Una de las cosas que repito más a menudo por estos lares es que el gobierno debe pasar reformas estructurales como antes mejor, haya o no reformas. Los problemas del país son urgentes y necesitamos cambios como antes mejor, sea con los sindicatos a favor o en contra.

Ahora que parece que el gobierno ha conseguido llegar a un amplio acuerdo para reformar las pensiones, sindicatos incluídos (nota al margen: merecen ser felicitados por su responsabilidad hoy), sin embargo, tengo que reconocer que aunque sigue siendo urgente cambiar muchas cosas, el consenso ha sido un bálsamo importante para el gobierno. A veces me olvido que los periodistas (y votantes) actúan en un contexto de racionalidad limitada – la mayoría realmente no entienden demasiado lo que se discute, así que muchos llegan (¡llegamos!) a conclusiones basándonos en lo que dice la gente que nos cae bien.

Lo que me parece curioso es cómo los sindicatos han aceptado una reforma de las pensiones mucho más dura, en comparación, a la reforma laboral, y lo han hecho sin rechistar demasiado. Creo que la hipótesis de Jorge Galindo de la guerra nuclear es acertada; la primera huelga general fue una semi-pifia, y el gobierno ya demostró entonces que si no hay acuerdo estaban dispuestos a aprobar una ley ellos sólos. Lástima que fuera tan tímida.