americanadas & Política

Hablando en código: la derecha americana y el racismo

7 Feb, 2012 - - @egocrata

Una de las cosas más difíciles de entender de la política americana para los no-nativos es la peculiar forma que tienen los republicanos de hablar sobre racismo. Para el movimiento conservador americano, el racismo de blancos contra minorías ha dejado de ser un problema en Estados Unidos. El único conflicto racial al que se enfrenta el país, y que el partido republicano debe combatir de forma incansable, es el peligroso rencor y odio que algunos afro-americanos, latinos y demás minorías sienten contra el hombre blanco.

No, no bromeo – es una preocupación real de muchos comentaristas conservadores, con Rush Limbaugh, Sean Hannity y Glenn Beck francamente preocupados que esto está sucediendo. Es algo que vimos en la campaña del 2008 con el «escándalo» del reverendo Wright y cómo Obama presuntamente era amigo de alguien que odiaba a América y al hombre blanco, y es algo que estamos viendo estos días, con Donald Trump insistiendo en ver el certificado de nacimiento del Presidente. Una variante fascinante de este problema es cómo los demócratas buscan culpar al hombre blanco de todo y justifican así que las minorías reciban programas de ayuda, con Gingrich diciendo que Obama es un food stamps president es un ejemplo claro.

Todas estas críticas, por descontado, no tienen demasiado que ver con racismo contra blancos o preocupación por el aumento de los niveles de pobreza. El partido republicano, cuando menciona estas cosas, no está realmente hablando de esas cosas. Lo que están haciendo, sin decirlo directamente, es dar una señal más o menos obvia a un cierto sector del electorado que ellos son el partido que les escucha y entiende sus resentimientos.

La ambigüedad en el mensaje es, en este caso, un punto crucial de esta estrategia. Un político o comentarista del GOP nunca dirá que a él no le gustan los negros o una burrada parecida; lo que hará será criticar la «cultura del fracaso» de las minorías, decir que «rechazan los valores familiares» o sugerirán que la inmigración está aumentado la criminalidad. No estamos hablando de cosas sutiles; en el 2006 Harold Ford (un candidato negro en Tennessee) sufrió un anuncio especialmente descarado sugiriendo malvadas relaciones interraciales. El truco, en todo caso, consiste siempre en sugerir que el político piensa algo, pero dejar que sean los votantes los que rellenen la parte del mensaje que falta. Si aparece la acusación de racismo, la respuesta siempre será negarlo con energía, decir que por descontado el candidato está diciendo otra cosa, y que toda acusación de racismo es una muestra obvia, descarada y patética de la industria del victimismo que algunos líderes hispanos / negros / homosexuales se dedican a explotar. Los que odian son ellos, no yo. Por favor.

Esta clase de tácticas tienen una larga tradición: son la herencia natural de la Southern strategy de Richard Nixon (el político americano más influyente de la postguerra, insisto), refinadas y convertidas en un elaborado arte por Lee Atwater en los ochenta. Es lo que se ha venido a llamar dog-whistle politics; la política de silbato para perros. Un mensaje que el político puede lanzar, pero que es sólo audible para los que tienen buen oído para agravios raciales. Casi literalmente es hablar en código, a veces utilizando cosas rebuscadas y difíciles de seguir para un europeo. O alguien de Nueva Inglaterra, incluso. Estados Unidos es un país increíblemente diverso.

¿Siguen funcionando estas tácticas, cuarenta años después? Lo cierto es que sí (que le pregunten a Harold Ford), pero cada vez menos. El motivo principal, sin embargo, no es tanto una superación de viejos resentimientos, sino algo puramente demográfico: el viejo sur y (en menor medida) el medio oeste, la región donde estos mensajes eran la base del poder republicano, está perdiendo peso, con el centro de gravedad del país moviéndose poco a poco al sudoeste del país.

Por añadido, Estados Unidos es una sociedad cada vez más diversa: en 1980, el 88% de votantes era blanco. En las elecciones del 2008, el porcentaje había caído al 74%, y aunque John McCain ganó con cierta holgura en este grupo, los demócratas ganan por goleada en el resto de categorías.  Renunciar a todo el voto negro puede tener sentido cuando son un 8-10% del electorado; echar a perder el voto latino del mismo modo diciendo burradas antimigratorias, sin embargo, ya no lo es, especialmente cuando son con mucha diferencia el grupo que más rápido está creciendo. Si a eso le sumamos el hecho que las cohortes más jóvenes (nacidas a finales de los setenta o primeros ochenta) no han vivido nunca en un mundo de discriminación racial abierta y son de media bastante más progresistas en estos temas, está claro que es un mensaje con fecha de caducidad.

El GOP lo seguirá utilizando, eso seguro; las bases del partido en primarias lo aplauden, y aún lo necesitan para ganar elecciones en el sur. Pero nunca será tan efectivo como en los tiempos de Atwater y Willie Horton.  Aun así, si queréis un ejemplo reciente y especialmente desagradable, os dejo esta perla de Pete Hoekstra en unas elecciones al senado en Michigan. Decidme que no es encantador.


13 comentarios

  1. JCAbal dice:

    ¿Puedes recomendar algún libro sobre Nixon?

  2. Vellana dice:

    Yo creo que tú mensaje está claro y que no es necesario que repitas el mismo tema del código una y otra vez.

    Los republicanos son tontos o están locos o son racistas o todo a la vez; pero en cualquier caso son malos, malos, malos.

    Pues vale. Ya me quedó claro en los 80 con las crónicas de Diego Carcedo desde EEUU cuando Reagan y por si había alguna duda con W se despejaron.

    Un cordial saludo.

  3. Javier dice:

    Algo de eso habrá. Pero también es cierto que hay una industria del victimismo. Y que la subcultura afroamericana ha desarrollado rasgos autodestructivos. No puedes decir que Spike Lee, que hace estas mismas críticas, sea un supremacista blanco. Ni que el rev. Wright no dijera bastantes burradas.

    Si la crítica es que los racistas se limitan de forma taimada a emitir críticas razonables, no es realmente nada muy alarmante. Y ojo, que no niego que muchas veces sean racistas. Otras veces será cierto lo de que ver al ku klux klan detrás de cada crítica a las welfare queens es un poco paranoico.

  4. PaulJBis dice:

    Lo que es racista, Javier, es seguir hablando de «welfare queens» cuando muchos de los que dependen de la Seguridad Social son blancos jubilados, de los que apoyan al Tea Party. Parece que el depender del gobierno sí está bien visto si eres «de los nuestros», pero no de «los otros».

  5. Francisco dice:

    Yo no veo este «código» tan diferente del que usan algunos partidos en España. Igual ya es una cualidad mundial, la globalización esa que todo lo toca.

    El PSOE hablando de «servicios públicos», «guerracivilismo», «laicidad».

    El PNV y ese pseudo-racismo al «no-vasco-vasco» que le sale por los poros. Pero que nunca puedes sacar, porque eres tú que le oyes mal (Urkullo y su «en Euskadi lo que necesitamos es un Gobierno vasco de verdad» http://urkullu.eu/2012/01/16/un-gobierno-vasco-de-verdad/ Luego es que no le queremos entender)

    Bildu & Co cada día que habla de la violencia. Mejor no pongo ejemplos, además el segundo enlace me manda a moderación…

    CiU hablando de los andaluces, el PER, el expolio fiscal (vale, CiU es muy descarada).

    El PP se arrima mucho en la finura del GOP que comentaas sobre Andalucia, los subsidios, el inmovilismo, incluso le sirve para ganar votos en la misma Andalucia que odia profundamente su propio estereotipo. Lo que dice literalmente nunca es reprochable, la música de fondo a mi me chirría y es bastante obvia.

    Bueno, donde les podemos dar lecciones es con la corrupción, aquí todos son adalides en luchar contra ella… salvo cuando el corrupto es tuyo, claro.

    El problema de verdad es el votante que sabe que «su» partido usa esos trucos lamentables, pero lo justifica porque «todos lo hacen, pero en realidad no lo piensan, pero hay gente que les gusta oirlo».

    Ese, el votante inteligente que traiciona sus principios propios de intregridad por «hollygan» es el problema.

    Yo soy un ejemplo de libro hablando del PSOE. 🙂

  6. Es tan absurdo decir que no existe un racismo blanco residual como decir que no existe una industria del racismo inverso, del victimismo y del resentimiento social de la que algunas minorías obtienen ventajas sociales de diversos tipos. Como si el rencor, la envidia, el ventajismo y el racismo fueran obra de un gen que sólo tienen los blancos de clase media y alta. Sólo que de esos dos racismos, el segundo es políticamente correcto y, consecuentemente, infinitamente más peligroso que el primero.
    A mí no me preocupa cuál de esos dos racismos es comprensible o justificable socialmente porque desde mi punto de vista ninguno de los dos lo es: me preocupa cuál de ellos está tiene la fuerza suficiente como para joderme la vida. Y en esa balanza tengo claro cuál es el guisante y cuál el melón.

  7. Carlos Jerez dice:

    Me sumo a la pregunta de JCAbal y añado, ¿la película de O. Stone merece la pena?.

  8. Roger Senserrich dice:

    El mejor libro sobre Nixon reciente es «Nixonland» de Rick Perlstein.

    http://www.amazon.com/Nixonland-Rise-President-Fracturing-America/dp/0743243021

    La peli de Stone es un poco floja.

  9. Epicureo dice:

    Cristian Campos:

    Efectivamente hay una industria del victimismo y el resentimiento: la de los blancos de clase media y media-baja quejándose de que los inmigrantes tienen todo tipo de pensiones y servicios gratis y «nosotros» no recibimos nada. Hay que ver la avalancha de correos electrónicos que recibo con este tipo de historias (más o menos bien falsificadas).

    Es normal que los partidos de derecha estimulen este tipo de sentimientos. No hay cosa que agrade más a los ricos que ver cómo los pobres y medianos se pegan entre sí.

  10. […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos La derecha americana y el racismo politikon.es/materiasgrises/2012/02/07/hablando-en-codigo…  por Sigerico_Redivivo hace […]

  11. JJ dice:

    La razón por la que la carrera política del sr. Ford se terminó fue porque se casó con una mujer blanca (y rubia). Al votante blanco le importa una higa con quién se case un candidato, pero no a las votantes negras, que si hay algo que odian, es a las mujeres que se casan con hombres negros. Para el votante negro Harold Ford Jr. se casó con la mujer incorrecta y ese fue su final, el racismo del negro hacia el blanco que le lleva a negar su apoyo al que llegan a considerar un traidor a su raza.

    http://bit.ly/wsxXxP

  12. contador dice:

    ¿Esto no lo habías publicado ya hace tiempo?

  13. […] otro día comentaba que los republicanos a veces tienen la malsana costumbre de hablar en código, utilizando lenguaje o ideas que pueden pasar como perfectamente normales pero que tienen un doble […]

Comments are closed.