Ayer, por cierto, había primarias en New Haven, Connecticut, la pequeña ciudad de 130.000 habitantes donde vivo. La política local aquí es muy típica de las viejas ciudades del noreste; si habéis visto The Wire os sonará bastante. Las elecciones generales son, como poco, irrelevantes, con los republicanos ni siquiera preocupándose por presentar un candidato, así que todo se decide dentro del partido demócrata.
La cuestión es, ¿quién vota? Poca, muy poca gente: 11.651 votantes, para ser exactos, un 17% del censo. Es una cifra elevada, por cierto; estas han sido una primarias muy disputadas, con cuatro candidatos y el alcalde (desde hace 18 años) John DeStefano sólo sacando un 42% de los votos. La sorpresa (para los realmente yonkis de la política local) es cómo los sindicatos de los trabajadores de la universidad de Yale (el mayor empleador local) se han movilizado contra los concejales «afines» al alcalde, y se han cargado un buen puñado de ellos. 15 de 30, para ser más precisos, y eso que sólo han presentado alternativas en 17 circunscripciones.
En mi barrio, por cierto, ha ganado Jessica Holmes, una de las candidatas «insurrectas». Como decía hace unos meses, quizás no vota ni Dios, pero los candidatos nos han prestado atención. Holmes, de hecho, se ha pasado por casa tres o cuatro veces.
En noviembre, en las generales, parece que el alcalde se enfrentará de nuevo al menos a uno de sus rivales en las primarias, pero sigue siendo favorito. Si me tenéis que preguntar, por cierto, el alcalde no es demasiado malo, a pesar de la (relativamente) alta tasa de crimen.El alcalde ha impulsado algunos proyectos realmente fantásticos y tiene la idea correcta sobre urbanismo, así que es complicado estar del todo en contra. Lo cargante, sin embargo, es que la ciudad no es estrictamente corrupta, pero digamos que hay una cantidad considerable de compadreo no demasiado agradable. Es menos corrupta que otras ciudades cercanas (la forma más habitual para que un alcalde de Hartford pierda el cargo es camino de la cárcel), pero sigue siendo feo.
Lo más delirante que ha sucedido por aquí, de hecho, fue cuando la ciudad tuvo que cerrar la sección de narcóticos del departamento de policía de New Haven el 2007, ya que estaba podrido de arriba a abajo. El alcalde ganó ese año con un setenta y pico por ciento de los votos, de todos modos. Para Connecticut, ese era un escándalo menor. Unos años antes, el alcalde de Waterbury acabo en la cárcel por pedofilia; lo cazaron en una investigación por sobornos. Recordad, la educación es competencia municipal por estas tierras. Y sí, Waterbury es esa bonita ciudad donde seis de los últimos siete alcaldes han acabado en la cárcel. La política local por estas tierras mola.
Que bello es vivir¡¡¡…… en Connecticut ejeje
La verdad es que nos gusta quejarnos mucho de la corrupción política de España… lo cierto es que para ser un país mediterráneo (basta comparar con Italia y Grecia) nuestros políticos son modélicos. Y qué decir de EEUU… parece que el alcalde Quimby de los Simpson es bastante buen reflejo de la realidad.
El tema de que el concejal vaya a tu casa me parece alucinante. cuenta mas. ¿Se presentaba sin avisar como los de jazztel o concertaba cita? ¿Sabia donde se metia? ¿Porque iba varias veces?¿Iba solo o con periodistas? ¿cuanto tiempo estaba?
Me estaba imaginando al pobre pepiño blanco en tu casa defendiendo la politica de infraestructuras delante de los periodistas y saliendo escaldado.
Información Bitacoras.com…
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[…] la mayoría de ciudades grandes tienen sistemas con alcaldías fuertes. Recordad eso cuando explico épicas batallitas de corrupción […]