Y lo es porque su mayor poder reside casi siempre en la amenaza de utilizarla, y no en su uso. De hecho, el uso de ambas conlleva un gran riesgo. El de un arma nuclear, las obvias consecuencias en la región atacada y el peligro de una respuesta. El de una huelga general, un escaso seguimiento por parte de los trabajadores. Los sindicatos españoles, claro, lo intuyen, y por eso quieren apurar al máximo el proceso de negociación de las pensiones. ¿Cómo no iban a convocar una huelga por la jubilación a los 67 años, si lo hicieron por una reforma laboral de chichinabo? Claro, entonces les siguió menos de un 30% de los ocupados. Esta vez serían aún menos, y su imagen se vería irremisiblemente dañada.
Los sindicatos se están cavando su propia tumba. Y no me hace demasiada gracia, la verdad: prefiero un país con actores sociales fuertes y responsables. Pero, francamente, ellos se lo están buscando.
Explícaselo al sindicato CIG, que tiene convocada una huelga general en Galicia para el 27 de enero, en un intento de suicidarse durante el resto de la crisis.
[…] laboral, y lo han hecho sin rechistar demasiado. Creo que la hipótesis de Jorge Galindo de la guerra nuclear es acertada; la primera huelga general fue una semi-pifia, y el gobierno ya demostró entonces que […]