Política

Puertas que no giran tanto como parece

29 Abr, 2014 -

Por Sílvia Claveria

Existe la idea general de que una buena parte de los políticos de los países desarrollados, una vez han finalizado su mandato en el gobierno, reciben en forma de prebenda una posición prestigiosa en una gran empresa privada. Ejemplos nos sobran: como el de Felipe González, José María Aznar, Josep Piqué, Ángel Acebes, Josep Borrell, Elena Salgado, o Ana Palacio. Como exponía Blondel (1991), el hecho de que les ofrezcan estos lugares no sólo corresponde a la distribución de prebendas, sino que las empresas proponen estas posiciones a políticos para, de esta manera, ganar acceso tanto al gobierno como a la burocracia. En palabras de Senserrich: estos políticos tienen una agenda extensa que pueden utilizar las empresas para abrirse puertas en futuros contratos públicos.

Hasta ahora existen pocos estudios sistemáticos sobre ‘adónde van’ los ex-ministros (exceptuando los artículos relacionados con los primeros ministros). Además, todos estos centran sus análisis a principios de los 90’s (Blondel 1991 y Nichols 1991), dejando sin analizar los gobiernos más actuales. Podemos encontrar algún artículo más sobre la relación entre empresa y política pero estos adoptan la perspectiva de la empresa (aquí), lo que hace imposible observar la sistematización de las carreras de los ex-ministros. Por eso, conjuntamente con Tania Verge, hemos realizado un estudio (se encuentra en un estadio preliminar) en el que nos preguntamos: ¿dónde van los políticos una vez han servido en el gobierno? Para responder a esta pregunta hemos utilizado información de más de 400 ex-ministros de 23 países de democracias industriales avanzadas.

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Gráfico 1 : Posiciones post- ministeriales por género (en porcentajes)

 

Como se observa en el gráfico, la mayor parte de los ex-ministros vuelven a posiciones políticas (ya sean puestos electos o designados en la administración o empresas públicas); en segundo lugar, una buena parte de ellos/as vuelven a ser nombrados ministros. Y en menor medida van a empresas privadas, a puestos internacionales -como parlamento europeo, organismos internaciones (FMI, FAO), o embajadas-; y, en última opción, los/las ex-ministros vuelven a su empleo previo.

En una primera instancia nos planteamos que las conexiones que se podrían generar con grupos de interés, empresas y lobbies no eran iguales en todos los ministerios. Así, los ministros que han dirigido una cartera que tradicionalmente han sido considerada como ‘el corazón’ de los ejecutivos (como puede ser Economía, Finanzas, Interior, Exteriores o Defensa) podrían tener una probabilidad más alta de que las grandes compañías se interesaran por ellos, y por tanto, también de terminar en el sector privado. Además, como existe lo que se ha denominado «segregación horizontal » de las mujeres en los gobiernos (dicho de otro modo, las mujeres obtienen un porcentaje muy inferior de carteras relevantes que los hombres), consideramos que las mujeres tendrían menos oportunidades de terminar en estas posiciones. Pero los resultados, después de utilizar diferentes métodos estadísticos, demuestran que haber estado en uno de esos ministerios no favorece más para conseguir posiciones en sectores privados. Y, en consecuencia, tampoco el género juega un papel decisivo en esta categoría.

Entonces, ¿qué explica la posición que tienen los ex-ministros después de estar en el gobierno? Por un lado, el factor más relevante para volver a ser nombrado ministro, como también para ser elegido en otras posiciones políticas, es tener una carrera política extensa o haber tenido algún cargo importante en el partido. Es aquí donde observamos una menor frecuencia de mujeres. Esto puede deberse a que éstas son reemplazadas más rápidamente (como se ha visto en el poder legislativo, Murray 2004).

Por otra parte, el perfil de ex-ministro que consigue una posición en el sector privado en general tiene menos experiencia política o de partido que los que terminan en posiciones públicas, y son algo mayores que los anteriores. Esto lo podemos interpretar como una retirada cómoda a su vida laboral. Además, los ex-ministros son mucho más proclives a ir a empresas privadas en sistemas especialistas. Es decir, sistemas que seleccionan los ministros por su especialización más que por criterios políticos. En consecuencia, aquellos países que tienen sistemas de reclutamiento que son más abiertos en la entrada, también son más abiertos en la salida. En cambio, en sistemas donde los ministros se seleccionan por ser parlamentarios o políticos activos, éstos no suelen emigrar a otros sectores. Aquellos que vuelven a su carrera previa, en su mayor parte son académicos que han experimentado el papel de ministros para un mandato y luego regresan a su carrera original. Son menos claros los factores que explican el perfil de los que van a posiciones internacionales.

Por el momento no hemos constatado qué papel juegan las pensiones post-ministeriales o las restricciones legales para ir al sector privado, sobre todo porque es difícil ver en qué medida son efectivas. En el caso español tenemos un ejemplo paradigmático, donde a pesar de que la legislación explicita que los y las ministros no pueden ser contratados/as por el sector privado hasta pasado dos años de la finalización de su mandato en el gobierno, en la práctica hay resquicios legales para incumplirla. Este fue el caso de Elena Salgado, que una vez finalizado su mandato entró en Endesa a través de una filial italiana, saltándose la imposibilidad de ser contratada por la matriz española.

De estos datos se desprende que los/las ex-ministros que consiguen tener una posición en el sector privado no son mayoría. Pero aunque sólo un 15 % de los representantes en el gobierno terminan nombrados en estos puestos, siempre planea la sombra de la sospecha de la corrupción (ya sea para comprar o pagar favores). Dado que las normas que se han aplicado para controlar este fenómeno no son del todo efectivas, podemos plantearnos si preferimos seleccionar los ministros especializados asumiendo que después tendrán una alta probabilidad de pasar por la ‘puerta giratoria’, o bien si preferimos tener políticos profesionales, menos especializados en el ámbito a gestionar, pero a los cuales les será más difícil conseguir una posición en el sector privado.

Publicado originalmente en catalán en Cercle Gerrymandering.


9 comentarios

  1. Alberto dice:

    Una curiosidad, en el estudio cómo se tratan casos como el de Rodrigo Rato que, después de dejar el ministerio, ha ocupado sucesivamente cargos en organismo internacional, empresa pública y empresa privada?

  2. […] Puertas giratorias que no giran tanto como parece […]

  3. Pedro dice:

    Pues a mi me preocupa más los numerosos casos en los que llegan a ser ministros despue´s de pasar por ciertos sectores relacionados y lo hacen para defender esos intereses particulares. Ejemplos:

    Arias Cañete, casado con una hija de los grandes terratenientes andaluces que más tierras agrícolas y subvenciones tienen, y él y su familia dueños de empresa petroleras, siendo Ministro de Agricultura y Medio Ambiente.

    La nueva ministra García Tejerina, que trabajó en Fertiberia, empresa condenada por delito ecológico.

    El actual ministro de Defensa, que viene de empresas de fabricación y venta de bombas.

    Guindos y Montoro ligados a asesorías de empresa o a Lehman Brothers el primero.

    Arias Salgado, que fue ministro de Comercio, en representación d ela patronal de las grandes superficies, o Mayor Oreja, él y su familia representantes de la empresas privadas de Seguridad y Ministro de Inteiror, cambió la legislación que duplicó el nº de guadias de seguridad privados.

    O el que fue ministro d eExteriores Abel Matutes, que aprovechaba sus viajes y contactos para abrir los hoteles de su empresa familiar….

    Y esto a nivel de ministro, pero casos a todos los nivles los hay a cientos, en el caso del PP casi es requisito para ser elegido, eso sí, luego se les hincha la boca hablando del » interés general»….

  4. polkillas dice:

    ¿Se pueden consultar los datos desagregados por países? Sería interesante comparar España con otros países de nuestro entorno.

  5. juan dice:

    El tema es que muchos pasan a puestos de mucha retribución, poca faena, y no parece que su experiencia aplique. Por ejemplo los cargos de acebes en la Cibeles Corporación (la sociedad que llevaba la cartera de participadas de Cajamadrid) no se acaban de entender ¿qué puede aportar ahí?

    El problema es que se da por válida la idea de que «un ex-ministro» por dignidad no puede hacer un trabajo «menor», y en la vida todos podemos subir y bajar, como vemos en la crisis. Haber sido ministro o alto cargo no debe garantizar un estatus de por vida.

  6. carlos dice:

    Pues creo que el artículo empieza mal si cree que la gente piensa que «una buena parte de los políticos DE LOS PAÍSES DESARROLLADOS, …»

    Yo, personalmente, no lo pienso. Pienso que una buena parte de los políticos de España y probablemente otros países con instituciones débiles son los que lo hacen.

    Diluir los resultados de España con países como Alemania donde un ministro dimite por el plagio de una tesis es un poco de risa. «Los políticos de los países desarrollados» no son un colectivo homogéneo ni mucho menos y la media de sus resultados no es representativa de ninguna de las partes.

    Que al otro lado de los Pirineos las cosas funcionan mejor que aquí ya lo sabíamos.

    • Manudo dice:

      Bueno lo de Alemania se puede coger con pinzas con casos como los de Schröder que siendo canciller autorizó el Nord Stream y nada más perder las elecciones ya formaba parte del grupo empresarial (Gazprom)

  7. Elrohir dice:

    Un 15% de políticos traficando con sus influencias no es automáticamente inofensivo sólo por ser un porcentaje pequeño!

    Hay que tener en cuenta los efectos de la teoría de filtración (percolation theory): en una estructura entramada de nodos que se pueden conectar entre sí con una probabilidad baja, pequeñas variaciones en el probabilidad de interconexión causan variaciones catastróficas en la estructura de interconexión resultante. Puede haber, por ejemplo, una estructura en la que que los nodos se conecten entre sí el 5% del tiempo no es suficiente para «tender rutas». Con gran probabilidad, los nodos interconectados forman pequeñas islas rodeadas de nodos aislados y es imposible que la conexión abarque todo el espacio. Sin embargo, con un 15% de interconexión, los mismos nodos tienen gran probabilidad de tener al menos un vecino conectado y, como en el provervial juego de Kevin Bacon, es posible ir tener una línea entre dos puntos cualesquiera de la estructura aunque pocos nodos formen activamente parte de la red.

    La filtración, o percolatino, es el fenómeno de redes inverso de la inmunidad de grupo, que también se puede aplicar para razonar sobre corrupción: si hay un número suficientemente de individuos «inmunes» (no-corruptos) los «infectados» (corruptos) se ven siempre aislados unos de otros y «pasan la enfermedad» (finalizan su carrera o se dan con la justicia) sin contagiar a otros. Pero si el número de personas inmunizadas pasa del 99% al 80%, aunque son muchas más que las personas en riesgo, no son suficientes para garantizar este tipo de aislamiento y la enfermedad se convierte en epidemia (en mi analogía, hay suficiente gente en puestos «con riesgo de corrupción» para que los demás, por muy mayoritarios que sean, no sean suficientes para actuar de aislamiento. Las personas en estos puestos se propagan malas prácticas unos a otros y la corrupción se hace con el sistema a través sólo de un número muy minoritario, pero suficiente, de portadores).

    En definitiva, que aunque «solo» sea el 15%, podrían ser más que suficientes para tender los entramados necesarios para que las malas prácticas lleven el timón de la economía.

    Es más, asumiendo que cada político contratado «cuesta dinero», es de suponer que las empresas tenderán precisamente a converger al nivel de contratación de políticos mínimo necesario para mantener estables estos efectos de red. Y además, reduciendo las sospechas.

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