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Obama y las ilusiones perdidas

6 Nov, 2012 - - @egocrata

Mucha gente esperaba mucho, demasiado, de la presidencia de Barack Obama. Ciertamente, la campaña del 2008 fue extraordinaria: Obama, un orador tremendo, hablando contra el cinismo, reivindicando la política, defendiendo el valor de la esperanza ante las viejas divisiones partidistas. Con la economía hundiéndose en una crisis aterradora, el país metido en dos guerras inacabables y un oponente que era la pura encarnación de la vieja guardia, era difícil no emocionarse un poco.

Basta conocer el sistema político americano, aunque sea de forma superficial, para darse cuenta que estas expectativas no eran del todo realistas. El Presidente de los Estados Unidos es, en teoría, el hombre más poderoso de la tierra, pero su radio de acción es de hecho bastante limitado. Un Presidente puede tener una agenda política y programa de gobierno, ciertamente, pero esto al Congreso no le importa demasiado. Cada Representante y Senador ha ganado eleas cciones en su distrito sin ayuda de nadie; el Presidente puede decir misa, pero ellos se deben a sus votantes, no a su jefe de filas. La agenda legislativa del país, por tanto, nunca es realmente la agenda del jefe del ejecutivo; en palabras de Grover Norquist, hablando de la importancia de tener mayorías legislativas sólidas: «We don’t need a president to tell us in what direction to go. We just need a president to sign this stuff«.

La agenda de Obama en la presidencia, por lo tanto, nunca  iba a ser «esperanza», «cambio» y revoluciones variadas. En todo caso sería tanto cambio, esperanza y revolución como la mayoría demócrata en el Congreso de los Estados Unidos esté dispuesta a tolerar. Para cualquiera que conozca el partido, era difícil esperar gran cosa.

Los demócratas tienen, al llegar al  poder, tres prioridades en mente: uno, ser reelegidos (son políticos, al fin y al cabo). Dos, salvar a la economía del desastre. Tres, cumplir alguna promesa electoral, aunque (como de costumbre) no están del todo de acuerdo en cuál. Las eternas primarias presidenciales se centraron sobre todo en sanidad, el Santo Grial del partido desde los años de Truman, aunque el apocalipsis económico global corría el riesgo de dejarlo en segundo plano. Voces del partido hablaban de regulación bancaria, inmigración o calentamiento global, con los más cagamandurrias prudentes insistiendo en abandonar todo y sólo hablar de economía.

Obama además se encontró con dos problemas relativamente inesperados. Primero, el partido republicano en bloque decidió no cooperar con el Presidente en absoluto. Los conservadores, con buen sentido estratégico,  decidieron forzar a los demócratas a gobernar completamente en solitario, forzándoles a negociar consigo mismos. Aunque la mayoría demócrata parecía enorme, Obama sólo podía ir tan lejos como le permitiera el «legislador mediano» en cada una de las cámaras, inevitablemente uno de los miembros del ala moderada del partido. Segundo, Mitch McConnell, el lider del GOP en el Senado, apostó por recurrir al filibusterismo de forma indiscriminada. El Senado, en vez de funcionar por mayoría simple (51 votos) pasó a requerir mayorías cualificadas (60 votos) merced triquiñuelas parlamentarias. Los 41 senadores republicanos, si  mantenían la disciplina de voto, podían hacer el país ingobernable.

La capacidad de gobierno de Barack Obama debe ser analizada bajo este contexto. El Presidente hereda una economía en una situación absolutamente desesperada (Estados Unidos estaba destruyendo 800.000 empleos al mes a principios del 2009), pero con una mayoría insuficiente en el Senado.

¿Qué consigue Obama con este punto de partida? Probablemente la mayor producción legislativa en dos años de cualquier presidente desde la era Johnson, que se dice rápido. Obama empezó reclutando tres senadores republicanos (Specter, Snowe y Collins) para aprobar un plan de estímulo fiscal gigante (y probablemente insuficiente) que consiguió evitar que el país se sumiera en una depresión económica. Mientras hacía esto, el Departamento del Tesoro, con ayuda enérgica de la Reserva Federal, aplicó un plan de saneamiento del sector financiero singularmente efectivo y excepcionalmente barato a medio plazo, y  una nacionalización, saneamiento y rescate de la industria del automóvil que ha funcionado mucho mejor de lo esperado.

La cosa no quedó aquí. El voto a favor del estímulo de Arlen Specter acabó por forzar su deserción a los demócratas, dando al presidente 60 votos. Lejos de dormirse en sus laureles, Obama apretó el acelerador con la reforma de la sanidad. El proceso para sacar la ley adelante resultó ser increíblemente complicado, con el sector moderado del partido haciendo debatiéndose en intentar reclutar votos del GOP para cubrirse las espaldas o dejar la ley a medias. Gracias al excepcional trabajo de Nancy Pelosi (el político más minusvalorado de América, con mucha diferencia) y Harry Reid el Presidente consiguió sacar adelante una ley literalmente tan progresista como fue humanamente posible, siendo aprobada con márgenes minúsculos en las dos cámaras. Ni siquiera la inesperada pérdida de la supermayoría en el Senado en enero del 2010 consiguió descarrilar el proceso.

Con el Senado «perdido» 59-41, la ley sobre cambio climático aprobadada por la Cámara de Representantes por estrecho margen (Pelosi, de nuevo, empujando la agenda tan lejos como era humanamente posible) se quedó en nada, pero esto no quiere decir que el Presidente se quedara de bajos cruzados. Durante el 2010 los demócratas consiguieron aprobar Dodd-Frank, una ambiciosa (aunque imperfecta) ley para regular el sistema financiero de nuevo con algunos votos republicanos.

Para desgracia de los demócratas, las recuperaciones económicas tras una crisis financiera acostumbran a ser excepcionalmente lentas. Aunque Estados Unidos estaba saliendo con relativa rapidez comparado con otros países en situaciones semejantes, las elecciones legislativas del 201o fueron una derrota tremenda para los demócratas. Los votantes no entienden de historia económica o prestan atención al desastre europeo, y Obama se llevó una buena tunda. Lejos de desanimarse, Obama respondió a la derrota llegando a un acuerdo con los republicanos para prorrogar y ampliar los recortes fiscales incluídos en el estímulo fiscal y las rebajas del impuestos de la era Bush – una descenso de las cotizaciones sociales que eran, en efecto, un segundo estímulo.

El año 2011, por desgracia, vio mucha menos colaboración por parte del partido republicano, que exigió repetidamente grandes recortes de gasto sin subidas de impuestos para cerrar el déficit.  Las negociaciones acabaron en agosto, con el sector montañés del GOP amenazando con forzar incluso un impago de la deuda si no le hacían caso. Obama probablemente pecó de ingenuo durante las negociaciones (nadie creía que la tropa del tea party realmente fuera a reventar el país de ese modo), pero al menos logró evitar el desastre. A finales del 2012 la economía americana crece a un ritmo modesto pero sostenido, crea empleo, y es uno de los pocos países ahí fuera que no parece andar flirteando con una segunda recesión.

Todo esto en política doméstica, por cierto. En política exterior estamos hablando del Presidente que cerró la guerra de Irak, mató a Bin Laden y acabó con Gaddaffi, con Afganistan como único error de bulto.

Obama ha cometido errores, ciertamente. Durante estos cuatro años no ha sido la figura inspiradora, post partidista, conciliadora y trascendente que muchos vieron durante la campaña. Gobernar, especialmente en Estados Unidos, es un negocio feo, sucio, torpe y pesado, lleno de pactos chapuceros, negociaciones inacabables y laboriosas noches de contar votos y apretar las tuercas a legisladores muertos de miedo de perder elecciones. Mi gran temor durante la campaña del 2008 era que Obama realmente se creía lo que estaba diciendo; un político excepcionalmente carismático pero incapaz de gobernar en las trincheras. A la hora de la verdad, sin embargo, Obama ha resultado ser un zapador paciente, increíblemente tozudo y capaz de mover cantidades ingentes de legislación por lugares casi imposibles. Los demócratas llevaban setenta años intentando aprobar una reforma de la sanidad decente; Obama ha sido el que ha conseguido hacerlo.

Sí, Obama no es el político soñado, el hombre que maravilló al mundo con discursos excepcionales en el frío de Iowa. No ilusiona. La verdad: mejor así. Prefiero un tipo capaz de gobernar a un encantador de serpientes. Hoy los americanos deciden si los grandes logros legislativos del Presidente (sanidad, reforma financiera, proteger y ampliar el estado de bienestar del país) entrarán en vigor. Obama merece ser reelegido.

Y los americanos, si las encuestas (y Nate Silver) están en lo cierto, le darán cuatro años más.


16 comentarios

  1. Quevedin dice:

    Buen artículo reflejando el desencanto. Yo veo la cosa apretada, aunque parece que Ohio está para Obama y Florida para Romney, y el pastel son Colorado y Carolina del Norte, pero como explica este artículo, todos los agregadores de encuestas dependen mucho de la calidad de las mismas, y si por lo que sea hay errores sistemáticos generalizados, los agregadores pierden su efectividad.
    http://dailycaller.com/2012/11/01/is-nate-silvers-value-at-risk/
    También, como él mismo demuestra, falla bastante cuando hay votos movidos entre 3 partidos, cosa que es difícil de basarse en estadística (la elección del Reino Unido de 2010, por ejemplo).
    ¿Cómo crees que quedará la Cámara y el Senado?

    • Roger Senserrich dice:

      ¿Qué tres partidos? Gary Johnson no cuenta. Y el Daily Caller está a la derecha de Libertad Digital – lo que hacen no es realmente análisis.

      El Congreso quedará básicamente igual; no se esperan grandes cambios.

  2. Diego dice:

    Madre mía, después de leer esto me dan ganas de entregar mi mujer a Obama para tener el honor y el orgullo de criar un hijo suyo.

    Ahora en serio. Dejando a un lado tu tan comentada y más que notable falta de objetividad sobre Obama me da envidia el que haya un político que te ilusione. Yo debo haber pasado demasiado tiempo atento a los periódicos españoles los últimos años porque me siento realmente «huérfano» de representación política. Me gustaría encontrar a alguien que me ilusionase tanto, al que apoyar en público sin excesivos matices y que me animara a afiliarme a un partido.

  3. Javier dice:

    La verdad es que es algo que envidio para Europa: un tipo con la suficiente imagen de marca como para atraer voots e interés pero combinada con la capacidad de trabajar en el lodo y hacer cosas aburridísimas y no vendibles a la tele. Al menos tal como lo describes – y se ha visto estos años que es así -. Interesante artículo.

    PD: creo que has mezclado «cagabandurrias» con «mamandurria», dos de esas palabras que molan.

    • jasev dice:

      «Cagamandurrias», aun sin estar aceptada por la RAE («cagabandurrias» tampoco) es una expresión medianamente conocida. Creo que Pérez-Reverte la utiliza de vez en cuando en sus artículos.

  4. Nombre dice:

    Entonces tenéis hoy tertulia electoral? y a qué hora?

  5. El Burgués dice:

    Pillo sitio para ver la implosión si finalmente Romney gana.

  6. Andrés dice:

    Creo que has confundido a Arlen Specter (http://en.wikipedia.org/wiki/Arlen_Specter) con Warren Spector (http://en.wikipedia.org/wiki/Warren_Spector)…

  7. jorge dice:

    Roger, has escrito un articulo buenisimo, pero creo que no te lo has leido. Y es que las conclusiones son totalmente incompatibles con la descripcion.

    Como bien dices Obama gano las elecciones con un discurso bi-partidista e integrador. Y en cuanto gano las elecciones se convirtio en el presidente mas partidista de los ultimos 30 años.

    Acepto que la situacion economica fuera terrible, y que Obama freno la crisis, y salvo a la industria del automovil (aunque siendo malos podriamos pensar que lo que salvo fue a los sindicatos del automovil, fieles votantes y contribuyentes democratas, pero no seamos malvados). Pero ha sido incapaz de recuperar la economia de forma sana, y sus resultados medidos contra sus promesas sdon bastante penosos.

    Pero lo mejor de todos es cuando dices con satisfaccion que impulso una legislacion tan progresista como le permitia el congresista mediano. Evidentemente la consecuencia es que es una legislacion tan radical que la perdida de un solo congresista (bien por elecciones o por arrepentimiento) convierte esa legislacion en minoritaria! Leyes de corto recorrido, pues, y forzadas contra el 49% de la poblacion.

    Y encima sin la cintura adecuada para corregirlo tras el batacazo de 2010.

    Solo por eso (sin contar con actuaciones mas impropias aun, como reccess appointments nocturnos, ordenes legislativas para ignorar leyes, etc.) Obama merece un puesto como conferenciante millonario. Igual consigue un nuevo Nobel, como Al Gore!

    Desgraciadamente los americanos van a cometer el error que nosotros tuvimos en 2008: ignorar la realidad para creernos nuestras fantasias (mucho mas agradables). Aun estan a tiempo.

    • Roger Senserrich dice:

      Te has perdido la parte en que explico que los republicanos por sistema se negaron a colaborar en absolutamente todo. Lo del Senado de 60 votos es algo increíblemente inusual, por ejemplo. La ley de sanidad, por ejemplo, tiene un diseño calcado a Romneycare, una ley que los republicanos se pasaron años diciendo que era maravillosa hasta que Obama la puso sobre la mesa. Si Obamacare es radical, Heritage, el think tank que la originó, es el PCUS o algo parecido.

      Y no me digas que post-2010 es cosa de falta de cintura de Obama. Primero, porque el 2º estímulo lo saca adelante con un montón de republicanos, y segundo porque en las discusiones del techo de la deuda los que revientan las negociaciones es el GOP, no Obama. Paul Ryan votó contra Simpson-Bowles, vamos.

      El GOP moderno se ha tomado su oposición a un tipo que está a la derecha de Richard Nixon (la reforma de la sanidad de Nixon, que se quedó en nada, era mucho más ambiciosa) como un jihad anticomunista. Pero Obama tiene de radical lo que yo tengo de General Prusiano.

      (Lo de los recess appointements, por cierto, es de traca. Obama tuvo que nombrar a gente a la Fed con uno porque el GOP le estaba vetando el nombramiento de Peter Diamond, un premio Nóbel, a esos cargos).

      • Jorge dice:

        Tan centrista era el Obamacare y tan deseada era que la gente voto por un senador republicano para MA… Debio de ser porque los medios son terriblemente anti-Obama, o los votantes tontos. Pues no, era porque el Obamacare era muy radical para el americano medio (para los europeos es una cosa entre neocon y aguirrense). Y a Obama, Pelosi y el ala liberal de los Dem les dio exactamente igual. Asi perdieron a los independientes en masa.

        Lo del recess, pues eso: como no puedo hacer lo que quiero, me salto la ley a la torera.

        • Roger Senserrich dice:

          Mira, era lo suficiente centrista para sacar más de 300 votos en el colegio electoral en la campaña de reelección. Supongo que eso quiere decir algo.

          Por cierto, mira cuántos recess utilizó Bush. Son perfectamente legales.

  8. Timoleón dice:

    Nada nuevo, cuando fallan los republicanos es su culpa, cuando lo hacen los demócratas es culpa de los republicanos. Roger, últimamente te veo demasiado futbolero.

    • Roger Senserrich dice:

      No, los demócratas fallan ellos solitos muy a menudo. La reforma de la sanidad fue un ejemplo patético de lloriqueos demócratas inacabables. Y no quiero ni empezar sobre la patética rendición del partido al hablar de impuestos.

    • Leo dice:

      Roger ha puesto a parir a los democratas muy frecuentemente en este blog.

      Incluso hace un par de post dijo que incluso Obama se veia limiatado por su propio partido.

      Tambien añadir que lo que ha ocurrido con la radicalizacion del GOP y la aparicion Tea Party es bastante inusual. Se han dedicado a reventar cualquier dialogo bipartidista. Normalmente la relacion entre los congresistas de ambos partidos es mas fluida.

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