Tanto hablar de cómo rescatar a Grecia y por qué el invento del Profesor Franz de Copenhagen que es el sistema europeo de rescates es imprescindible, y me he olvidado de hablar un poco sobre nuestros viejos amigos los bancos.

¿Recordáis el viejo problema de las quiebras bancarias? Básicamente los bancos no son empresas normales, ya que cuando se van al garete se llevan con ellos los ahorros e inversiones de un montón de sus clientes. Una quiebra bancaria es la pura definición de bombazo con daños (económicos) colaterales, así que los tenemos que regular en serio.

Volvamos a los  PIIGS. Una bancarrota griega tendrían efectos devastadores sobre los pobres griegos (si ahora no pueden pagarse los servicios públicos, imaginad si no pueden pedir un duro prestado), pero no se quedaría ahí – muchos bancos perderían dinero a espuertas. Los banqueros tomaron el riesgo de prestar dinero a un estado con un sistema político más bien poco fiable, y perdieron la apuesta. Por mucho que fueran ellos los que se tragaron que el euro hacía de Grecia la Suiza del Peloponeso, si sus pérdidas colocan a dos o tres bancos demasiado grandes e interconectados al borde de la quiebra, los que nos comemos la catástrofe somos nosotros.

Cuando decimos «rescatar Grecia», lo que estamos haciendo realmente es salvar bancos alemanes y franceses – y con ello, media economía europea. En una de esas cosas que hacen que amemos a los banqueros como a nadie en el mundo, podemos escoger entre salvar Grecia y premiar a los idiotas que les prestaron dinero, o castigar a los idiotas y comernos una catástrofe económica espantosa. No podemos ganar.

Los líderes europeos (en gran parte, gracias a lo aprendido con el «experimento» de la quiebra de Lehman Brothers) han decidido, con razón, apostar por el mal menor: salvemos a los idiotas para salvarnos a nosotros mismos. Espero, sin embargo, que no se olviden por qué andamos metidos en este desastre, y qué tenemos que hacer para evitar que se repita.

Para empezar, mejores reguladores. Es sencillamente increíble que la Comisión Europea se tragara los presupuestos griegos tan ricamente, y es aún más increíble que las agencias de calificación se creyeran que el euro hacía de España un länder alemán. Es aún más increíble que los bancos llegaran a comprar tal cantidad de deuda de un estado europeo sin rechistar, y por descontado aún más incomprensible que nadie se tomara en serio los riesgos en el sistema financiero. Los políticos europeos han hecho un trabajo espantoso creando regulaciones que aseguren que la zona euro tiene un sistema bancario cuerdo y estable, y los bancos han reaccionado como un niño de cuatro años delante de un pote gigante de Nocilla – con un empacho descomunal.

Rescatado el sistema del borde del abismo (está por ver que lo consigamos, pero vamos, de momento) lo primero que tenemos que hacer tanto en Europa como en el G20 es volver al viejo modelo de regulación bancaria: riesgos mínimos, finanzas aburridas y sistema totalmente soporífero. No es sólo cuestión de vigilar que los estados se porten bien (que también – parte del problema es que algunos se tomaron el euro como una verbena), sino que los bancos no tengan tentaciones de ir por ahí haciendo el mandril, y después anden pidiendo rescates. Eso quiere decir probablemente un impuesto sobre transacciones bancarias pactado en el marco del G20, algo que incluso Estados Unidos y el FMI (!!!) parecen estar dispuestos a apoyar.

No, no es la «tasa Tobin». El FMI tiene un nombre mejor, la Financial Activities Tax, o FAT. Y aunque sigo de estar del todo seguro que sea una idea perfecta (suena demasiado bonita para ser verdad) y dependerá mucho sobre cómo se implemente, creo que a estas alturas es la solución correcta. Y necesitamos el dinero para cerrar déficits, corcho.

Por cierto, una nota final: fijaros que en la explicación los bancos españoles no están listados. Resulta que, contra todo pronóstico, esto sí lo regulamos bien. Las cajas de ahorros, por supuesto, son otro cantar – pero eso es para otro día.


4 comentarios

  1. Cónstese que, en cualquier caso, tampoco se trataría de una tasa Tobin con otro nombre más bonito. La tasa Tobin sólo se aplicaría «supuestamente» a las transacciones financieras en el mercado de divisas. Sólo a esas. http://cuasieconomista.blogspot.com/2009/12/james-tobin_5806.html

    Respecto al resto de la entrada, pues bastante de acuerdo con el resto de medidas que señalas, aunque no dejan de ser algo que se lleva pidiendo durante mucho tiempo. Así que habrá que ver hasta dónde pretenden llegar y, sobre todo, qué quieren conseguir.

  2. perico dice:

    Ante el trilema político que definía el economista Dani Rodrik (que la globalización económica, la democracia política y el estado-nación son irreconciliables entre sí, y que sólo dos de ellas pueden aplicarse simultáneamente), está claro que en España se ha optado por sustituir democracia por plutocracia.

    Y las corporaciones multinacionales se seguirán encargando de convertir paulatinamente el estado-nación en una ficción, transformando fácilmente las oficinas de tecnócratas como vos en conductos de afianzamiento de poder.

    Y mientras tanto hablaréis de la gobernanza global, bla… bla… bla…

  3. Heathcliff dice:

    Las cajas de ahorros no son un cantar.

    Son un jodido requiem.

    🙁

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