Después de la revolución de Julio, cuando el banquero liberal Laffitte acompañó en triunfo al Hôtel de Ville a su compadre, el duque de Orleáns, dejó caer estas palabras: «Desde ahora, dominarán los banqueros». Laffitte había traicionado el secreto de la revolución. […]
Este Gobierno provisional, que se levantó sobre las barricadas de Febrero, reflejaba necesariamente, en su composición, los distintos partidos que se repartían la victoria. No podía ser otra cosa más que una transacción entre las diversas clases que habían derribado conjuntamente la monarquía de Julio, pero cuyos intereses se contraponían hostilmente. Su gran mayoría estaba formada por representantes de la burguesía.
La semana pasada, antes de las elecciones escribí un artículo en el que intentaba responder a una pregunta: ¿si la izquierda es demográficamente y «demoscópicamente» mayoritaria en Cataluña, por qué no ha logrado formar una alternativa de gobierno duradera?. ¿Como podemos explicar el dominio que en el largo plazo ha ejercido Convergencia en la vida política catalana? Incluso en los tiempos del tripartito en Cataluña, Convergencia logró mantener el control sobre una serie de temas clave para sus intereses de la agenda política (el Estatut, la corrupción) . Más allá de esos temas clave, ha logrado organizar el discurso político en Cataluña alrededor de la idea del «catalanismo» que es transversal al grueso de la sociedad catalana.
Cuando escribí aquél artículo daba por hecho que, como parecían indicar los pronósticos, la lista de Puigdemont sería la tercera fuerza. Por eso hablaba (usando una expresión de Enric Juliana) del «gen» convergente, como el acervo de ideas, intereses y marcos interpretativos acuñados por la base de apoyo que llevó a Jordi Pujol al poder frente a la izquierda. Esa coalición parecía ahora haberse realineado alrededor de ERC. La pregunta interesante era entonces hablar de la supervivencia de las ideas y las coaliciones, más allá de las organizaciones y las personas concretas.
La noche electoral todos los partidos, salvo el PP y los Comunes, celebraban la victoria. Pero me parece importante subrayar que muchos nos equivocamos y, mi percepción derivada de hablar con gente afín a ERC, es que los partidarios del modelo «Suecia» (una Cataluña independiente con una fuerte hegemonía «socialdemócrata» encarnada por ERC) vieron sus expectativas frustradas. Ahora mismo, Convergencia (y la coalición de clase que representa) sigue siendo el capitán del campo nacionalista, a pesar de todo lo que ha ocurrido- la austeridad, la crisis, la corrupción, la fuga a Bruselas, y el procés. La supervivencia ha ido mucho más allá de las ideas; ha preservado a las personas y las organizaciones.
He leído varias interpretaciones basadas en la idea de que los secesionistas habrían preferido votar a Puigdemont frente a ERC porque era el presidente legítimo. Es algo que no tengo datos para desmentir. Pero mi intuición, basada en mi artículo del otro día es distinta. La hipótesis que me gustaría plantear es que CiU y sus sucesores tiene bases sociales y demográficas muy fuertes, que van más allá de la dimensión «identitaria». La identidad es una expresión de los intereses y aspiraciones más o menos estructurales (leáse «de clase» para una definición flexible/laxa de clase) de esa coalición. La ideología es una manifestación más o menos indirecta de los intereses y aspiraciones, es el artefacto que cohesiona su defensa -que cohesiona el bloque frente a los escándalos de corrupción, que mantiene . Muchos individuos no actuamos de forma conscientemente cínica en defensa de nuestros intereses; la mayoría, incluso los corruptos, actuamos movidos por motivaciones que planteamos como más o menos altruistas y justificaciones normativas. Lo interesante es entender si detrás de esa ideología hay un sustrato de intereses.
Mi intuición es que el apoyo a convergencia y sus sucesores (la de todos los partidos) se organiza sobre un ecosistema de medios, organizaciones, y grupos afines que actúan como si tuvieran interés en mantener la hegemonía. Y lo hacen porque perciben a un nivel basal (más o menos correctamente) que éste es el partido que defiende mejor sus intereses y aspiraciones (de clase, económicos, sociales). Esa convergencia de intereses y aspiraciones, porque se basa sobre intereses y aspiraciones, es algo más sólido y estable de lo que hasta ahora hemos pensado. Y es improbable que se pueda encuadrar bajo una bandera de izquierdas.
Si esta hipótesis fuera cierta, las consecuencias no serían inocuas. Como he explicado en el pasado, la coalición independentista tiene modelos de país muy distintos en mente. Los que creen que Cataluña será más como Suecia, esperan que ERC sea capaz de imponer una agenda progresista. Los que creen que Cataluña será más como Suiza, los de gen convergente, tienen un modelo de país muy distinto en mente. En el bloque independentista hay una tensión interna entre los suizos del gen convergente y los suecos de ERC. De momento, los del país del secreto bancario y su coalición de intereses y aspiraciones, van aún ganando.