros hijos es con la persona que les vaya a buscar al cole y se pase con ellos las tres o cuatro horas antes de ir a dormir, durante los primeros años de vida, y creemos que para que tengan estabilidad emocional es importante que esa persona sea uno de los padres y no una canguro.
    Tampoco veo muchos análisis desde el otro punto de vista, la renuncia que hacen los padres a no tener una relación estrecha con sus hijos y a contribuir a su estabilidad emocional y a su educación diaria.
    Cuando los padres (y sobre todo, los jefes de los padres) valoren la importancia de esas tres o cuatro horas con sus hijos las tardes de los días laborables, quizá todos podremos combinar mejor una vida familiar y profesional. Es diferente faltar al trabajo todas las tardes que dos tardes a la semana, porque las otras dos los niños están con papá y la quinta con una canguro.

    • Trevor Jones dice:

      Lo ha clavado Vd. Dedo en la llaga introducido sin cortar la uña. Y volvemos al problema de nuestras demenciales jornadas laborales. Yo sólo añadiría, en relación con el último párrafo, que los «clientes de los padres» deberían incluirse también en este lote. Hartito estoy del que me llama a las ocho menos cinco de la tarde, probablemente espatarrado en el sofá de su casa y sin nada más que hacer, para comentar su asunto con calma…olvidándose de que mi jornada también tiene que terminar. Voy a empezar a mandarlos a la mierda, porque de todas formas tampoco te pagan. Hala, me voy para casa. A ver si llego a tiempo de acostar a los críos.

  5. Ullman dice:

    Si las diferencias sexuales en las preferencias tienen en parte (digamos un 50%) un origen biológico lo que nos dicen estudios como el de Hakim es que las políticas para conseguir la igualdad tienen un techo que no se podrá superar salvo haciendo ingeniería social con más costes que beneficios.

    Un saludo

    • Luis Abenza dice:

      No, esto es una forma errónea de pensar en como interactúa la naturaleza con el ambiente. http://www.antoniocasella.eu/dnlaw/Manski_2011.pdf

      Supongamos -ejemplo inventado- que un rasgo como la miopía estuviera cien por cien determinado geneticamente. Posiblemente veríamos que los miopes lo hacen sistemáticamente peor en los exámenes del carnet de conducir. Probablemente los miopes tendrían dificultades de aprendizaje por no ver la pizarra de lejos y lo harían sistemáticamente peor en los exámenes de PISA. Eventualmente, eso se traduciría en que los miopes desarrollarían preferencias por trabajos peor pagados. Muy probablemente, el handicap se traduciría al conjunto de aspectos de la vida social y sería, por construcción, de origen 100% biológico.

      Sin embargo, que la miopía fuera de origen genético no nos diría nada sobre como podría funcionar una política consistente en repartir gafas a todo el mundo desde niños.

      • Carlos dice:

        Es interesante el ejemplo sin embargo sigo creyendo que en todo este debate no se está teniendo en cuenta las diferencias biológicas (de las que hay abundante evidencia científica) del comportamiento de hombres y mujeres que al menos creo que enriquecería el debate sobre la igualdad.

        Os dejo este link de un documental por si todavía no sé había hablado de él en este ciclo:
        «The Gender Equality Paradox»: https://www.youtube.com/watch?v=p5LRdW8xw70

        Dicen que a raíz de la polémica levantada por el documental se cerró el Instituto de Género noruego. Yo soy Biólogo con especialidad en neurobiolgía y creo que en estos foros donde abundan sociólogos y economistas se tiende a ignorar lo que otras disciplinas muestran.

        • Luis Abenza dice:

          Hola;

          Siento que no te convenza mi explicación. El documental lo conozco y me parece bastante sesgado, aunque admito que es entretenido. Personalmente, a pesar de ser economista, creo que dedico una parte razonable de mi tiempo a entender lo que se hace en otras disciplinas.

          Tengo que escribir sobre este tema en relación con los temas de género, pero tengo un par de artículos sobre el problema de los genes y la inteligencia:
          http://www.jotdown.es/2013/07/humanistas-y-naturalistas/
          http://www.jotdown.es/2013/07/genes-y-politica-dos-decadas-despues-de-la-publicacion-de-the-bell-curve/

          • Victor dice:

            Deberías explicar el sesgo del documental. El sesgo esta en los estudios y científicos que aparecen mostrando sus resultados? Es sesgado el hecho, te guste o no, de que en Noruega las mujeres dominan campos como la enfermería, cuidados o medicina y los hombres las ingenierías o trabajos manuales? O es que acaso has desarrollado «gafas» para preferencias determinadas por la biología para repartir a todo el mundo? Quizá es sesgado todo aquello que no se ajusta a tus ideas previas y tus creencias de base.

            Comparar algo físico, que además es una tara o un impedimento, con algo biológico que NO es un defecto, sino un hecho, y pretender que las elecciones de cada género (y sus desviaciones según este) son solventables con soluciones simples, es mentirse para seguir creyendo en ideologías sin apoyo empírico. Por otro lado, dudo que la mujer que decida aparcar o aflojar su carrera profesional para tener hijos, o el hombre que decida trabajar más duro para subir su estatus, vean sus decisiones como el que tiene miopía que NO es una decisión, sino un problema o defecto. Insinúas que las diferencias biológicas entre géneros son un defecto? Porque eso indicaría que el problema esta en tus ideas, no en la realidad tal y como es…

            De nuevo, muestras el problema con estas cosas: los que creéis en la tabla rasa, en el condicionamiento y constructo social de los géneros, pretendéis imponer vuestras soluciones A PESAR de las propias elecciones de los individuos. De una idea justa, que es la libre elección de una vida y una profesión independientemente del genero, pasáis a «esto tiene que ser 50% hombres y mujeres si o si», aunque los hechos muestren que no se cumple porque los propios individuos tienen unas preferencias u otras en base a su sexo. Inventareis fantasmas para mantener los dogmas antes que ver que algunos de los supuestos pueden ser erróneos, como se suele hacer en ciencia. En la de verdad.

      • Ullman dice:

        Bueno en primer lugar gracias Luis por la serie de artículos. Está bien que se abra debate pero también hay que agradecer las aportaciones de interés que llevan trabajo y generalmente se hacen «por amor al arte».

        En segundo lugar, tú ejemplo habla sobre una discapacidad que en el mercado laboral puede ser negativa, aunque me parece dudoso que los miopes no siguieran prefiriendo de forma declarada trabajos mejores aunque no pudieran acceder a ellos en la práctica (preferencia revelada). En cambio el tema del post se refiere a una preferencia que en caso de obligar a incumplir vía ingeniería social puede causar un perjuicio claro en los deseos vitales del individuo. Son casos muy diferentes me parece a mi.

        Un saludo

  6. […] ¿Eligiendo la desigualdad? […]

  7. Maese Alcofribas dice:

    «Parece ser que Luis Abenza acepta que el mito es eso, un mito, y que los hombre y mujeres tienen diferencias salariales al tener diferencias laborales»

    Que me corrija el autor si me equivoco, pero yo no veo de donde sacas eso

    «La aproximación de Hakim y su poder para explicar la brecha de género en el mercado laboral no está exenta de críticas. Una discusión detallada de la literatura sobre la brecha de género está más allá del ámbito de este artículo (el lector interesado puede mirar aquí y aquí). Dado que nuestro interés es entender el papel de las elecciones de las mujeres en la brecha de género, asumiremos, en el marco de la discusión la (discutible) idea de que éstas son efectivamente el reflejo de diferencias en las preferencias de estilos de vida.»

    • Maese Alcofribas dice:

      Era una respuesta a Vellana

      • Vellana dice:

        Lo digo porque el mito: «Los empresarios son unos sexistas que pagan más a un hombre que hace lo mismo que una mujer» ni se trata. Se pasa directamente a «vale, hay diferencias entre hombres y mujeres que justificarían la diferencia salarial, pero esas diferencias pueden atenuarse».
        Si se creyera que lo primero no es un mito, sino una realidad. sobra todo el resto del articulo.
        Un saludo.

  8. Maese Alcofribas dice:

    Me parece un artículo muy bueno.

    Preguntas para aquellos que tengan hijas, y que piensan que lo de la discriminación de género y las políticas de igualdad son delirios o mitos progres:

    – ¿Cómo puedes saber si las preferencias de tu hija son “biológicas” o han sido aprendidas de ti y de tu pareja? (recordemos la complejidad y plasticidad del aprendizaje humano)

    – ¿Piensas que eres capaz, consciente o inconscientemente, voluntaria o involuntariamente, de cambiar las “preferencias biológicas” de tu hija, y hacer que de mayor tenga valores “más masculinos” que generen una conducta laboral “más masculina” que le proporcione mayores ingresos?

    – Si eso fuera posible, ¿piensas que de hacerlo estarías aplicando una especie de ingeniería anti-natural con tu hija?

    – ¿Piensas que al aplicar dicha ingeniería anti-natural estarías: 1) perjudicando su futuro bienestar psicológico y calidad de vida; 2) favoreciéndolo, o 3) sería una actuación neutral?

    • Vellana dice:

      «…valores “más masculinos”…»
      ¡Cuidado, Maese Alcofribas! que viene dalek_fan con la guillotina.

      » ¿Piensas que al aplicar dicha ingeniería anti-natural estarías: 1) perjudicando su futuro bienestar psicológico y calidad de vida; 2) favoreciéndolo, o 3) sería una actuación neutral? »
      Pues he ahí el problema; que no sabes qué efectos van a causar tus manipulaciones.
      Y aplicado globalmente, sólo sabes el efecto seguro: la banda de mamandurrios que vas a crear.
      Yo es que me parto de la risa; toda la vida la progresía diciéndonos que no hay que influir en los hijos en sus decisiones, que cada uno tiene su vida, que tienen que buscar su camino en la vida, que elijan lo que consideran oportuno… y ahora esto: no niña no, a jugar al jurgol; las muñecas a la basura; el rosa para tu hermano; sí, sí pégale, no seas blanda; no sabes lo bonito que es hacer raíces cuadradas mientras escuchas a Beethoven después de leer el libro de química.
      Curicas ha habido toda la vida. Ahora están en la izquierda.
      Un saludo.

      • Joshua dice:

        Se nota que estás disfrutando troleandote hasta a tí mismo, Vellana.
        Como leí hace poco en el blog El correo de las indias (y que recomiendo): «hay que salir psicoanalizado de casa».
        Tengo para mí que entre el «vete a Cuba» y vete a la selva», hay un mundo de posibilidades por explorar. Para volver al siglo XIX siempre hay tiempo.
        Mira adónde nos ha llevado la posmodernidad: uno puede decir que el conocimiento adquirido durante un siglo no son más que «mamandurrias» y encima descojonarse.
        Háztelo mirar.

        • Maese Alcofribas dice:

          esa frase yo la uso cuando en una discusión se me afean mis intentos de «psicoanalizar». Añadiría «sin piedad»

          Pero hay una frase mejor en tu comentario, con un halo de comicidad para mí que me hace sospechar que se va a convertir en una frase-fetiche

          «Para volver al siglo XIX siempre hay tiempo»

          jajajaja, muy buena, qué gran verdad, además como dices se la puede lanzar a la izquierda lejana y a la derecha remota 🙂

        • Vellana dice:

          Algunos no han salido del XIX. Por ejemplo, tú, hablando de psicoanálisis; o creyendo, como el decimonónico aquel del socialismo científico que creia que se puede cambiar una sociedad añadiendo el adjetivo científico a una serie de prejuicios sin fundamento empírico.
          En fin, que sí, que allí nos veremos cuando regrese.
          Un saludo.

      • Maese Alcofribas dice:

        Pues si no sabes cuáles son los efectos de nuestras manipulaciones sobre las niñas, ¿cómo sabes que sus preferencias adultas son biológicas y no se deben a que las criamos con cocinitas y muñequitas que las llaman mamá y cagan y orinan, como unas pusilánimes que se acojonan cuando ven venir un balón por el aire?

        me estoy yendo al extremo, yo sí creo que hay un componente biológico en las diferencias entre sexos. Pero pienso que es muy maleable sobre todo en los primeros años de vida, y por otra en el conocimiento de la interacción genes-ambiente estamos en bragas (cuando se descifró el genoma humano creíamos que en diez años íbamos a tener riñones y pulmones a la carta). Parece que la epigenética se está empezando a desarrollar y tienes muchas cosas que decir.

        Yo recomiendo a los contrarios a la paridad que se olviden tanto del biologicismo como de la sacred individual freedom, que no aguantan en pie dos patadas, y que se centren en el utilitarismo. O como decía el amigo Epicureo, reflexionar sobre si la paridad debe conseguirse mediante una mayor «masculinización» del mundo (básicamente competitividad y ambición laboral) en un contexto futuro de tecnificación, paro y desigualdad.

        • Vellana dice:

          Veo que proyectas en mí tu mundo de fantasía, como el tal dalek_fan. Yo no sé si las preferencias laborales de nadie las determina la biología o no (no recuerdo que hubiera una asignatura en Biología llamada biología del puesto de trabajo o algo así; ni tan siquiera para las abejas). Es más, sé que no las determina.
          Yo no sé de dónde sacas que sea contrario a la paridad; es más, no sé qué entiendes tú por paridad. Seguramente, si me vas diciendo qué entiendes por paridad te iré diciendo si estoy a favor, en contra, radicalmente en contra, o indiferente.
          Soy contrario a que se afirme, SIN MÁS, que es mejor una sociedad en que hombres y mujeres tienen iguales preferencias. El día que me expliques por qué es mejor, entonces podré cambiar de opinión. ¿es mejor que las mujeres sean tan violentas como los hombres? ¿es mejor que hombres y mujeres tengamos iguales preferencias sexuales? ¿es mejor que los hombres en un futuro tengan la misma aversión al riesgo que las mujeres hoy? Y todo eso ¿por qué?
          Pero, el tema no es ese. El tema real no es si a mí me gusta tal o cual sociedad o a ti aquella otra. Al fin y al cabo, vivimos en democracia e iremos hacia la sociedad que quiera la mayoría, SI SE PUEDE.
          Y ese es el problema. El problema es que ni tú, ni Abenza, ni nadie tiene ni idea de qué políticas son necesarias para conseguir tal o cual objetivo, de forma precisa. No existen conocimientos científicos que justifiquen con precisión que si usted realiza tal y cual acción en este entorno durante este tiempo va a obtener tal y cual resultado. Para muestra, la maravillosa ley de violencia de género. Abenza, M.A. ¿para qué año está previsto que se reduzcan en un 80% los asesinatos de mujeres respecto al año de entrada en vigor de la ley, con un error en valor absoluto de un año, y un 10% del porcentaje de reducción?

          Clamoroso silencio… Eso sí, mientras ese objetivo no se cumple, ahí están los de las mamandurrias.

          Por no entrar en otros temas más escabrosos. Los ingenieros sociales, para conseguir la igualdad, si ayudara ¿de qué están más a favor, de inyectar testosterna a las mujeres o castrar a los hombres? ¿Volvemos a ver la Naranja Mecánica? Disfruta, Joshua, que son prácticas propias de tu siglo y del siguiente (psicoanálisis, conductismo, eugenesia, Mengele) y todo por el bien supremo. 🙂

          Un saludo.

          • dalek_fan dice:

            Si, si. Mundos de fantasía. Curioso, dado que aquí hablabas de empirismos, y algo mas arriba de las diferencias espirituales entre hombres y mujeres.
            Que no falten tampoco las menciones a Mengele, la eugenesia y tal. Se nota que te disgusta enormemente que se proyecten cosas sobre ti, ya que lo pones tan sumamente difícil:

            «Los ingenieros sociales, para conseguir la igualdad, si ayudara ¿de qué están más a favor, de inyectar testosterna a las mujeres o castrar a los hombres?»

            «¿es mejor que las mujeres sean tan violentas como los hombres? ¿es mejor que hombres y mujeres tengamos iguales preferencias sexuales?»

            ¿Crees que los hombres son violentos porque son hombres, y que por tanto serán violentos sin posibilidad de evitarlo? Volvemos otra vez a esos supuestos valores masculinos y femeninos. Volvemos otra vez a esa asignación de roles que algunos creéis que es biológica.

            • Victor dice:

              De la testosterona que tienen los hombres en cantidades bastante superiores a las mujeres y su correlación con mayores indices de agresividad, mejor no hablamos, no? Vaya a ser que tengas que argumentar algo mínimamente coherente. La realidad esta sobrevalorada…

  9. José Manuel dice:

    El argumento al final es entonces: «Sí, las mujeres ahora prefieren esto, pero, ¿no es la aspiración de cualquier sociedad moderna manipular los deseos de sus ciudadanos para acomodarlos con los ideales de una parte de esta?

    • Luis Abenza dice:

      Hola,

      No, el argumento no es ese, lamento si no se ha entendido bien. No al menos con el tono con el que parece que se usa «manipulación» aquí. El argumento es

      1. Las preferencias por el estilo de vida no están inscritas en el ADN de cada persona ni se forman en el éter; se forman y evolucionan en un contexto social.
      2. El modelo de sociedad en el que queremos vivir es de lo que trata el debate político y es algo que, en principio, nadie cuestiona. En particular, todas las sociedades debaten sobre qué tipo de actitudes, valores, preferencias fomentan ciertas políticas. Esto ocurre todos los días: cuando se habla de inmigración se habla del efecto que tiene sobre las preferencias de la gente ; cuando se habla de educación, se habla del problema de la educación religiosa o los valores que se transmiten; cuando se habla del problema de la elección de centro para los padres, se asume que estos ; cuando se habla de modelo territorial, se habla de como ciertas políticas fomentan la solidaridad o la división en los sentimientos de pertenencia de la gente; cuando se habla de corrupción, se habla de como afecta ésta a la voluntad de la gente de cumplir con sus impuestos, etc.
      3. Este tipo de discusiones siempre implican, inevitablemente, una jerarquía de valores entre el tipo de preferencias o actitudes que nos gustaría que la gente desarrollara. La apuesta es hacer explícitas estas preferencias y poderlas discutir racionalmente. Mira: http://rationallyspeaking.blogspot.com.es/2011/08/on-ethics-part-iv-virtue-ethics.html La alternativa es dejar los valores que guían este tipo de elecciones debajo de la alfombra.
      4. Para el caso concreto del género, sí, las mujeres desarrollan preferencias de acuerdo con modelos, instituciones y prácticas sociales que se interiorizan. Esto es algo que casi nadie discute en ninguna ciencia que tenga que tratar con el comportamiento humano. Ni siquiera en economía http://scholar.harvard.edu/files/goldin/files/from_the_valley_to_the_summit_the_quiet_revolution_that_transformed_womens_work.pdf . Uno puede tener una sociedad dónde las niñas interioricen desde jóvenes que para tener éxito en la vida hay que trabajar duro y ser independiente o uno en el que piensen que se les transmita que hay que casarse con un marido bien posicionado socialmente y tener hijos, porque, independientemente de las predisposiciones biológicas (que es otra discusión distinta), es algo acentuado por su entorno, su familia y el modelo de éxito de las mujeres de la generación anterior.
      5. Ambas son opciones «legítimas», en el sentido de modelos de sociedad a los que uno puede aspirar en función de las convicciones éticas a las que uno se abone (que entiendo que es precisamente lo que se discute en el debate público). Lo que (personalmente) me parece poco convincente como análisis es partir de la idea de ignorar que con ciertas políticas o instituciones sociales uno está favoreciendo un modelo u otro.

    • dalek_fan dice:

      No, en realidad es exactamente al revés. Es ahora cuando la mujer continua sometida a determinada inercia de manipulación.

      • Victor dice:

        Menos mal que venís a rescatar a las mujeres adultas de tomar sus propias y «equivocadas» decisiones y evitar que sean manipuladas por una inercia misteriosa para que tomen las correctas y elijan ingenierías, medicina y otras profesiones en la misma proporción que los hombres.

  10. Gerion dice:

    Hablamos del peso del fenotipo frente al genotipo, me parece. Pero desde la perspectiva de un determinismo fenotipico, es decir, alguien tan errado como un determinista biológico. La virtud, como siempre, está en el medio, y volcarla artificialmente de uno u otro lado es contraproducente para el conjunto.

    • Luis Abenza dice:

      El argumento es compatible con atribuirle un papel muy importante a la biología a prácticamente todos los rasgos de las diferencias en el comportamiento entre sexos. Una importancia sobre la que no me pronuncio, solo señalo que es compatible- escribiré sobre eso en un par de semanas.

      Lo único necesario para encajar el argumento es admitir que la expresión de las predisposiciones biológicas respecto la preferencias ocupacionales y de estilos de vida es sensible en alguna medida al entorno social.

      Más allá de que se trate de algo bien documentado (hay tres referencias en el post), me parece muy poco convincente la hipótesis (que es la única que estamos excluyendo) de que exista algo en la fisionomía o el sistema nervioso femenino que afecte, sin (esto es lo único que estamos excluyendo en el argumento) factores intermedios que medien , a preferir ser amas de casa frente tener una carrera profesional como la del hombre medio. La biología no funciona así. Y lo mismo para los hombres.

    • gerion dice:

      No me he expresado bien, entonces. Creo haber entendido correctamente su planteamiento.
      Mi crítica se refiere a la adopción de medidas que rompan ese equilibrio, en uno u otro sentido, desde mi perspectiva de que en las sociedades occidentales ya está volcada la balanza del lado feminista – en contraposición con sociedades machistas -, lo cual resulta contraproducente tanto para el conjunto de mujeres como para el de los hombres – igual que en sociedades machistas -.
      Dado que el componente ambiental parece más fácil de modelar que el biológico – en varios milenios de civilización, nuestra biología no ha cambiado tanto como los modelos de sociedad que han transcurrido en ellos -, se actúa sobre la percepción social para conseguir el cambio del entorno por la presión de la mayoría, independientemente de si esa mayoría está cualificada para emitir un dictamen. Gracias a eso, el feminismo vive una nueva primavera ahora, de lo que son muestras las diferentes normas publicadas y comisiones creadas por varios organismos oficiales para luchar contra la «discriminación de género» o similares.
      Como ejemplo ilustrativo, una vez fui a un curso para vender aspiradoras por 3.000 €; en mi ignorancia, cuando elaboré mi plan de ventas asumí que se venderían mejor en barrios de clase media-alta. Afortunadamente, mi profesor me sacó del error, explicándome por qué vendería más aspiradoras de 3.000€ en barrios de clase baja. Creo que con el feminismo está ocurriendo algo similar. Se vende en círculos que compran lo que sea sin pensarlo demasiado, pero que hacen mucho ruido.

  11. Javier dice:

    «las mujeres desarrollan preferencias de acuerdo con modelos, instituciones y prácticas sociales que se interiorizan»

    Pienso que este hecho no queda probado, para nada.

    El artículo habla de la varianza en la brecha de género. que es distinta en distintos países. Pero hay cosas que no cambian entre países. Todos los trabajos peligrosos o con estadísticas de mortalidad en el trabajo los realizan casi exclusivamente hombres. Todos los empleos dirigidos al cuidado de la primera infancia los realizan mujeres.

    • Maese Alcofribas dice:

      Si hay alta variabilidad (aun explicando por otros factores) en la brecha entre países se pone en serios aprietos la tesis biologicista, salvo que se acepte la modificablidad de la tendencia biológica y se demuestre que el tamaño de la brecha correlaciona inversamente con la puesta en marcha de políticas de igualdad. Vamos, que al biologicista sólo le queda aceptar que la tendencia se puede modificar (y se hace de hecho mediante acciones políticas) y demostrar que el resultadode dichas acciones es malo para sociedad (en términos económicos, mamandurrias de Vellana, etc). O finalmente, agarrarse al burning nail de que la libertad individual es sagrada.

      Ahora explícame cuál es el problema para la tesis ambientalista (roles de género: se «desarrollan preferencias de acuerdo con modelos, instituciones y prácticas sociales que se interiorizan») de que haya mayoría de hombres en trabajos peligrosos. Porque se viene de un estado previo donde todos los trabajos fuera del hogar los hacía el hombre. Lo más que podrás probar y criticar es que la inserción de la mujer en esos trabajos ha sido menor que en otros, por lo que son unas jetas. Yo te responderé que esos trabajos tampoco los prefieren los hombres (frente a otros trabajos) y que el objetivo de progreso del correcto feminista (en mi opinión) no es que haya paridad en esos trabajos, sino que los hagan las máquinas. De las opciones que estamos discutiendo (vida laboral más intensa con más ingresos/vida familiar) ninguna es aversiva intrínsecamente (aunque sí, dada la variabilidad humana seguro que hay un pequeño porcentaje de hombres que prefieren los trabajos peligrosos).

    • Luis Abenza dice:

      Además de poner un gráfico mostrando la varianza de la brecha de género entre países, también enlazo tres artículos que ilustran mecanismos por los que se puede producir segregación de género sectorial de forma endógena. Históricamente ha habido ocupaciones (la de farmacéutico, por ejemplo) que han pasado de ser casi exclusivamente masculinas a ser predominantemente femeninas. Hay muchas cosas escritas sobre esto y esto solo tiene un carácter ilustrativo.

      Por otro lado, que yo sepa, no existe ningún modelo causal creíble que vincule de forma estable sexo biológico -> comportamiento -> ocupación sin que haya interacción con ambiente.

  12. Luis Abenza dice:

    Hola a todos,

    Creo que más o menos he cubierto todas las réplicas sobre el tema, así que termino aquí mis respuestas a los comentarios. Tengo un borrador de artículo escrito sobre la interacción del entorno y la naturaleza en la formación del género que, espero, sirva para elaborar algo más las ideas que he esbozado en los comentarios.

    Un saludo

  13. jose dice:

    Desviáis la discusión.

    En España la propaganda feminista dice que la discriminación es salarial, cuando las diferencias son laborales (no de lo que se cobra sino de qué y cuánto tiempo se trabaja).

    Ese es el mito feminista, que tu jefe paga más a los hombres que a las mujeres por el mismo trabajo, porque es machista.

    La diferencia es crucial y la mentira es política, para que las feministas puedan simplificar su discurso a hombres machistas mujeres victimas.

    Dentro de algunos años, gracias a que las mujeres tienen más y con mas frecuencia estudios superiores, cuando tengan salarios mejores que los hombres, estoy seguro que ahí si empezareis a hablar (las/los feministas) de la libertad individual para escoger carreras y demás. Y os olvidareis de las estructuras economicas y sociales que ponen a un tio en un trabajo o en otro.

  14. […] una senda vecina, Luis Abenza reflexionaba en esta misma casa sobre el valor de las preferencias en el mercado laboral. En […]

  15. […] enraizadas en la naturaleza sexuada de nuestra especie? No hay discusión sobre género, como la del artículo que publicamos hace dos semanas, en la que tarde o temprano este debate no aflore, invariablemente […]

  16. Aloe dice:

    Casi cincuenta comentarios hablando sobre las preferencias de las mujeres, si son así o asá y si deberían serlo o no, y si se manipulan ahora o se quieren manipular…
    (Incluso varios dicen «de la mujer», un modo de hablar que siempre suena como si se hablara de «el bisonte» o «la lagartija acuática de Borneo»)

    Se echa en falta que se hable de la otra cara: el tema mayor son las preferencias de los hombres.
    El único comentario que (aparentemente) es de una mujer lo deja bastante claro.

  17. […] además, que este sesgos en sus preferencias —sean del todo elegidas o no tanto— emerge a edades tempranas y no dependen de sus resultados escolares: entre un niño y una niña […]

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