Lo más divertido del increíblemente radical programa presupuestario de los republicanos no son los recortes draconianos o bajar impuestos a los ricos, por cierto. Es el hecho que todas las reformas relevantes en que representan un recorte de servicios no afectan a sus bases.

La reforma de Medicare, el seguro público universal de salud para jubilados, es especialmente insultante. Paul Ryan quiere demoler el sistema actual, notoriamente caro y generoso (y bien gestionado – los costes administrativos son bastante más bajos que en planes privados), pero sólo para personas menores de 55 años. Si naciste antes de 1956, no hay problema, tendrás Medicare. Los nacidos después son los que deberan tragar con todos los recortes y la privatización del sistema.

Los republicanos, no hace falta decirlo, tiene como principal vivero electoral en los votantes mayores de 55 años. Es extremadamente cínico presentar un plan diciendo que el sistema sanitario debe ser demolido para rescatar el país de la bancarrota, pero excluir de esos recortes 70 millones de personas que tienden a votarte más a menudo. Eso, después de haber criticado la reforma sanitaria de Obama (que incluye importantes medidas de reducción de gasto, pero no recorta servicios) de forma histérica como un ataque al mismo programa que pretendes volar por los aires. En fin.