La administración Obama lo ha hecho: ha enviado a Chrysler, vaca sagrada, una de las tres grandes, icono industrial americano desde hace décadas, a ese lugar frío y peligroso llamado bancarrota. En cierto sentido, ha hecho lo que probablemente querían hacer desde el principio, pero que no pudieron ejecutar cuando las compañías implosionaron en los últimos meses de la administración Bush. Una reestructuración radical, dura y a conciencia, hecha bajo la supervisión del gobierno federal para evitar que se convierta en una liquidación.

Los detalles de la bancarrota son un poco extraños; ahora mismo el tema está en juzgados, con los acreedores de la empresa tratando de convencer al juez que la propuesta del gobierno federal no se lleve a cabo. La administración Obama ofreció a los listillos con acciones y deuda de Chrysler (empresa que lleva muriéndose de asco y fabricando coches horribles desde hace años) la opción de recuperar 15 centavos por dólar, y largarse, o dejaba quebrar a la empresa. Los acreedores básicamente dijeron que ni de broma, creyéndose que Obama no se atrevería con una bancarrota. El presidente les dijo básicamente que si quieren jugar al gallina, que se busquen a otro pringado; bancarrota será, y los acreedores probablemente acaben perdiendo todo.

El arreglo final es realmente curioso. Fiat (¡Fiat!) controlará un 35% de las acciones y el destino de la empresa; los sindicatos (o para ser más preciso, el fondo de pensiones del sindicato) un 55%, y el gobierno federal un 10%. Los trabajadores se comen unos recortes brutales en sus salarios y planes de pensiones, y los accionistas no ven un duro. Los acreedores algo de dinero verán, pero relativamente poco – por mucho que lloren.

En Europa no sería nada demasiado inusual (preguntad por Volkswagen), pero en Estados Unidos suena radicalmente marciano. Ni el gobierno ni los sindicatos van a quedarse con las acciones durante demasiado tiempo (las venderán en cuanto puedan), pero esto de la propiedad colectiva de los medios de producción es algo que provocado algún ataque de aplopejia en los sospechosos habituales. La nueva Chrysler, a buen seguro, será una empresa mucho más pequeña de lo que nunca había sido; la marca de Fiat en Estados Unidos, no el gigante industrial que construyó el edificio más bonito de Nueva York como sede.

Chrysler, sin embargo, es una broma en comparación con lo que se avecina: las negociaciones para salvar a General Motors. El CEO de GM ha presentado una propuesta parecida a lo que hemos visto en Chrysler (sí, el jefe de lo que fuera la mayor empresa del mundo está pidiendo colectivizarse; quién lo hubiera dicho), y el gobierno está ahora mismo negociando qué hacer con los acreedores. Lo que es seguro es que ahora está claro que Obama no está para historias; si General Motors tiene que sufrir la humillación de una bancarrota, no tiene el más mínimo reparo en hacer eso. Chrysler ha sido un aviso para navegantes; la administración no será tímida reestructurando a GM, imponiendo recortes y haciendo que todo Dios (desde sindicatos a accionistas) se lleva una buena tunda.

Si queréis saber más detalle de todo esto, recomiendo encarecidamente leer a Felix Salmon en Reuters; su serie sobre el destino de estas dos empresas es excelente.

¿Conclusión? Obama será político, pero no es un progresista dado a la ternura innecesaria. Aún con los préstamos otorgados para preparar la reorganización, cuando ha hecho falta no ha tenido el más mínimo reparo en fusilar a quien tocaba. La bancarrota será «protegida» por el gobierno federal, pero sólo para evitar un liquidación; Chrysler y GM será radicalmente reorganizadas (reducidas) y el contribuyente seguramente recuperará el dinero. Está siendo duro y haciendo lo que debe; un modelo de negocio inviable no será sostenido con dinero público, y el gobierno federal se concentrará en proteger a los trabajadores, no los puestos de trabajo.

La pregunta es, obviamente, por qué no hace esto con los bancos. Hay varios motivos. El primero, los bancos no pueden quebrar; hemos hablado de ello – Kantor tiene un artículo excelente. La única forma de soltar esta clase de sopapos enérgicos en el sector bancario es vía nacionalizaciones, y eso como he comentado está -por ahora- fuera del debate. El Congreso nunca daría dinero suficiente a la administración. Tercero, y más triste, Detroit tiene menos amigos en Washington, y menos apoyo social. Los bancos tienen muchos amigos, y aunque ampliamente odiados por el público, la nacionalización / intervención tendría unos costes políticos atroces.

La Casa Blanca tiene que conformarse con soluciones creativas, amenazas y regulación para desmontar el engendro financiero en Wall Street. Lo peor de todo, los banqueros parecen seguir convencidos que todos esos millones eran normales, y que lo único razonable es volver todos al 2007, que es cuando vivíamos mejor. De momento, los stress test salen el jueves; veremos qué estrategia sigue Obama. Yo de los banqueros no vacilaría demasiado – al fin y al cabo, la impensable bancarrota de GM ha pasado a ser algo posible sin coste político para el presidente. Si se ponen burros, perderán hasta la camisa.


7 comentarios

  1. Josei dice:

    Sigo creyendo que dejar quebrar acaba siendo mucho más rentable para todos a largo plazo que Papá Estado pagandole las travesuras a los banqueros, diga lo que diga Kantor. Los japoneses nos enseñan mucho, a veces.

  2. Tvrtko dice:

    Una pregunta (por cierto, estoy de acuerdo en la afirmación respecto al edificio Chrysler): ¿la reducción de GM, especialmente, y Chrysler reforzará la evolución del mercado automovilístico estadounidense abriéndolo aún más a las empresas extranjeras, con fuerte progreso para las europeas?

  3. Demócrito dice:

    Hum, por de pronto no sólo el 35% de Chrysler se lo queda Fiat, parece que los italianos también se harán con Opel, parte del imperio GM. No te extrañes tanto por lo de Fiat, Egócrata, es uno de los ejemplos más claros de renacer empresarial en este inicio de siglo. Y de que a Italia todos la desprecian y hacen muy mal. Sergio Marchionne, jefe de Fiat y, según dicen, impulsor de su éxito actual parece ser que tiene claro el futuro de la industria de la automoción: sólo seis grandes marcas o grupos generalistas que tendrán (o comprarán) sus propias premier en todo el mundo (dónde deja a Mercedes o BMW este cuadro no se sabe, pero se sospecha). Parece ser que de las americanas quizá sólo sobreviva Ford, así que el peso de japoneses y europeos seguramente aumentará en el mercado americano. Pobre Clint. El y su Gran Torino de profético nombre.

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  5. Vellana dice:

    Hola,
    no tiene nada que ver con lo de la Chrysler; son un par de dudas referidas a posts anteriores.

    ¿Cómo defines y cuantificas las externalidades de los combustibles fósiles?

    Respecto al sistema sanitario de EE. UU. que según dices es tan malo, sobre todo para los habitantes de ese país. ¿No tiene algo positivo? ¿No se producen en EE.UU. grandes avances médicos y farmacéuticos gracias a ese sistema en el existe una relación más directa entre lo que se paga y lo que se obtiene?

    Un saludo.

  6. Roger Senserrich dice:

    Buenas preguntas; respondo cuando tenga tiempo. En breve:

    1. Importa relativamente poco. La cuestión es que es un mal y queremos un determinado nivel de consumo (mucho menor). Subimos el precio hasta que toque.

    2. Positivo, los beneficios de las aseguradoras y farmacéuticas. El paciente apenas ve los costes; sólo pagas unas primas ridículas que te funcionan como un impuesto, pero nunca realmente sabes lo que estás pagando por tu tratamiento. Sobre avances médicos, normalmente la financiación es pública (en un porcentaje altísimo) en los avances que son realmente útiles; el sector privado tiende a concentrarse en medicaciones rentables y caras estilo Viagra…

  7. […] Estamos hablando de un monstruo que tenía más del 50% del mercado de coches en Estados Unidos, y ahora vende un 15%. La bancarrota será un ajuste a la baja brutal; Obama no parece un ser progresista sentimental. […]

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