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UK 2017: Nota sobre Corbyn y el sistema electoral

9 Jun, 2017 - - @kanciller

Va a haber tiempo para hablar sobre el resultados de las elecciones británicas. Aunque en este caso nadie se va a tener que comer su sombrero, igual algunos artículos sobre Corbyn sí habría que servirlos sazonados. Sin embargo, más que entrar en el resultado en sí, me gustaría hacer una reflexión muy breve sobre el papel del sistema electoral en las elecciones británicas para ponerla un poco más en contexto.

El pasado lunes tuve la suerte de asistir a la charla “Elecciones críticas para tiempos en crisis” con Pedro Magalhães y Pepe Fernández-Albertos. Entre las muchas cosas interesantes que se dijeron estuvo el que, probablemente, no prestamos atención suficiente a cómo los sistemas electorales están condicionando los resultados en elecciones recientes, especialmente por lo que toca a la coordinación del voto detrás de tal o cual candidato.

Su argumento grosso modo era que una parte importante de la subida de Corbyn en los sondeos (al margen de la campaña electoral, sin duda importante) se debió a que los votantes tradicionales Labour se activaron, salieron del letargo tan pronto hubo la convocatoria electoral. Berta Barbet apuntaba esto aquí y lo remataba Pablo Cabrera; puede que no me guste mi candidato, pero es mil veces mejor que May. Y sobre todo es el mío.

Este argumento es muy interesante y merece la pena darle una vuelta. Pongamos tres elecciones recientes para ilustrarlo.

En Países Bajos existe un sistema de distrito nacional con 150 diputados. En ese contexto el efecto mecánico (que traduce votos en escaños) y el psicológico (que afecta tanto a cómo las élites compiten como al voto estratégico de los votantes) es presumiblemente bajo. Por ejemplo, si los laboristas han quedado reducidos a escombros no lo podemos desconectar de la cantidad de oferta política tanto a su izquierda como a su derecha. La salida es fácil, no penaliza. Por tanto, en tiempos turbulentos la elasticidad del votante es mayor, aunque luego pueda ser menos decisiva para formar gobierno.

En Francia, con su sistema a doble vuelta para las presidenciales (y legislativas), la historia es bien diferente. La primera vuelta la foto era una Francia dividida en cuatro espacios no tan alejados en voto. Sólo gracias a un sistema electoral que después pone al votante – casi siempre a desgana – entre la espada y la pared, ha sido posible la coordinación del voto para frenar la victoria de Marine Le Pen. Por lo tanto, no es exagerado el plantear que sin un sistema de doble vuelta “el experimento Macron” sería complicado. Malas noticias para quien vea en esto una ola liberal transnacional.

Finalmente, en Reino Unido, el sistema es mayoritario puro a una sola vuelta en distritos uninominales (FPTP). Este sistema, con sus incentivos al voto estratégico tan fuerte detrás de los candidatos viables, hace que candidatos que podrían ser considerados “menos centrados” tengan más opciones de ser competitivos – ¿quizá como en EEUU? La razón es que al final existe un fortísimo efecto de arrastre del voto estratégico en una elección polarizada como ha sido esta. No en vano, la concentración bipartidista ha sido considerable, cambiando la tendencia en toda Europa. Por lo tanto, al margen de la campaña y el candidato, seguro que claves para el buen resultado del Labour, el sistema electoral tiene un efecto no desdeñable.

Por lo tanto, un ejercicio interesante sería pensar qué resultados hubiera sacado Trump en Países Bajos, Macron en Reino Unido o Corbyn en Francia. Es decir, si esos candidatos serían viables bajo otras reglas. Tengo alguna intuición, pero lo dejo como pregunta al aire.

Reflexión final para anglófilos. Entre las ventajas del sistema electoral británico (FPTP) se suele argumentar que facilita la rendición de cuentas (hay alternancia más fácil), se generan gobiernos estables (hay más absolutas), hay más contacto con diputados (diputado cercano) y hay más pluralidad intra-partido (menos poder de cúpulas). Aunque es bien sabido que estos últimos dos puntos hay que tomarlos con escepticismo, me interesan más los otros.

Shugart y Wattenberg hablan de “fallo sistémico” cuando un modelo electoral no ofrece lo que se espera de él, haciendo más probable su reforma. Es justamente lo que pasa con cada vez más frecuencia en Reino Unido. Si la polarización creciente o la fuerza de terceros actores están generando que cada vez haya más “hung parliaments”, anulando la supuesta ventaja de un sistema que apuesta por la estabilidad ¿De verdad  sigue compensando pagar el peaje en proporcionalidad? Más preguntas…

 


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