En un pasado distante, antes que los popes financieros se arrastraran por Washington pidiendo un poco de capital, por favor, que es muy triste pedir pero es más triste parir pirámides financieras, un servidor mencionó la palabra que empieza por N. No fui el primero; Larry Summers, sin ir más lejos, estaba diciendo esas cosas antes que yo.

Eso fue en julio del año pasado, antes de la caída de Lehman Brothers y el ataque de histerismo global. Llegó el rescate, las tímidas, dubitativas inyecciones de capital a los bancos, y el triste espectáculo de ver el gobierno americano lloriqueando que el dinero no iba a ningún sitio. Los mercados de crédito parecen estar volviendo a la vida lentamente, pero los bancos, incluso los gigantes que en teoría habían sobrevivido y fagocitado a los niños malos del sistema, parecen estar en agonía – otra vez.

Bank of America y Citigroup no es que estén en problemas: es probable que estén en las últimas. En el debate aparece de nuevo la palabra que empieza con N.

El plan de rescate americano hasta ahora ha sido básicamente una chapuza. Es mejor que la patética orgía de regalos a Wall Street del que era el plan original de Paulson, pero no es precisamente agresivo: si una banco tiene problemas el tesoro compra acciones sin derecho a voto a cambio de extender créditos a bajo interés. Si el banco tiene un agujero contable gigantesco, esto se traduce básicamente en dar préstamos a alguien que no puede pagar nada a corto plazo; el dinero va a tapar agujeros urgentes, pero no es suficiente para hacer que el banco haga negocios. Uno acaba tirando más y más dinero hasta que está cubriendo todas las pérdidas previas con préstamos subvencionados, socializando pérdidas privadas a mansalva.

Con Bank of America necesitando 20.000 millones de dólares a corto plazo, no me extraña en absoluto que algunos se planteen dejarse de historias, tomar posesión del chiringuito y arruinar a todos esos accionistas que estarías subvencionando hasta el infinito. Los bancos no van a resucitar a corto plazo, es hora de dejar de engañarse; es hora de seguir el ejemplo de Gordon Brown y recurrir a los viejos métodos. Nacionalizar, hacer limpieza, vender tan rápido como se pueda, dejando a todos esos capitalistas tan brillantes en la cuneta como merecen.

¿Poco realista? No sé. Larry Summers trabajará en la Casa Blanca con Obama, al fin y al cabo.