El discurso de inauguración de Joe Biden no fue excepcional, porque Biden nunca ha sido un orador demasiado extraordinario. El texto, sin embargo, era francamente bueno, y ha conseguido generar una cantidad considerable de debate alrededor de una idea que obsesiona a los comentaristas americanos: la unidad.

A more perfect union

Estados Unidos es una federación. La misma base constitución del país se basa en la idea de que un grupo de territorios deciden, por voluntad propia, alcanzar un acuerdo (foedus) para ser más libres y más prosperos. El lema del país (e pluribus unum, de muchos, uno), refleja esta voluntad; una de las expresiones más habituales de patriotismo (“a more perfect union”) refleja el deseo de que esto suceda. El mismo nombre del país es una declaración de principios. El sistema político entero, lleno de puntos de veto, instituciones contra mayoritarias y cámaras legislativas lentas a matar exige construir consensos para poder funcionar.

La retórica sobre unidad, obviamente, choca de frente con la tremenda polarización política del país. Los líderes de opinión, comentaristas, y opinadores parece vivir en un perpetuo estado de decepción, entristecidos de que los viejos consensos de antaño hayan desaparecido, frustrados que nadie quiere ponerse de acuerdo de nada. Todos los políticos dicen que hay que unir al país, pero nadie parece poder hacerlo. Tragedia.

El discurso de Biden

Dejemos de lado esta idea de que en tiempos pasados había consensos y que todo era mejor, porque tiene bastante de ficción. Lo que dijo Biden es interesante, y merece cierta discusión.

Empecemos por este fragmento (negritas mías):

My whole soul was in it today. On this January day, my whole soul is in this: Bringing America together, uniting our people, uniting our nation. And I ask every American to join me in this cause.

Uniting to fight the foes we face: anger, resentment, hatred, extremism, lawlessness, violence, disease, joblessness and hopelessness. With unity, we can do great things, important things. We can right wrongs. We can put people to work in good jobs. We can teach our children in safe schools. We can overcome the deadly virus. We can reward, reward work, and rebuild the middle class and make health care secure for all. We can deliver racial justice and we can make America once again the leading force for good in the world.”

Biden habla sobre la necesidad de unidad nacional contra los enemigos el país: ira, resentimiento, odio, extremismo, desorden, violencia, enfermedad, desempleo, y desesperanza. Quedaros con esto. Un poco más abajo, dice:

To all those who supported our campaign, I’m humbled by the faith you’ve placed in us. To all those who did not support us, let me say this: Hear me out as we move forward. Take a measure of me and my heart. If you still disagree, so be it. That’s democracy. That’s America. The right to dissent, peaceably, the guardrails of our republic, is perhaps this nation’s greatest strength.

Yet hear me clearly: Disagreement must not lead to disunion. And I pledge this to you: I will be a president for all Americans. All Americans. And I promise you I will fight as hard for those who did not support me as for those who did.

Estar en desacuerdo no debe implicar romper la unidad. Eso es democracia; él quiere ser presidente de todos.

El centro del discurso de Biden es unir al país, pero bajo unos parámetros muy específicos. Biden no habla de objetivos concretos o políticas públicas específicas que deben unir al país, sino señala que esta unidad, este consenso, debe ser entre los que apoyan los valores del país, y aquellos que no. Lo dice aquí, citando a San Agustín, como buen católico:

Many centuries ago, St. Augustine, a saint in my church, wrote that a people was a multitude defined by the common objects of their love. Defined by the common objects of their love. What are the common objects we as Americans love, that define us as Americans? I think we know. Opportunity, security, liberty, dignity, respect, honor and, yes, the truth.

Recent weeks and months have taught us a painful lesson. There is truth and there are lies, lies told for power and for profit. And each of us has a duty and responsibility, as citizens, as Americans, and especially as leaders, leaders who have pledged to honor our Constitution and protect our nation, to defend the truth and defeat the lies.

Biden cierra esta sección añadiendo otro enemigo a la lista, otro concepto que combatir: la mentira. Es una referencia obvia a los que instigaron la insurrección del día de reyes, y aquellos que han intentado deslegitimar la democracia desde dentro.

Fijaros, entonces, que esta no es una unidad nacional basada en cultura, identidad, historia, o nada parecido. No está hablando de llegar a acuerdos en el senado, negociar políticas públicas, reparto de poder, o no adoptar políticas porque una minoría objeta a ellas y debemos gobernar por consenso. No está hablando de unidad contra un enemigo común, sea China, el terrorismo, o el coronavirus. En el discurso de Biden, debemos tener un consenso, un acuerdo, una idea común de país basada en valores (oportunidad, seguridad, libertad, dignidad, respeto, honor, y verdad); la unidad nacional es defender estas ideas y combatir a aquellos que viven en la ira, resentimiento, odio, extremismo, desorden, violencia, enfermedad, desempleo, y desesperanza.

Podemos construir consensos. Pero la unidad sólo puede ser entre los demócratas (en el sentido institucional, no del partido), aquellos que defienden los principios fundadores del país. Quienes siembran odios, agitan, incitan a la violencia, actúan de mala fe mintiendo para conseguir el poder, no deben formar parte de esta unidad nacional. Son los que están intentando romperla.

Es una distinción sutil, y muchos republicanos parecen haberse dados por aludidos de inmediato, diciendo que Biden les estaba llamando racistas e incitadores al odio.

Que, en efecto, es exactamente lo que estaba diciendo.

La unidad, según el GOP

En los últimos días, muchos de los republicanos más trumpistas (como Ted Cruz, Josh Hawley o Kevin McCarthy) han decidido utilizar este mensaje de unidad para criticar todo aquello que hacen los demócratas. Repitiendo el librito del 2009 con Obama, todo lo que propone Biden es de extrema izquierda, y la administración les está ignorando y no quiere negociar con ellos. Lo del impeachment a Trump y el monumental cabreo demócrata sobre las repetidas mentiras sobre las elecciones y el descarado, obvio intento de anular su resultado es “mirar al pasado” e “instigar rencores”, no unificar al país.

Los demócratas deberían pedir perdón por ganar las elecciones en vez de exigir responsabilidad a los que quisieron invalidarlas. Donde vamos a parar.

Dicho en otras palabras: el trumpismo no es una persona, sino una actitud vital. Un sector considerable del partido republicano ha adoptado el nihilismo no ya como estrategia política, sino como ideología, y les importa un comino eso de ser coherentes. Actúan de mala fe por defecto. No es cosa del hombre naranja jubilado allá en Florida. Esto es el partido republicano desde hace al menos dos décadas, desde que Newt Gingrich llegó a speaker en tiempos de Bill Clinton, sino mucho antes.

¿Quieren los demócratas gobernar?

Los demócratas, especialmente el ala izquierda del partido, teme que Joe Biden y su retórica de unidad, de consensos, de pactos y demás zarandajas acaben ahogándose en su exigua mayoría en el senado.

El reglamento de la cámara, como está ahora escrito, exige sesenta votos para cerrar el debate sobre cualquier propuesta legislativa (filibuster – alargar el debate hasta el infinito), haciendo que la cámara tenga de facto necesite supermayorías para sacar nada adelante. En teoría, los demócratas pueden cambiar el reglamento por mayoría simple, así que el umbral de sesenta es una limitación autoimpuesta, no una barrera constitucional. A la práctica, tanto Biden como el senador clave de la cámara, el (emperador y Dios eterno) Joe Manchin, por ahora se oponen a eliminar el filibuster.

Esta es la gran duda, ahora mismo, del sistema político americano. No tanto si los republicanos van a bloquear la agenda de Biden en el senado (porque es obvio que lo harán) sino si los demócratas van a consentir que eso suceda.

La respuesta parece obvia para el partido (¡legislemos!), pero hay un pequeño inconveniente: no lo es para el (gran y todopoderoso) Joe Manchin. En un mundo con filibusterismo y mayorías de 60, Manchin nunca tiene que tomar decisiones difíciles. Los republicanos votan todo, y él simplemente está a favor de lo bueno y en contra de lo malo (léase: aquello impopular o popular en West Virginia). Si todo va a ser aprobado 51-50, el voto de Manchin es decisivo y va a estar comiéndose todos los marrones del mundo sin poder esconderse, y no va a poder contentar a nadie.

Mi sensación es que Joe Biden quizás no sea un genio, pero es lo suficiente sensato como para entender que el partido republicano no está actuando de buena fe. Su discurso de investidura parecía conciliador, pero dejaba bastante claro que entiende a que juega McConnell. Lo más probable es que el próximo estímulo fiscal o plan de infraestructuras incluya una carretada de proyectos en West Virginia y una lista de todo lo que ha deseado (el gran alabado e inmortal) Joe Manchin alguna vez en su vida, y eliminen el filibuster para poder legislar.

Eso no quiere decir que sea optimista, por supuesto. Si hay un partido político en este mundo capaz de darles un arma de fuego cargada a sus enemigos y pedirles que disparen, es el partido demócrata.

Bolas extra:


2 comentarios

  1. Sr.Yo dice:

    A ver.

    Estoy leyendo que Giuliani, el… abogado, que ahora tiene ciertos pleitos por delante por cosillas que dijo en su momento ante los tribunales (ya se sabe, son papeles oficiales y tienen pleno valor legal), pues ese señor le dijo a John Kiriakou que si quería un perdón presidencial de Trump que Jared llevaba la caja y que eran 2 kilos. Dos millones de pavos (USD). Precio de favor por ser él.

    De fuentes similares viene la historia de que Mitch McConnell le soltó a Donald, personalmente, que si se le ocurría darle el perdón a Snowden, Assange, Manning, Winner y otros del estilo que podía darse por impeachado. El que avisa no es traidor. La contestación de Donald fue muy Donald, pero en el pack iba expli-implícito que ni se le pasaba por la cabeza. Venganzas sí, hacerlos salir corriendo de sus despachos para que se vea la opinión que tiene del legislativo (tal cual Calígula con Incitato), que además es bastante popular (56%), ahora, hacer precedentes para que las vías de agua se conviertan en compuertas cedidas tranquilo Mitch que no soy tan tonto como tú.

    Quizá valdría la pena hacer una reseña de los perdones de Trump. Algunos no desmerecen a hipotéticos indultos del tribunal de Nürnberg. El dr.Salomon Mengen, Elliott Broidy, Philip Esformes o Sholam Weiss por citar individuos condenados (literalmente) a cientos de años de prisión entre otros motivos de poca monta, por robar de forma nada creativa decenas o cientos de millones en Medicare.

    Nada de esto en realidad es sorprendente, ni novedoso, en todo caso la desmesura (efectivamente, Trump anda mal de pasta y me da que ha recaudado mucha, porque alguno de los perdonados debe tener mucha mucha por ahí escondida), como todo lo de Trump, y de esto que llamamos el mundo occidental y sus puertas giratorias, como pudorosamente le dicen ahora.

    Esta es la América que este señor dice todo feliz que va a unir. Esta tanda de perdones ni Nixon hubiera osado hacerla del monumental escándalo que se hubiera organizado, posiblemente estilo mayo 68 que ya andaba todo muy revuelto en similares términos con Vietnam. Ahora no sólo no pasa nada, es que el 56% de la peña se cree de verdad que Trump ha ganado las elecciones, o al menos ha habido fraude, cosa que ni el propio Donald se lo cree.

    Pueden seguir perdiendo el tiempo con gilipolladas. Se les escurre entre los dedos y o estabilizan ahora, este año, o se van a caer otra tanda de plantas rodando por las escaleras

    Y por descontado que toda esta gentuza indultada acabará saliendo de nuevo, pero para entonces ya veremos por donde andamos.

  2. Ermennda Ermasguapo dice:

    » Los republicanos votan todo, y él simplemente está a favor de lo bueno y en contra de lo malo»
    ¿No se te ha colado un votan por vetan? O yo no he entendido el artículo.

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