Sociedad

Dopaje, genética y competición entre iguales

17 Sep, 2013 - - @egocrata

Malcolm Gladwell, en un artículo reciente en New Yorker, se pregunta por qué en el mundo del deporte toleramos ventajas genéticas obvias, cirugías reparadoras mágicas o brutales planes de entrenamiento capaces de convertir un hombre en una máquina especialmente diseñada para competir, pero no toleramos el dopaje. Hablando de Alexander Tyler (Ups. Corregido) Hamilton:

Hamilton was eventually caught and was suspended from professional cycling. He became one of the first in his circle to implicate Lance Armstrong, testifying before federal investigators and appearing on “60 Minutes.” He says that he regrets his years of using performance-enhancing drugs. The lies and duplicity became an unbearable burden. His marriage fell apart. He sank into a depression. His book is supposed to serve as his apology. At that task, it fails. Try as he might—and sometimes he doesn’t seem to be trying very hard—Hamilton cannot explain why a sport that has no problem with the voluntary induction of anorexia as a performance-enhancing measure is so upset about athletes infusing themselves with their own blood.

No voy a discutir la tesis del artículo. Gladwell lanza la pregunta y explica por qué es relevante sin contestarla. Yo tampoco creo poder contestarla. Enlazo el artículo en parte porque tiene que ver con algunos artículos publicados por aquí, y que vale la pena releer y considerar, en parte porque me ha hecho pensar, pero sobre todo porque Gladwell escribe extraordinariamente bien.

Por algún motivo que se me escapa, en España no tenemos demasiados escritores como Gladwell, Michael Lewis, Tom Wolfe, Paul Krugman (versión años noventa) o James Fallows: gente que escribe non-fiction maravillosamente bien capaz de producir ensayos de 3.000 palabras elegantes y detallados o libros de divulgación desarrollando un principio, una historia o una idea. En El País hace unos días  se exclamaba de la falta de tradición en oratoria en España. La verdad, nuestro problema es más de expresión escrita. Es imposible dar buenos discursos si uno no tiene un buen texto, o una mente literaria capaz de organizar ideas de forma elegante.

Quizás no leo suficientes libros en castellano últimamente. Puede ser. Pero no se me ocurre a nadie a un nivel parecido.


27 comentarios

  1. mictter dice:

    Yo no escogería a Malcolm Gladwell como ejemplo de buen escritor. Tiene demasiada tendencia a enunciar una tesis espectacular, buscar tres o cuatro ejemplos anecdóticos que la corroboren, olvidar todo lo demás y desarrollarlo en libros ligeros que me recuerdan demasiado a los de ‘autoayuda para managers’ (ejemplo: The Tipping Point).
    Al principio me parecía atractivo, comparto tu afirmación de que el hombre sabe escribir un texto ameno, pero tras unos años siguiéndole en el New Yorker veo demasiado la fórmula que aplica una y otra vez.

    • fulano dice:

      Pues yo creo que eres injusto con él, o dicho de otra manera, que lo que dices solo es cierto si pones un listón altísimo que no supera prácticamente nadie fuera del mundo académico (y algunos de dentro). E incluyo aquí a muchos académicos escribiendo «popular science», que pueden ser tan descuidados como cualquiera.

      Por otra parte, no me parece que en general sus tesis sean tan espectaculares. Precisamente el mérito que tiene es hacer interesantes cosas que a priori pueden parecer sosas. Por ejemplo, escribir un libro con la tesis «no solo importa el talento, sino que el azar y el trabajo cuentan mucho» y que resulte una lectura tan entretenida no está al alcance de cualquiera.

  2. Javier dice:

    ¿No está confundiendo la anoxia con la anorexia?

    Pues menudo articulista serio.

    • Alatriste dice:

      No, creo que no… pero si que está dando un triple salto mortal sin red de «una dieta muy estricta» a «inducción voluntaria de la anorexia», que es casi igual de poco profesional. Ah, y me gustaría saber si hubiera sido tan tiernamente comprensivo si Hamilton no fuera estadounidense…

  3. Manudo dice:

    «Las cirugias reparatorias mágicas»

    Eso no existe, lo que existe son recuperaciones post-operatorio «mágicas» donde entran en juego sustancias prohibidas como pinchazos de cortisona y de plasma rico en plaquetas.

    Valorad si eso es dopaje o no. O sin ir más lejos, y yendo al ejemplo siempre recurrente del ciclismo, que encuentren a un corredor con algo de eso en el cuerpo y se pondrá de vuelta y media. Sin embargo Nadal para la recuperación de su rodilla tiene barra libre.

    Y lo de las ventajas genéticas, siempre ha tenido para mi un tufo que nunca me ha gustado.

  4. Alatriste dice:

    La pregunta que hace el artículo es muy interesante, pero creo que el punto de vista es sesgado: en general lo que rechazamos son las «intervenciones» – llamémoslo así – destinadas a substituir el entrenamiento, las que nos parecen destinadas a dar al atleta una ventaja injusta sobre los que se esforzaron más. Las que aceptamos sin problemas son las destinadas a corregir defectos que ninguna cantidad de entrenamiento puede cambiar, como la miopía, un tendón roto o la escasez de yodo en medio ambiente.

    ¿Que unos atletas han nacido más dotados que otros? Cierto, pero para empezar no podemos hacer nada al respecto y luego ¿Para qué deporte? Los montañeses kenianos, por ejemplo, son excelentes fondistas, pero aún no he visto un gran velocista o nadador con las hechuras físicas de los grandes fondistas de Kenia… ni un lanzador de peso o un saltador de longitud. Lo que es una ventaja para un deporte es un lastre para otro.

    Todo esto sin negar un componente de hipocresía, porque si de verdad nos pareciera tan importante la igualdad de condiciones obligaríamos a que todos los atletas compitieran con las mismas zapatillas, las mismas pértigas, etc, etc… ¡Y sin entrar en el famoso tema Pistorius de las prótesis artificiales!

    • Jaime dice:

      No estoy de acuerdo con tu primer párrafo. En general, el hecho de elegir una sustancia (o técnica) como prohibida no siempre sigue los mismos parámetros. En muchos casos, la sustancia en particular no es peligrosa, pero decimos que «es trampa». Por ejemplo, el tomar café.
      El deporte de élite es malísimo para la salud, y el doping se inventó como forma de poner algún tipo de límite a que la gente llegase al límite hasta caer muerto (cosa que pasó alguna vez). Luego derivó a una concepción de «hacer trampas» y «las drogas son malas» que es algo totalmente diferente, así que la lista de sustancias prohibidas no ha hecho más que subir.
      Ahora, el deporte de élite sigue siendo pésimo para la salud, y, sin embargo, toleramos que los deportistas terminen destrozados al terminar sus carreras. No es raro que terminen con dolores crónicos.

      No tiene demasiado sentido que se eliminen las diferencias. Después de todo, alguien tiene que ganar y demás, y sólo con genética no se llega a ningún lado a día de hoy. Pero la situación actual con el doping es más un empecinamiento en ser más moralistas que nadie con «winners don’t use drugs» y llenarnos la boca con «los tramposos» (que parece que si un cualquiera toma EPO gana el Tour de Francia de calle)

      (Y, en fin, ya sé que el artículo de Roger no trataba de esto, pero bueno…)

      • pvn dice:

        Un ejemplo del resultado del doping y la igualdad de condiciones mucho mejor que el de Malcom Gladwell ya lo dio René Goscinny hace muchos años en Astérix y los Juegos Ollímpicos. Ahí los romanos se pimplan todos de poción mágica y como resultado acaban la carrera exactamente todos en primer lugar, porque claro, se han igualado todos por arriba.

        Luego cuando se descubre el pastel quedan todos descalificados por el COI, claro … digo por los druidas antidoping.

      • Verlaine dice:

        «El deporte de élite es malísimo para la salud, y el doping se inventó como forma de poner algún tipo de límite a que la gente llegase al límite hasta caer muerto (cosa que pasó alguna vez). Luego derivó a una concepción de “hacer trampas” y “las drogas son malas” que es algo totalmente diferente, así que la lista de sustancias prohibidas no ha hecho más que subir».

        Esto es falso. El dopaje jamás tuvo un efecto reparatorio en la salud de los deportistas. Desde el inicio de los tiempos, con cócteles explosivos de anfetaminas y cocaína, el dopaje a nivel profesional siempre tuvo un componente competitivo.

        Por otro lado, no todos los deportes son igual de perjudiciales para la salud. En este sentido se pueden destacar casos concretos como el tenis o el ciclismo, pero, por ejemplo, no el fútbol, cuya carga física es bastante suavecita. Y además presentas la relación dopaje-físico de una forma demasiado tendenciosa desde mi punto de vista. Nada perjudica más la salud del deportista que el dopaje. No es una cuestión moral sino una cuestión de preservar la salud de ellos mismos. Te invito a que repases el listado de ciclistas muertos en los últimos quince años y a que compruebes con horror, por ti mismo, cómo chavales de veinte años se han ido al otro barrio por un desmesurado consumo de sustancias dopantes.

        Si te sirve de guía, piensa en politoxicómanos como Pantani o el Chava Jiménez cuyo equilibrio psicológico terminó tan destrozado como su cuerpo.

        • Jetkom dice:

          «Por otro lado, no todos los deportes son igual de perjudiciales para la salud. En este sentido se pueden destacar casos concretos como el tenis o el ciclismo, pero, por ejemplo, no el fútbol, cuya carga física es bastante suavecita.»

          Esto es un tópico muy popular entre la gente, pero no está confirmado. De hecho hay quienes sostienen que la evidencia apunta más bien en la dirección contraria: los deportes de resistencia, como el ciclismo, podrían aumentar la longevidad:

          http://elpais.com/diario/2011/02/28/sociedad/1298847601_850215.html

          «El resultado es espectacular. Mientras el índice de supervivencia de la población general es del 50% a los 73,5 años, casi el 70% de los participantes del Tour aún estaban vivos a esa edad, y el índice del 50% lo alcanzaban a los 81,5 años, lo que significa, según los autores, dirigidos por el catedrático José Viña y Fabián Sanchís-Gomar, un 17% de incremento en longevidad media.»

        • Jaime dice:

          No entiendo tu crítica para el primer párrafo. En ningún sitio he dicho que el doping haya sido reparador para la salud.
          Tampoco he negado en ningún momento que haya doping peligroso para la salud. Por supuesto que lo hay. Terrible. Pero el concepto del doping ha evolucionado desde inicialmente, donde la idea básica era «poner algún tipo de límite» al actual, donde es «cualquier ventaja», «trampa», etc.

          Si ves las noticias respecto al doping, la discusión no es sobre «pobres, se podían haber muerto», «les hemos salvado la vida», «juegan con su salud» sino «tramposos», «iban como motos», «eran mentira». Hemos cambiado el énfasis de «protegerles» a «impedir que hagan trampas».

          Ya digo, el peligrosísimo acto de tomarse un café da positivo en un control. ¿És más peligroso para la salud tomar café o entrenar para un ironman?
          Obviamente, cada deporte influye, no es lo mismo NFL que el tiro con arco. Por definición, los deportes son una competición en la que cualquier ventaja se va a explotar. Y (casi) cualquier deportista va a decir que sí a los resultados a corto plazo frente a la salud a largo.
          No sé, a mí ese tema de «los valores del deporte» siempre me parece un poco hipócrita, porque el deporte moderado está muy bien, pero el deporte de alta competición es algo absolutamente bestial.

          • Jetkom dice:

            El deporte de alta competición no es tan bestial si tenemos en cuenta las evidencias que sugieren lo contrario:

            http://elpais.com/diario/2011/02/28/sociedad/1298847601_850215.html

            “El resultado es espectacular. Mientras el índice de supervivencia de la población general es del 50% a los 73,5 años, casi el 70% de los participantes del Tour aún estaban vivos a esa edad, y el índice del 50% lo alcanzaban a los 81,5 años, lo que significa, según los autores, dirigidos por el catedrático José Viña y Fabián Sanchís-Gomar, un 17% de incremento en longevidad media.”

            Al menos los deportes de resistencia, parece que no son tan malos… (aunque estaría bien tener estudios más concluyentes, la verdad.)

    • R dice:

      La idea de que el dopaje sustituye al entrenamiento, y de que si yo me dopo ganaré en el Tourmalet, es falsa. Ivan Basso, reconocido dopado, es famoso por entrenar durísimamente, más que nadie. Y el doping es más habitual en pretemporada que en plena competición, para tunear el cuerpo y adaptarlo a series inhumanas de entrenamientos.

      • Daniel Díaz dice:

        Eso, porque las bolsas de sangre a cientos que se han movido en todas las carreras ciclistas desde hace 20 años, esas eran por si atacaba Drácula.

  5. PETER dice:

    Matiz minimo que no altera el espiritu del post: se refieren al ciclista Tyler Hamilton, no al politico y escritor americano Alexander Hamilton.

  6. Verlaine dice:

    ¿Alexander Hamilton? ¿No querrás decir Tyler Hamilton, exciclista de Us Postal, Phonak y CSC, cliente de Eufemiano Fuentes, ex-medalla olímpica y uno de los mayores dopados de todos los tiempos?

  7. Aloe dice:

    ¿Por qué va a ser esa pregunta relevante o bien formulada?

    La competición deportiva se produce en un marco que es arbitrario o convencional desde que se inventaron los primeros juegos con un palo o las primeras carreras con un itinerario marcado. Igual hace 100.000 años.

    Y ese marco es convenido y arbitrario de muchas maneras y en muchos sentidos. Y además es así necesariamente.

    ¿Y?

    Vamos, que acaba de descubrir el mediterráneo y tenemos que quedar boquiabiertos de pasmo.

  8. Miguel dice:

    Se nota que no lees suficientes libros en castellanos en eso de que «se exclamaba». No sé qué quieres decir (¿se protestaba, se lamentaba?), pero desde luego «se exclamaba» en ese contexto no es castellano.

  9. Carlos Jerez dice:

    Roger, es bueno que entréis en este debate. Hay un punto clave, el del perjuicio para la salud del deportista, que no es exclusivo al dopaje. Muchos deportes de élite son de por si no recomendables para la salud al exigir al cuerpo ir al máximo. También hay comportamientos como infiltrarse y jugar lesionado, que sin ser dopaje y siendo legales, pueden ser más perjudiciales que el mismo doping.

    La cuestión no es poner un límite en las sustancias, sino en las acciones negativas para la salud. Lo malo, es que es muy difícil de aplicar en multitud de ocasiones sin ser arbitrarios. Pero si dejamos barra libre, puede iniciarse una carrera del doping que acabe convirtiendo a los deportistas en monstruos y si no lo aceptas no puedas jugar como profesional aunque tengas la calidad técnica de Iniesta.

  10. Epicureo dice:

    Se supone que el doping es contrario a la ética del deporte por dos motivos: porque es malo para la salud y porque da una ventaja injusta.

    El artículo no se mete en el tema de la salud (supongo que da por hecho que si uno quiere arruinarse la salud voluntariamente es su problema), pero sí con el de la ventaja injusta. Considera que el doping, la cirugía mejorante y medios similares ayudan a nivelar el campo de juego, porque al fin y al cabo hay gente que por su constitución genética tiene de por sí una ventaja injusta. No es un argumento que sirva para mucho, porque claro, si se permiten esos medios los genéticamente superdotados también querrán usarlos y no es fácil prohibirlos a unos sí y a otros no, así que seguirán teniendo ventaja.

    Realmente el problema está en que el concepto que se tiene actualmente del deporte es contradictorio. Por una parte, está la vieja idea de que es una actividad de nobles caballeros cuyo único interés es el «fair play». Por otra, la realidad de que es un negocio ferozmente competitivo, que convierte en millonarios a los poquísimos ganadores y en tristes fracasados a los muchísimos perdedores. No son definiciones compatibles.

    Dado que ya no va a ser posible quitar el negocio del deporte, algún día habrá que dejarse de hipocresías; es una actividad comercial como cualquier otra, sin ninguna «santidad» especial. Si no se hacen controles antidoping a los ejecutivos o a los artistas (estaría bueno), si no se prohibe la cirugía estética a las actrices ni el café cargado a los programadores, ¿por qué los deportistas van a ser diferentes?

    • M. Alonso Sierra dice:

      El doping genera un evidente problema de acción colectiva similar a una carrera armamentística: si el adversario se dopa yo también, para no quedarme atrás. La consecuencia sería que todos los competidores se verían obligados a doparse para tener opciones de ganar, o (en el caso de los que ya tuviesen ventajas genéticas de partida) para no perder su ventaja. Al final, la situación de llegada sería igual que la de partida, solo que todos estarían más dopados.

      • PETER dice:

        ….que es exactamente lo que ocurre ahora mismo, salvo que de verdad creas que solo se dopan aquellos que son descubiertos a posteriori.

      • Epicureo dice:

        Bien, pero eso ocurre en todas las actividades competitivas. Sin embargo, sólo en el deporte hay controles antidoping.

  11. Verlaine dice:

    Me sorprende la ligereza con la que algunos comentaristas han abrazado las tesis de la «barra libre» o del dopaje como mal menor dentro de la máxima competición.

    Uno de los motivos por los que el deporte es especialmente interesante para el resto de la sociedad es porque permite poner en valor las diferencias físicas de cada uno de los competidores. La gente no está preocupada porque unos tengan mayores ventajas físicas o mentales que otros: es precisamente por lo que abrazan unos ídolos y no otros y por lo que están pendientes de las competiciones más importantes. De qué forma se sobrepone cada atleta a sus limitaciones y es capaz, o no, de superar a los demás. La base del deporte nunca ha sido una igualdad plena de facultades.

    Esto, por supuesto, queda completamente alterado con la introducción del dopaje a gran escala. Al contrario de lo que las teorías de algunos comentaristas y el propio autor del artículo parecen admitir, el dopaje no iguala por lo alto. Es decir, no es un componente neutro que, de doparse todos al mismo tiempo, permite dejar las ventajas o desventajas en el punto de partida. ¿Si yo me dopo y los demás se dopan, qué problema hay? ¿No es igualdad competitiva?

    Nada más lejos de la realidad. Desconozco hasta qué punto habéis seguido competiciones deportivas de alto nivel durante los últimos años y, aún más, si os habéis interesado por las tramas de dopaje más grandes, que han sido muchas, de las dos últimas décadas. Pero es esencialmente falso: el dopaje no iguala. Hay muchos y muy distintos tipos de dopaje, y como la Operación Puerto ya se encargó de demostrar gana el que más paga. Es pura ley de oferta y demanda: los grandes médicos ofrecen tratamientos que van desde la clase A+ hasta la clase Z. Cada uno tiene sus precios. El más caro puede llegar a los 7.000 euros y el más barato pueden ser un pal de píldoras no muy determinantes.

    La idea de todos los deportistas, partiendo de sus limitaciones físicas, igualados por el dopaje en una suerte de efecto neutro queda totalmente deshecha desde el momento en que las victorias dependen de qué deportista pague más o menos. Soy seguidor muy habitual del ciclismo y puedo dar fe que, durante los años de la barra libre, que van desde mediados de los noventa hasta el 2006, más o menos, la competición siempre quedaba en manos de los alumnos aventajados, y más acaudalados, de Eufemiano Fuentes o el doctor Ferrari. Valverde, Armstrong, Ullrich o Basso ganaban porque, sencillamente, pagaban más que nadie a Fuentes y sus ayudantes. El dopaje es capaz de convertir burros en caballos de carreras, al margen de todo talento natural pre-dopaje, y asombró al mundo con aberraciones físicas como Isidro Nozal.

    Ya sé: «Pero el efecto corrector del dinero también existe en otros ámbitos diferentes al dopaje». Desde mi punto de vista hay una diferencia palpable entre comprar unas zapatillas u otras y lograr mejores o peores transfusiones de sangre. El dopaje es el mayor factor diferencial del deporte, por encima de recursos federativos o talento innato. Y por eso adultera de un modo tan obvio el deporte, por hace de competiciones (profesionales, espectáculos, círculos de dinero, lo que queráis) físicas una feria de monstruos.

    PD: Sobre la anorexia, invito a Gladwell a hacer más de 20.000 kilómetros anuales en bicicleta. Ni siquiera hace falta que lo haga al ritmo del profesional. Entonces podría comprobar como la anorexia no es tanto inducida como resultado de quemar 3.000 calorías al día.

    • Niandra dice:

      Un ejemplo a tu post-data es la ya famosa dieta de Thor Hushovd en el Tour 2011. El corredor tiene que ingerir lo más posible para equilibrar un consumo de ¡¡6.000 calorías!!

      http://www.esquire.com/blogs/food-for-men/thor-hushovd-tour-diet-070511

      Por otro lado, la pregunta del articulista es tremendamente tramposa. Me temo que la «anorexia autoinducida» no es una medida para mejorar el rendimiento deportivo.

      Los deportistas de élite corren quizá un riesgo adicional de sufrir anorexia, debido a la naturaleza de sus actividades, pero esta no deja de ser una terrible consecuencia de la presión inducida por mayor carga de entrenamiento, la necesidad de tener un peso «ideal» para la competición. La anorexia, a diferencia del dopaje, no se trata de una decisión consciente (e informada, en mi opinión) del deportista.

      El deportista de élite elige traspasar las barreras de lo permitido y poner en riesgo su salud por el enorme incentivo que supone el salto de calidad de sus resultados deportivos.

      Soy una persona joven, que hipoteco mi preparación para dedicarme al deporte profesional, tengo pocos años para conseguir una buena pasta antes de enfrentarme al mundo real y SÉ que haciendo una inversión relativamente moderada (el tratamiento de Ulrich o Basso eran 50.000 al año) puedo conseguir unos resultados que me abran la puerta a contratos millonarios (3 millones de euros / año para Contador). Además, los riesgos de que me pillen son escasos (miles de controles, pocos positivo, decenas de testimonios de dopados que pasaron limpios todos los controles).

    • McManus dice:

      Por otro lado, lo de las ventajas económicas también existe en deportes de equipo muy jerarquizados, como la liga americana de béisbol o las diversas ligas de fútbol en Europa. Aquí, el Real Madrid compite en la misma liga con equipos que tiene 10 – 20 veces menos presupuesto. Esto tiene consecuencias a nivel de competitividad, pero parece ser que no merece tanta indignación moral como el dopaje, aunque hay voces por una liga más igualada.

      Si tienes 500 millones de presupuesto, puedes comprar a un jugador TOP 3 mundial como Cristiano Ronaldo. Si no, te jodes y te conformas con jugadores que están en el TOP 100 ~ 500 de la liga.

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