Sociedad

Un país de desconfiados

11 Jul, 2013 - - @egocrata

En El País se hacen eco de la última edición de la Values and Worldwiews, una encuesta internacional sobre valores y actitudes vitales. En el sondeo se repite un resultado ya conocido: los españoles no nos fiamos del prójimo. La confianza interpersonal, la creencia que una persona que no conocemos va a actuar de forma honesta y sincera, es la más baja de los diez países de la muestra con diferencia. Sencillamente tendemos a creer que todo el mundo nos está engañando, una actitud no precisamente sana. 

En el artículo El País entrevista un buen montón de expertos, y la explicación más repetida es recurrir a nuestra historia. España es el país del Lazarillo de Tormes, la novela picaresca y la puñalada trapera por la espalda; está en nuestros genes. España está llena de españoles, y nuestra herencia histórica, nuestros genes, nos predisponen a creer que nos la van a meter doblada.

Pequeño problema: es una explicación culturalista, y ya sabéis que nunca me han parecido demasiado convincentes. Los españoles no son criaturas demasiado distintas a los suecos o alemanes; no hay nada que nos haga especiales. Las individuos en una sociedad aprenden  y responden a lo que ven; si en España confiamos menos en el prójimo es probablemente debido a un proceso de aprendizaje racional en el que el prójimo, efectivamente, tiene una probabilidad no trivial de meterte el dedo en el ojo con cierta frecuencia.  La pregunta, en todo caso, no debe ser por qué no nos fiamos de nuestros conciudadanos, sino porque hay una tendencia social a ser menos fiables. Los politólogos, desde hace algún tiempo, creen que la calidad y fortaleza de las instituciones tienen bastante que ver.

Imaginad dos sociedades, con dos aparatos estatales distintos. En uno, la policía es eficaz, la justicia rápida, y los conflictos son solucionados con presteza. Si uno firma un contrato con alguien, y ese alguien intenta engañarte, el estado es capaz de atrapar al defraudador un 90% de las veces. En la segunda sociedad, la policía es torpona, los jueces tienen demasiado trabajo, y los conflictos tienden a eternizarse en los tribunales. En caso de fraude, la probabilidad que el estado cace y castigue al defraudador es un 70%. ¿Qué podemos esperar?

No hace falta ser demasiado brillante para darse cuenta que la segunda sociedad verá una cantidad considerablemente mayor de fraude, engaños y picaresca que la primera. La mayor proliferación de cretinos probablemente acabará por inundar a las letárgicas instituciones con aún más casos de fraude, reduciendo aún más la probabilidad de ser cazados. A medio plazo tendremos un país lleno de listillos saltándose reglas, y otro lleno de virtuosos ciudadanos que se fían del prójimo.

Es aquí donde la historia de España sí que es relevante. El estado español, tradicionalmente, ha sido un invento problemático. Aunque la monarquía hispánica fue pionera en esto de recaudar impuestos y repartir tortas de forma eficiente en el s.XVI (preguntadle a los franceses), los siglos posteriores (con la posible excepción del  s.XVIII hasta la llegada de Carlos IV)  tienen una cantidad bastante deprimente de crisis económicas espantosas, guerras civiles y dictaduras con élites extractivas entusiastas. El estado español actual es funcional y potente, pero seguimos sin tener una justicia demasiado eficaz o arreglos institcuones demasiado transparentes en muchos aspectos. De los dos equilibrios institucionales posibles, estamos en el de instituciones desbordadas por exceso de cretinos, y baja confianza interpersonal.

De acuerdo, en el fondo es una explicación histórica: el manicomio que fue el sistema político español desde las guerras napoleónicas explica, en mayor o menor medida, la falta de confianza en el prójimo. La diferencia, en este caso, es el mecanismo causal; no es la cultura, sino la interacción entre instituciones y ciudadanos racionales.

Lo curioso, y fascinante, es que este mecanismo parece tener efectos reales y claros incluso a largo plazo. ¿Recordáis este artículo de hace un par de años sobre la herencia de los Habsburgo? En las zonas de los Balcanes que fueron gobernadas en el pasado por la aburrida, honesta y competente administración del Imperio Austro-Húngaro, los ciudadanos confían más en el gobierno que allá donde los eficientes funcionarios de las Habsburgo nunca gobernaron. Una administración pública eficaz es mucho más importante de lo que parece a primera vista, y sus efectos mucho más duraderos de lo que uno puede esperar.


30 comentarios

  1. Demangeon dice:

    Buen post. La clave son los distintos equilibrios institucionales que además son muy dificiles de cambiar dado que los incentivos están alineados para perpetuar «el sistema». Subrayar los aspectos históricos es también muy importante dado que a este tipo de equilibrios se puede llegar por una especie de caos histórico donde pequeños eventos institucionales pasados tienen una gran repercusión en el presente.

    Un saludo

  2. Pescador dice:

    Se olvida otro factor: no ya que los delitos sean perseguidos mal- por falta de medios, porprocedimientos inadecuados-, sino que, directamente ,sean perseguidos o no dependiendo de la voluntad, el numero de infractores ó cualquier otra circunstancia alejada de lo que debería ser una intención de gobierno correcta.
    Asi tenemos leyes urbanisticas, medioambientales, fiscales que se aplican -o no- y cuando se aplican se suelen aplicar con un notable grado de selectividad..

  3. Josei dice:

    Ya sabía yo que te quejarías de la sociología.

    • Demócrito dice:

      En sociología las explicaciones culturalistas son tan abominables como en cualquier otra ciencia social. Lo que se suele llamar «cultura» no es más que una muy laxa agrupación de todos los componentes e interacciones de un sistema. Por eso esgrimir causas culturales es una tautología siempre, y su valor explicativo, nulo.

      • Josei dice:

        A mi no me mires, yo tampoco soy muy fan de la sociología. Pero la mayoría de comentaristas de Politikon sí lo son, y cuando se les cuestiona sobre la sociología, te dicen que «ésta lo explica todo», pero nunca salen Cives o Roger a decirles que la sociología está al nivel de las patrañas.

  4. RLP dice:

    Un mal funcionamiento de las instituciones puede retroalimentar la desconfianza. No obstante, tiendo a pensar que la calidad de aquéllas es más bien un efecto del grado de confianza interpersonal: Si un policía/político/burócrata piensa que los demás tienen pocos principios o son unos jetas, le será más fácil justificar su corrupción o falta de profesionalidad.

    Si fuera así, habría que explicar la desconfianza por otros mecanismos.

    En todo caso, creo que hay que tomar estas encuestas con cuidado. Cuando a los españoles se les pregunta en la misma encuesta (ver los gráficos en la noticia) por la confianza hacia ‘la gente de su país’, la diferencia con la media europea es mínima (5,4 vs. 5,5). A veces influye cómo se formulan las preguntas.

    • Demócrito dice:

      Eso no explicaría los incrementos de eficacia y eficiencia originados por shocks positivos, especialmente de financiación y tecnológicos, que han protagonizado diversas instituciones judiciales, penitenciarias y policiales en numerosos países. Sin cambio de mentalidad ni flores: mejoras en los sueldos, de control de gestión, de infraestructuras y tecnológicos

      • RLP dice:

        Me refería a la interacción entre confianza y calidad institucional, subrayando que la causalidad va sobre todo de la primera a la segunda. Pero por supuesto la calidad institucional no depende sólo de la confianza, faltaría más.

        Pero tampoco sé si te he entendido bien: ¿Tal vez quieres decir que la calidad institucional sólo depende de incentivos y medios materiales, así como de la tecnología? Imagino que no, ¿es así?

        • Demócrito dice:

          Partimos de la base de que a menudo entre variables se producen retroalimentaciones. Esto dificulta saber cual fue la variable causal y el peso específico de cada una de ellas. Fundamentándome en mis modestos conocimientos, tanto históricos como sobre conducta desviada, me inclino más por que las variables causales de un incremento de la confianza sean originadas por mejoras en las instituciones, teniendo mayor peso específico las tecnológicas, organizativas y de financiación.

          Ahora bien, para confirmar esto necesitaríamos hacer operativa la variable confianza, así como el resto de variables concurrentes, y tener datos sobre su variación a lo largo del tiempo y entre distintas sociedades para poder hacernos una idea más cabal del asunto.

          • RLP dice:

            Yo entiendo la confianza en alguien como la expectativa que tienes de que esa persona va a cumplir con las normas comúnmente aceptadas en la sociedad, incluso aunque tenga un cierto coste material para él.

            Es algo que se puede medir experimentalmente y con un grado aceptable de precisión (por cierto, tengo mis dudas de que la encuesta del artículo mida bien esta variable).

            Quizás tengas otra definición de confianza. En todo caso, y con esa definición, parece claro que la tecnología, la organización y la financiación de las instituciones de un país o región explican una parte pequeña de la variabilidad de la confianza. Por ejemplo, yo no sabría cómo explicar con sólo esas variables (i) que haya personas más confiadas que otras, o (ii) personas más confiables que otras, o (iii) diferencias entre poblaciones pequeñas y grandes, o incluso (iv) entre países con un nivel de desarrollo similar.

            ¿Sugerencias?

            • Demócrito dice:

              En conducta desviada, y por lo que yo he estudiado al respecto, está aceptablemente consensuado que el comportamiento desviado consciente viene condicionado por la probabilidad percibida de castigo y la gravedad percibida de éste, siendo la primera variable más importante. Varía de un individuo a otro la percepción del riesgo y su aversión a él, pero en general somos bastante miedosos y aversos, por lo que la probabilidad percibida no tiene que ser muy alta, sobre todo si el individuo tiene alternativas a la conducta desviada. De ahí el incapié en la criminalística actual de lograr un máximo de delitos castigados aunque sea con penas más bajas. Por otra parte, la acumulación de premios o castigos de acuerdo al comportamiento previo definiría la actitud posterior a la hora de responder a un juego futuro. Si yo, cumpliendo con mis tratos y observando que otros cumplen, obtengo beneficios y bajo riesgo como media, repetiré mi comportamiento. Si soy dañado en mis tratos y observo que otros individuos no sufren castigo (ya sea normativo, ya sea social) las probabilidades de que rompa la baraja crecen mucho.

              En estados democráticos de derecho los métodos para que el incumplimiento de la norma sufra castigo son normativos, respaldados por instituciones creadas ad hoc para ello. El desprestigio, la venganza o el rechazo social son otros, pero su capacidad es mucho menor que en sociedades tribales o preindustriales. Eso ya se ha estudiado y es una de las diferencias aducidas entre solidaridad mecánica u orgánica (Durkheim) o Gemeinschaf o Gesellschaft (Tönnies). Por tanto, en sociedades como la nuestra la manera más eficaz de lograr confianza interpersonal es garantizar, gracias al monopolio de la violencia del estado, conductas predecibles y ajustadas a la norma. Eso significa mejorar la capacidad de ciertos organismos a la hora de ejecutar su labor, y para ello éstas han de tener medios y sistemas organizativos adecuados.

              En fin, que en la baja eficacia de nuestro sistema judicial-policial-penal a la hora de castigar (o hacerlo con extremada lentitud) ciertas conductas, así como en el elevado coste de recurrir a él (y no meramente económico) está el origen fundamental de nuestra desconfianza.

              También hay una cuestión añadida: en una sociedad donde los juegos entre actores tienen más probabilidad de dar resultados de suma positiva, los beneficios de cumplir las normas serán mayores para todos los actores, que tendrán así más motivos para perseverar en una conducta consistente. En un sistema económico más próspero e igualitario esto sucede más que en otro que lo sea en menor grado.Vamos, que como cantaban lo de El Último de la Fila: «cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana»

              • RLP dice:

                Sólo consideras las motivaciones para cumplir normas de los potenciales castigados, pero no los incentivos para cumplir su deber por parte de los castigadores (jueces, policías, autoridades, etc.). Y estos incentivos no pueden explicarse al completo recurriendo siempre al argumento de que ‘pueden ser castigados por otros’, es el viejo problema de quién vigila al vigilante.

                En otras palabras, las instituciones están compuestas de individuos, y si tienen una baja confianza interpersonal entre ellos o hacia la sociedad, es muy difícil que la institución funcione bien. Es probablemente un problema gordo en muchas sociedades en desarrollo, relacionado con toda la literatura sobre capital social, etc..

  5. SELEUCO dice:

    Cuando criticáis el «culturalismo» me parece que usáis un hombre de paja. Nadie dice que los alemanes sean genéticamente diferentes de los españoles; un recién nacido alemán adoptado por españoles en España irá aprendiendo y adoptando una serie de costumbres, opiniones, prejuicios, etc basados en la educación, la interacción social y familiar, las instituciones, la versión de la historia que le cuentan, el clima y medioambiente (observad las similitudes entre habitantes de aldeas montañosas en Granada y Asturias, por ejemplo); en definitiva, la cultura española.
    Cuando habláis de incentivos, a menudo pasáis por alto dos cosas:
    * los incentivos sociales. La opinión de los demás, el qué dirán, constituye un incentivo muy fuerte para muchas conductas, mucho más que las leyes o multas.
    * la percepción de los incentivos: si es falsa o sesgada, también lo serán los incentivos. Si me educan en la creencia de que los demás son tramposos e intentarán siempre aprovecharse de mi, o que la inflación es algo muy malo que provoca el ascenso de nazis y guerras mundiales, tendré unos incentivos para desconfiar de los demás o para oponerme a cualquier medida que implique más inflación que perdurarán mientras no cambie estas creencias.
    Antes de la guerra civil de EEUU, sólo el 20% de los sudistas tenían esclavos; pero en la clase alta esta proporción era del 100%, y esa clase alta (políticos, dueños de periódicos, líderes religiosos) había convencido al otro 80% de que la esclavitud era buena y necesaria, que sin ella su sociedad se derrumbaría, y que el modelo de éxito social que todos debían perseguir era el de una plantación con muchos esclavos. Crearon unos incentivos, falsos pero eficaces, para que la gente defendiera y mantuviera la esclavitud.

    Por último, que la cultura nos afecte y modele no significa que sea inamovible. España esta llena de españoles, es cierto y es la causa de muchos de nuestros problemas, pero los españoles pueden cambiar, como cambiaron en los años 60 por varias causas (emigración, turismo, desarrollo económico, televisión, etc), o como han cambiado en su visión de diversos temas por campañas educativas o por la percepción de los cambios: opiniones sobre homosexualidad, emigración, etc (no todas para bien, claro está).

    • carlos dice:

      ¿Cómo que nadie dice » que los alemanes sean genéticamente diferentes de los españoles»?

      El titular del artículo del País dice eso mismo: «Con la picaresca en el ADN», «Sociólogos e historiadores coinciden en que es un carácter forjado durante siglos».

      En definitiva: Spain is different, nada puede cambiar, sigue votando a corruptos porque todos somos así y no hay otra opción.

      El artículo dice «Puesto que no existe apenas literatura sobre el tema, los expertos coinciden en que es muy difícil dar una respuesta científica a estas cuestiones.»

      Y sin embargo sí se lanza a dar respuestas sin fundamento alguno.

      Una bazofia.

      • SELEUCO dice:

        Perdón, lo que debería haber dicho es «nadie mínimamente serio». También hay sociólogos racistas, supremacistas, etc, pero les presto tan poca atención como al que escribe el artículo del país.

        Y lo que se ha forjado durante siglos es una forma de pensar, de percibir las instituciones, de ver la vida. Pero igual que se ha forjado, se sigue forjando, y puede cambiar en cualquier momento, como de hecho ha ocurrido en muchas ocasiones. La sociedad española actual y la del siglo de Oro no se parecen en absoluto, por más que se empeñen.

  6. Moisés dice:

    El problema es que las instituciones, a menos que hablemos de una colonia o un país ocupado por una potencia extranjera, no vienen de fuera. Están formadas por personas del mismo país. Quién es huevo y quién gallina en tal historia es algo difícil de definir. Las instituciones y el sistema político funcionan cómo funcionan porque la gente que trabaja en ellas es cómo es, digo yo. No hace mucho, aquí mismo se debatía otra encuesta, aquella vez de la Fundación BBVA, que mostraba la escasa participación política de los españoles y en general en la sociedad civil. El post se llamaba «Escraches y participación ciudadana», creo. Mientras se vea el desarrollo de la sociedad como algo de lo que tienen que ocuparse «los otros», las instituciones no van a cambiar, ni España tampoco. Esto, por cierto, no es para nada un problema endémico español ni mucho menos.

  7. carlos dice:

    El artículo del País me parece muy malo. Desde el título, que invita al conformismo y al que «lo llevamos en los genes» hasta los tópicos de protestante vs católico.

  8. Maese Alcofribas dice:

    Sobre las explicaciones culturalistas, aunque creo que tiene razón Demócrito cuando dice que con “cultura” se suele referirse a “una muy laxa agrupación de todos los componentes e interacciones de un sistema”, en general estoy con Seleuco. Pienso que es bastante claro que algunos de esos componentes son creencias y actitudes individuales que tienen una influencia real sobre lo que estudiamos. Son difíciles de atrapar psicométricamente, pero más allá de esto nunca he entendido la aversión, muy poco científica, que por estos lares se siente por el valor explicativo de estas variables.

    En EEUU los negros se operan de artrosis de rodilla bastante menos que los blancos, sin que haya diferencias entre ellos en incidencia ni severidad de la enfermedad, y controlando el nivel socioeconómico y el acceso a los recursos sanitarios. Las únicas variables que han resultado predictores significativas de esa diferencia son “culturales”: creencias sobre el valor de la medicina tradicional o alternativa, desconfianza en los médicos y el sistema sanitario, expectativas sobre los resultados de la intervención e incluso la religiosidad.

    Sobre qué fue primero, si el huevo o la gallina, esa es otra cuestión. Como dice Roger, bien puede ser que la historia de las instituciones española haya fomentado la cultura de la puñalada trapera y la picaresca, y que estas retroalimenten a dichas instituciones. Por ir más lejos, yo ni siquiera descarto influencias genéticas; a lo mejor el frío ha seleccionado individuos más confiados y colaborativos 😉

    • No creo que los vikingos fueran especialmente confiados y colaborativos.

    • Demócrito dice:

      El problema es que decir cultura no define nada. Si hablamos de factores como valores, creencias, estereotipos o prejuicios entonces claro que tienen su influencia, pero decir «curtura» y quedarse tan ancho es no decir nada.

  9. ¿Qué es más importante? ¿La confianza interpersonal o la confianza institucional? ¿Son ambas igual de importantes?

    Yo no lo tengo claro pero sí apuesto a que si desde las instituciones se hacen reglas claras se puede cambiar la «cultura» de un país.

    No hace mucho en este país se fumaba en los bares y algunos opinaban que nunca se podría forzar a los españoles a no hacerlo. Un cambio impulsado desde las instituciones lo ha logrado.
    Lo mismo que la actitud hacia la conducción. Hasta hace no mucho el cinturón de seguridad era poco más que un elemento de adorno en el coche, ahora ya no es así y si vas con niños pequeños ya te «riñen» si no te lo pones (cambio cultural impulsado desde las instituciones). Y lo mismo se puede decir del alcohol al volante.

    Crear confianza interpersonal es más complejo, pero sigo creyendo que es igualmente posible. Desde las instituciones se puede potenciar y empezando por la educación. Varios estudios demuestran que a mayor nivel educativo mayor tendencia a confiar en la gente.

    En España es posible que fallen algunas instituciones pero si hay interés siempre se puede mejorar.

  10. Ormos Loulida dice:

    Si en lugar de asumir la teoría de que todo gira en torno a las relaciones entre ciudadanos racionales e instituciones, le añadimos el componente histórico, podemos observar cómo dichas instituciones (históricamente conformadas y no solamente por actuaciones de individuos racionales, insisto) «modelan» en cierto modo el comportamiento o las creencias y valores de los que viven bajo su jurisdicción. Esto nos podría llevar paradójicamente a darle en cierto modo la razón a las teorías culturalistas, pero no anteponiendo el ente abstracto «pueblo» al Estado, sino conformando un agregado homogéneo de individuos que se comportan de un determinado modo al estar dentro de un Estado determinado, a los que podríamos acabar llamando «pueblo» al más puro estilo decimonónico o romántico. En lugar de «una nación para cada pueblo», «un pueblo para cada nación», dejando las actuaciones individuales y racionales el no poco honorable papel de transformar dichas instituciones para cambiar el «ADN nacional» de dichos «pueblos».

    PD. Abuso de las comillas, lo sé.

  11. Capitalismo y Confianza en Bárcenas, preferentes, etc dice:

    Hombre, tal y como funciona el sistema este que tenemos montado los que tienen que hacérselo mirar son los confiados, no los desconfiados.

  12. heathcliff dice:

    Pero a ver, ¿soy yo, o es que Roger niega primero la explicación culturalista para luego explicarnos, detalladamente, por qué es cierta?

    Mi impresión es que en primer lugar se niega el culturalismo y luego se razona, muy bien por cierto, el origen de esos mismos mecanismos culturales que se niegan.

    Porque no creo que nadie, ni siquiera un medio majadero, crea a estas alturas que los genes predisponen a unas u otras actitudes sociales. Las explicaciones culturalistas serias tienen su origen precisamente en esta sucesión de hechos, instituciones y mecanismos que históricamente han afectado a un conjunto. Lo que a veces se llama por estos lares «path dependence» y que sí, coño, explica eficientemente las diferencias entre unas sociedades y otras.

    • carlos dice:

      La diferencia es que una explicación permite posibles cambios y la otra no. Si dices que la culpa de nuestros problemas es que somos españoles, entonces no hay esperanza.

      Si dices que la culpa es de los arreglos institucionales muy concretos que tenemos, que sí, tienen origen en nuestra historia, pero se pueden cambiar, entonces sí la hay.

      • Coincido plenamente con ambos. No hay peor falacia que encontrarse un martillo y creerse a continuación que todo es un clavo.

        La explicación culturalista no significa (falazmente criticado) que «España está llena de españoles». Cada país está llena de sus nacionales. Lo que quiere decir es que «España está llena de gente con la cultura de ese país», y eso significa TODO el acervo histórico, artístico, social, religioso, político y económico de ese país. Nada más, no le demos más vueltas.

        ¿Que desde las instituciones se cambia todo este acervo a largo plazo? Por supuesto. Ejemplos de lo nefasto que es no hacerlo lo tenemos en los países africanos y cómo 40 años después de su emancipación no hay apenas sociedades en las que la confianza sea un valor presente en el día a día. También podríamos dar ejemplo de no pocos países latinoamericanos 200 años después de su independencia.

        Por cultura debe entenderse TODO el acervo anteriormente descrito, y ya está. Yo estoy encantado de que me suelten el martillo y el espantajo de llamarme «culturalista» ya que para mí ser culturalista significa reconocer que todo el acervo mencionado antes determina la foto actual de un país. Y con esto no se está reconociendo que nada puede cambiar. Faltaría más.

  13. […] Un país de desconfiados […]

  14. Folks dice:

    Lo de la policía torpona de tu ejemplo se ve mucho en los índices de homicidios per cápita: Por culpa de la torpona policía española tenemos muchos menos homicidios por habitante que Suecia, Francia, Finlandia, Inglaterra, Irlanda, Canadá o Australia. Jo, qué idiotas son nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad del estado 🙁 http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/f9/Map_of_world_by_intentional_homicide_rate.png

    • Es lo que tiene reducir el concepto de confianza interpersonal e institucional a la eficacia de la policía y la justicia, que viene alguien y te lo desmiente con datos. 😉

      Esa reducción del concepto no explica la falta de confianza interpersonal de los ciudadanos en su día a día sin que la policía ni la justicia tengan que intervenir para nada. A veces no se trata de desconfianza total (que es autocastradora por definición) sino de algo más ligero como el recelo (que no impide finalmente ceder a la situación). Suele ocurrir cuando la acción sobre la que se recela finalmente se produce y no se tiene manera de saber quién fue el culpable. Todos sabemos que por otros lares más norteños puedes (o podías, ahora no sé) dejar tus pertenencias sin vigilancia en un lugar público durante unos instantes y volver con todo intacto. Aquí ya sabemos desde hace siglos que no se puede hacer.

      He puesto un ejemplo pero no quiero circunscribirme a él, debéis entenderme. Lo que en general quiero decir es que la confianza interpersonal tiene una gradación propia que depende de la psicología del individuo, del grado de conocimiento y cercanía de las personas (posiblemente) implicadas, del asunto implicado en el dilema y también del ámbito cultural donde se desarrolla y que lo envuelve todo, condicionando la racionalidad de los individuos implicados.

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