Política

Gobernando en la austeridad

4 Abr, 2016 - - @kanciller

El pasado 31 de marzo conocimos que el déficit público había desbordado las previsiones del gobierno al superar el 5% en 2015. Este desfase final de 9.000 millones de euros aleja las cuentas públicas del 4.2% comprometido con Bruselas. Al margen de la disputa sobre la administración responsable, con el dedo acusador de Cristobal Montoro señalando a las Comunidad Autónomas, es evidente que este descuadre será un pesado lastre para el próximo gobierno – salga antes del 2 de mayo o después de las nuevas elecciones el 26 de junio. Solo implícito en el baile de los pactos, sigue el elefante en la habitación de los ajustes pendientes y la posibilidad de renegociar los objetivos de déficit. Esto último algo que no está en mano de nuestros gobernantes sino que depende de una negociación de incierto resultado.

Más aún, con o sin una negociación exitosa, nuestro sistema político ha cambiado desde las pasadas Elecciones Generales. Esto, evidentemente, afectará a la política económica que siga cualquier inquilino en La Moncloa cara a los ajustes. Tres son las principales cuestiones que pueden tener un impacto; la fragmentación institucional, el tipo de gobierno y el color político del nuevo gabinete.

La fragmentación y la culpa de los ajustes

Pese a que algunos autores hablan de “una era de permanente austeridad” que se inicia desde 1980, esta sentencia ha ido por barrios y a velocidades diferentes según los países. La disciplina fiscal es un reto enorme para cualquier gobierno y puede implicar recortes del Estado de Bienestar muy dolorosos. Esto ha llevado a que en general la literatura considere que los ajustes dependen, básicamente, de los mecanismos que hay para esquivar la culpa por conllevar un inevitable desgaste electoral. La implicación de esta idea es que los gobiernos serán más proclive a recurrir a los recortes en aquellos sistemas en los cuales la responsabilidad está difusa, es decir, fragmentada.

Esta idea parece contra-intuitiva; en un sistema en el cual hay muchos actores implicados en las políticas públicas hay más puntos de veto. Esto debería generar un sesgo a favor del statu quo, de modo que fuera más complicado un acuerdo que lo modificara – algo congruente con la idea general de que los sistemas más de gobernar complejos aplican menos reformas pero más duraderas. Sin embargo, lo que argumenta una nueva generación de estudios es que la imposición de austeridad fiscal en un shock externo que modifica el equilibrio entre los actores. Es en ese momento, mientras se alcanza un nuevo punto de acuerdo, el juego de la culpa gana protagonismo. Los gobiernos aprovechan para hacer los ajustes sabiendo que siempre pueden culpar a otro partido u administración.

Por lo tanto, es algo paradójico, pero la fragmentación parlamentaria o que haya administraciones autonómicas o locales de todo pelaje podría ser la oportunidad que aprovechara el gobierno central para aplicar ajustes más severos – al tener la vía de esquivar su propia responsabilidad.

Gobiernos en minoría, gasto público y presupuestos

Si hubiera nuevas elecciones podría ser la gran coalición se pusiera de nuevo sobre la mesa, pero de momento las opciones que se perfilan son las de gobierno en minoría; bien de coalición minoritaria – los partidos con carteras no alcanzan la absoluta – o bien monocolor – sólo con ministros de un partido. Esto tiene implicaciones para los presupuestos generales, principal instrumento de la política económica de un gobierno, y es que para conseguir su aprobación hay que negociarlo con los partidos de la oposición. Por lo tanto, el tipo o el ritmo de cualquier ajuste pueden quedar condicionados por la necesidad de transaccionar en el parlamento.

Lo que ha apuntado la investigación disponible es que la oposición afronta un dilema en este contexto. Por un lado, puede tener interés en favorecer que al gobierno se le descuadren las cuentas como una señal de que es débil, pero en el largo plazo no le resulta interesante porque le tocará lidiar con más deuda cuando gobierne. Ello hace que el elemento fundamental para seguir una estrategia u otra dependa de las probabilidades de que el partido de la oposición pueda gobernar la próxima legislatura y la debilidad del gobierno. Si la oposición se concentra sobre todo en un partido, tenderá a favorecer presupuestos con menos déficits anticipando que terminará llegando al poder. Eso sí, sólo si confronta un gobierno en minoría. Si confronta uno de coalición, tenderá a favorecer que haya más déficit para explotar las contradicciones de los socios e intentar llegar antes al poder.

Por lo tanto, es importante saber tanto el tipo de gobierno que se forma como la fuerza que tiene la oposición, cuyo concurso es necesario para aprobar presupuestos más o menos restrictivos. En general las coaliciones tienden a gastar más – porque deben implementar acuerdos más amplios. Tener una oposición dispersa o bien gobiernos monocolor podrían permitir más margen para que el gobierno tuviera más margen para aprobar presupuestos equilibrados. En la actual legislatura un gobierno de coalición podría generar más gasto pero dado que la oposición distaría de estar monopolizada por un partido, tendría más margen para cuadrar las cuentas con geometría variable.

El color político del gobierno

De manera evidente, la ideología de los gobiernos importa a la hora de tener que afrontar un ajuste. Algunos gobiernos prefieren subir los impuestos, otros reducir el gasto y muchos optan por una mezcla de los dos. En general, la evidencia apunta a lo esperable; los gobiernos de izquierdas suelen ajustar subiendo los impuestos mientras que los de derechas recortando el gasto. Además, los gobiernos suelen aplicar los ajustes al principio de la legislatura, como también es de esperar, para intentar minimizar el castigo electoral.

Sin embargo, lo que no está tan claro es la medida en la que los gobiernos de un color político o de otro hacen políticas de austeridad más profundas. En general, la mayoría de la literatura señala que los gobiernos de ambos colores son igualmente proclives a implementar ajustes a través del gasto pero lo que les diferencia es que la izquierda recorta lo estrictamente necesario, mientras que los gobiernos de derecha aprovechan para reducir el gasto en mayor medida. Ello sería congruente con la idea de que los ajustes son los mínimos posibles a tu potencial base electoral y que los partidos de izquierda tienen un electorado que se beneficia en mayor medida del gasto público. Para partidos conservadores o liberales la austeridad impuesta puede ser un mecanismo para perseguir su propio programa.

Lo curioso es que hay autores que consideran que este efecto partidista se habría reducido a partir de la globalización actual que impone constreñimientos a los gobiernos. De hecho, lo que se argumenta es que dados los constreñimientos internacionales – que obligan al ajuste – y que el apoyo a los Estados de Bienestar se ha generalizado, son justamente los gobiernos de izquierdas los que tenderían a hacer los recortes más severos. La idea es que, intentando evitar el castigo electoral, los partidos de izquierda socialdemócrata podrían apoyarse en su reputación de haber construido el Estado de Bienestar para defender sus ajustes como los necesarios para sostenerlo – seguro que suena familiar. Este es el conocido como efecto “Nixon en China”, es decir, que solo alguien de credenciales conservadoras puede hacer algo muy aperturista.

Siendo esto así, es de esperar que el color político del gobierno pueda condicionar el tipo de ajuste (vía ingresos o gastos) pero puede tener un efecto mixto sobre la severidad del mismo. Más todavía cuando ninguno de los dos bloque suma y se necesita el apoyo, al menos implícito, de un tercer partido de otra familia ideológica.

En conclusión

Aunque no hablemos de ello, el próximo gobierno – cuando sea que nazca – deberá afrontar un contexto de difícil gestión de las cuentas públicas. Un elemento que, por cierto, pone en tela de juicio la viabilidad de los programas electorales de nuestros partidos. Todos los partidos hablan de la necesidad de renegociar el ritmo de consolidación fiscal con la Unión Europea, lo que a todas luces parece deseable. Sin embargo, nuestro propio proceso de formación de gobierno puede tener implicaciones en la senda del ajuste, y no sólo en la severidad del mismo, sino también en sobre los hombros de quién recaen los sacrificios. En este último sentido, más allá de las escenificaciones, es evidente que hay diferencias de parecer entre los partidos españoles. Diferencias legítimas que hacen que el reto de gobernar vaya a dejar en pañales la dificultad de arrancar esta o cualquier legislatura.


13 comentarios

  1. durruti77 dice:

    Es muy oportuno el artículo: es verdad que si formar gobierno nos está pareciendo complicado, lo peor va a venir después.
    Sería necesario apuntar, también, que el propio concepto de austeridad es ideológico, y está sujeto a mucha controversia. Explicar, como se hace en el artículo, que el recorte del bienestar es necesario para salir de la crisis es algo bastante discutible. Esta quizá sea la diferencia más grande entre los partidos de izquierda (Podemos, IU) y los del establishment (PP, PSOE, C’s).

  2. Alatriste dice:

    «Explicar, como se hace en el artículo, que el recorte del bienestar es necesario para salir de la crisis es algo bastante discutible»…

    A lo mejor se me ha pasado, pero juraría que eso no lo pone el artículo en ninguna parte. Lo que yo he leído es que recortar el déficit va a ser necesario, punto. Que vaya a servir para algo o que tenga que hacerse recortando gastos son temas en los que no veo que el autor se haya metido; es más, uno de los puntos que sí trata es que ciertos gobiernos prefieren aumentar impuestos en lugar de recortar gasto a la hora de reducir el déficit.

    Y no voy a ocultar que mi opinión personal es que alguien en Bruselas, Frankfurt y Berlín debería tomar nota de que España con su elevado déficit en 2015 fue el segundo país de la Eurozona que más crece, y puede ser que el primero dado que los datos en Irlanda están contaminados por su «creativa» fiscalidad; más en general, que deberían aceptar de una vez después de años y años de recortes que no solo no han dado los resultados esperados sino que al contrario, han tenido efectos nefastos y cuánto más has recortado peor te ha ido. No solo eso, sino que además esos efectos nocivos han resultado ser contagiosos y lejos de sacarnos del hoyo los recortes han empujado de vuelta hacia él a los «virtuosos» países nórdicos.

    • Epicureo dice:

      Tiene razón. Aunque la «solución» de tener déficit tampoco resuelve el problema a largo plazo. Pero está claro que la austeridad solo agrava la enfermedad.

    • durruti77 dice:

      En mi buena fe, supongo que la necesidad de ajuste es para mejorar las cuentas del Estado, aunque es verdad que el autor no lo dice. Puede ser también que sea por imperativo exterior, o también puede ser por pura ideología…
      De lo que sí estoy seguro es de que no es para mejorar la vida de los españoles.
      Tenemos una ideología que pretende acabar con el Estado del Bienestar y, casualmente, aparece una crisis cuya única salida es reducir el Estado del Bienestar. Muy conveniente todo…
      Hablan de que no nos podemos permitir hospitales tan buenos, ni universidades gratuitas. ¿Podemos permitirnos un nuevo portaaviones? ¿Nos podemos permitir más AVEs? ¿Cuántas SICAVs nos podemos permitir?
      Y que conste que soy partidario de la estabilidad fiscal, pero no de comulgar con ruedas de molino.

      • Alatriste dice:

        Pero es que «mejorar las cuentas del estado» y «salir de la crisis» son dos cosas completamente diferentes. De hecho es posible – en mi opinión muy, muy posible – que no se puedan conseguir las dos a la vez…

        • durruti77 dice:

          Qué tiempos aquellos en los que la «res publica» era el reflejo de la prosperidad de sus ciudadanos!
          Pues si la prioridad del Estado es llenar sus arcas antes que las de sus contribuyentes, quizá no estemos en una democracia…

          • Alatriste dice:

            Mira, me parece que:

            1) el autor no ha escrito en ninguna parte de este artículo que haya que recortar el estado del bienestar para salir de la crisis. Cita dónde, si crees lo contrario.

            2) ni yo ni el autor hemos escrito en ninguna parte de esta página que la prioridad del estado es o debe ser llenar sus arcas antes que las de sus contribuyentes. Cita dónde, si crees otra cosa.

            3) A lo mejor te resulta incomprensible, pero hay mucha gente que cree que mejorar el estado de las cuentas públicas es necesario para salir de la crisis. Personalmente creo que no pueden estar más equivocados, que un contexto de crisis grave e inflación nula o negativa es el peor momento concebible para ponerse a reducir la deuda del estado. Pero muchos creen sinceramente que es precisa una res publica con cuentas saneadas antes de que la economía pueda prosperar.

            4) Pero sobre todo, esa política de recortes, errónea o acertada, la están haciendo con el apoyo de los votos de la mayoría de los europeos, incluyendo a los españoles; en las elecciones del 20D los partidos que la apoyan obtuvieron un porcentaje de votos claramente superior a los que la rechazan. Así que esa política podrá ser de derechas, y podrá ser errónea, pero es 100% democrática.

            Y sí, al próximo gobierno Bruselas le va a apretar las tuercas para que haga los recortes a los que Rajoy se comprometió y no hizo…de hecho, podría ser que lo mejor para España fuera no tener gobierno oficial durante un par de añitos. A lo mejor así se convencían de que los recortes son nocivos y sin ellos la economía crece y el paro baja (sí, y luego pasará una banda de elefantes voladores sobre la sede del BCE) pero no olvidemos que los ciudadanos en esto como en otras cosas son bastante contradictorios: están contra los recortes; también contra las subidas de impuestos; pero siempre que se pregunta en una encuesta una mayoría abrumadora afirma que el estado no debería gastar más de lo que ingresa…

  3. gerion dice:

    ¿Los hombros en los que recaen los sacrificios? Está claro: los pobres no contribuyen – por falta de medios viven en un «sacrificio» permanente -, y los ricos no pueden hablar de «sacrificio» – incluso aunque sus abundantes medios no les permitan sustraerse a la Ley en algún caso -.
    Esto nos deja, por si había alguna duda, en la clase media, algunos de los cuales no podrán resistir el sacrificio y pasarán a ser pobres, mientras que otros encontrarán una oportunidad de hacerse ricos en este contexto, con lo que engrosarán el grupo cool. Resultado: menos clase media, y con menor poder adquisitivo, luego se ralentiza la economía.
    Imagino que de todas formas hay mucha controversia acerca de esto.

  4. EB dice:

    Pablo,

    Gracias por su intento de explicar el lado político de la gestión de las finanzas públicas. Sí, usted usa la investigación existente. Pero ahí está el problema porque tanto la investigación teórica como la investigación empírica del lado político y del lado económico de las finanzas públicas siguen siendo pobres a pesar de los miles de estudios publicados y en curso; y peor, a pesar de que es obvio que las finanzas públicas han sido un problema grave para todas las democracias constitucionales de países ricos desde hace varias décadas. Espero tener tiempo luego para explicar en detalle esa idea.

    Respecto a lo que podría ocurrir con las finanzas públicas españolas con un nuevo gobierno, mi impresión es que cualquiera sea el nuevo gobierno el debate seguirá como en los últimos años, esto es, un debate entre “expertos” mentirosos e hipócritas que juegan a asesorar a políticos dispuestos a decir y prometer cualquier cosa para aumentar su cuota de poder. Los “expertos” mienten porque sus conclusiones sobre lo que ha estado sucediendo no tienen base fiable (esto es consecuencia directa de la manipulación grotesca de la información usada para preparar cuentas que nadie ha verificado). Los “expertos” fingen saber más de lo que realmente pasa, en particular sobre el costo de distintos impuestos y de seguir endeudándose, sobre los trade-offs en la asignación marginal de fondos a distintos servicios y programas sociales y también sobre el costo de reducir drásticamente servicios y programas y el beneficio de introducir nuevos servicios y programas. No se extrañe entonces que no haya cambios importantes a pesar del griterío de los medios pro-gobierno y opositores. No hay nada en la situación actual que permita esperar que en un futuro próximo se tenga una evaluación seria de la gestión de las finanzas públicas durante la gestión de Rajoy ni durante la gestión del nuevo gobierno.

    La gracia del sistema actual de financiamiento del gasto público total (cuya magnitud ni Montoro conoce) es que se lo puede manipular para no tener que reducir fuerte su monto o aumentar fuerte la carga tributaria (sí, sistema curioso en que no conocemos el monto total pero todos tienen miedo de que cambie fuerte). El problema de ese sistema es que no permite a la izquierda nueva aumentar fuerte el gasto para beneficio propio (es decir, para asegurar su permanencia en el poder) ni permite a la derecha vieja redistribuir fuerte la asignación de fondos disponibles para beneficio propio (es decir, para seguir asegurando su permanencia en el poder como ha ocurrido por más de 30 años). En resumen, una vez que se forme un gobierno nuevo, cualquiera sea, la lucha por el poder se concentrará en el reparto de una torta que seguirá creciendo muy poco pero que muchos creen que se debe y se puede repartir de una manera distinta a la actual (Nota: lo peor de esta situación es que para aumentar algo el tamaño de la torta se recurrirá en una medida mucho mayor que hoy a la extorsión y el soborno, pero explicar este punto requiere una visión del gobierno distinta a la que domina la investigación teórica y empírica, digamos una visión “italiana” que curiosamente Alberto Alesina y otros investigadores italianos prefieren ignorar).

  5. La austeridad no está funcionando, solo hay que ver como las economías de los países donde se recorta salvajemente por orden de la Unión Europea no están mejor que antes de empezar el austericidio, España por ejemplo esta mucho peor que en el 2010, cuando empezaron los primeros recortes en época de Zapatero, debemos mas dinero, tenemos mas paro y la calidad de vida de la población ha bajado, además se han disparado la pobreza y la desigualdad, estas políticas se han demostrado ineficaces a la hora de combatir el problema del paro, del déficit y de la deuda, pero el PP y el Psoe siguen erre que erre por orden de Europa, acabaremos como los griegos cuando se agote la hucha de las pensiones dentro de 3 o 4 años, tiempo al tiempo.

    • EB dice:

      Le agradeceré referencias a estudios donde se muestre claramente qué países de la UE habrían reducido salvajemente su gasto público total, incluyendo además un detalle de los servicios y programas que habrían sufrido los recortes más grandes. Por favor, asegúrese que sean estudios con estimaciones fiables de los datos usados. Le reitero mi agradecimiento anticipado porque yo no conozco ninguno.

  6. heathcliff dice:

    El problema , como siempre, es de incentivos. ¿Qué queremos, y quién queremos que lo pague?

    La respuesta es obvia: lo queremos todo y queremos que lo pague otro.

    A partir de ahí, comienzan las negociaciones.

    Si partimos de la tesis de que el endeudamiento puede ser infinito, entonces no hay problema. Si el endeudamiento tiene algún límite y por casualidad estuviésemos cerca de él, hay que recortar o aumentar impuestos.

    Y volvemos así al punto primero: quién gana y quién pierde…

    Aparentemente simple, vaya… Pero lo mejor, lo que más mola, es trabajar con capacidad de endeudamiento ilimitada, que es lo que de un modo u otro disfrutamos ahora. Eso sería estupendo. A ver lo que dura…

  7. gerion dice:

    Lo curioso es que veo apuntar problemas más o menos sólidos, pero no se menciona un hecho inevitable y consustancial a cualquier sociedad humana: no se puede sostener una sociedad si no existe un grupo de poder que controla los recursos y que, en consecuencia, se beneficia de ello. Los experimentos realizados en otro sentido – repúblicas socialistas nacionales, por ejemplo – han terminado derivando a lo mismo.
    Lo que pasa es que aceptar esto, implica que toda la discusión se reduce a quejarnos de no formar parte de ese grupo, y argumentar medidas que únicamente cambiasen el statu quo para permitirme a mí formar parte de ese grupo de elegidos. Está bien opinar, por supuesto, porque en el fondo es lo único que nos queda a los que estamos fuera.

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