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Ucrania, entre Rusia y Occidente

22 Feb, 2014 -

Por Abel Riu.

A menudo se habla de la importancia estratégica de Ucrania y de los intereses que se esconden detrás del conflicto actual que vive el país, el cual durante los últimos tres días se ha saldado con cerca de 80 víctimas mortales y 600 heridos. A la hora de la verdad pero, en pocas ocasiones se llega a abordar cuál es el núcleo de la cuestión en todas sus dimensiones. En este sentido, si hace unas semanas poníamos el foco de atención al mirar de entender las causas internas de las revueltas y manifestaciones que han tenido lugar durante las últimas semanas en Ucrania, hoy nos centraremos en analizar el componente geopolítico de la cuestión ucraniana, con objeto de situar cuáles son los elementos que explican su relevancia como actor regional y que hacen que este país sea un objetivo tan preciado tanto por rusos como por europeos y americanos.

Relaciones energéticas

Con unas importaciones de cerca de 30 miles de millones de metros cúbicos anuales, Ucrania es uno de los mayores importadores de gas del planeta. En consecuencia, es también un mercado muy importante para las exportaciones de gas rusas, las cuales hasta el año 2010 representaban cerca del 100% del total del gas importado por Ucrania. Debido al elevadísimo precio que Kiev y los consumidores ucranianos pagaban por el gas ruso (el cual se incrementó de 240$ por mil metros cúbicos el 2010 hasta más de 400$ el 2012, el más caro de toda Europa), durante los últimos dos años las autoridades del país habían intentado reducir esta dependencia respecto del gas que entraba a Ucrania directamente desde Rusia, buscando maneras para reimportarlo en un precio bastante inferior a través de vías alternativas desde Polonia, Hungría y Eslovaquia. En función del acuerdo del 17 de diciembre entre Kiev y Moscu, Ucrania pasaba a pagar 268,5$ por mil metros cúbicos (una rebaja del 33% respecto del precio anterior), con la implantación de un sistema de precios que estaba previsto se fuera renovando cada cuatro meses mediante negociaciones entre Gapzom y Naftogaz (la empresa estatal ucraniana), pudiendo ser utilizado como elemento de presión de Moscú sobre Kiev. Como consecuencia de este acuerdo, a principios de enero el ahora ex-Ministro de Energía ucraniano Stavitsky anunció el fin de las (re)importaciones de gas desde la UE, afirmando su intención de volver a importar el 100% del gas directamente desde Rusia.

Moscú no sólo es un socio energético clave para Ucrania, sino también para la propia Unión Europea. Rusia es el mayor exportador de gas natural del planeta (con un 14,6% de las exportaciones mundiales de gas natural en 2012), siendo la UE el mayor importador. Un 76% de las exportaciones de gas naturales rusas tienen como destino los países de la UE (sobre todo Alemania -24%- Italia,-11%-, Franca-6%- y el Reino Unido -6%-.) y se da la circunstancia que cerca de un 50% del total de comercio de gas natural entre Rusia y la UE pasa por los gasoductos situados en territorio ucraniano. Teniendo en cuenta que Rusia exporta alrededor del 34% del total de importaciones de gas natural que se consume a la UE (un 25% de su consumo total), aproximadamente un 17% del total de las importaciones de gas de la UE cruza Ucrania.

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Origen de las importaciones europeas de gas (año 2007). Fuente: BP Statistical Review of World Energy, junio 2008.

Como consecuencia de este gran volumen de tránsito, en estos momentos alrededor de un 5% del comercio internacional de gas natural pasa por el sistema de gasoductos que atraviesan Ucrania en su ruta este-oeste. Para Rusia,  fuertes vínculos con Ucrania significan asegurar este suministro hacia Europa, tan fundamental para la economía rusa. La importancia relativa de las exportaciones de hidrocarburos sobre el total de exportaciones rusas pasó del 63% el 2009 al 70,3% el 2012, equivalente nada más y nada menos al 18,2% del total del PIB ruso, lo que da una idea de la dependencia que sufre Rusia en este aspecto. Una dependencia que, teniendo en cuenta las necesidades energéticas de la UE se convierte en mutua, y en la cual el tránsito a través de Ucrania juega un papel clave.

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Red de gasoductos entre la UE y Rusia. Fuente: East European Gas Analysis.

Conscientes de esta excesiva dependencia del tránsito de gas a través de Ucrania, desde hace unos años tanto rusos como europeos se han esforzado en diseñar rutas de transporte alternativas tanto por el Báltico como por el Mar Negro, dibujando una especie de bypass que evite los gasoductos ucranianos y libre de su inestabilidad interna tanto a productores rusos como consumidores europeos. La construcción del gasoducto North Stream, finalizado el 2011 y el cual ha reducido el volumen de tránsito por Ucrania del 80% al 50% actual, y la puesta en funcionamiento del South Stream el 2015 son proyectos que van en esta dirección.

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Trazado de los gasoductos North Stream y South Stream

Mediante la construcción de estas carísimas infraestructuras de transporte que sobrepasan con creces su capacidad de producción anual, Moscú (a través de Gazprom) busca potenciar su papel como socio energético principal de la UE ante la apuesta de Bruselas por suministradores alternativos que reduzcan la importancia de las importaciones rusas, como por ejemplo Noruega, Argelia o Qatar. En el Kremlin también ven con recelo proyectos como el gasoducto TAP, con el cual la UE pretende obtener gas del Mar Caspio sin pasar por Rusia (ni por Ucrania). Aparte de reducir su dependencia energética respecto del gas ruso, con su política la UE pretende evitar sufrir las consecuencias de episodios como las “guerras del gas” entre Kiev y Moscú de 2006 y 2009, y también obtener una mayor capacidad de maniobra en las negociaciones en cuanto a los precios gracias a la diversificación de proveedores.

Comercio exterior

Sus 45 millones de habitantes y un PIB de 245 miles de millones de euros (PPC) hacen de Ucrania la segunda economía más importante entre las antiguas repúblicas soviéticas, basada en gran medida en las exportaciones de hierro y acero, productos químicos, cereales y maquinaría pesada. Rica en recursos naturales y con una extensión que hace que sea el segundo país más grande del continente europeo después de Rusia, Ucrania comparte frontera con cuatro Estados miembros de la UE. Por todos estos motivos, Kiev es un socio comercial muy atractivo para Bruselas. Se da la circunstancia pero que para Moscú Ucrania no sólo es un socio atractivo sino también necesario y clave para varias de sus industrias. Según cifras de 2012, Rusia es el principal destino de las exportaciones ucranianas con un 25,6% del total, y Ucrania es un proveedor clave de productos para la economía rusa (5,6% del total de las importaciones, sólo por el detrás de la China y Alemania). La importancia de Ucrania como socio comercial para su vecino oriental se hace visible sobre todo en sectores como por ejemplo el de los artículos de hierro y acero (de la cual Ucrania es uno de los principales exportadores mundiales) en el cual representa un 38% del total de importaciones rusas. Por su parte, Rusia es el origen de nada más y nada menos que un 32% de las importaciones de Ucrania, lo que da una idea del nivel de interconexión que existe actualmente entre ambos países en el ámbito comercial, particularmente los procesos de fabricación compartida existentes en sectores como el aeronáutico o el militar.

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Principales destinos de las exportaciones ucranianas en 2012. Fuente: International Trade Center.

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Principales orígenes de las importaciones ucranianas en 2012. Fuente: International Trade Center.

A pesar de que la UE es un mercado mucho más grande y rico que la zona comercial a la cual Ucrania está acostumbrada, al integrarse en un espacio de libre comercio como el que proponía el Acuerdo de Asociación la mayor parte de las exportaciones ucranianas sufrirían como consecuencia de la mayor calidad de los productos fabricados a la UE. Por ahora, los productos ucranianos son simplemente mucho más competitivos (y necesarios) en el mercado ruso y post-soviético que en el de la UE. Más de un 40% de los productos ucranianos exportados tienen como destino los países de la CEI (Comunidad de Estados Independientes, organización internacional que agrupa todas las antiguas repúblicas soviéticas a excepción de Georgia y los países Bálticos), mientras que los productos exportados hacia la UE apenas llegan al 30%. Los otros dos grandes destinatarios son Egipto y Turquía.

En tanto que miembros de la CEI, Rusia y Ucrania forman parte de una zona de comercio en la cual el nivel de aranceles es bastante reducido. Durante el último año, tanto Vladimir Putin cómo miembros del gobierno ruso advirtieron en varias ocasiones que la entrada de Ucrania en una zona de libre comercio con la UE comportaría una entrada masiva de productos europeos al mercado ruso, afectando a la competitividad interna de la producción nacional, con lo que Rusia se vería según ellos obligada a aplicar aranceles más elevados para los productos importados de Ucrania. De las palabras se pasó a los hechos, y a medida que se acercaba la fecha prevista para la firma del Acuerdo de Asociación entre Kiev y Bruselas, Rusia fue modificando sus regulaciones comerciales en cuanto a las importaciones desde Ucrania (sobre todo a partir de agosto de 2013), una política que durante el transcurso de 2013 provocó una caída de 1.4 miles de millones de dólares en las exportaciones ucranianas hacia Rusia.

El nivel de dependencia de la economía ucraniana respecto de la rusa es similar a la que existe actualmente en los países del Europa Central (Eslovaquia, Polonia, la República Checa y Hungría) respecto a Alemania. Esta dependencia se ha incrementado sustancialmente desde la entrada de estos a la UE. A diferencia de los países del grupo Visegrad (Europa Central), donde en buena parte de los casos son empresas controladas total o parcialmente desde Alemania las que controlan la producción nacional (existen nada más y nada menos que 7000 compañías con capital alemán operando en Hungría, un país que apenas llega a los 10 millones de habitantes), en el caso de Ucrania la importancia relativa de la producción hecha por las empresas nacionales dirigidas desde el mismo país es muy superior, tratándose normalmente de grandes conglomerados industriales, como Metinvest. Con algunas excepciones (sobre todo durante la presidencia de Viktor Yushchenko entre 2005 y 2010), hasta ahora la política de los respectivos gobiernos ucranianos ha sido bastante restrictiva en cuanto a la entrada de capital extranjero al país, sobre todo con objeto de proteger los intereses de los oligarcas, los cuales dominan totalmente el panorama industrial ucraniano.

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Porcentajes de importaciones y exportaciones con Alemania sobre los respectivos totales nacionales. Fuente: elaboración propia con datos del International Trade Center.

En este sentido, con la firma del Acuerdo de Asociación uno de los objetivos principales de Bruselas era contribuir a cambiar la inclinación comercial ucraniana del este hacia el oeste, en perjuicio de Rusia y en beneficio sobre todo del capital alemán, el más presente y activo a los antiguos Estados satélite de la URSS en la Europa Central. En cuanto a la Unión Aduanera impulsada por Rusia, Vladimir Putin probablemente es consciente que la incorporación de Ucrania a esta es una posibilidad totalmente descartable dado el fuerte rechazo que Rusia genera entre buena parte de la población occidental del país. Así, su objetivo no es otro que parar la integración de Ucrania en el espacio económico europeo con objeto de mantener un statu quo actual en el que Kiev oficialmente se mantiene en tierra de nadie y mantiene una diplomacia “multi-vector”, pero que de facto depende fuertemente de Rusia sobre todo en los sectores energético y comercial.

Dependencia financiera

La situación financiera de Ucrania a corto plazo es una bomba de relojería. El gobierno ucraniano tiene necesidades de financiación urgentes, y durante los 18 meses próximos tiene que hacer frente además de 17 mil millones de dólares en concepto de facturas por el gas y pagos de deuda. Incluyendo el sector privado, Ucrania afronta pagos de deuda por valor de más de 60 miles de millones de dólares durante los 12 meses próximos, cerca de un tercio de su PIB nominal. Con una divisa (la grivna) que durante los últimos meses ya se ha devaluado un 10,6% (llegando hasta los 12,5 grivnas por euro, unos niveles que no se veían desde la crisis financiera de 2008), las perspectivas son todavía más negativas. De haberse firmado, el Acuerdo de Asociación venía acompañado de un crédito del FMI para ayudar Ucrania a hacer frente a los vencimientos de la deuda, el cual tenía como condición la aplicación de duras reformas internas, particularmente respecto al mercado laboral y al control de la deuda pública. Con la negativa de última hora a firmar el Acuerdo de Asociación y la vista puesta (por aquel entonces) en las elecciones presidenciales de 2015, la única alternativa posible para Víktor Yanukóvich era negociar un crédito de emergencia con Rusia, acordado el pasado 17 de diciembre. El importe finalmente fue de 15 mil millones de dólares, una operación mediante la cual Moscú reforzaba todavía más su papel como banquero del gobierno ucraniano.

Otros factores

A la dependencia de Ucrania respeto Rusia en cuanto a comercio, energía y deuda se le suman, por un lado, los vínculos militares entre los dos países, los cuales tienen su máximo exponente en la presencia de la base de la flota rusa del Mar Negro al puerto de Sebastopol (Crimea), con un contrato de alquiler que en 2010 fue renovado hasta el 2044. De la otra, hay que recordar también los lazos que buena parte de la población oriental y meridional de Ucrania (sobre todo a zonas como por ejemplo Crimea, Donetsk o Odessa) tiene con el vecino oriental, con minorías rusas que rondan entre el 17,6% y el 58% en función de la región, aparte de una población ucraniana étnica que en aquellas regiones utiliza mayoritariamente el ruso en su vida diaria y que en los ámbitos afectivo, cultural e informativo sigue en buena medida conectada al mundo ruso. Por último, el simbolismo que Ucrania tiene para Rusia como “cuna” de la nación rusa (Kiev fue la capital y centro del primer estado ruso-eslavo oriental) también juega su papel. Para algunos rusos (y sobre todo para el Kremlin) Ucrania es un territorio sobre el cual Moscú tiene un derecho de control e influencia legítimo basado en la historia, y parte de su política hacia este país se basa en esta interpretación imperialista, sobre todo en un momento en el cual Rusia empieza a resurgir como potencia con aspiraciones de jugar un papel importante en el nuevo orden mundial multipolar, intentando reconstruir su espacio de influencia económica y política (sobre todo en la esfera post-soviética) con iniciativas como por ejemplo la Unión Euroasiática o la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva.

Perspectivas

Todos los factores mencionados sirven para describir la importancia estratégica y simbólica que Ucrania tiene para el Kremlin. Es precisamente esta importancia de Ucrania para Moscú la que explica en buena medida el interés de la UE y los EE.UU. en arrancarla de su órbita, basando su apuesta en el apoyo que tienen en el oeste del país y la hostilidad que inspira Rusia en aquellas regiones, sin tener demasiado en cuenta las consecuencias que un cambio de orientación tan brusco podría comportar a escala interna para los ucranianos y para su economía.

Ni Bruselas ni Washington parecen muy preocupados tampoco por la complejidad étnica de Ucrania y su histórica división, en un contexto en el cual cualquier movimiento político repentino puede comportar consecuencias imprevisibles, como se ha demostrado durante las últimas semanas. Para evitar el riesgo de rotura (y para intentar obtener concesiones tanto de la UE como Rusia) y más allá de la retórica europeísta de algunos sectores, desde su independencia el 1991 los sucesivos gobiernos ucranianos han llevado a cabo una política exterior en gran medida pragmática y multi-vector. Una política que durante los últimos años ha venido condicionada por el renovado interés de la UE a estrechar lazos económicos y comerciales con sus vecinos orientales mediante el llamado Eastern Partnership, una iniciativa lanzada el 2009 a propuesta de los Ministros de Asuntos Exteriores polaco (Radoslaw Sikorski) y sueco (Carl Bildt), conocidos por sus posicionamientos hostiles con Rusia. En este sentido, el Eastern Partnership parece una iniciativa hecha ad hoc para hacer frente a la posibilidad de expansión de la Unión Aduanera hacia antiguas repúblicas soviéticas como por ejemplo Moldavia, Ucrania, Georgia o Azerbayán, tratando a la vez de extender la esfera de influencia de la UE en la Europa Oriental y el Cáucaso Sur. Por su PIB, población e importancia estratégica Ucrania es el premio gordo, y es por eso que tanto europeos como rusos están haciendo todos los esfuerzos posibles para seducir (o forzar) a Kiev, aspirando unos a cambiar el statu quo actual y los otros a mantenerlo tal como está.

La situación de grave crisis política de las ultimas semanas -llegando incluso a una situación de caos y ausencia parcial de gobierno durante las últimas horas- ha sido vista desde el primer momento por la UE y los EE.UU. como una oportunidad para forzar un cambio de presidente y de orientación geopolítica en Ucrania, como lo demuestran unas grabaciones telefónicas interceptadas entre altos mandatarios tanto europeos como americanos en las que dibujan cuál tendría que ser la composición del futuro gobierno ucraniano después de unas hipotéticas elecciones. El acuerdo del pasado 17 de diciembre se consideró en su momento como una victoria momentánea para Moscú, manteniendo en su momento el pulso y dejando claro que llegaría hasta donde haga falta con tal de no perder un socio tan importante por sus intereses. Sin embargo, los acontecimientos de los últimos dos días suponen un cambio radical en la situación. Hoy mismo va a ser elegido un nuevo gobierno con los dos tercios de los diputados que quedan en el parlamento y es de esperar que se convoquen elecciones para abril o mayo, mientras el futuro de Yanukóvich y de las regiones del sur y este sigue en el aire. La guerra entre Rusia y occidente por el control de Ucrania continúa.

Abel Riu es Licenciado en Ciencias Políticas por la UB, y Máster en Política Estudios Internacionales por la Universidad de Uppsala. Es investigador en prácticas en el Instituto IDEA, editor de Extramurs.cat y autor del blog Eurasiacat.


19 comentarios

  1. […] Ucrania, entre Rusia y Occidente […]

  2. andresrguez dice:

    Añadamos a las relaciones comerciales, que Ucrania es la extensión agrícola más grande de la UE y que la sobreproducción de alimentos y la sequía que pasó en los últimos años, fueron las responsables de la subida y bajada de precios de los alimentos.

    • genaro dice:

      nunca hay sobre produccion a menos que exista una intervencion estatal que pretende fijar la oferta, ademas siempre pueden exportar los excedentes salvo que el gobierno antiliberal lo impida para mantener los precios bajos demagogicamente, perjudicando a los productores

  3. mictter dice:

    Una pequeña corrección: Francia es algo más grande que Ucrania. Fuente: http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_and_dependencies_by_area

    • handmadefilms dice:

      Pero es Francia es más pequeño si solo contamos su territorio en Europa, que creo que es a lo que se refiere el artículo.

  4. LuisL dice:

    Interesantísimo análisis. Sois como una revista política de rigor en open access.

    Gracias.

  5. […] encuentran ahora mismo en Kiev, y con Abel Riu, politólogo especializado en la región y autor de estas dos magníficas piezas de […]

  6. Anónimo dice:

    […] Os dejo un enlace que merece una detenida lectura para entender el asunto de Ucrania… – Ucrania, entre Rusia y Occidente | Politikon […]

  7. Alatriste dice:

    Para empezar, algo que ya os he comentado en otras ocasiones: tendríais que poneros las pilas a la hora de revisar los textos. Se os cuelan demasiadas erratas, errores gramaticales y similares, como «A la hora de la verdad pero, en pocas ocasiones se llega a abordar…» o «Se da la circunstancia pero que para Moscú…»

    Luego, aunque el artículo es muy interesante y tiene mucha «chicha» que masticar, hay algunas cosas que me han hecho torcer el gesto al leerlo. Para empezar, yo diría que hay una contradicción bastante evidente entre los pretendidos intentos de unos y otros por dominar Ucrania, lo que el autor llama nada más y nada menos que «La guerra entre Rusia y occidente por el control de Ucrania» y las fuertes inversiones realizadas por ambos para construir gasoductos que les permitan comerciar evitando cruzarla. Se diría que a ambos lo que les preocupaba era la dependencia del paso por un país inestable y/o la capacidad de chantaje que el paso del gas ponía en manos de Ucrania, y que estaban más que dispuestos a ponerse de acuerdo en puentearla… en otras palabras, que no están buscando enfrentarse por el control de Ucrania, sino que se ven abocados a un enfrentamiento que no desean por una inestabilidad que tiene raíces domésticas.

    Luego, me parece que el artículo es sumamente comprensivo con la posición rusa y en cambio muy, muy duro con la europea, especialmente con Alemania. Como mínimo resulta inaceptable no mencionar que para Polonia y los países bálticos Ucrania es tan importante como para Rusia, por las mismas razones históricas. Y también tengo que mencionar que recurrir a una fuente rusa – y una que llama «marionetas» a los opositores – para hablar de lo que supuestamente dicen esas conversaciones interceptadas… es bastante fuerte.

    Y para terminar, decir que me parece muy exagerado hablar de que Rusia está resurgiendo como potencia mundial. Creo que eso no pasa de ser un espejismo provocado por los elevados precios del petróleo en los últimos años.

  8. Ernesto L. dice:

    Háganle caso a Alatriste y pongan más empeño en revisar los textos. Es frustrante encontrar buenos contenidos con formas tan mediocres.

  9. Roberto Alcazar dice:

    Creo que se le nota a Alatriste el brillo o destello de su espada occidentalista en la aseveración siguiente:
    …»Me parece muy exagerado hablar de que Rusia esta resurgiendo como potencia mundial».

    .? Qué le parece decir ..El occidente esta naufragando, enfangado hasta los topes en su mantenimiento unipolar del mundo» ? Le parece mejor ?..Esto no solo es compartido por cada vez mas analistas sino que ha llegado hasta los ojos de la gente sencilla…Esa bajada en el ranking produce una elevación –incluso sin moverse, por parte de Rusia…No solo se esta posicionando como potencia mundial Rusia, sino que lo hace a grandes pasos. ?

    Pero no solo son espejismos, sino que la reconstrucción rusa, social, armamentista, intelectual y con la intencionalidad y empuje que ha tenido los últimos años ( ha salido de un hoyo) se nota hasta siendo corto de vista.

    • Alatriste dice:

      Pues lo que me parece es, para empezar es un perfecto ad hominem. Yo seré lo que sea, gracias, pero mi horrendo pecado de «occidentalismo», caso de que lo padezca, no tiene nada que ver con el tema.

      Discutiendo lo que de verdad tenemos que discutir, mi opinión personal – y debo decir que ese recurso tan típico de atribuir algo a unos nebulosos expertos, «los analistas» en este caso, sin nombre ni fuente me resulta francamente irritante – es que Rusia sigue como siempre, solo que empeorando:

      – La economía del país sigue siendo 100% dependiente de la exportación de minerales y en primerísimo lugar del petróleo y el gas. Tiene la estructura típica de un país subdesarrollado, exportador de materias primas e importador de productos manufacturados. Como en tiempos de la URSS Rusia solo tiene un único producto industrial exportable: el armamento, incluyendo la tecnología espacial derivada de los ICBM. El contraste con China no puede ser más marcado.

      – El sistema político es completamente disfuncional. No debería necesitar más comentario, pero que el presidente V.V. Putin pase a ser primer ministro para eludir la ley que limita los mandatos y luego vuelva a la presidencia… eso no pasa en una democracia de verdad.

      – La demografía es aterradora. La esperanza de vida en Rusia – y en Ucrania, dicho sea de paso – es casi tercermundista, y en el caso de la masculina se puede quitar el casi. Según la ONU la esperanza de vida de un ruso en el momento de su nacimiento no llega a los 62 años, comparable a la de Myanmar, Ghana, Gabón o Namibia.

      – Hasta respecto al tema militar y el armamento… pues cuando Rusia ha querido aumentar su capacidad anfibia ha recurrido a comprar barcos ‘Mistral’ franceses. Y esto ha ocurrido con buques de desembarco, armamento de tecnología media-alta (no son barcas de remos, pero tampoco son submarinos nucleares o cazas de última generación). Esa compra no indica precisamente un renacimiento industrial, ni siquiera en el campo militar.

  10. lsdani dice:

    De lo mejor que he leído para entender la situación de Ucrania.

    Y me gustaría hacer una sugerencia para el autor Abel Riu. ¿que tal un artículo sobre las revueltas de Bulgaría? Asi podremos ver el contraste mediático e injerencia externa entre una y la otra.

  11. […] Dos sobre Ucrania: Ucrania, entre Rusia y Occidente y Ucrania para […]

  12. […] El artículo original se puede leer aquí. […]

  13. […] Lecturas recomendadas: Un resumen sobre el conflicto energético y la importancia del gas en la zona, lo pueden encontrar en Una visión energética del conflicto de Ucrania y Ucrania, entre Rusia y Occidente. […]

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