Internacional

Las incomprensibles votaciones sobre sanidad

27 Jul, 2017 - - @egocrata

Si hago caso a lo que leo en en prensa y Twitter estos días, creo que la gente anda un poco perdida con el proceso legislativo que están siguiendo los republicanos esta semana para derogar la Affordable Care Act (ACA, la reforma de la sanidad de Obama). No que me extrañe; es bastante probable que la mayoría de senadores republicanos tampoco sepan demasiado qué están haciendo. Todo el plan es cómicamente confuso, hasta el punto que es difícil decir si Mitch McConnell, el líder del partido en el senado, es un cínico, un troll, un demente o un genio por hacer las cosas de esta manera.

Recapitulemos. El martes, en la primera votación importante de todo este proceso, los republicanos sacaron adelante una motion to proceed con 50 votos, más el voto de desempate del vicepresidente Pence. La motion to proceed autoriza al senado a iniciar el debate sobre la propuesta de ley para derogar la ACA salida de la cámara de representantes. Si McConnell no la ganaba, la ley estaba muerta. Esta fue la votación en la que John McCain tomó la palabra, envió todo el procedimiento legislativo seguido hasta ahora a parir, y votó a favor igualmente.

Dado que la derogación de la ACA se está haciendo siguiendo un procedimiento especial llamado reconciliation (sí, reconciliación. No, no tiene demasiado sentido), el debate en este caso sigue unas normas un tanto peculiares. Primero, la ley sólo puede incluir cosas que afecten directamente el presupuesto federal, no regulaciones. Segundo, la ley sólo necesita 51 votos para ser aprobada, en vez de los habituales 60 del senado. Tercero, la ley sólo puede ser debatida en el pleno durante 20 horas.

Con estas reglas en mente, Mitch McConnell abrió el debate permitiendo que se votaran dos enmiendas a la totalidad. La primera era la versión de la ley de derogación elaborada por el senado, que presenta diferencias substanciales con la de la cámara baja. El parlamentarian (el intérprete de las reglas del senado), tras examinar la ley, determinó que la enmienda se extralimitaba del procedimiento de reconciliation, ya que la oficina presupuestaria del congreso (CBO) no había evaluado su coste, y varios artículos afectaban regulaciones. Esta versión, por tanto, necesitaba 60 votos para ser aprobada, no 50.

Versiones anteriores de esta opción estimaban que 22 millones de americanos se quedarían sin seguro médico. Para sorpresa de muchos, fue derrotada* por un amplio margen (43-57), con nueve senadores republicanos desertando. Entre los que votaron a favor, John McCain.

La segunda versión fue votada ayer miércoles. Esta era la propuesta «dura»: una derogación de todos los componentes de la ACA que pueden ser eliminados vía reconciliation. Esto quiere decir cargarse todos los subsidios, ampliación de Medicaid y demás, pero dejando las regulaciones sobre el mercado de seguros. Según la CBO, dejaría a 32 millones de personas sin seguro.

El texto idéntico a una ley que el congreso sacó adelante el 2015, y fue vetada por Obama. Entonces, los republicanos sabían que su voto era un brindis al sol, así que la apoyaron con entusiasmo. Ayer, cuando contaba, sufrieron siete deserciones, perdiendo la votación 45-55. John McCain, esta vez, sí que votó en contra.

Hasta ahora la cosa parece apuntar mal para los intentos del GOP de demoler la ACA. La votación importante, sin embargo, no es una de estas enmiendas simbólicas que todo el mundo sabía que iban a palmar, si no el último paso del debate, cuando McConnell presenta la última enmienda.

La cosa va como sigue. Esta noche, y durante todo el día hoy, el senado tendrá lo que aquí se conoce como un vote-o-rama, con la cámara debatiendo y votando enmiendas sobre la ley que recordemos, sigue siendo la versión salida de la cámara de representantes. Las enmiendas irán desde cambios serios presentados por republicanos y autorizados por McConnell a votos simbólicos forzados por los demócratas para hacer quedar mal al GOP («dar seguro a huerfanitos», «gatitos para todos»). En el fondo, todas estas enmiendas son brindis al sol, ya que cuando toque cerrar el debate el líder de la cámara, utilizando su potestad para controlar la agenda, presentara una enmienda a la totalidad con la versión final de la ley. Esta es la votación clave, y esto es lo que sucederá hoy.

Lo divertido es que ahora mismo, once de la noche del miércoles hora este, nadie conoce el contenido de esa enmienda. Los republicanos están debatiendo una ley que afecta a una sexta parte del PIB de Estados Unidos, y a menos de 24 hora de la votación no han hecho pública su propuesta definitiva.

Por supuesto, hay rumores. Todo indica que la McConnell, en vez de proponer una ley completa, presentará lo que algunos llaman un «skinny repeal» (literalmente, «derogación flacucha), una texto minimalista que sólo eliminará alguno de los componentes más polémicos de la ACA. La lista que está circulando incluye derogar la obligación de contratar seguro tanto para particulares como para empresas, un impuesto sobre artilugios médicos, quitar financiación al aborto y un par de fondos periféricos que ayudan a la gente pobre. Aunque parece una lista inocua, la CBO estima que 16 millones de americanos se quedarían sin seguro el año que viene con estos cambios, y las primas subirían un 20%. Como comenté allá por el 2009, el mandato individual es la clave  de la ACA; tocarlo conlleva problemas.

Un «skinny repeal», sin embargo, no es lo que quiere Mitch McConnell. Esto no es derogar la ACA, es romperla sin un objetivo claro. Muchos observadores creen es que la intención de McConnell y el GOP es darle a su partido algo, cualquier cosa que puedan sacar del senado con 50 votos más Pence, y elaborar la versión final de la ley en un conference committee con la cámara de representantes.

Esto requiere otra explicación más. En el bicameralismo simétrico americano, las dos cámaras legislativas pueden aprobar versiones distintas de una misma ley. Esto no es demasiado habitual; los líderes del congreso normalmente hablan entre ellos para que el texto sea parecido, o en el peor de los casos, para que las enmiendas de una cámara sean votadas en la otra sin demasiadas quejas. En este caso, sin embargo, la ley salida de la cámara de representantes es este plan detallado de 300 páginas que deja a 23 millones de sanidad, mientras que el del senado sería un cuadernillo escrito a todo correr que sólo patea a 16 millones fuera del sistema de salud. Para evitar que el proceso se convierta en ping-pong legislativo,  los líderes pueden acordar formar un comité especial para consensuar un texto, y después someter el resultado de esas negociaciones a votación en ambas cámaras.

Vale la pena pararse a contemplar el genio gonzo de esta estrategia legislativa, así como su intenso, deliberado cinismo. El proceso para derogar la ACA ha sido criticado repetidamente por su extraordinaria opacidad, sin debates abiertos, comparecencias o audiencias. McConnell responde llevándolo a un comité donde los líderes de las dos cámaras decidirían todo a puerta cerrada. McConnell cree que si le dan más tiempo para presionar a sus senadores más recalcitrantes y les coloca ante un ultimátum podrá conseguir los votos para desmantelar la ACA.

Por supuesto, nada hace pensar que el texto salido de este comité tenga más números de tener los apoyos necesarios en el senado que los 3-4 borradores que han sido objeto de intensas negociaciones en el senado durante los últimos dos meses. Tampoco nadie en el GOP parece estar demasiado preocupado ya, a estas alturas, de redactar una ley coherente. Pero da igual. Todo el procedimiento, desde el principio, ha sido extraordinariamente cínico y chusquero. Los republicanos sólo quieren ganar, aprobar algo que les permita decir que han derogado la ACA. Las consecuencias les importan más bien poco.

Por supuesto, estamos en el 2017, así que es perfectamente posible que McConnell sea capaz de convencer a sus colegas de apoyar este plan.

A todo esto ¿dónde anda el presidente? El martes el hombre iba un poco perdido, cantando victoria en un mitin tras el inicio del debate. Ayer se dedicaba a insultar la Senadora Lisa Murkovski, de Alaska, un voto que clave, de forma tan torpe que la mujer le envió a la mierda. No es de extraña que medio partido se pase el día pidiendo que se calle.


*: Siendo estrictos, esta votación era para desestimar una objeción parlamentaria exigiendo que la propuesta requiriera 60 votos al no haber sido evaluada por la CBO. Aunque suena como una cuestión de procedimiento, este era el voto decisivo sobre la enmienda en cuestión. El procedimiento legislativo americano es divertido.


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