Política

Menos listas abiertas

24 Ene, 2013 - - @kanciller

Lo cierto es que el contexto generalizado de insatisfacción con la política no invita demasiado al optimismo. Escándalos de corrupción por todas partes, sensación de impotencia de la ciudadanía, ajustes severos en el gasto público, una economía empeorando o estancada… ¿Qué hacer? Entre las numerosas reformas institucionales que se proponen una de las que tiene más predicamento entre el tertulianismo español, el saber convencional e indignados en particular es apostar por abrir las listas electorales. La idea, en general, es bienintencionada: Hay que buscar una manera de debilitar a unos partidos excesivamente fuertes y opacos dando preponderancia al rol de los candidatos del distrito. Sin embargo creo que este sistema puede generar, en potencia, más problemas de los que arregla. Permitidme centrarme en algunos puntos en concreto.

1. Las listas abiertas ¿Mejoran la satisfacción con la democracia?

Desde mi punto de vista, es difícil trazar una relación directa entre estos dos elementos. Si uno repasa la literatura sobre el posible impacto del sistema electoral (un diseño institucional) en la satisfacción con la democracia (un componente actitudinal, más complicado de medir), tenemos evidencia dispar como poco. Algunos estudios, como el de Anderson y Guillory o Lijphart dicen que los sistemas proporcionales tienden a hacer que la satisfacción sea mayor. Estos sistemas se ligan con instituciones “consensuales”, que hacen que todos los grupos sociales encuentren acomodo en un sistema político. Sin embargo, otros estudios como los de Pippa Norris dicen justo lo contrario. En los sistemas proporcionales es difícil la rendición de cuentas (se gobierna mucho en coalición) mientras que en los sistemas mayoritarios hay un deseable ligamen entre candidato y votante. Por lo tanto este es un tema que aún está abierto.

¿Qué ocurre con el caso concreto de las listas? El artículo más conocido sobre el tema es el de Farrel y McAllister, los cuales encuentran una asociación positiva entre las listas abiertas y satisfacción con la democracia, adaptando una tipología de sistemas electorales del clásico de Carey y Shugart. Aunque sus criterios para agrupar los sistemas pueden ser discutibles, lo cierto es que los autores hallan esta relación estadística. ¿Y por qué se da? ¿Cuáles son los mecanismos causales? Sus argumentos son tres. Primero, porque los ciudadanos tienen la sensación de que tienen más que decir sobre el resultado de las elecciones. Segundo, porque incentiva a los diputados a buscar una unión más próxima con los ciudadanos, ya que deben cultivar su reputación para ser “premiados” en las papeletas. Y por último, que fomenta la moderación y la estabilidad en los candidatos. Estos últimos buscarían ser aceptables por todos para recibir votos personalizados, de manera que se vuelven gente más razonable y, en último término, ello satisface más a los votantes.

A los autores esta asociación les parece tan prometedora que se toman la licencia de decir que debe ser tomada en cuenta para futuras reformas de sistemas electorales. Sin embargo, creo que los argumentos que la sostienen no son demasiado robustos. Veamos las tres explicaciones por separado

2. Listas abiertas, desigualdad y motivación redundante

Pensar que con el simple hecho de poder tachar un nombre en una papeleta los ciudadanos mágicamente van a estar más satisfechos con su sistema político parece mucho aventurar. Ahora bien, sí parece plausible que los votantes puedan sentirse más cómodos con un sistema donde hay más menús para escoger y no solo el logo del partido en una lista.  Agustí Bosch y Lluis Orriols  analizan este tema de manera más sofisticada haciendo una revisión del de Farrel y McAllister. Sus análisis se basan en la comparativa entre tipos de estructura de voto (listas cerradas, abiertas, voto preferencial…) en lugar de medirlas como un continuo e introducen matices interesantes. Entre otros, los autores muestran que el voto personalizado (Reino Unido) no solo genera menos satisfacción que el preferencial o las listas abiertas, también menos que las listas cerradas (Malas noticias para los fans de las élites extractivas). En todo caso, por lo que toca al argumento central, los autores demuestran que la estructura del voto solo afecta a la satisfacción con la democracia entre los votantes más sofisticados, los que tiene más información política.

Esto tiene sentido si se piensa. Aquellos que se interesan más por la política son los más propensos a usar este mecanismo, el cual tiene un coste cognitivo (en conocimientos) importante. Cosas tan básicas como conocer a todos los candidatos, lo cual ni todo el mundo quiere ni puede hacer. De hecho, Aina Gallego demuestra en este artículo que el diferencial educativo en la participación electoral aumenta a medida aumenta la complejidad del sistema de votar. Es decir, que la gente con menos estudios y recursos vota menos a medida hacerlo es más complicado. Tener un sistema electoral complejo tiene un coste en equidad. Esto además también coincide con una paradoja, y es que las listas abiertas mejoran la satisfacción de estos ciudadanos motivados-informados (probablemente tú, lector), los cuales son justamente los mismos sectores que muestran más satisfacción con el sistema político. Por lo tanto, nos encontramos con que estableciendo listas abiertas se puede dar la curiosa situación: Podemos encontrarnos con que erosionemos la representatividad social del voto para motivar a los que ya son motivados de la política.

3. Cuando los diputados visitaron sus distritos

El segundo gran argumento es que las listas abiertas fomentan la cercanía entre los diputados y los votantes. Estos primeros harían un esfuerzo importante por dejarse ver ante los ciudadanos para ganar prestigio que les permita recibir estos votos personalizados. Algunos autores, sin embargo, han dicho que este efecto no se da solo en las listas abiertas sino que incluso en las listas cerradas los “fichajes estrella” o la reputación también tiene un peso. Sin embargo, incluso en los sistemas de listas abiertas conviene ser cautos. Dos ejemplos rápidos de cercanía con el diputado.

El sistema electoral de Japón, que imperó hasta 1993, es el llamado como voto único no transferible (acorde con Carey y Shugart, de los sistemas más centrado en candidatos). Los miembros del parlamento se elegían en 129 distritos con entre 1 y 6 diputados en cada uno. La representación se asignaba de manera que el candidato que obtenía la cuota necesaria era elegido pero se daba algo curioso; si el candidato obtenía más votos que los que necesitaba estaba dañando a candidatos de su mismo partido, los cuales podía ser que no llegaran al mínimo necesario. Por lo tanto, los candidatos tenían que buscar obtener el número justo de votos para ser elegidos, ni más ni menos, de modo que entraran de diputados pero a la vez maximizaran los escaños del Partido Liberal-Demócrata en la Cámara. ¿Solución? La previsible. El PLD se lanzó a una política selectiva dirigida a grupos concretos de votantes claramente clientelar. Asegurados los votos cautivos, este partido montó un impresionante despliegue de caciquismo y corrupción.

La Italia comprendida entre 1948 y 1994, un total de 11 legislaturas,  también tenía un sistema electoral con una suerte de listas abiertas. Durante este periodo los italianos tenían un sistema proporcional  en el cual  podían elegir hasta un máximo de tres (en algunos distritos grandes 4) votos preferenciales para candidatos individuales en la lista de su elección. Los candidatos ganaban su puesto en función de estos votos preferenciales e incluso en algunos casos hasta se les daba ministerios en función de este criterio. El resultado era que los candidatos individuales tenían importantes incentivos para ganarse el favor de los electores, incluso a costa de sus compañeros de partido. Como en el caso de Japón, el resultado fue la construcción (o refuerzo) de unas redes clientelares en torno a la Democracia Cristiana, especialmente en el sur, y la perpetuación del modelo del Pentapartito, que acabaría por derrumbarse a principios de los noventa. Por lo tanto, segunda señal de atención. Cuando se habla de cercanía con el diputado, el riesgo del caciquismo está presente. Creo que nuestra experiencia histórica es suficientemente ilustrativa al respecto.

4. Las listas abiertas como mecanismo de acomodación

El último argumento es el de la política “acomodativa”. Según esta idea, las listas abiertas son beneficiosas porque invitan a la moderación y al consenso de los políticos. Sin embargo, creo que este es el argumento más endeble de todos por una razón simple: No se refiere al efecto individual de las listas sino que es necesario que se de en conjunción con muchísimos más factores. Por poner un ejemplo, un sistema de panachage como el suizo, donde los electores tienen listas abiertas, es capaz de no generar disfuncionalidades porque opera a la vez que se dan muchísimas otras cosas: Un ejecutivo donde los 4 principales partidos deben entrar (la fórmula 2:2:2:1), un delicado equilibrio en la diversidad lingüística y religiosa, una descentralización total en los cantones, una utilización continuada de referéndums… Es decir, que se trata de un “paquete institucional” completo en el que hay interacción entre diferentes reglas y diseños.

Por lo tanto, está claro que las listas no tienen un efecto individual sino que esta moderación o profesionalización de la política viene de la mano de muchas otras cosas en las que resulta difícil aislar el efecto. La lección sería que hace falta mirar un paso más allá de un solo mecanismo en singular. Un sistema de listas abiertas a la Suiza en el que el ejecutivo dependiera del apoyo parlamentario para sobrevivir, por ejemplo, podría abrir la puerta a una inestabilidad importante tanto como a un importante localismo en las políticas aplicadas (cada diputado tirando para su distrito, el pork-barrel). Por lo tanto atención: Estirar de una sola palanca descompensa la aeronave y la puede estrellar.

5. Conclusión: Lecciones para España

Las listas abiertas en España son un totem, una suerte de bandera a la que todo el mundo se engancha, desde tertulianos hasta aficionados a la ciencia política. Como dije al principio, sin duda las motivaciones son bienintencionadas pero eso no debería bastar. El infierno está pavimentado de buenas intenciones. De entrada sabemos que nuestro sistema electoral tiene sesgos importantes (más detallados aquí). Además, nuestra experiencia pasada con la Restauración y la II República, que tuvieron sistemas electorales con listas abiertas, no ha sido precisamente buena. Incluso en el Senado tenemos listas abiertas (en realidad voto limitado) pero ni siquiera allí lo usamos demasiado (aquí un  informe y propuesta de reforma de Urquizu y Penadés) .

Las dos dimensiones cruciales de un sistema electoral son la proporcionalidad y la relación diputado-elector. Es evidente que en ambas el caso español puntúa bajo y existen métodos para corregirlos (aquí algunas propuestas, y aquí mi sugerencia para desbloquear las listas). A mi juicio es lícito buscar una reforma que mejore estos aspectos pero dudo mucho de sus efectos mágicos para resolver nuestros problemas. Dudo mucho que aquellos que le  echan la culpa al sistema electoral de todos sus males vayan a tener en las listas abiertas su salvación. Y sobre todo, dudo mucho que con esta reforma, que tendrían que hacer los mismos que están en el poder, se logre cambiar el sistema a sí mismo. A lo mejor hay que empezar por el objetivo menos ambicioso, pero en el corto plazo más efectivo, de cambiar antes a quienes votamos que la forma en la que lo hacemos.


26 comentarios

  1. Undry dice:

    El senado tiene listas abierta y ya sabemos la composición de la cámara.

    Al final todos los sistemas son manipulables de un modo un otro, pero a lo mejor un sistema de primarias a nivel provincial podría ser un poco más dinámico, siempre que haya participación. Si participan cuatro micos será tan «dinámico» y abierto como el sistema actual.

    Saludos

  2. Pescador dice:

    «A lo mejor hay que empezar por el objetivo menos ambicioso, pero en el corto plazo más efectivo, de cambiar antes a quienes votamos que la forma en la que lo hacemos.»

    ¿Como? ¿No merece eso un articulo?

    • MuGaR dice:

      Si, uno de Roger, que es partidario de tomar desde dentro los partidos.

      • Pescador dice:

        Ese ya me lo se, pero me parece que los partidos no se dejan. A lo que – si te dejasen entrar, que esa es otra – una agrupación se pone un poco heterodoxa, la disuelven y los que dirigen el cotarro, te colocan una gestora…yo, más que nada era por verle propuestas constructivas, que destruir sabemos todos.

        Casualmente el modelo Tea Party funciona donde hay elección directa de representantes . Curioso ¿No?

    • T_Memeli dice:

      Qué tal votando a otros? Si los conocidos son corruptos, votemos a desconocidos. Si en vez de elegir políticos estuviésemos comprando melones, ya hace tiempo que hubiésemos cambiado de frutero.

  3. Pedro dice:

    Hola,

    Si el objetivo del texto es desacralizar las listas abiertas estoy de cuerdo, si es mostrar las enormes dificultades reales que tendrían las listas abiertas en circunscrpciones grandes también, pero si al final la conclusión es que, ante los problemas de todos los sitemas, lo mejor es un cambio mínimo de nuestro sistema actual entonces tengo que discrepar.

    Creo que el sistema español está claramente en entredicho y que necesita una reforma urgente. Quizá hay algo más que reformar (la naturaleza de los partidos, para abrirlos a las bases y a la sociedad) pero el sistema debe cambiarse.
    Yo creo que el problema es tanto de representatividad del diputado respecto a sus electores como de falta de proporcionalidad. El problema es que para conseguir ambas cosas parece que tenemos que hacer reformas diferentes, para la primera quizá necesitariamos circunscripciones uninominales y para la segunda circunscripciones más grandes y eliminación de la ley d’hont.
    Las listas abiertas podrían solucionar parcialmente este problema pero tienen un límite. No podemos decirle a un ciudadano de Madrid que marque 30 casillas para que elija a los representantes, es inmanejable. Por lo tanto tampoco nos valdría este sistema de lostas abiertas con las circunscripciones que tenemos ahora.

    Yo creo que lo que más se ajustaría a España es un sistema como el Alemán. Circunscripciones uninominales, por un lado, y una nacional por otro, buscando un mecanismo para que se ajuste finalmente el parlamento resultante a los votos ciudadanos.
    Otro sistema sería convertir la Comunidad autónoma en circunscripción y, paralelamente, hacer una reforma de la ley de partidos para garantizar que estos tengan democracia interna y estén sus dirigentes elegidos por las bases directamente.

    Yo propuse un par de sistemas hace tiempo, aquí: http://larepublicaheterodoxa.blogspot.com.es/2011/06/que-sistema-electoral-necesitamos.html

    Saludos,

    • Alatriste dice:

      En general estoy de acuerdo, solo apuntar que debido a la distribución de la población hacer de la comunidad la circunscripción electoral tiene un problema: por ejemplo, en Aragón hay 1.350.000 habitantes, de los cuales nada menos que 680.000 vive en la ciudad de Zaragoza; en su comarca 750.000, en la provincia casi un millón ¿Quién se molestaría siquiera en hacer campaña en Huesca o Teruel y defender sus intereses? Y no es el único caso, en Cataluña ocurre igual, bastante más de la mitad de los habitantes vive en Barcelona y sus cercanías.

      • MuGaR dice:

        La tarea de ocuparse de los núcleos de población más lejanos o pequeños debería ser de las comunidades autónomas junto a un senado que funcione (jeje). El congreso de los diputados debe velar por el interés de la nación, y siempre vamos a tener particulares (personas o concejos) perjudicados (así es la vida amigos). Así que circunscripción única para el congreso y autonómica para el senado y que cada comunidad autónoma organice su ley electoral como quiera (ya parezco un jodido federalista).

        p.d. Kanciller, muy fan de la insinuación de que el poder, cuanto más lejos mejor xD.

      • Pedro dice:

        Pero el mismo problema nos podemos encontrar dentro de una misma provicia si la población está muy desplazada hacia la capital ¿quién se ocupa de las comarcas de interior en zonas costeras donde la población está en la costa?
        Imagino que un diputado por Aragón debería ser lo suficientemente serio como para poder defender a Teruel o Huesca. Y quizá el sistema mixto que tiene Alemania también podría resolver ese problema.

  4. […] Menos listas abiertas […]

  5. Folks dice:

    ¿Qué te parece un sistema de lista desbloqueada en el que en vez de «aupar» a un candidato lo puedas «tachar» de la misma?

    En vez de convencer a la gente para que te marque y salir elegido atrayendo un voto más «radical» lo que vas a intentar es no meterte en ningún fregao. Tampoco es que lo haya pensado demasiado, pero castigar suele molar más que dar premios.

    • Pedro dice:

      Nunca lo había pensado pero me parece una alternativa muy viable. Votas al partido pero puedes rechazar al candidato, no es nada absurdo y podría combinarse con otras reformas.

  6. Jorge dice:

    Yo veo un argumento muy simple e irrefutable a favor de las listas abiertas.
    Las listas abiertas otorgan visibilidad, responsabilidad y poder al candidato (persona) frente al partido. Por lo tanto, son un buen antídoto contra la partitocracia que tiende a monopolizar la actividad política «impersonalizando» decisiones y responsabilidades, perjudicando así la calidad democrática.

    Supongo que hay 1000 formas diferentes de implementar las listas abiertas, todas ellas compartiendo esta ventaja, y seguro que alguna de ellas salvando las desventajas que describes.

    • Alatriste dice:

      Por desgracia, no ¡En el Senado tenemos listas abiertas y no ocurre ninguna de esas cosas! Es más ¿No estarás confundiendo las listas abiertas con el estilo inglés de elegir a un solo diputado por circunscripción?

      • Aloe dice:

        Porque el Senado no le importa a nadie. Creo que ni a los senadores. Y con razón.

        Además, en un contexto en el que los aparatos controlan las listas, y que presenten a uno al Senado es una especie de premio de consolacion, retiro dorado o periodo sabático entre cargos más interesantes, no hay motivación por parte de ningún posible candidato a pisar el callo de los otros candidatos de su partido, contra el comité de listas. Eso del «paquete institucional completo» tiene varias lecturas, y las listas cerradas al Congreso son un elemento mucho más importante del paquete existente que las inanes listas al Senado.

  7. Perplejo dice:

    Buen artículo, Pablo.

    Como bien apuntas, no se trata tanto de la bondad de las listas abiertas o cerradas, descontextualizadas, sino de orquestar un conjunto de medidas que atenúen el hiato entre representantes y representados, sin abrir (aun más) las puertas al clientelismo.

    Con todo, me asombra una de tus «críticas» a las listas abiertas. Te cito:

    «… el diferencial educativo en la participación electoral aumenta a medida aumenta la complejidad del sistema de votar. Es decir, que la gente con menos estudios y recursos vota menos a medida hacerlo es más complicado. Tener un sistema electoral complejo tiene un coste en equidad.»

    Uno de mis permanentes críticas a la «cultura democrática» en la que vivimos es la defensa del «facilismo», de la «comodidad del votante medio»; la exaltación de los derechos y la marginación de los deberes ciudadanos. La política es una cuestión compleja (a veces, complejísima). Si no quiere incurrir en irresponsabilidad, el ciudadano debe asumir el esfuerzo que supone estar razonablemente bien informado. ¿Qué confianza puede merecernos la racionalidad del voto de un ciudadano al que le resulte «complicado» y «desmotivante» el sistema de listas abiertas? No estamos hablando precisamente de diseñar un reactor nuclear…

    Me alarma que se abuse de la supuesta complejidad de la política para justificar la «desmotivación» cívica [y no sólo me refiero al voto]. Los griegos, con intachable criterio, llamaban «idiotas» a los ciudadanos que no se responsabilizaban de la cosa pública. Si uno necesita que lo «motiven» con sistemas políticos lo más sencillitos posibles, mal vamos. Acabaremos como el del chiste: «¿Es el club de los vagos?», «Sí», «Pues que ME entren…» Si las cosas no son fáciles, lo racional es asumirlo y obrar en consecuencia; no enmascarar (o exigir que enmascaren) esa dificultad.

    Eso, Pablo, no es fomentar la equidad, sino la equinidad.

  8. José María dice:

    Como ya demostró Colliard en los años 80, el sistema de listas abiertas se encuentra en el origen del proceso caciquil y de toma por las mafias de la representación política, que se produjo tanto en Italia como en Japón. En el primero, os recuerdo que acabó con el modelo democrático y permitió la aparición del caudillismo berlusquiano. , en el segundo, la democracia está «tomada» por el partido liberal que hace y deshace a su antojo gobiernos

    • Pescador dice:

      Y el sistema de listas cerradas es como elegir entre carne, pescado y el plato sorpresa. Y, a la hora de la comida, las sorpresas son solo para los atrevidos ó los ignorantes.
      Si no podemos influir en los partidos, porque controlan a su militancia y a sus disidentes y no podemos tocar las listas, podriamos probar alguna solución, aunque fuera en las autonómicas, porque con el sistema actual hasta las papeletas sobran, podriamos votar con canicas de colores de un peso determinado y en vez de contarlas, pesarlas. Por cada kilo de canicas azules, un tado del PP. Si son rosa clarito, del PsoE y así con todos. Más ecológico, no habría ni que saber leer, mucho más cómodo para el votante, que es de lo más importante, a lo que se lee.
      Me conformaria con probar a tachar nombres y así poder reordenar las listas de cada partido. Tu voto a la papeleta del partido, pero cada tachado un negativo que serviría para desplazarlo en su lista. Probar en Aragón, que son cuatro gatos y muy concentrados, en La Rioja, en Navarra y ver que tal iba. O en Ayuntamientos. Pero dar algo de ilusión a la gente..

    • Aloe dice:

      Si las listas abiertas son el origen del sistema caciquil y de la toma de poder de las mafias, no se entiende entonces que en España, con listasc cerradas, se haya producido el mismo fenómeno.
      Y que en otros sitios con listas abiertas no se haya producido, o no tanto.
      La única explicación es que las causas son otras,y que dadas determinadas características políticas y sociales, los grupos de poder explotan o las listas cerradas o las listas abiertas.
      Eso puede significar que estamos condenados a seguir igual con listas abiertas que con listas cerradas, pero dado lo que tenemos, tampoco hay nada que perder.
      Cualquier cambio solo puede ser para ganar algo.

  9. T_Memeli dice:

    Obviamente, la culpa de que tengamos por políticos una panda de cleptómanos es del sistema electoral. Nosotros, inmaculados votantes, no tenemos otra opción que elegir Fabras et al.

    • Pescador dice:

      Por si no lo sabes, Fabra (y Baltar, el otro famosisimo archicacique) se eligen por una votación entre representantes de los municipios. La última vez que se fue de jefe-jefe, creo que era el cuarto concejal por el Ayuntamiento de Castellón.
      Es complicado lo de no votar, como retirarle el saludo a toda la familia de tu mujer porque tu cuñado es un impresentable.

      • T_Memeli dice:

        A mi cuñado no lo han seleccionado libremente como miembro de la familia de mi mujer. A Fabra, como a otros tantos en diferentes partidos, se les puede expulsar sin más. Pero no se hace, se tolera e incluso se aplaude la corrupción. No es complicado no votarles, yo lo hago. Siempre habrá algún partido limpio, aunque solo sea porque no haya tenido acceso al poder. Si la gente fuese menos votante hooligan y negase el voto a los partidos que toleran la corrupción, no tendriamos los políticos que tenemos.

        • Pescador dice:

          Yo tampoco les voto, pero ni tu ni yo somos los importantes en esa pelicula, sino el conjunto de los votantes del partido.
          Las elecciones son: nos quedamos sin alcaldía de Castellón y echamos a Fabra ó nos quedamos con la alcaldía de Castellón y dejamos que alguien se vaya haciendo un patrimonio. ( aun queda la posibilidad de quedar sin alcaldía y tener a alguien ganando la lotería con sorprendente frecuencia). Pues la gente saca sus cuentas económicas individuales y vota en consecuencia. Es la economía…a corto plazo pero economía al fin.

          Si se hiciera lo que predicas, en un par de elecciones, todos nos ibamos a quedar en casa, porque el ideal de vivir con la pureza absoluta es como el de vivir sin mentir: imposible. Mejor intentar colar una reforma posible – esperando que esos minoritarios a los que votamos puedan cortar el bacalao y se acuerden, en ese momento, de las promesas de transparencia y mejora de la democracia que nos hacen- que soñar con lo imposible creer en un gran vuelco moral

          • T_Memeli dice:

            La pureza absoluta no es necesaria. Cada cual tiene un nivel de tolerancia a la podredumbre distinto. El problema es que los españoles toleramos demasiada mierda. El gran vuelco moral que comentas no es tal, solo hace falta exigir responsabilidades.

            Tu votas a los minoritarios esperando transparencia mientras te resignas a que la mayoría de la gente siga votando a los mismos, a los suyos. Y para suavizar el daño del voto hooligan propones reformas. Lo que hay que reformar es la manera de votar. Hay que hacer ver a estos votantes que son ellos el origen de la corrupción. Ellos la promueven cuando atan su voto a un partido o a una teórica ideología ‘no matter what’. O cuando votan a un partido para evitar que gane otro (‘porque es que ellos son peores’). Yo también lo he hecho. Hasta que abrí los ojos y me di cuenta que votar de esta manera no castiga al corrupto. Abramos todos poco a poco los ojos y exijamos responsabilidad y ética antes de que este país se vaya a tomar po’l saco.

  10. […] un sector de la sociedad también clama por un replanteamiento del actual sistema de partidos y de listas electorales. Desde el PSC tenemos la obligación de dar respuesta a estas peticiones de una ciudadanía que sin […]

  11. […] Interesante artículo de Pablo Simón en Politikon sobre listas abiertas, sistemas electorales, satisfacción del electorado y unas pinceladas sobre cómo afecta a la corrupción. Porque la elección del sistema electoral no es algo inocuo, el diablo está en los detalles, y las listas abiertas no hacen magia. ¡¡PELIGRO!! Muchas letras juntas, ¡huya! […]

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