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El feminismo es (también) cosa de hombres

7 Mar, 2017 - - @politikon_es

No deberíamos tener miedo de la palabra ‘feminista’. Los hombres y las mujeres deberían usarla para definirse.
Justin Trudeau

 

Hace unos años, no muchos, descubrí que era feminista. Entiendo por feminista el compromiso más o menos radical con la idea de que una sociedad decente no puede ser una en la que el género determine aspectos fundamentales del destino y de la capacidad de autorrealización de las personas. Esta definición es intencionalmente vaga, pero captura lo esencial y es un buen punto de partida.

Este descubrimiento fue la culminación de un proceso gradual en el cual las experiencias personales se entremezclaron con mi formación. Dado que fue un descubrimiento, esto implica que solía ser poco consciente de la desigualdad de género. Siempre lo atribuyo al hecho de que crecí en un hogar algo atípico y rodeado de mujeres fuertes. Intelectualmente, tendía a sobrerreaccionar al hecho de que muchas afirmaciones hechas desde posiciones feministas parecían tener poco sentido o ser exageradas y algo reforzado porque, en general, tiendo a pensar que es sano desconfiar de juicios sin matices que confirman los prejuicios de la audiencia. En retrospectiva, me doy cuenta de que es algo similar a tener una posición ambigua respecto a los derechos civiles por estar en desacuerdo con los excesos retóricos de Malcolm X. Uno tiene mucho donde elegir en el feminismo y, con un poco de esfuerzo, leer sobre ello y tener opiniones propias aceptablemente matizadas.

Ser un hombre feminista no es una posición simple. Los role models escasean y es difícil saber como comportarse. Las mujeres probablemente tienen un amplio espectro de escritoras, autoras o intelectuales en las que verse reflejadas: desde Judith Butler, Susan Okin, Heidi Hartmann o Simone de Beauvoir, hasta Emma Watson, Frozen, Ter, Diane Lockhart o Taylor Swift: las hay para todos los gustos. Intento pensar ahora mismo en hombres que hayan salido del armario autodeclarándose feministas, y salvo John Stuart Mill y tal vez Pierre Bourdieu, no se me ocurre ninguno hasta hace un par de años.

La discusión sobre el feminismo es con frecuencia un entorno poco amable para los hombres. No es difícil entender por qué. ¿Qué tipo de adhesión podría provocar un relato cuyo principal mensaje es que uno, a pesar de su experiencia subjetiva de esfuerzo y trabajo, está en una posición de ventaja sistemática? Se trata de un marco en el que los argumentos ad personam, justificados o no, enrarecen sistemáticamente la discusión. Ser el único hombre en una discusión sobre igualdad de género (salarial, la industria del sexo, violencia de género, diferencias psicológicas entre género) hace particularmente sencillo que alguna de las partes atribuya el desacuerdo a la diferencia de género de los participantes –algo particularmente ‘divertido’ cuando la acusación es de ser demasiado feminista. En ocasiones esto puede estar justificado, pero la sensación de estar amenazado por no tener legitimidad para opinar sobre algo no anima demasiado a participar en la conversación. También es bastante sencillo entrar como un elefante en una cacharrería si uno no tiene un poco de tacto al dar su opinión sobre un problema de género. El feminismo, al menos como actividad, sigue paradójicamente teniendo una enorme brecha de género, y creo que es algo negativo por razones que espero que sean aparentes hacia el final del post.

Personalmente, tuve que esperar a preocuparme por los problemas relacionados con la sostenibilidad del Estado de Bienestar para empezar a interesarme por la relación entre el mercado de trabajo y género. La fecundidad y los cambios en los patrones familiares están en el centro de la desigualdad entendida de forma más amplia, del envejecimiento, y de la sostenibilidad fiscal. Además, de forma un tanto inesperada, empecé a tener relaciones de amistad cercana con mujeres. Las personas a las que me siento más cercano son mayoritariamente mujeres, empezando por mi novia. De una forma u otra, eso me ha expuesto a experiencias por persona interpuesta que no podría haber tenido de otro modo. La mayoría de éstas han sido muy positivas, otras, como las que relatan historias de maltrato, violencia sexual, o machismo abierto en el trato personal, muy tristes. Creo que tuve suerte de conocer a mujeres a las que aprendí a admirar, y acceso a una educación que me permitió responder a las dudas que tenía leyendo sobre el tema. Este proceso de concienciación hizo de mí alguien que se siente orgulloso llevando la etiqueta de feminista.

Como decía, es una experiencia rara y dar el paso a significarse como feminista no es ni fácil, ni obvio. Pero no creo que merezca ningún tipo de reconocimiento por ello. No más del que merecería por no ser racista, clasista o por tratar con respeto a la gente. Una de las cosas que llama la atención al llegar a Estados Unidos para muchos europeos es la medida en la que el país está segregado racialmente. Subir a un autobús siendo blanco es toda una experiencia antropológica. Entrar en un campus de una universidad, en cambio, hace que uno se pregunte el porcentaje de negros que las estadísticas dicen que hay en el país. No hay (ya) leyes de segregación y, sin embargo la desigualdad racial es brutal a todos los niveles observables. Ésto, que es impactante y aparente, es algo con lo que muchos americanos están acostumbrados a vivir hasta el punto de considerarlo normal. Hay personas educadas y cultas y, por todo lo demás, perfectamente razonables, que simplemente niegan que existan problemas ligados a la raza.

Algo similar a lo que ocurre con el no-racismo, aunque no necesariamente a la misma escala, debería ocurrir con el feminismo. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, decía hace poco que seguiría definiéndose como feminista hasta que no hubiera reacción por que lo hiciera ya que debería ser algo normal. Ver la desigualdad ligada al género en las estadísticas que forman parte de la discusión política o en la vida cotidiana no es obvio porque ésta se ha vuelto invisible. Vemos normal que cuando una pareja tiene un hijo, el hombre no pida la baja por paternidad, pensamos que el comportamiento de Mr. Big en Sexo en Nueva York no es inapropiado, no nos parece sintomático que en toda la historia desde la Transición solo haya habido una sola líder a escala nacional de un partido político -uno muy pequeñito. Casi ninguno de nosotros ha sido educado para percibir que la relaciones que tenían nuestros padres, nuestros abuelos o nuestros amigos, gente a la que queremos y admiramos, relaciones perfectamente funcionales y felices, probablemente, estaban penetradas por un desequilibrio fenomenal. Pero igual que es esperable que uno sea sensible respecto a la desigualdad racial cuando la observa, debería ser igualmente normal que uno se alarmara con las divisiones de género que están en todas partes una vez que uno se vuelve sensible a ellas. El feminismo no debería ser una cosa de mujeres porque todos tenemos derecho, y diría que la obligación, de aspirar a vivir en una sociedad decente.

La forma habitual de pensar en el feminismo es como un problema de los ‘derechos de las mujeres’, algo que suele llevar la discusión a un callejón sin salida un poco estúpido sobre quien es o no es la víctima. Personalmente, encuentro más productivo pensar en ello como un debate sobre gustos: es un debate sobre tipo de sociedad en el que a uno le gustaría vivir, el tipo de personas con las que uno querría encontrarse en la oficina, en el mercado matrimonial, en twitter o en el rellano de casa; el tipo de relación que a uno le gustaría tener con su novia o sus amigas o el trato que a uno le gustaría que recibieran las personas a las que uno quiere.

Es sencillo entender por qué el feminismo debería ser también un problema de los hombres. Las mismas expectativas sociales que existen respecto al comportamiento femenino, las cuáles se transmiten a través de la cultura y la educación, afectan también a los hombres. Los estereotipos de género, pienso, crean con demasiada frecuencia individuos con problemas de seguridad, incapacidad para tratar con sus emociones, un pésimo sentido de la estética, una relación un tanto tóxica con con los hidratos de carbono, que mueren solos y, entre tanto, su compañía o su presencia en internet resulta a menudo insoportable.

Pensé en escribir esta pieza después de leer un artículo de Obama, cuando aún era presidente. Hablaba de cómo haber visto crecer a sus hijas le había hecho concienciarse de muchos problemas relacionados con la desigualdad de género. Una cosa es pensar en ello en abstracto y otra muy distinta en el tipo de mundo que uno querría ver crecer a sus hijas. Casualmente, existe bastante investigación que sugiere que ésta es una experiencia bastante extendida: las personas desarrollamos emociones morales como consecuencia de nuestras relaciones con otras personas. Pensé en cómo había llegado yo a pensar así, en los libros y personas que había conocido por el camino y en que es algo que hace que me desagrade algo menos la persona que veo en el espejo.


33 comentarios

  1. Ferrim dice:

    Un buen artículo para pensar y reflexionar. Gracias.

    Creo que los excesos retóricos de algunas feministas, y las consecuencias que tienen a nivel social e incluso legal, son negativos para la imagen y para los fines del movimiento, pero tampoco deben servir de excusa para reducir el feminismo a tales extremos, como por desgracia hacen muchos. El feminismo y las feministas deben hacer un esfuerzo para huir de esa caricaturización, pero eso es tan cierto como que quienes percibimos con recelo determinadas actitudes (piénsese en cuando se habla de «los hombres» de un modo que consideraríamos inaceptable o propio de extremistas si se aplicara a «los musulmanes») también debemos ser capaces de no tomar esa parte por el todo.

  2. Minded dice:

    Tiene gracia que el autor mencione a Justin Trudeau. Porque es justamente un hombre al que muchísimas mujeres alaban en privado y en público no por sus cualidades intelectuales, morales, políticas, sino porque «es muy sexy», «está muy bueno», «es irresistible», etc. Y nadie se escandaliza de ello, salvo las más radicales de las feministas, las que odian a todo lo que tenga pene (transgéneros incluidos).

    Cuando podamos decir (en público) que la primera ministra danesa estaba muy buena, o que la presidenta de Croacia es sexy, sin mencionar su inteligencia, y sin que nadie nos ataque o censure, entonces podremos decir que el feminismo ha empezado a entrar en el siglo XXI.

  3. alvaro dice:

    Feministas = captadores de rentas.
    Por supuesto que también es cosa de hombres.

  4. Demandred dice:

    Hoy en día, feminismo= hembrismo.

    Que un hombre se declare feminista es para hacérselo mirar, va en contra de sus intereses.

    Alla cada cual, pero aprobar engendros como la ley contra la violencia de género, donde se criminaliza al hombre por ser hombre y se le niega la presunción de inocencia no parece muy sensato.

    Pero alla cada cual

  5. MaryChu Wilson dice:

    El feminismo es una cosa y no tiene demasiado que ver con el supremacismo de género dominante en la esfera pública actual

  6. WW dice:

    3 comentarios. 3 tíos diciendo qué es o debería ser el feminismo.

    El artículo comienza…
    «Hace unos años, no muchos, descubrí que era… »

    Yo aquí hubiese dicho machista, porque entiendo que es el único camino para empezar a ser feminista.

  7. Uno que sabe poco dice:

    «al hecho de que muchas afirmaciones hechas desde posiciones feministas parecían tener poco sentido o ser exageradas»

    El problema aparece cuando esas posiciones no son aisladas sino mayoritarias y dominantes entre los que se definen como feministas, llevando el término a un significado completamente diferente en objetivo y medios de lo que expone en su primer párrafo y a lo que no tengo nada que discutirle.

    En mi caso, cada día me resulta más complicado negar que hayamos llegado a ese punto ya. Y quizás aún cabe la posibilidad de luchar por el significado del feminismo, pero creo que es tarde para eso y que ha sido apropiado por corrientes que lo que buscan no es evitar que «el género determine aspectos fundamentales del destino» sino más bien todo lo contrario.

  8. Alejandro Martínez dice:

    El feminismo no es, ni debería ser, la única forma de aproximarse a los asuntos de género ni a la igualdad entre hombre y mujer. Yo también inicialmente me consideraba feminista pero a medida que he ido profundizando en el tema y, sobre todo, como consecuencia de mi experiencia como trabajador social, un mundo muy feminizado tanto por parte de los profesionales como en el desarrollo de los servicios, me he dado cuenta de que no solo la mujer sufre problemas de género. Cualquier persona inteligente y honesta interesada en problemas de género también debería ver el punto de vista masculinista. Dejo este enlace para introducirse en el masculinismo: https://quiensebeneficiadetuhombria.wordpress.com/2013/05/24/los-diferentes-tipos-de-masculinismo/

  9. Xosé dice:

    De lo mejor k he leído ultimamente. Enhorabuena.
    Por cierto, entendiendo la percepción k alguno pueda tener sobre el feminismo como capturador de rentas, yo diría k aparece hacia el final en el ranking. Muy al final.

  10. Alatriste dice:

    Hombre, veo dos problemas:

    Uno, que ‘feminismo’ se ha vuelto un concepto demasiado amplio, cubre tantas ideologías y tan distintas que casi se ha vuelto una etiqueta. Tanto que cuando alguien, hombre o mujer, dice que es feminista la verdad es que casi no aprendemos nada de lo que piensa.

    El otro es la trampa «damn if you do, damn if you don’t», que no se aplica solo al feminismo, ni mucho menos. Por un lado los blancos deberían implicarse en la lucha contra el racismo, los hombres contra el machismo, los ricos contra la pobreza… Pero si lo hacen son marginados y acusados de paternalismo, de devaluar la lucha de los negros/obreros/mujeres, de dedicarse a meros pasatiempos burgueses, de perpetuar los esquemas de dominancia, etc, etc, etc.

    • Pescador dice:

      Yo es que cuando veo que alguien compara la situación de los negros en los USA con la de las mujeres españolas en 2017 pierdo el interés…Un Godlost de libro

    • alvaro dice:

      Pues yo el problema que le veo es el segmento de renta al que se intenta ayudar. Es que se pide al «pobre» luchar por los derechos del «rico» asegurandole que va a salir beneficiado. Ya puedes trabajar de conservera o cajera del Dia, la lucha feminista es que haya mujeres en la dirección. Ejecutivas que se supone que mejoraran tus condiciones por que son mujeres. Asi, sin mas.
      Es una variante de la teoria de cascada en los impuestos ,que asegura que bajando los impuestos a los ricos se crea riqueza que fluye hacia las capas mas pobres.
      Sociedad mejor, mas decente, justa, equilibrada. Todo vaguedades Zen

  11. Emilio dice:

    Citas de autoridad, experiencia personal entre mujeres fuertes que te conduce al feminismo… Pero entonces llega la cuestión y comparas la situación de los negros y la de las mujeres y hablas de sociedad decente del siguiente modo: que una sociedad decente no puede ser una en la que el género determine aspectos fundamentales del destino y de la capacidad de autorrealización de las personas.

    Te miras a ti mismo como una excepción cuando sabes que estás en lo políticamente correcto. Francamente no encuentro ni un solo motivo para dejar de pensar como hasta el presente. Que la concepción del mundo y la sociedad de los feministas de género se mueve en el ámbito de lo mágico, un territorio que cuando se le piden precisiones nos ofrece definiciones como la que tú ofreces.

    Al menos deberías repensar el párrafo en el que hablas de los negros, los autobuses y la universidad y pensases en términos de negros y negras, blancos y blancas no vaya ser que tú mismo incurras en invisibilización femenina. También que entendieses que tu experiencia personal es limitada y mucha gente no va a la oficina sino al tajo y muchos hombres nos encontramos bien entre mujeres pero también entre hombres.

  12. Felipe G. dice:

    Como siempre ocurre ante un articulo sobre feminismo, los comentarios a el mismo ya justifican la propia existencia del feminismo.

    • Pescador dice:

      El feminismo es como el pescado, incluso a los que nos gusta, hay especies que nos dan asco

    • lucius dice:

      Sí, lo que dices es muy lógico. Si algo provoca críticas, lo lógico es concluir que hay que insistir en ello hasta que deje de provocar críticas.

    • lucius dice:

      Por ejemplo:

      – De noche luce el sol.
      – Tu afirmación es falsa: según su propia definición, «noche» es el periodo del día en el que el sol no es visible.
      – Ese comentario justifica que insista en mi afirmación.

    • Minded dice:

      Cierto, pero también se puede enunciar al revés:

      Como siempre ocurre ante un articulo sobre feminismo, los comentarios a favor del mismo ya justifican la propia existencia del antifeminismo.

      Para todos los gustos, señoría.

  13. Pau dice:

    De verdad es tan difícil de entender que la comparación con la segregación racial en EEUU no pretende comparar la situación de negros y mujeres sino los procesos mentales que permiten normalizar situaciones que no deberían ser normales?

    Por lo visto «hay personas educadas y cultas y, por todo lo demás, perfectamente razonables, que simplemente niegan que existan problemas ligados» al sexo, por claros que sean.

    • alvaro dice:

      ¿Y esas personas lo niegan por malicia o tendran sus argumentos?
      ¿Existen preceptos feministas?

    • Pescador dice:

      Si crees que el orden de magnitud de los problemas que sufrieron y sufren los negros en los USA es comparable al de los problemas que sufrieron y sufren las mujeres ( y las respuestas a ambos), en Europa Occidental y en el mismo periodo histórico, a la hora de igualar los «procesos de negación», buena verdad es que cuando uno es un martillo, todo le parecen clavos.

  14. gerion dice:

    Afortunadamente, no creo estar en posesión de una superioridad moral que me induzca tratar de convencer a otros de que lo que yo pienso es lo correcto. Ni tampoco cobro por ello, así que puedo discrepar libremente de la justificación moral del feminismo sin argumentar nada.

  15. Alberto dice:

    Una duda tonta, en la lista de escritoras, autoras o intelectuales feministas aparece Frozen, pero buscando en internet solo me aparece la película de ese nombre. ¿Alguien me puede dar el apellido o algún dato más? Gracias.

  16. Emilio dice:

    Luis Abenza, ¿has reparado que a lo largo de tu artículo incurres en una radical división de las personas y en que no tienes reparos en mostrar con perfecta nitidez tu preferencia por lo femenino y las mujeres, reservando para los varones una dureza extrema, tú que a lo largo del escrito hablas de sensibilidad y no segregación?

    Un párrafo lleno de lugares comunes en el identificas a una parte de la población como “individuos con problemas de seguridad, incapacidad para tratar con sus emociones, un pésimo sentido de la estética, una relación un tanto tóxica con con los hidratos de carbono, que mueren solos y, entre tanto, su compañía o su presencia en internet resulta a menudo insoportable.”

    ¿No te preocupa que puedas estar cultivando una forma de segregación por sexo del estilo de la que reprochas que otros no sean capaces de percibir? ¿No consideras demasiado elitista pensar que para percibir los problemas de segregación racial haya que ser una “persona educada y culta”? ¿Crees que los únicos insoportables de internet son varones?

    ¿Has visto de qué forma M.Milá increpó a J.M.Mulet llamándole gordo? ¿Has leído las críticas feministas a la esposa de Trudeau por esto: «En ocasión del Día Internacional de la Mujer, celebremos a los muchachos y a los hombres que nos alientan a ser quienes realmente somos y que tratan a las jóvenes y las mujeres con respeto.”?

    Si en alguna otra ocasión te apetece hablar de brecha salarial, sostenimiento del estado del bienestar o cualquier otra cuestión relacionada con la igualdad, estaré dispuesto a debatir siempre que se aporten hechos y datos y no solo intencionadas definiciones difusas como la de «sociedad decente». Un saludo

    • Luis Abenza dice:

      Hola Emilio,

      Siento que no te haya convencido del todo mi artículo esta vez.

      Esperemos que te convenza más en una ocasión futura 🙂

      • Emilio dice:

        Me cuesta convencerme, pero para eso está el debate y la confrontación de ideas ¿no? Para explorar la posibilidad de acercamiento y acuerdo. Ayudaría que el compromiso de los varones (y las mujeres) no lo establecieses con el feminismo sino con la igualdad. En cualquier caso agradezco esta actitud de discusión y debate.

  17. Luis Abenza dice:

    Hola a todos,

    Me alegro de que mi artículo haya suscitado un interés tan vivo por el tema del feminismo, dado que, como creo que es aparente, pienso que se trata de un tema fundamental. Espero que los que aún no os habéis decidido a pensar que el feminismo, en alguna de sus variedades, es una prolongación natural de la idea de igualdad de oportunidades como justicia os animéis a dar el paso en el futuro.

    Algunas notas rápidas: mi comparación con la raza en USA no pretende sugerir (ni negar) que se trate de fenómenos de gravedad comparable, siento si se ha entendido lo contrario.

    Es un post «personal», sí. Expresa afectos, experiencias, impresiones y opiniones, no pretende ser nada más que eso. 🙂

    • Emilio dice:

      ¿Por qué feminismo y no igualdad?
      Supongo que habrás observado con qué «cariño» han recibido buena parte de las feministas el mensaje de invitación a los hombres de Sophie Trudeau. Hay feminismos y feministas absolutamente infumables.
      Los comentarios son todos personales, pero si uno quiere avanzar en un debate social necesariamente ha de ir a los hechos y los datos, de otro modo todos nos podemos encerrar en nuestras percepciones y afectos imposibilitando cualquier avance.

    • Pescador dice:

      Si no pretende ni sugerir ni negar ¿Que pretende? ¿Es un ejemplo sin pretensiones ejemplificantes, una comparación no comparativa, un nuevo tipo de oxímoron?
      Y yo es que veo la teorización del radfem o del feminismo de la diferencia y , después de la primera cuartilla me doy cuenta de que la igualdad es un imposible. Mi cerebro – masculino- no puede procesar ese tipo de género y me temo que el suyo, si tuviera que llevar su discurso a posiciones concretas iba a ser cualquier cosa menos algo suave y empático.

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