La desigualdad está ganando puestos en el debate público español. El incremento de las diferencias de renta entre ricos y pobres que ha sufrido nuestra población durante la crisis ha introducido el tema en la agenda. Los recortes y la aparente baja eficacia redistributiva de nuestro estado de bienestar, según la propia OCDE, se suman a la discusión. Con un nuevo partido de izquierdas revolucionando el panorama, parece menester preguntarse qué aspecto tiene la relación entre nivel de renta y afiliación partidista ahora mismo, en busca de posibilidades de cambio en el futuro.
Es necesario comenzar teniendo en mente nuestra distribución de la renta en la fuente que vamos a utilizar, que no es otra que el barómetro del CIS. Cabe advertir que esta encuesta no es, ni de lejos, la elección óptima para estudiar la desigualdad (entre otras cosas porque tiene un número muy elevado de no respuesta en las preguntas sobre ingresos). Sin embargo, es la única reciente que permite cruzar fácilmente preguntas de voto y renta. Así que nos mantendremos con ella.
Como se observa en el siguiente gráfico, la mitad de los encuestados se sitúa en hogares con unos ingresos de entre 601 y 2400 euros netos mensuales. Además, la proporción de rentas bajas es muy superior a la de rentas altas, un rasgo que sabemos definitorio de nuestra desigualdad particular.
Estas rentas bajas, tradicionalmente, han votado en mayor proporción al PSOE en tanto que partido de izquierdas con capacidad para vencer elecciones y llevar adelante programas más o menos redistributivos. Cabe preguntarse si, dada la crisis y la existencia de una nueva alternativa del mismo entorno ideológico que, a diferencia de IU en el pasado, está en condiciones de llegar a gobernar, el PSOE ha perdido pie entre las clases populares. El siguiente gráfico resume el nivel de voto+simpatía para cada uno de los tres principales partidos de ámbito estatal según el nivel de renta.
El PSOE mantiene una potencia electoral en las capas más bajas que es superior a la de sus rivales y a la del mismo partido a medida que se avanza en la distribución de la renta. La tendencia del PP es casi opuesta. Podemos, por por su parte, hace honor a su discurso pretendidamente transversal y, si acaso, mantiene un dominio ligeramente superior en las clases medias y medias-altas. Esto es consistente con el hecho de que el votante que ha ‘abandonado’ al PSOE (que le votó en 2011 y ahora declara que no piensa hacerlo y que tampoco mantiene ninguna simpatía hacia el partido) tiene un perfil ligeramente escorado hacia la clase media y media-alta. Puesto que la mitad de estos individuos declaran ahora su simpatía o su intención de votar a Podemos, resulta lógico que sus niveles de renta sean similares, como se observa en el gráfico*.
Como consecuencia, la distribución de votantes de cada partido por niveles de renta del PSOE se encuentra más escorada hacia las rentas bajas, claramente sobre-representadas con respecto a la distribución media de la población. El perfil del simpatizante de Podemos se concentra de manera más intensa en las rentas medias, y en las medias-altas incluso supera al del PP.
Lo primero a destacar es la escasa diferencia entre partidos. En España el voto de clase es relativamente débil (y, añado, lo es aún más cuando se consideran perfiles ocupacionales en lugar de niveles de renta como elemento definitorio de clase). Lo cual, para mí, es más una mala que una buena noticia porque el hecho de que la posición económica no se traslade claramente a la afiliación partidista dificulta la cristalización de un debate claro basado en intereses bien definidos. Dentro de estos estrechos márgenes, los datos nos dejan ante una paradoja, a mi entender, interesante. Sabemos que tanto antes como durante la crisis la brecha que se ensancha particularmente en nuestra distribución de la renta es la que distingue la clase media de las clases bajas. Lo que cabría esperar es que el nuevo partido que recoge el descontento tuviese un perfil más, digamos, popular. Pero no parece ser el caso.
Cuando Podemos decida empezar a concretar su programa de políticas (algo que tendrá que hacer tarde o temprano) se verá en la tesitura de proponer un continuidad en nuestro modelo de estado de bienestar, que tiende a redistribuir poco, mal y concentrado en las clases medias en adelante, o apostar por una reforma hacia la universalización y una mayor eficacia en el gasto redistributivo. Por el momento, parece ligeramente más interesado en lo primero (con un vago pero insistente «defender lo público») que en lo segundo, aunque en algunos momentos apunta maneras al hablar de educación infantil e igualdad de la mujer en el entorno laboral. Alguno dirá que por ello quizás atrae marginalmente menos a las clases bajas. Aunque, paradoja sobre paradoja, tantos años de bienestar enfocado en quienes menos lo necesita nos han dejado a unas clases populares que, en realidad, prefieren menos impuestos y unos ricos que desean más gasto público. Siempre que sea como el de ahora, claro.
Así las cosas, parece necesario abrir mucho más el debate sobre el bienestar en España, sacándolo de un maniqueísmo centrado en la anti-austeridad enfrentada a los recortes como únicas dos opciones posibles. Sin ello, a lo más que podrá aspirar quien quiera de verdad resolver los problemas de la desigualdad en España es a que Podemos sea un nuevo defensor de clases medias que desean seguir beneficiándose de sus propios impuestos y clases bajas que, aparte de seguir votando al partido al que siempre han votado porque es (hasta ahora) el único que ha hecho reformas a su favor, no ven demasiadas opciones de cambio en su horizonte.
*Es necesario subrayar que estoy trabajando, particularmente en este ejemplo, con muestras demasiado pequeñas como para extraer ninguna conclusión sólida en términos de análisis electoral. Es muy importante subrayar el hecho de que necesitamos más información, más sólida, para afirmar nada de manera fehaciente. Esta es, de hecho, la razón por la que he decidido no ofrecer datos para IU, ni para UPyD o Ciudadanos.
Un buen punto de partida para el análisis. También creo que faltan datos. Cuando se habla de renta, y de su influencia en el voto, creo que hay que hablar no sólo del nivel de renta, sino también de su variabilidad en el tiempo. Quien tiene unos ingresos pequeños pero estables, puede preferir la continuidad frente al cambio, que quizá le pudiese beneficiar, pero que también le podría dejar en una situación aún más precaria, que quiere evitar a toda costa. Creo que, por eso, los partidos tradicionales inciden en el discurso del miedo, que puede tener elementos tanto racionales como irracionales. Por contra, puede haber personas con un mayor nivel de renta que hayan pasado últimamente por situaciones de mucha inestabilidad en sus ingresos y que no han percibido la seguridad que piensan que tendría que dar el sistema ante situaciones de adversidad, y pueden estar a favor del cambio.
Y luego está el tema de cuántas personas perciben que sus ingresos dependen de qué partido gane, un caso claro es el de las clientelas políticas.
Un cordial saludo.
Aunque entiendo la idea de Jorge, que el voto de clase no esté muy marcado en España me parece que también tiene cosas muy buenas, empezando por la transversalidad de votantes y militantes, el aumento de la competitividad electoral en barrios y ciudades que de otro modo caerían siempre del mismo lado y que los partidos se vean obligados a pensar en el conjunto de la sociedad sin dejar a un lado a considerables grupos de electores «porque esos no nos votan nunca».
Lo que me sorprende es la simpatía que despierta Podemos entre las clases medias y medias altas. No sé si está simpatía se concretará en el voto o simplemente será una moda, algo fácil de seguir cuando a uno le hacen una encuesta pero que a la hora de votar acabarán inclinándose por PP, PSOE u otros e mayor medida de lo que realmente están dispuestos a expresar ahora mismo.
Se parte del retrato interesado sobre la desigualdad que todos los partidos de la izquierzda española hacen: la desaparicion/empobrecimiento de las clases medias (entiendese aqui todos menos 4 ricos) a costa de ricos a los que les va bien. La realidad, como comentas, no podia ser mas distinta. Nuestra desigualdad es la del 1/3 mas bajo quedandose atras y distanciandose de una clase media que mas o menos ha capeado la crisis. Y esto tiene que ver con la division de los trabajadores por culpa de un mercado laboral dual y un estado del bienestar en general que tambien protege mucho mas a unos (indefinidos y la mayor parte de pensionistas) que a otros (mujeres, jovenes, desempleados de mas de 45, inmigrantes y, sobretodo, niños). De ahi que (y vuelvo a citar a Fdez-Albertos) la clase baja se muestre mas a favor de politicas redistributivas y en contra de una expansion un estado del bienestar que percibe que no le favorece y la clase media al reves. Dualidad y un estado del bienestar que como bien decis redistribuye poco y mal poco menos que se lleva por delante el voto de clase, y gran culpa la tiene este erroneo retrato de la desigualdad en Esp. Y la creciente competicion por el votante de centro-izquierda no ayuda por desgracia.
En todo esto la corrupcion (mayor preocupacion de insiders, recordemos por cierto que trabajadores fijos tienen 2000€ de salario de media por 1.200€ de los temporales) a arrastrado el voto ex-psoe insider a un Podemos que ha adaptado su discurso como consecuencia de ello (ahora escandinavos); mientras que el voto ex-psoe outsider, cuya mayor preocupacion no es la corrupcion sino el paro y precariedad, que es lo que le afectan mas directamente, (y con exception del voto joven, que aun pueden capear la pobreza emigrando o viviendo con sus padres y mas preocupados con vieja-nueva politica), no se mueve a un podemos que no habla de ninguna medida que pueda cambiar lo que a ellos mas les afecta, su situacion de abandono en el mercado laboral.
Bueno, en realidad probablemente todo es algo mas complejo y enrevesado aun. Pero por ahi parecen ir los tiros. Dualidad+E.del Bienestar que redistribuye poco y mal=clase trabajadora dividida.Creciente competencia por el votante de centro-izq=mas motivos para mantener un retrato falso e interesado de nuestra desigualdad. La corrupcion como principal problema de muchos es lo que aporta matices a este voto de clases en relacion a PSOE y Podemos. En lo que se refiere a estado del bienestar, redistribucion y desigualdad, ambos saben que el que se salga del discurso mainstream sera penalizado por el votante a dia de hoy, asi que siguen debatiendo sobre el sexo de los angeles.
Urge por lo tanto poner estas cuestiones en la agenda. Seguid dando caña con esto que falta hace.
Me parece que la cuestión no está tanto en quién recibe el gasto público, sino en quién lo paga.
Los partidarios de la redistribución pueden encontrarse sobre todo en aquellos sectores que esperan recibir más de lo que ponen, mientras que sus adversarios tienden a aparecer en el sector contrario.
Por eso, en este caso los datos me parecen insustanciales, porque el verdadero sesgo se encontraría en los grupos de edad, los votantes con hijos o sin ellos, etc.
Un mayor gasto en educación es algo, por ejemplo, que trae más o menos sin cuidado a los ancianos y los jóvenes sin hijos. Un mayor gasto en fomento del empleo, preocupa poco a los jubilados, más interesados en la sanidad, etc.
Lo que a todos les preocupa es ser ellos quienes tendrán que pagar el gasto de otro, y eso no termino de verlo reflejado…
¿Soy muy malvado si sugiero que tal vez, tal vez, solo a lo mejor y como mera hipótesis de trabajo, ver estas encuestas pudiera o pudiese estar detrás del hecho de que Podemos haya pasado de ser bolivariano hasta las cachas, pasando por socialdemócrata, a sostener que quien hable de izquierdas y de derechas es un trilero (nada más y nada menos)?
Me partiría de risa si, cuando Pablo Iglesias ocupe su escaño en el Parlamento, subiese al estrado y afirmase: «En realidad, Podemos era un experimento para demostrar que los españoles no tienen ni idea de a quién votan ni por qué lo hacen. Hemos cambiado de discurso media docena de veces, sin aportar datos concretos de cómo hacer lo que fuese que íbamos a hacer, y aún así nos han seguido votando los mismos que al principio.»
Sería realmente terrible. Mejor que se quedase con su sueldo de Diputado y sus prebendas asociadas, que se lo ha currado.
La verdad es que otros tantos tampoco hacen lo contrario. Pero bueno sería una buena demostración de que las masas son viscerales, que ya lo sabíamos, y que sería una forma pública de demostración de esa teoria/ley que es aceptada por todos.
Personalmente me gustaría ser testigo de ello.
Hay muchas formas de «voto del miedo». Y en este momento, por lo que yo veo sin ninguna pretensión científica, predomina el miedo sobre la ilusión. Por eso hay mucha volatilidad y poquísima fiabilidad en las encuestas.
Buena parte de lo que queda de la clase media (que incluye muchos funcionarios y autónomos) se siente amenazada por la política de recortes y deflación que aplica el PP y posiblemente acabaría aplicando también el PSOE presionado por Europa, que muy probablemente les haría bajar un escalón de renta (algunos ya lo han bajado). De ahí que miren a Podemos como el único que podría dar un puñetazo encima de la mesa, sin hacerse tampoco muchas ilusiones.
En los niveles de menor renta, a pesar de la «generosidad» de nuestras pensiones, hay muchos pensionistas cuyo miedo es lo desconocido. Y que dentro de lo conocido confían más en el PSOE para quedarse como están.
Nota: aunque es cierto que ser mayor de 64 años correlaciona positiva y significativamente con ser simpatizante del PSOE, por las pruebas que he ido haciendo me parece que el hecho de incluir esta dimensión como control en un modelo multivariable no elimina el efecto de renta sobre la probabilidad de simpatizar con los socialistas.
[…] El voto de clase en España, hoy […]
No me cuadra este análisis con otro que se hizo en esta web hace unos meses, relativo al perfil izquierda-derecha del electorado en función de su intención de voto.
Según las estadísticas publicadas en ese análisis, el votante de Podemos es de extrema izquierda, pero según el análisis actual, resulta que está escorado hacia rentas medio-altas. Alguien de extrema izquierda cobrando +3.000 € al mes es algo que sólo puede ocurrir en repúblicas bananeras, con regímenes pretendidamente socialxx (poner aquí lo que guste) que en realidad son plutocracias encubiertas donde el nepotismo es el procedimiento de selección habitual.
España es una monarquía, así que no cuadra con ese perfil. Y por tanto, tampoco sus partidos…
creo que no conoces el prototipo de votante o colaborador de Podemos.
Claro que no lo conozco. Hablo de otro artículo publicado en esta web.
Ya el 15-M tenía un perfil indie-hipster-gafapasta, y es normal que la consolidación de Podemos se produzca en este lugar del espectro ideológico: centro-izquierda [A] joven, formada, informada (por internet) y profesional, residentes en polos urbanos de crecimiento demógráfico. [B]
[A] http://calidonia.eu/wp-content/uploads/2011/10/Libro15M.png
[B] http://calidonia.eu/2014/06/01/perfil-socioeconomico-novo-elector-non-bipartidista/
Sugiero que en este análisis por renta falta una variable fundamental: la geografía. Si controlas por ella y tenemos en cuenta la concentración de la intención de voto socialista en las CC.AA. del Sur (Extremadura y Andalucía) quizá parte del fenómeno diferencial entre los electorados de Podemos y el PSOE se diluya.
Comparto tu preocupación por la aparente inexistencia de un «voto de clase» en España, aunque creo que , de alguna forma sí lo hay. Lo que sucede es que está enmascarado por la variable «edad». Los pensionistas tienen un peso muy grande en los sectores de menor renta y también entre los de bajo nivel educativo. Los propios dirigentes de Podemos reconocen que su gran lastre electoral es su fracaso entre los mayores de 60 años( y las encuestas del CIS lo señalan claramente). Da la sensación de que este país empieza a dividirse entre quienes siguen optando en el espacio político surgido de la Transición y quienes no se identifican ya con él. Pero dentro de cada uno de estos dos espacios si que hay un «voto de clase», más nítido quizá en el «ámbito del 78». Y en éste la dualidad se expresa en la opción PP-PSOE. El apoyo mayoritario que éste tiene entre los sectores de menor renta tu lo relacionas (si no he entendido mal) con la mayor eficacia redistribuidora del Estado en la época de FG. Me parece una explicación insuficiente. Salvo las pensiones no contributivas no se me ocurren grandes políticas redistributivas que lleven su marca. Creo que tiene tanto o más peso la persistencia de ese imaginario «nosotros frente a ellos» que hizo sentir a muchos sectores populares en el 82 que , al fin «habían ganado los suyos». En cierto sentido la historia de estos últimos 30 años ha repetido el modelo. No creo que no haya un «voto de clase». Hay un voto de clase en cada uno de los dos universos que conviven en la mayor parte de nuestro espacio político( las notables excepciones son las nacionalidades históricas, en que el modelo del 78 parece en rápida extinción, porque también era en ellas más frágil). En cierto sentido la situación me recuerda a la que se produjo en torno al referendo de la OTAN. Con la diferencia de que a los rupturistas de entonces se nos cayó encima el muro de Berlín(aunque no tuviéramos nada que ver con él), lo que impidió que IU pudiera capitalizar aquella enorme movilización. Ahora los obstáculos objetivos para el cambio también dependen en parte de Berlín, aunque en un sentido diferente. Pero la mayor rémora quizá sea, no la inexistencia de un voto de clase, sino la pervivencia de un voto de clase «simbólico», que permitió en el pasado al PSOE impulsar reformas laborales y fiscales regresivas sin perder casi con ello la capacidad de seguir siendo percibidos como»nosotros». Hace tiempo se me ocurrió (para consumo «interno») aplicar el análisis de correspondencias a los resultados electorales por distritos de mi ciudad(Valladolid) desde las elecciones de 2004. Para mi sorpresa (y preocupación) en el eje que mejor parecía representar las diferencias de clase los extremos los marcaban PP y PSOE, mientras que IU aparecía menos marcadamente a la izquierda. No conozco estudios del voto de la OTAN por niveles económicos y no sé existirán, pero intuyo que el perfil del «no» de entonces se parece mucho al que tu reflejas del voto a Podemos( salvo en Cataluña y País Vasco que siempre han tenido su propia dinámica).
Pienso que el titular de este artículo es poco riguroso.
Si los niveles de renta es la variable para medir la clase social, creo que lo que obtenemos es simplemente una estratificación por renta que no es equivalente al controvertido término «clase social». Hay otras variables además del factor de ingresos, como algún comentarista anterior apunta (el consumo, los estilos de vida, la oscilación brusca de salarios durante la crisis y sobre todo el relato emocional, más que «racional» de cada elector)
¿se cambia de clase al duplicar los ingresos? Me parece que una escala logarítmiva sería mejor para el primer grafico….
[…] encuesta ha sido la base de diferentes artículos: la caracterización de los votantes de Podemos y el estudio del voto de clase, escritos por miembros de Politikon; y el análisis del voto centro-izquierda, por Piedras de […]
[…] el SOE— que todavía aguanta el gap con el voto de clase, como demuestra Jorge Galindo aquí. Mas Ferraz no sacado aún el barco de las rocas. No sería descabellado preguntarnos, por […]
[…] el SOE— que todavía aguanta el gap con el voto de clase, como demuestra Jorge Galindo aquí. Mas Ferraz no sacado aún el barco de las rocas. No sería descabellado preguntarnos, por […]