Esta semana pudimos comparar los sondeos con los resultados en las urnas. De esa comparación saco tres conclusiones. La primera, que la demoscopia no es nigromancia, sino un sensor aproximado pero útil del clima de opinión. La segunda, que las expectativas importan: aunque a veces desconfiemos de los sondeos, lo cierto es que medimos el éxito o el fracaso de los partidos en función de ellos. Y la tercera, que las sorpresas en unas elecciones no solo son posibles, sino habituales.
Al hilo de estas ideas hemos publicado dos artículos. El primero en El español, donde comparo los resultados y los sondeos de cuatro ciudades y cuatro comunidades autónomas. Mi idea era tener algo así como un «detector de sorpresas» imperfecto pero cuantitativo.
El segundo artículo lo publicó ayer El diario. En él, Jorge Galindo y yo reivindicamos la luz de las encuestas incluso en una elecciones en las que los sondeos no estuvieron bien del todo. Además aprovechamos para criticar la ley que prohibe difundir sondeos los últimos días antes de una votación. Una norma difícil de justificar. Porque si aceptamos que las encuestas son una forma de iluminarnos, no hay motivo para que los últimos días vivamos a oscuras.
Los sondeos son una forma de iluminarnos y de, como bien sabéis, influir en la opinión pública. Y no digo que sea por manipulación, sino por enseñar o esconder ciertos resultados.
Respecto a la última afirmación creo que es difícilmente rebatible. Parece evidente que si las encuestas son perjudiciales porque influyen en la opinión, entonces deberían estar prohibidas permanentemente, y si no son perjudiciales deben estar permitidas permanentemente. Puede que la prohibición tuviera algo de justificación allá por 1977 pero después de casi 40 años de experiencia democrática los españoles están al cabo de la calle respecto a intentos de manipulación desde los medios… intentos que por otra parte es de ilusos pensar que se darían – o se dan – solo mediante encuestas.
Es un absurdo que se extiende a la prohibición de «hacer política» desde 24 horas antes del comienzo de las elecciones. Es comprensible que se prohíba hacer propaganda en un cierto radio alrededor de los colegios electorales, pero en cuanto al resto no solo resulta de dudosa utilidad sino que cada vez es más difícil de poner en vigor debido a la tecnología moderna. Solo por poner un ejemplo, creo que la publicación de encuestas «prohibidas» en medios de Andorra se ha vuelto casi una tradición…
El contraste fundamental entre las urnas y los sondeos reside en la diferencia existente entre el funcionamiento de un sistema de Democracia Real (con instituciones salidas de las urnas) y la hoja de ruta de la plataforma político-mediática #Democracia_Virtual_Ya (creada desde las tertulias en los platós de televisión y apoyada en sondeos hábilmente dirigidos). Más en http://wp.me/p5yGMp-1p
Creo que a ciudadanos le hizo mucho daño el lío de la última semana: candidatos que abandonan las listas tras leerse el programa, listas enteras retiradas, etc. El que no pudieran publicarse encuestas evito que se viera venir. De hecho, en la primera encuesta tras las elecciones han bajado mucho.
Las encuestas de «Er Pays» son a las encuestas lo que la paella mixta a la paella valenciana – en cualquiera de sus variantes locales.
Raro es que le «Aveces» no haya sacado la suya.
*Los nombres chungos son por no darles ni resultados en google, de tanta penica como dan esos dos panfletos…
Perdón, no era el «Aveces», sinó «La Sinrazón» la de la encuesta, y no ha fallado, ya tenemos la simpar y fiable encuesta de Enecé Riport…
Luego los profesionales publicáis articulos intentando darle seriedad al tema…