Aún con todos reparos y dudas que esta clase de medida me produce, sigo siendo de la opinión que la nacionalización (o alguna de sus variantes) es probablemente la mejor solución para solucionar los problemas del sistema financiero. No es un arreglo fácil, no es una solución perfecta, pero entre todas las opciones posibles me temo que es la más barata y eficaz.

Hace un par de semanas, sin embargo, proponía y clamaba que la nacionalización era la opción preferible en parte porque -para qué negarlo- era un castigo adorable a todos esos banqueros insensatos, en parte porque estaba bastante seguro que nunca, nunca, nunca sería puesta en práctica. Esto es Estados Unidos, al fin y al cabo. No está en el debate. Mi idea siempre estará ahí, pura, perfecta, inmaculada, sin haber entrado nunca en contacto con la realidad más allá de la perfecta pero no-demasiado-relevante Suecia.

Bien, parece que las cosas están cambiando. No sé de dónde ha salido todo este ruido, pero en los últimos dos o tres días la palabra que empieza por «N», esa palabra maldita y terrible que llevaba a legisladores al pánico y la locura, está absolutamente en todas partes, siendo pronunciada por gente increible. Un ejemplo:

Para que nos entendamos: hay cuatro personas en este debate en This Week, el programa de George Stephanopolous que parece estar marcando la agenda ultimamente. Dos son demócratas, dos son republicanos. Cuando la palabra «nacionalización» es puesta sobre la mesa, tres dicen que es una idea ser considerada, una dice que no. Entre los que dicen que sí tenemos a Lindsey Graham, senador republicano por Carolina del Sur, y la última persona del planeta que uno esperaría proponiendo el comunismo en América.

No es el único. Greg Mankiw, economista en la Casa Blanca durante la administración Bush, anda hablando de eso mismo. El mismo presidente Obama parece incapaz de negar de plano la opción, dejando la puerta abierta de manera muy obvia. La medida está siendo discutida y comentada constantemente en televisión, siendo ya pregunta estándar para muchos periodistas; está definitivamente en el debate en serio. Y sí, el plan de Geithner, ese tan confuso, tiene un mecanismo no demasiado camuflado para nacionalizar.

Lo más curioso del video de arriba, por cierto, es quién dice que no a nacionalizar: Chuck Schumer, senador demócrata por Nueva York. Schumer es un tipo despierto e inteligente, que sabe muchísimo sobre el sistema financiero. Es precisamente por eso que habla en contra de la medida.

En Ciencia Política hay una expresión para ello, regulatory capture, o secuestro regulatorio. Se usa para refirse a situaciones en que una determinada industria o sector de la economía trabaja y colabora tanto con los políticos y agencias que lo regulan que acaban por básicamente controlar la legislación.

Schumer es el senador que representa el mayor centro financiero del mundo, y como tal tiene un interés y entusiasmo poco disimulados en participar y ser miembro de cualquier comité, comisión o chiringuito regulatorio que tenga que ver con el tema. Supongo que podéis imaginar quién paga las campañas del buen senador, etcétera, etcétera. El buen hombre sabe de sobras qué efectos tendría una nacionalización en su industria favorita, con todos esos amiguitos perdiendo hasta la camisa.

¿Recordáis cuando comentaba que el sistema político americano no es especialmente efectivo pasando reformas ambiciosas? Bueno, esto es uno de los motivos. Schumer puede -y seguramente quiere- retrasar legislación que no guste a sus clientes jefes amigotes votantes, ocupando como ocupa puestos clave en varios comités en el Senado. Lo mismo es aplicable a otros senadores como Chris Dodd. Ambos viven en distritos super-seguros, donde perder elecciones para un candidato demócrata es casi imposible, así que no tienen demasiado miedo de perder el cargo. Si se ponen burros, sólo cantidades ingentes de presión popular o votos en contra masivos de otros legisladores en su comité podrían romper su bloqueo.

No digo que Schumer y Dodd vayan a torpedear cualquier reforma, pero podéis estar seguros que no van a ser de gran ayuda en hacerla más bonita y eficiente si se les deja solitos. La Casa Blanca puede romper esos bloqueos a base de empujar y amenazar con dejar claro que no tolerará bromas (nadie quiere ser criticado por un presidente muy popular por ser «amigo de los banqueros»), pero podéis estar seguros que no será una reforma sencilla.


3 comentarios

  1. En ese caso, podemos ya contar con la voz de más alto rango que se va a alzar en contra de cualquier nacionalización: el vicepresidente de los Estados Unidos y ex-senador por Tarjetadecréditolandia, Joseph Biden.

  2. Roger Senserrich dice:

    Por eso es vicepresidente, para que no vote en contra de nada :-).

    De todos modos, no sé si Visa, Mastercard y familia tienen demasiados problemas estos días. Se ha hablado poco de la deuda de tarjetas de crédito; me huelo que deben andar mal, pero no lo sé seguro.

  3. […] agencia de protección a los consumidores, son realmente elegantes, minimizando el problema de la captura de los reguladores que tanto daño ha causado. Incluso están hablando de prohibir algunas técnicas de compra-venta […]

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