Donald Trump está de nuevo bajo impeachment. A pesar de que la votación no deparó grandes sorpresas y tuvimos la decena de deserciones republicanas que más o menos se esperaban, vale la pena recalcar (otra vez) lo increíble que es que esto esté sucediendo.

  • El presidente de los Estados Unidos está siendo acusado de incitación a la rebelión después de que animara a una turba enfurecida a asaltar el Capitolio el día en que confirmaban la victoria de su rival en las urnas.
  • Estados Unidos sólo ha visto cuatro impeachments presidenciales en toda su historia. Donald Trump ha sufrido la mitad de ellas (Andrew Johnson y Bill Clinton las otras dos; Nixon dimitió antes de ser acusado).
  • En ninguno de los tres impeachment anteriores el presidente había sufrido más de cinco votos en contra de gente de su propio partido. Trump tuvo diez.

Ya sé que es repetitivo decir estas cosas, pero es importante recalcar lo inusual de este momento y la magnitud del crimen del que Trump es acusado. Dicho esto, vayamos a lo que está sucediendo ahora mismo en Washington.

En lo político: nada

Mitch McConnell es uno de los políticos más consistentes de Estados Unidos: no importa lo que suceda, siempre hará lo que más le conviene, y nunca te engañará en el proceso. Hace unos días el líder de los republicanos en el senado escribía que el juicio a Trump no podría empezar hasta el 19 de enero (expliqué la lógica aquí); tras la votación en la cámara de representantes reiteró esa postura. El presidente no será juzgado hasta después de su salida de la Casa Blanca, no antes.

Esto para McConnell tiene varias ventajas. Por un lado, esta maniobra permite atar en corto a Trump en estos últimos días de su presidencia. Aunque no habrá juicio rápido, el bueno de Mitch ha recordado que es posible llamar al senado de urgencia si lo creyera conveniente, así que si el presidente comete alguna estupidez peligrosa los legisladores están ya en Washington y pueden echarle sin ceremonia alguna – y parece bastante claro que tiene los votos para hacerlo.

File:Mitch McConnell (5438044918).jpg

Por otro, alargar el juicio a los primeros días de la administración Biden tiene dos ventajas claras. Primero, el nuevo líder de la mayoría, Chuck Schumer, va a tener que comerse el marrón de combinar la apretadísima agenda de confirmaciones de nuevos miembros del gabinete y legislación de emergencia de la nueva administración con un juicio a un tipo que ya no tiene poder alguno.

Esto es un problema, dado que no hay bien más escaso y valioso en el Congreso que el tiempo disponible para debates y votaciones en el pleno del senado; la cámara alta tiene un ancho de banda muy limitado. Dado que los primeros doce meses de una nueva administración son con mucha diferencia el periodo donde hay más producción legislativa, cualquier palo en la rueda en los engranajes de la exigua mayoría demócrata es una buena noticia para el GOP.

Segundo, el impeachment deja a los republicanos con dos posibles resultados favorables. En un escenario, el juicio solivianta aún más a las ya de por sí muy soliviantadas bases trumpistas del partido republicano, ayudando a mantenerlas movilizadas hasta las legislativas del 2022. Si los republicanos salvan a Trump de la inhabilitación votando en contra del impeachment, además, quizás pueden evitar que el partido se divida demasiado y apaciguar a Trump, apostando que sus problemas legales en otros sitios (y su probable bancarrota financiera) hagan su candidatura inviable el 2024.

En otro escenario, McConnell puede apostar por simplemente cortar el problema de raíz y librarse de Trump apoyando el impeachment. Sí, eso cabreará a las bases, pero el GOP tendría cuatro años para purgar a los descontentos y reconstruir el partido, así que más vale empezar a limpiar cuanto antes mejor.

No importa lo que suceda, creo que los demócratas deben juzgar a Trump y prohibir que vuelva a presentarse a unas elecciones. Por muy improbable que sea su victoria en el 2024, la magnitud de los hechos de la semana pasada y sus repetidos intentos de intentar invalidar el resultado de las elecciones (recordad que esa conversación escandalosa con el secretario de estado en Georgia fue hace diez días) requiere una respuesta firme, pase lo que pase. Falta por ver si el partido republicano lo entiende igual, pero una democracia no puede permitir que alguien como Trump salga de esto sin castigo.

La inauguración: un país en alerta

Cada día se conocen nuevos detalles sobre el asalto al capitolio, y cada día descubrimos que lo que sucedió el día de reyes fue mucho peor de lo que pensábamos. Veamos:

Esta entrevista es tremenda:

Ahora mismo, Washington DC es una ciudad militarizada de arriba a abajo. Todos hemos visto las imágenes de soldados durmiendo en el capitolio; el Pentágono va a desplegar 20.000 guardias nacionales en la ciudad, el triple que la suma de efectivos sobre el terreno en Afganistán, Irak, Somalia, y Siria. La ceremonia de juramento del cargo va a realizarse esencialmente sin público.

Mi primera impresión es que esto era teatro, una sobrerreacción de las fuerzas de seguridad ante la monumental pifia de la semana pasada. Por el tono de las informaciones en los medios y lo que están diciendo legisladores que están recibiendo información directa de las fuerzas de seguridad, sin embargo, me temo que no es paranoia o teatro, y que la preocupación ante posibles amenazas es real. Y el temor no es sólo en Washington, es en capitolios estatales en todo el país. En Connecticut, un lugar donde casi nunca sucede nada, los responsables están preocupados. Incluso se está hablando de posibles problemas dentrode las fuerzas de seguridad en muchos lugares.

Si no acaba sucediendo nada (lo más previsible), todo este esfuerzo y preocupación quizás vaya a parecer excesivo, pero la verdad, prefiero 20.000 soldados ociosos en Washington que una repetición de lo que vimos la semana pasada.

La agenda de Biden

Ahora que Trump parece estar finalmente calladito y pacificado (espero no arrepentirme de estas palabras) tocará empezar a hablar de la agenda de Biden. Es tarde, así que hablaré más sobre ello el fin de semana, pero lo que se va a encontrar es preocupante. La pandemia está matando 4.000 americanos cada día, la economía parece ir camino de frenar otra vez en seco, la campaña de vacunación en muchos estados es un desastre, y ha habido una pequeña crisis de legitimidad democrática en eso de la transferencia pacífica de poderes.

Ayer Biden anunció un plan de estímulo (otro más – sería el quinto) de 1,9 billones de dólares para combatir la pandemia y sostener la economía. Es una buena idea; el país tiene margen fiscal para ello, y si algo ha hecho bien el congreso en estos últimos doce meses es apretar como locos el acelerador del gasto público protegiendo a Estados Unidos de las descomunales caídas de empleo y PIB de otros países. La pobreza incluso disminuyó tras el primer gran paquete de medidas.

El problema, claro está, será el senado. Léase, una mayoría exigua, mucho trabajo, y un impeachment de por medio.

Bolas extra:

  • El Epoch Times, un periódico propiedad de una secta religiosa que se ha convertido en uno de los centros del conspiracionismo trumpista.
  • Trump está tan cabreado con Rudy Giuliani y su incapacidad de demostrar que ganó las elecciones (Trump está convencido que ganó las elecciones) que no quiere pagarle.
  • Jared Kushner e Ivanka Trump prohibieron a sus escoltas de servicio secreto usar ninguno de los seis baños de su mansión estos cuatro años, forzando a la agencia a tener que alquilar un piso para que los agentes pudieran hacer sus necesidades. $3.000 al mes nos ha costado la broma.
  • Donald Trump ha prohibido a todo el mundo en la Casa Blanca nombrar a Richard Nixon. Dado el respeto que sentimos en este boletín por Richard Nixon, Trump merece nuestra censura.
  • Este Tweet sobre unas declaraciones de Pelosi diciendo que los miembros de su equipo sabían qué hacer ante un asalto al capitolio de hombres armados porque lo aprendieron en la escuela. La generación de Columbine, y la atroz normalización en este país de que en los colegios se tengan que hacer simulacros sobre qué hacer si entra un chiflado con un rifle de asalto en el edificio.

Foto: Gage Skidmore.


7 comentarios

  1. Sr.Yo dice:

    Pero bueno, a ver, ¿me están intentando vender que este chapucero de tío, sin disciplina, sin sentido de profundidad, que no ve más allá de sus narices, que funciona por arrebatos, es capaz de organizar un asalto con rehenes y muertos? Lo siento, pero no lo compro, y no porque sea imposible, es porque si es así, entonces estamos frente a una conspiración mucho más amplia de la cual nuestro bufón es un tonto útil.

    Y hablamos del mismo país que desparramó los sesos del presidente Kennedy, porque no se lo sacaron del medio con un accidente ni un infarto ni un lío de faldas ni cualquier chorrada, lo hicieron públicamente a lo gore para mandar un recado alto y claro, parte del recado es que todo Presidente está completamente vendido.

    No puedo comprar esa teoría porque implica asumir que está todo en un nivel de podredumbre de hacer que corra el aire entre EEUU y cualquiera.

    Ni tampoco comparto la teoría del castigo. No la he compartido nunca. Para evitar problemas, es obvio que lo mejor es prevenirlos, una vez que han pasado difícilmente se pueden evitar. Las disuasiones tienen que ser múltiples, el miedo al castigo nunca ha detenido a nadie decidido a llevar a efecto lo que busca, ni tampoco va a impedirle hacerlo. Antes al contrario, lo obligará a ser más cuidadoso y malicioso. No es eso lo que les preocupa, les preocupa que este payaso los ha ridiculizado a todos, y se creen que ganan autoridad estilo romano. Apretar tuercas siempre es una pésima idea.

    Si un presidente de EEUU ha podido hacer todo esto, primero hay que revisar cómo es posible que un sistema del que ellos presumen tanto de sus checks, balances y demás paridas haya podido ser hackeado por semejante cretino, y luego preguntarse un poquito cómo es posible que semejante persona haya llegado hasta ahí. Los platos rotos no se van a recuperar, y hacer ahora alardes de autoridad histérica para lo único que sirven es para que todo el mundo se dé cuenta que los tienen de corbata y que no saben muy bien por dónde pisan.

    Pues me temo que sí, que lo van a echar de menos. Suele pasar, «otro vendrá que bueno me hará».

    Cuanto antes pasen página y se ocupen de coger el toro por los cuernos, mejor para todos. Del personaje ya se ocupará él mismo, que está así de tranquilito porque le han quitado Twitter. Igual si nunca hubiese podido twittear hubiera hecho menos burradas, ¡a ver si la culpa es del chachachá!

    • Alatriste dice:

      Con perdón, pero eso es como decir ¿Me están intentando vender que un cabo bohemo ignorante, gritón y paranoico que no sabría organizar ni un pelotón de zapadores en una mina ha sido capaz de organizar la caída de Francia? Pues claro que no, la organizaron otros, él solamente tenía que darles la orden.

      Y conste que eso no significa necesariamente que Trump quisiera de verdad que corriera la sangre en el Capitolio (es más, si eso era lo que quería mezclar a los asaltantes «de verdad» con una horda de payasos haciéndose selfies era una pésima idea que contribuyó mucho al fracaso del plan) pero como decía en un hilo anterior, lo grave de verdad es que viendo lo que pasaba Trump no moviera un dedo… y cada vez tengo más claro que ni los diez ex-secretarios de defensa aún vivos, ni los ocho miembros de la junta de jefes de estado mayor, han emitido comunicados durísimos, sin precedentes en 250 años, porque sí. Alguién ha intentado que pasase algo en las fuerzas armadas y de seguridad estadounidenses, y tal vez aún esté intentándolo.

      • Sr.Yo dice:

        Toda la política tiene teatro, paripé. Es indisoluble. Lo que nos ha llegado de Cayo (Julio César) es que era un campeón de las masas y del populacho cuando en realidad estaba tan interesado (más) que los optimates en embridar de una puta vez el sistema legal y constitucional romano que lejos de sujetar a la chusma, hacía aguas continuamente permitiéndoles ganar más y más derechos. Por supuesto, estaban de acuerdo en terminar con eso de una vez por todas, lo que no estaban de acuerdo es en la forma. Unos preferían dejar el tinglado en paz, que bastante lo había jodido ya Sula, Cayo tenía ideas más… Revolucionarias.

        Se lo cargaron, pero lo que se impuso, paradójicamente, fue su «concecto». Que se reveló una mierda pinchada en un palo, sin perdón, y que puede resumirse en una apariencia menguante de poder que dispara más conflictos políticos que antes y que para sobrefinanciar eso, una vez exhausta la técnica de expansión por saqueo, recurre a la adulteración de moneda hasta dejar circulando chapas de pepsicola.

        No hubiera hecho falta, en absoluto, matarlo. Se hubiera estrellado él. Bien contra los partos, bien su querida Cleopatra le hubiera organizado una precuela de Palmira, la ciudad rebelde, bien la chusma le hubiera tomado la palabra… Y hubiera arrancado otra tanda de concesiones… debe ser esto último lo que les movió a sacarlo del medio.

        Creo que estamos de acuerdo en que fue un error, para todos. Todo fue ya un acúmulo de errores, como en un accidente aéreo, y simplemente la traca final la pusieron los que asumieron el último error.

        Supongo que podemos estar discutiendo hasta mañana, pero intento decir que están en un curso peligroso del que conviene salir cuanto antes, rompiendo sus falsas opciones. Cuanto antes cambien de rumbo, mejor. Seguir profundizando en más de lo mismo los va a llevar al accidente aéreo, y le tocaría el último error a Biden y su equipo.

        Yo creo que no es una opción.

        • pablo lescas dice:

          A ver. Un presidente ha incitado a sus seguidores a marchar contra el Capitolio. Con éxito, porque así lo hicieron. Lo tomaron por dos horas. Y el argumento que presentas para proponer que no lo castiguen se que… nunca has sido partidario de la teoría del castigo. Que total él se iba a darse un tortazo igualmente. Vale.
          Siento el ejemplo cutre. Pero si mañana te roban en tu casa, secuestran a tu familia y asesinan a tu tía, sería mejor que ningún juez castigara a esos malnacidos cuando fueran detenidos. Te explico por qué. No soy partidario de la teoría de castigo. Y sin duda esos tipos van a acabar mal igualmente. ¿No?
          Pues eso.

          • Sr.Yo dice:

            Creo que hay que tener un poquitín de mala de para no querer entenderme.

            Me refiero a que no se invente, fabrique, se induzca ex profeso un castigo, él ya se enfrentará a los problemas legales de sus actividades mercantiles, comerciales, económicas, fiscales, etc., como cualquier ciudadano, a lo que me opongo es que a que se le castigue por cuestiones POLÍTICAS, ¿o es que vamos a sentar en el banquillo a TODOS los miles de descerebrados que fueron a manifestarse al Capitolio? Porque él animó a TODOS, ¿verdad?

            Ya veo que en este país, para algunas mentalidades, es difícil de entender, lo que agrava bastante nuestra diferencia con eso que se llama eufemísticamente «los países de nuestro entorno» (y la verdad que Marruecos está 1.000 km más cerca de Andalucía que ésta de Francia, ídem Argelia y Murcia).

            Todo eso que dices tú, tienes que probarlo, delante de un tribunal. No tengo ninguna duda que igual que no le hicieron ni puto caso a él con su campaña de intoxicación del fraude electoral (porque él no cree que haya tal cosa, desde luego que no), no hay ni por dónde coger, a día de hoy, nada de lo que se dice. Harina de otro costal obviamente es el juicio político del impeachment, que Roger ya lo explica muy bien: si quieren perder el tiempo ahí, allá ellos, pero puedes apostar que no sale adelante, y no le veo ningún beneficio para lo que ellos pretenden, al contrario, les resulta contraproducente.

            Por qué lo hacen, ellos sabrán.

          • Sr.Yo dice:

            Y por cierto, si tú votas a un partido que te mea por encima y dices que llueve, porque los ejemplos bastante típicos, como el que pones, de los que usa la extrema derecha los tengo un poquito asqueados, ¿qué se podría decir de ti?

Comments are closed.