Los demócratas parecen haber despertado de forma definitiva de su profundo letargo. Al menos, se han despertado un ratito. En vista que la legislación con la reforma de la sanidad parecía destinada a embarrancar entre la estulticia de unos y la tozudez de otros, los líderes de la cámara han llegado a la conclusión que no hay problema que uno no pueda arreglar con una motosierra.

¿Cómo? Partiendo la reforma en dos, por supuesto.

La idea es la siguiente. La reforma de la sanidad tiene dos pilares, uno regulatorio (mercado de seguros, controlar prestaciones, etcétera) y otro fiscal (nuevas ayudas, pagar el chiringuito, etcétera). La primera mitad es relativamente fácil de aprobar, así que es posible redactar algo que consiga los 60 votos necesarios para evitar el filibusterismo en el Senado. La segunda es más complicada, pero es estrictamente presupuestaria, así que puede ser aprobada utilizando un oscuro procedimiento parlamentario que sólo requiere 50 votos: la reconciliación.

Dicho en otras palabras, es sacar el bulldozer democrático, casi literalmente. Si el Senado no es capaz de actuar como un legislativo compuesto por adultos, se les tratará como niños. Tradicionalmente, el filibusterismo era un práctica utilizada en muy raras ocasiones; la cámara siempre había funcionado con una regla mayoría simple implícita. En los últimos años, sin embargo, el bloqueo sistemático ha emergido como un modo de vida, haciendo el país casi ingobernable. Separar la legislación no arregla este absurdo problema estructural del Senado, pero al menos da una salida a una ley que podría morir víctima de dos o tres «moderados» cejijuntos de un estado medio vacio.

No estoy seguro si el plan funcionará; los republicanos y demócratas más recalcitrantes, al fin y al cabo, verán que todo el invento es un truco procedimental claro. La idea es que la parte regulatoria es más popular y fácil de defender (no incluye impuestos) así que bloquearla es más complicado de cara a la opinión pública.  El plan, de hecho, puede que sea utilizar la amenaza de utilizar este método para forzar a los más tímidos a dejarse de tonterías y apoyar la reforma. Veremos.

Lo más triste de todo, por cierto, es que la práctica del filibusterismo no es constitucional; es una norma de funcionamiento interno del senado. Es una camisa de fuerza autoimpuesta por los legisladores, no una obligación legal;  un voto de mitad más uno puede cambiar esta regla. Si los Senadores no la cambian es, me temo, porque cada punto adicional de veto les da más poder individualmente… y eso les encanta.


3 comentarios

  1. J.E dice:

    Justo te iba a preguntar porque no se reformaba lo que fuera para evitar el filibusterismo, pero gracias por la aclaración.

  2. […] palestra poniendo objeciones variadas a la reforma de la sanidad. Kent Conrad buscando excusas para no tener los votos necesarios. Joe Lieberman diciendo que quizás sería mejor aprobar algo cuando la recesión se acabe, a pesar […]

  3. […] que era ahora o nunca. Ni idea. Quedán aún muchos escollos (empezando por superar el absurdamente nihilista Senado), y por descontado, tampoco estaría mal pasar una buena ley. Lo que está claro es que la […]

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