Goldman Sachs es, según la celebrada frase de Matt Taibi, a blood-sucking vampire squid wrapped around the face of the world (un pulpo vampiro chupasangres enrollado en la cara del mundo) – el más rico, más arrogante y más famoso de los bancos de inversión en Wall Street, y el villano en cientos de conspiraciones y leyendas urbanas.

Los tipo de Goldman Sachs estaban en el centro de todas esas cosas absurdas y contabilidades ridículas que los bancos y sus amigotes andaban haciendo en Wall Street antes del gran petardazo – la más cyberpunk de todas las entidades financieras. Este banco de inversión tiene fama de ser listo, tozudo y básicamente invulnerable: tiene los mejores abogados, los mejores lobistas y los mejores amigos en altas esferas que una megacorporación puede colocar. Nadie tiene la mística, la reputación de los tipos de Goldman Sachs.

Hoy parece que las cosas están cambiando un poco. En un movimiento que tiene al partido demócrata aplaudiendo con las orejas de alegría, la SEC (el guardián del sistema financiero) ha despertado del largo letargo de la era Bush y le ha clavado a Goldman Sachs un pleito por fraude. Felix Salmon comenta, y con razón, que el caso parece bastante claro, y el fraude es bastante notorio, y por mucho que el pulpo vampiro proteste y se justifique, el caso es un golpe tremendo a su reputación.

¿Qué estaba haciendo Goldman? En el 2007, los tipos descubrieron un modelo de negocio brillante: dejar que uno de sus amiguetes en un hedge fund diseñe un CDO con tantas hipotecas basuras como sea humánamente posible, pretender que era un diseño a prueba de bombas, y después apostar que el engendro que acababan de vender volaba por los aires – cosa que hizo al cabo de un añito, con John Paulson, el financiero en cuestión, poniéndose las botas. Sencillamente encantador.

Lo mejor de todo esto: la SEC ponía la denuncia sobre la mesa esta tarde. Adivinad qué partido político minoritario en el Senado sacaba una carta firmada por todos sus miembros diciendo que están en contra de la propuesta de regulación de los mercados financieros de los demócratas. La excusa (siguiendo la estrategia dibujada por Frank Lutz consistente en «inventarse la realidad de arriba a abajo») es decir que la ley es un mecanismo para dar dinero público a los bancos – como si las liquidaciones que incluye en la propuestas (estilo FDIC) fueran algo placentero para los accionistas.

¿La verdad? me parece que el partido republicano, en este tema, va derechito, derechito al matadero. Los demócratas se han lanzado de inmediato a hablar de «los amigos de los banqueros» que defienden «los trileros de Goldman Sachs» Algo que realmente no está demasiado lejos de la verdad, por otra parte, ya que los republicanos andaban por Wall Street estos días prometiendo que les iban a proteger de los malvados demócratas. La denuncia de hoy es un bonito recordatorio de lo lleno de cretinos que estaba el sistema financiero que llega en el momento justo, como cuando Aetna tuvo la genial idea de subir los precios de sus seguros médicos un 39% en febrero, cuando la reforma de la sanidad estaba en la
cuerda floja.

Si los republicanos no son idiotas (y no creo que lo sean), la semana que viene unos cuantos moderados empezaran a descubrir excusas para llegar a consensos, exigiendo entre grandes aspavientos medidas implacables (e irrelevantes) que los demócratas estarán encantados de aceptar. Si no lo hacen no creo que toda la retórica y piruetas verbales del mundo les libre del hecho que están bloqueando una ley diseñada para darle una paliza a esos cretinos de Wall Street que todo el mundo detesta.

Ah, el populismo. Qué bien sienta cuando estás cascando banqueros malvados…