En esta crisis la verdadera izquierda (TM) la ha tomado con los economistas. No es que sea una novedad, por descontado; los ideólogos del fallo moral del mercado nunca han sido demasiado amigos de escuchar a gente que tiene como punto de partida eso que «todo tiene un precio». En esta crisis, sin embargo, el «debate» (es un decir) ha sido especialmente ridículo, en gran medida porque han sido los partidos de derechas los que se han dedicado a contradecir a los economistas con más entusiasmo.

Empecemos por lo fácil: el partido conservador británico. Cuando David Cameron llega al poder los tories se lanzan a hacer lo que prometieron, pasando planes de austeridad draconianos para aumentar la confianza de los mercados. La inmensa mayoría de economistas ortodoxos (y prácticamente cualquiera con dos dedos de frente) señalaron que los mercados parecían estar perfectamente entusiasmados comprando deuda pública británica a espuertas a corto plazo, y que toda esa austeridad lo único que iba a conseguir era cargarse la recuperación económica. Lo que necesitaba el país era un ajuste fiscal a largo plazo, no a corto, con reformas puntuales en servicios públicos y mercados financieros para arreglar algunos problemas estructurales pendientes.

Un año después, ¿qué ha sucedido? Bueno, lo que decían los economistas: el crecimiento se ha estancado, y parece que no quiere volver. Todos esos recortes fiscales no han podido ser compensados por una devaluación de la libra, especialmente en un mundo donde todo Dios está imprimiendo moneda con entusiasmo (tipos de interés negativos en medio mundo), así que las exportaciones no han venido al rescate. El partido de derechas está haciendo cosas raras, buscando causas a la crisis fuera de sus libros y demonizando la cifra incorrecta en los números del país, y así les va.

Si sólo fuera el Reino Unido diría que esto no es un problema, pero la epidemia de heterodoxia económica conservadora parece no tener fin. Los republicanos en Estados Unidos hace tiempo que decidieron que esto de leer libros es cosa de comunistas, pero ahora ya van a por el pensamiento mágico. Recortar brutalmente la sanidad a jubilados para rebajar los impuestos a los ricos y así reducir el déficit sería casi cómico, si no fuera cosa de un partido que controla una de las cámaras del Congreso. La extraña obsesión de los conservadores alemanes con la subida de la inflación es igualmente fascinante, y más cuando estas oscilaciones a corto plazo sabemos que no generan subidas de precio a largo, especialmente con los salarios estancados. El Banco Central Europeo cree que todos los males del mundo parten de una inflación por encima del 2%, una cifra arbitraria muy por debajo de la media de postguerra, a pesar que cualquier economista medio decente te diría que no es un problema urgente. Y qué decir de
franceses y alemanes, que creen que la inmigración es un problema europeo urgente.

Esto es especialmente preocupante en Europa, con la crisis del euro. La respuesta más lógica en este caso es de nuevo una idea de izquierdas – más Europa, más instituciones europeas, un mecanismo de ajuste continental que permita solucionar estosdesaguisados. Nuestros queridos líderes continentales, por descontado (empezando por Merkel y Sarkzozy) han preferido proteger a sus bancos, pretender que todo esto se arregla a base de pegarle una paliza a los griegos (no que no se la hayan ganado, con esa contabilidad nacional, pero bueno) y decirle a sus votantes que esto del euro para ellos será gratis, aunque la chapuza institucional que es la eurozona
sea cosa de todos.

En el lado contrario tenemos a los tipos raros de siempre, daneses, suecos, holandeses y otra gente mal vivir. Países que han controlado el gasto público a base de recaudar mucho y gastar bien, han respondido a la crisis manteniendo su estado de bienestar intacto, tienen mercados laborales extremadamente flexible y sistemas regulatorios muy eficaces, y han hecho básicamente lo que los economistas hubieran prescrito. En el caso holandés, entender qué limitaciones y ventajas tiene el euro para una economía pequeña. En el caso danés, han hecho casi lo mismo (no tienen el euro, pero sí un tipo de cambio fijo), mientras que los suecos han hecho política monetaria realmente agresiva, siguiendo el librillo hasta el punto de tener tipos explícitamente negativos una temporada. Y les ha ido de miedo, por cierto; el último trimestre del 2010 crecieron al 7%.

No hace muchos años, cuando un gobernante hacía alguna cosa extraña con la política económica de su país, el hombre era casi invariablemente un tipo de izquierdas. Mitterrand se lo pasó de miedo jugando a los bolos con la economía francesa en los ochenta, sin ir más lejor. Y allí te queda esa larga, larguísima lista de heterodoxos populistas latinoamericanos, con Hugo Chávez como último (y especialmente incompetente) heredero. Estos días, sin embargo, las ideas ridículas y las teorías económicas basadas en principios morales absurdos («¡la deuda pública es mala siempre!«) parece ser patrimonio de los partidos de derechas, y no parecen estar funcionando.

Ya sé que sonará raro, pero en esta crisis la ortodoxia económica es patrimonio de la izquierda, no de la derecha. Es hora que empecemos a actuar como adultos, no como rebeldes con complejo de inferioridad.


Sin comentarios

  1. […] La ortodoxia económica es de izquierdas politikon.es/materiasgrises/2011/04/26/la-ortodoxia-econo…  por Fingolfin hace 3 segundos […]

  2. Juan Font dice:

    >Es hora que empecemos a actuar como adultos, no como rebeldes con complejo de inferioridad.

    Curiosamente, existe ese complejo de inferioridad en lo económico, con la derecha dando idea de que ellos son los serios; mientras que se mantiene un halo de superioridad moral frente a esta en otros aspectos.

  3. «La extraña obsesión de los conservadores alemanes con la subida de la inflación es igualmente fascinante, »

    Creo que en los años 20 tuvieron una hiperinflación del 837.000% (si no recuerdo mal, sí recuerdo el 8 y que eran seis dígitos) y acabaron con un tío con bigote en el poder porque le dieron a la maquinita a lo bestia con tal de pagar las deudas de guerra de la Primera Guerra Mundial. Un libro bastante divertido al respecto se llama «Las consecuencias económicas de la paz», de un tal John Maynard… no caigo con el apellido. No es que los conservadores alemanes se hayan vuelto locos… es que tienen memoria. Y tampoco tienen un nivel de deuda como para hacer el ganso, aunque todavía los resultados sean buenos para ellos.

    A ver si lo entiendo. Los gobiernos son malos por recortar el gasto, pero no lo son por:
    a) Endeudarse previamente hasta las trancas.
    b) Endeudarse hasta las trancas para rescatar a un sector financiero que se ha dedicado a hacer el ganso.
    c) Chupar todo el crédito. ¿Quién le presta dinero a los empresarios y a los emprendedores? ¿Explica eso alguna parte de esos resultados? ¿En cuánto? ¿Y qué parte del Estado del bienestar, normativa laboral incluida, pifia los resultados?

    Y lo que es más importante: ¿Por qué sigues analizando los hechos con la etiqueta de izquierda o derecha y no te fijas en los hechos concretos? Si vemos a un grupo de hinchas de fútbol pegándole una paliza a otro aficionado, ¿qué importa el color de la camiseta? La contabilidad no es ni de izquierdas ni de derechas. Es contabilidad. 2+2=4. Sencillamente, no se podían posponer las reformas porque nadie presta el dinero a los tipos de interés tan bajos como le gustaría a Papá Estado. De modo que, o se recorta de donde sea, o quiebras.

  4. Roger Senserrich dice:

    Los gobiernos son malos cuando se endeudan hasta las trancas cuando la cosa va bien (en vez de nadar y guardar la ropa), dejan que el sector financiero hace el ganso (cuando revienta, tienes que salvarlo. No hay remedio) y cuando chupan crédito cuando nadie más se está endeudando (esto es, ahora mismo).

    Y no, no es cosa de simple contabilidad.

  5. Lo que no entiendo es, cómo teniendo un organismo como la SEC y un oligopolio amparado desde la legislación, hayan podido dejar que el mercado financiero hiciera el ganso.

    Luego está el tema del salvamento de los bancos. ¿Realmente ha servido en alguna parte? ¿No ha creado problemas mayores? Yo lo dudo severamente. Tres cuartos de lo mismo pienso de los rescates a Estados, y ya tengo el ejemplo de Grecia.

    Y sobre lo de que nadie más se está endeudando, creo que es por tres razones:
    1.- Ya está endeudado hasta las trancas. Por ejemplo, la sociedad española.
    2.- No pueden endeudarse porque papá Estado les hace la competencia desleal.
    3.- Cofidis es muy caro.

    Cuando se trata de sobrevivir tan a corto plazo, me temo que es una cuestión de contabilidad. O pagas o quiebras. Otra cosa es la salida que de eso a largo plazo.

    No obstante, creo que podemos convenir en que no se trata de una cuestión de ser zurdo o diestro.

  6. Hejo dice:

    @Burrhus:
    Entre una inflación al 2% y otra al 4% hay un salto que habría que estudiar con detalle en cada caso para ver hasta qué punto es importante (entiéndase: malo). Pero del 4% al 800.000%, no hay un salto, hay un abismo.
    El miedo a la inflación es lógico. Pero sacar el argumento de la hiperinflación cuando ésta ni siquiera asoma las orejas en el horizonte es:
    a) paranoia
    b) ignorancia supina
    c) excusa / intereses inconfesables.

    Me inclino siempre por la c) en las declaraciones públicas, aunque las dos opciones anteriores no pueden descartarse por entero.

    Izquierdas, Keynes… coincido bastante con Roger. Ahora que precisamente vendría bien una política de gastos y estímulos, pues resulta que toca recortar, por que la deuda ya está muy alta. O sea, Keynes, pero al revés.
    ¿Posibilidades? Desde luego me fijaría mucho más en lo que están haciendo en Holanda y los países escandinavos que no en lo que proponen los Republicanos. Y no ceja de llamarme la atención que estos países casi no aparezcan en la prensa española.

  7. Léolo dice:

    Cuando un adolescente no tiene una burro a quien incársela, es normal que la meta en un orificio practicado en un trozo de hígado, pero a pesar de quitarle momentáneamente la calentura, no le eliminará las burros de la cabeza.

    Algo así le pasa al Roger, porque la ortodoxia económica que se nos ha impuesto desde fuera por la derecha económica de Europa, en pura venganza y despecho, se salta por la torera la causa (son ellos los acreedores), y los desgarramantas trapicheros del sur les hemos engañado. Casualidad que nos han pillado a los sureños en gobiernos que se llaman socialistas, por desvergüenza.

    Lo que Roger no cuenta es que esos nórdicos que ahora se dirigen a la derecha xenófoba y neoliberal, gastan casi el doble que los ZP and Cía en gasto social, y que nos dan sopas con honda en todo menos el mangoneo.

    Por otro lado, los suecos enseñaron al mundo hace no tantos años cómo sanear sus propios bancos y luego revenderlos con ganancias públicas, cosa que ZP, Botín and Cía nunca harían.

    El tema de la neuroinflación alemana, se les pasará probablemente este verano (hay quien apuesta por junio, quien por septiembre), cuanda Ejpaña pida el rescate.

    Entonces unificarán Europa, con inflación al 6%, o se romperá Europa con corralito a la española.

    Entonces, nadie dirá que Gadafi es un dictador, ni que ZP es un pringao por pedir limosna en Qatar.

    La ortodoxia se la han saltado nuestros dirigentes desde hace 20 años. Desde el Solchaga aquél, la entrada en la OTAN y otras menudencias.

  8. […] al encuentro digital de Rosa María Artal en EP para hablar de Reacciona. Parece que mientras Roger y otros reivindican una izquierda que mire de frente a la realidad y no se avergüence de sus […]

  9. @ Hejo: Me remito a las palabras de ZP de hoy, que fusilo de El País.

    «Para que te presten dinero hay que hacer ajustes».

    Y que lo diga alguien como ZP, debe ser que se ha dado con ella en las narices.

  10. Ignorante dice:

    De nuevo sucumbo anonadado ante tremendo despliegue.

    Lo de los flexibles mercados de trabajo daneses, suecos y holandeses no sé si lo dices por las altísimas tasas de sindicación, la relevancia de la negociación colectiva o la duración y tasas de sustitución de las prestaciones de desempleo. Supongo que únicamente te refieres a los costes de despido (de los contratos indefinidos, claro está).

    No existe modo científico de determinar que combinación de equidad y eficiencia es preferible (Teorema de la Imposibilidad de Arrow), por lo que, a lo sumo, son los ciudadanos (y no los pontífices de garitos como éste) los que deben decidir qué combinación es preferible.

    No obstante, entiendo el deseo y la perseverancia de determinados intelectuales de la red en, a la vez que se esgrime un discurso económico totalmente funcional a determinados segmentos sociales y económicos, presentarse a sí mismos como un soplo de aire fresco, cuando se trata de un discurso conocido para cualquier persona con un mínimo interés por las Ciencias Sociales. Lo que me sorprende aun más es como, además, os permitís el goce de presentaros como «políticamente incorrectos».

    Suerte con la evangelización.

  11. Demócrito dice:

    ¿Qué tiene que ver tener un mercado laboral flexible con las altas tasas de sindicación?¿Y con las prestaciones por desempleo? Las rigideces pueden coexistir con tasas de sindicación muy bajas, como en Francia, o al contrario, como en Portugal. Respecto a la negociación colectiva holandesa, aquí puedes leer un resumen bastante revelador que pone en entredicho tu afirmación: http://cuasieconomista.blogspot.com/2010/06/el-modelo-de-negociacion-colectiva.html

    Y sí, aquellos que defendemos el contrato único mantenemos un discurso «funcional a segmentos» como los desempleados, los trabajadores bajo contratos temporales y en general los perdedores en el reparto del mercado laboral. Y sí, aquellos que defendemos el endeudamiento moderado y contracíclico mantenemos un «discurso funcional a segmentos» como los jubilados, los estudiantes o los parados, principales paganos de las reducciones presupuestarias cuando el déficit obliga a cerrar un grifo que debería haber estado menos alegremente abierto cuando la economía crecía, y con ella la recaudación.

    Y todo esto no tiene nada que ver con una mayor o menor redistribución. Hablamos de la eficiencia del mercado en función del diseño institucional que le da forma, no de si sus frutos han de repartirse de una manera u otra.

  12. […] Vale, quizás Dinamarca, Austria, Francia (cuando tiene el día bueno) y unos cuantos sitios más que están bien gobernados. Europa es realmente un sitio estupendo a veces. No hay nada que diga que España no pueda copiar […]

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