Sociedad

De españoles desconfiados y regulación absurda

4 Sep, 2012 - - @egocrata

Una de las cosas que más me han sorprendido de los debates recientes en política española es la tendencia de todos los actores implicados a esperar lo peor. La reforma laboral, sin ir más lejos, trajo consigo una lista casi interminable de historias de terror sobre trabajadores improductivos con contratos blindados y malvados empresarios que explotaban cualquier agujero legal para maltratar a sus empleados con contratos basura. La reforma de los alquileres de vivienda trajo consigo caseros dictatoriales, cláusulas abusivas, inquilinos vandálicos y jueces incapaces de decidir nada en menos de catorce años. El debate, en todos los casos, parece centrarse en los casos más extravagantes de disfunción institucional y problemas legales, sin prestar atención a los escenarios en que uno de los firmantes del contrato no es un sociópata con abogados.

Este pesimismo vital sobre la probabilidad que alguien te vaya a pegar una puñalada trapera por la espalda no es una anécdota; hay bastante literatura sobre este tema. Resulta que España (y Portugal, Grecia y ¡Francia!) es uno de los países de la OCDE con menor confianza interpersonal entre sus habitantes; los españoles nos metemos en negocios, alquileres, contratos y demás esperando que nos la van a jugar. Los sociólogos llaman a esta idea «Capital Social«, uno de los conceptos más demencialmente peor definidos de las Ciencias Sociales, básicamente porque correlaciona con prácticamente todo pero no hay forma de saber qué estas explicando en ningún sitio. Por añadido, es una de esas ideas que siempre acaban peligrosamente cerca de explicaciones culturalistas («España está llena de españoles«), así que nunca es mala idea manejarlo con cuidado.

Esto no quiere decir, sin embargo, que sea completamente inútil. Basta echar un vistazo a casi cualquier normativa española para darse cuenta que los legisladores son casi igual de paranoicos que sus ciudadanos cuando están intentando regular algo. El mercado laboral español es un galimatías inflexible y confuso en parte porque la ley está intentando definir cualquier escenario posible de desfalco, traición, purga o venganza. Los jueces aparecen en la ley por todas partes, siempre atentos a que alguien no sea lo que parece. Los contratos de alquiler han sido, desde siempre, igual de rebuscados y garantistas, siempre pensando que alguien va a pegarle fuego a la casa.

El pequeño problema, obviamente, es que esta clase de regulaciones no acostumbra a ser demasiado eficiente. Como más larga, compleja y barroca es una ley, mayores son los costes de transacción; toda gestión, contrato, compra o relación laboral exige una cantidad de papeleo adicional importante, y eso, no hace falta decirlo, cuesta dinero. La gestoría es un negocio netamente español al fin y al cabo;  en Estados Unidos son innecesarias. El resultado es el sobradamente conocido y siempre ignorado galimatías legal que es la administración española en casi todos los niveles. Gran parte de la regulación torpe, ineficiente y estúpida que sufrimos viene de aquí.

¿Qué sucedería si los legisladores españoles, en un ataque de liberalismo desaforado, decidieran eliminar todas estas trabas y aprobaran un marco regulatorio menos paranoico? La verdad: probablemente los temores de todos los españolitos de bien se cumplirían, al menos a corto / medio plazo. Los empresarios abusarían aún más su posición dominante sobre los trabajadores. Los caseros harían aún más el ganso. Los proveedores recibirían sus pagos aún más tarde. Los contratos serían más vulnerables a la picaresca. En España la mayoría de ciudadanos espera que las cosas vayan mal, y probablemente actuará en consecuencia. En un mundo donde todo el mundo intenta explotar los límites de la ley, la reacción natural es «tonto el último». En ciencias sociales se habla a menudo de equilibrios cooperativos y equilibrios no cooperativos. En este caso estaríamos viendo un ejemplo claro del segundo escenario.

Imaginad una sociedad donde el 99% de la población es total y completamente honesta. Nunca rompe contratos, nunca se aprovecha de la situación, hacen lo que prometen y en general se portan bien. Imaginad también que esta sociedad tiene un juez y un policía, y estos son capaces de detectar y castigar cretinos de forma más o menos eficaz, siempre que el porcentaje de listillos sea manejable. En un mundo donde un 99% de la población es honesta ser el tipo que intenta llevarse la pasta de viejecitas es una mala idea -primero, porque todo el mundo te mira mal, y segundo porque la policía te cazará siempre.

Ahora imaginad una sociedad parecida, pero con un 5% de cretinos. Los guardianes son los mismos que en la sociedad anterior, igual de incorruptibles y serios; el problema es que sólo pueden mantener controlados un 2% de la población.  A las pocas semanas una parte significativa del 95% de población honesta estará hasta la coronilla que les tomen por el pito del sereno,  y tendrá fuertes tentaciones de empezar a portarse mal. No hace falta decir que a largo plazo todo el mundo estará saltándose las reglas de la decencia y la moral con entusiasmo, mientras los pobres policías intentan en vano mantener algo parecido al orden a base de crear leyes cada vez más detalladas y procedimientos cada vez más complejos para facilitar la vigilancia.

¿Cómo pasamos de un equilibrio a otro? A corto plazo la única solución factible es mejorar la tasa de éxito de los guardianes de modo que el cretinismo sea más arriesgado. La idea básica a tener en mente es que tenemos dos clases de sociedades: aquellas que con pocos free-riders y pocos policias, y otras con cantidades descomunales de pícaros y guardianes desbordados. Las segundas son mucho más «caras», tanto por la necesidad de regulación adicional, costes de transacción y mayor necesidad de vigilancia. Como en casi todas las cosas, la calidad de la administración pública y su competencia es crucial; un país con funcionarios competentes, reguladores serios y tribunales eficientes ayuda lo indecible a hacer que puedas confiar en el prójimo. Si un trabajador vivales, empresario abusón o demás criatura poco dispuesta a colaborar sabe que le van a pillar y se le va a caer el pelo todo el mundo va a tomarse esto de portarse bien un poco más en serio.

Repito: una de las grandes reformas estructurales pendientes en España es la administración pública y galimatías regulatorios asociados. No voy a ir tan lejos hasta decir que un montón de funcionarios competentes y una justicia rápida harán de los españoles mejores, más honestos y aumentarán su confianza en la especie humana, pero tengo la sensación que ayudaría bastante. Y sí, ya sé que pedir esta clase de reformas a un gobierno repleto de funcionarios es una quimera. Más sobre esto, mañana.


40 comentarios

  1. Frost dice:

    Enhorabuena por el artículo. Como jurista sostengo desde hace tiempo que lo peor para el sistema jurídico y la economía española es la sensación de inmunidad ante la posibilidad de quebrantar la ley (o un contrato).
    En mi experiencia, el contrato más seguro y cordial que he tenido era de media carilla en.un folio. Ya no soy titular de ese inmueble, pero me consta que el nuevo titular sigue manteniendolo sin problemas.
    Lo que quiero decir con esto es que muchas veces la regulación más simple es la más efectiva si las partes son honestas, como sugieres.

    • Pescador dice:

      Más que inmunidad , por lo menos en los negocios, es la relación coste-beneficio. Jugarse el cobro de una factura crecidita a un par de asaltos judiciales es algo que los «peces pequeños» no pueden afrontar y es algo que un «pez grande» se permite una y otra vez porque no le representa más que un coste ya asumido de antemano.
      Asi muchas veces se cede porque los costes de financiación – conseguir capital para pagar tus deudas y pagar abogados – sobrepasan con creces a los hipoteticos beneficios de cobrar tu factura, con intereses, dos ó tres años más tarde, en el mejor de los casos y siempre que la sociedad que te debe no haya desaparecido.

      • Frost dice:

        Efectivamente ese es un fenómeno muy común y relacionado, aunque yo estaba pensando en una perspectiva más amplia. En Galicia son muy comunes pleitos por las tonterías más grandes que uno se pueda imaginar. La razón es que muchas veces dichos pleitos se resuelven favorablemente para el reclamante. Eso supone que el ratio de impunidad de una conducta delictiva o fraudulenta se reduzca. Sin embargo, cuando dichas sentencias llegan años después y castigan conductas que son honestas, entonces es la casa de tócame roque: los individuos tienen la percepción de que independientemente de que su conducta sea fraudulenta o no, es muy probable que termine en los tribunales y que para cuando llegue la solución al conflicto, sea demasiado tarde. Por lo tanto, la efectividad del castigo se reduce ostensiblemente.

    • Pere Pereira dice:

      Llego muy tarde al debate, pero en mi experiencia (que en gran parte es en países anglosajones, donde llevo viviendo siglos), no sólo la regulación más simple es la más efectiva si las partes son honestas, sino que una regulación más simple es más efectiva porque hace honestas a todas las partes. Se empieza cumpliendo para obligar al otro a que cumpla, y se acaba sublimando el proceso. Al final, la gente hace las cosas «porque así funcionan bien», y lo del «¿y si…?», ni se lo plantean.

      Esta me parece a mí que es la clave en las relaciones políticas, laborales y económicas.

      Eso sí, en España, donde el Sr. Estado llega y hace lo que le sale del orto en cuanto a sus obligaciones, y donde el 90% de las relaciones de las que hablo tienen al estado por el medio en forma de funcionario, concejal, etc…, esto es prácticamente imposible.

  2. Juan de Juan dice:

    Me parece un artículo muy importante el que has escrito. Certero y clarividente. Te hago dos puntualizaciones.

    Puntualización una: en mi opinión, debieras haber hecho más hincapié en la lentitud de la Justicia. Es una de las metricorderius del asunto. España es un país civilizado en el sentido de que, muchas veces, al final, si la has cagado, te castigan. El problema es que el concepto que nosotros tenemos de «al final» es bastante procrastinador. Supongo que allí donde vives el personal no sabrá gran cosa del tema Ruiz Mateos. Pero prueba a contárselo a tu vecino de arriba; prueba a relatarle el rosario de renuncios que ha hecho este señor para no ir a declarar ante el juez, mientras se presenta ante los periodistas diciendo que en España no hay justicia, que bla, bla, bla. A ver la cara que pone.

    Puntualización dos: para luchar contra esto; para generar un entorno moral en el que la gente, o mucha gente, propenda al pago puntual, al cumplimiento de lo prometido, a la relación leal y a eso que se llamaban las prácticas de buen comerciante; para todo esto es para lo que, por supuesto también en mi opiniòn, debería existir la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Debemos alabar el Lazarillo de Tormes como cumbre literaria; pero es nuestra obligación atacarlo como referente moral.

    • Adrián dice:

      De hecho, lo curioso es que el Lazarillo de Tormes se explique en los colegios como una especie de texto humorístico, cuando el verdadero propósito del género picaresco era mostrar las carencias morales del mundo real en contraposición a la literatura más idealista que se venía realizando hasta entonces. Todo ello, por supuesto, aliñado con un humor negrísimo, pero es sólo eso: un aliño.

  3. Jorge dice:

    Muy interesante reflexión, y se me ocurre una salida:

    Parece ciertamente que no podemos reformar el funcionariado español, lo que sí podemos es transferir sus competencias a un funcionariado que sí podamos reformar, como por ejemplo… ¡el europeo!

    El funcionariado europeo (especialmente de la comisión europea) es el más débil de Europa, y por tanto el que se tiene que enfrentar a más reformas de estatutos y demás (una nueva llega justamente el año que viene). No tienen demasiados defensores, y si se quejan demasiado alto se echan a la opinión pública encima y se les acusa de poner en riesgo el proyecto europeo.

    …¿Por qué no aprovechar la ocasión para ceder competencias (y problemas) al nivel continental, y de paso reinventar un nuevo funcionariado que sirva de ejemplo al resto?

  4. interrogante dice:

    A veces se modifica en España el comportamiento de la población.

    En carretera, la gente corre menos que antes. En los túneles de la M30 no corre ni Dios… Las pocas veces que cojo el coche las tentaciones de darle «vidilla» se me pasan al ver al resto tan acojonados 😉

    • García dice:

      La gente se lo piensa bien antes de pisarle en la M30 porque hay 16 radares en menos de 10 km.

      La coacción estatal como arma moral.

  5. Una de las maneras de pasar del equilibrio malo al bueno es parcelar los casos. Si queremos que se deje de aparcar en doble fila y en sitios indebidos, será una mala estrategia intentarlo en toda la ciudad a la vez, mejor comenzamos por un barrio (el centro, por ejemplo), ya que para ello no hace falta dedicar muchos más recursos. Cuando en ese barrio está claro que si aparcas mal pagas multa, vas por el siguiente. Si se ha hecho bien, para los siguientes bastará con el anuncio y unas pocas primeras multas para disuadir del mal comportamiento. Cosas parecidas se pueden hacer en casi todas las demás situaciones.

  6. Undry dice:

    Ignoro si en España el % de personas que no cumplen la ley es mayor o menor que en otros países, pero aquí si ocurre una cosa muy curiosa: la gente presume de ello (al menos en delitos económicos): que si voy a 180 sin que me multen, que si he comprado una casa y la he declarado por la mitad de su valor, …. y no solo eso, sino que te recomiendan hacerlo.

    Luego nos quejamos de que nos meten en vereda a base de palos …. primero nos enseñan mal y luego nos corrigen a hostia limpia. Como ejemplo, la carretera. cuando yo era joven la gente alardeaba de ir a toda hostia y con cuatro cubalibres encima. Tras 500 estacazos ahora, todo el mundo dice que va a 120 (y por lo general, veo a pocos por encima de esa velocidad) y no se toman una caña (no doce, una) no sea que den positivo.

    • Francisco dice:

      En carretera la gente sigue circulando por encima de 120kmh, solo que ahora sabemos que el límite de multa es 140 kmh y casi todo el mundo va a esa velocidad, al menos en autopista.

      ¿Alguien pasa el tunel de Plaza de Castilla (por ejemplo) a 50 kmh? Es que te pasan por encima.

      El tema de declarar era igual, se consideraba (incluso parecía reconocerse) que el impuesto era alto porque la gente defraudaba así que defraudamos porque el impuesto es alto.

      Es un circulo vicioso dificil de corregir más que con pequeños cambios.

      • Undry dice:

        Por si no lo sabes, el radar salta ahora un poco por encima de 130 (a 133 creo) y desde hace un tiempo yo ando siempre en torno a 120 (o un poquito por encima, sin llegar a 130) y me adelanta muy poquita gente.

        Eso si, sigue existiendo el gilipollas que acelera cuando te pones a pasarlo, te pones a 140 para poder adelantarlo, te vuelves al carril derecho, te pones a 120 …. ¡¡¡ y te empiezas a distanciar porque solo había acelerado cuando lo adelantabas !!!

        • Ferrim dice:

          Me multaron el mes pasado a 132 por un tramo de 120. Ahora el margen es bastante menor del 10%, creo que anda por el 5-7% dependiendo del radar.

          • Undry dice:

            Por lo que he visto las multas no ponen la velocidad que ha pillado el radar, sino el mínimo del tramo de sanciones. Es decir, que si te pillan de 132 a 149 (que creo que es el tramo sin retirada de puntos) ponen 132 (para evitar que te puedas acoger al 10% de margen de error)

            Vamos, o es así, o a todos mis conocidos les pillan a la misma velocidad.

            Saludos

  7. Navarta dice:

    Con una legislación tan laxa con el fraude fiscal y una acción inspectora tan ineficiente y torpe, raro es que aquí pague impuestos alguien más que los trabajadores y las grandes empresas (al menos una parte , para evitar sospechas, incómodas inspecciones y mala publicidad).

    Auque, a veces, cuando aprieta el zapato, alguna que otras «inspeccioncilla» da sus frutos

    http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/09/02/catalunya/1346612892_061735.html

    Pero claro, hay que querer continuar por esta vía para dar leña al mono del fraude generalizado.

  8. Maria Rosa Sogues Edo dice:

    Excelente artículo .
    Alícia en el país de las maravillas,seria estupendo.

  9. Xanflins dice:

    Me ha encantado el post. Es un enfoque muy común que afecta un montón de normativas, incluso las más informales. Un ejemplo. En mi facultad hace un tiempo intentaron hacer una normativa para evitar copiar en los exámenes después de un caso de copia masiva con móbiles. El caso es que los servicios jurídicos de la UB dictaminaron que la copia sólo puede ser literal. Sólo cambiando una palabra de la respuesta en el exámen ya no estás copiando. Entonces intentaron regular todos y cada un de los aspectos de los exámenes. Por ejemplo, se quería prohibir beber en los exámenes (de 4 horas!), prohibir ir al lavabo en ningún caso, crear la calculadora oficial de la facultad (en serio) o regular el vestir en el exámen. Ahora que estoy en UK a los estudiantes les pasan una hoja dónde dice que si los cojen copiando les echan diractamente de la universidad y que además cuando intenten matricularse en otra carrera se chivaran de que son monstruos sin ética examinil. Como bien dice el artículo, cuando falta confianza o una acción punitiva efectiva, lo que queda después es paranoia.

  10. Capital Social dice:

    Sobre el capital social hay mucha literatura, pero, para resumir, generalmente se mide en base a tres dimensiones: confianza (donde está la confianza interpersonal a la que haces referencia y la confianza institucional), redes (es decir, la participación en diferentes redes sociales, tanto reales como virtuales) y normas de comportamiento cívico (es decir, el grado de cumplimiento o no de determinadas normas sociales).
    Es sencillo saber qué se mide cada vez.
    De todas formas, y a falta de indicadores más precisos (que algunos trabajamos en su búsqueda), se suele tomar la confianza interpersonal como una variable aproximativa del capital social.
    En este tipo de confianza estamos al nivel de Alemania y por encima de Francia. Nosotros «fallamos» más en confianza institucional y en aspectos de las redes y las normas relacionados con la participación política.
    Nuestro nivel de capital social está lejos de los países nórdicos, Holanda o Dinamarca, pero está al nivel de Alemania, Francia, Bélgica o Austria y por encima de Portugal, Grecia, Estonia o los países del este de Europa.

  11. Joshua dice:

    Enhorabuena de verdad por el artículo. Has puesto el dedo (el puño entero, diría yo) en la llaga, y de una manera amena y bien estructurada. La envidia (ese otro dinamitador del capital social que tenemos por estos pagos) me corroe.
    Ya sé que me acusarás de estructuralista o algo peor, pero todas estas estructuras de procuradores, gestores y mediadores en general son un montón de plantas parásitas que asfixian nuestro sistema económico y social desde hace bastantes siglos. Hay algo de nuestro sistema operativo que está mal instalado, y cada mañana arrancamos ese sistema en la opción «no cooperativa». Pero cambiar el sistema operativo requiere una labor ingente, amén de que también hará que bastantes programas instalados (esos que nos asfixian) sean innecesarios, por lo que es de esperar que no estén por la labor.
    Una última cosa, por añadir algo. En época de crisis es mucho más difícil abordar estas transformaciones por la sencilla razón de que la reacción que se está viendo (yo no diría natural, pero algunos lo piensan así) es: «la culpa la tiene el otro».

  12. dpcereza dice:

    Sobre el papel de las instituciones en la generación de confianza interpersonal sigue siendo fundamental Margaret Levi:
    http://www.colbud.hu/honesty-trust/levi/pub01.PDF

  13. AMNISTÍA FISCAL.

    Eso es España.

  14. Pepe Guiri dice:

    Como dijo Jack Sparrow, en España no tenemos leyes, tenemos «Directrices». Según Why Nations Fail, los negros del África no confían los unos en los otros tras décadas en los que se dedicaban a cazarse entre sí para venderse como esclavos al hombre blanco (explicado así rápido). Me gustaría saber, igual de rápido, de dónde viene la desconfianza que tenemos los españoles los unos en los otros, si al final, por lo menos según mi experiencia, el 95% somos honrados y decentes.

    • Juan de Juan dice:

      Algunas corrientes historiográficas, fijándose en que también entonces se produce el origen de la literatura picaresca, sitúan el nacimiento de eso que podríamos llamar la rebeldía moral española en los tiempos de la decadencia. No sé si has visto el Nixon de Oliver Stone, pero en esa peli se nos muestra a un presidente americano obsesionado porque ni es como Kennedy, ni a la gente le cae bien como le cae Kennedy, etc. Sucintamente hablando, que habría mucha tela que cortar, la España posrenacentista es como ese Nixon, sólo que aquí Kennedy es Felipe II. Elliot, en su fantástico libro sobre el Conde-Duque de Olivares, refiere muy bien cómo los miembros del Consejo de Castilla (algunos de ellos provectos y muy cercanos a los tiempos del Rey Prudente) lo sacrificaban todo en aras de mantener «el prestigio». Todo el mundo, en el poder, vivía obsesionado con saltar los mismos listones que había saltado don Felipe.

      Todo esto generó buena parte de ese sentir español, que odia a todo lo próspero porque tiende a pensar que esa prosperidad es mentira. La cultura y la conciencia social española se puebla de palacios polvorientos donde viven aristócratas o hidalgos arruinados (tal que Alonso Quijano), y personajes que, acogotados por un esquema social tan rígido, han de buscarse la vida engañando.

      La filosofía picaresca provee al ser español de su gran argumento vital: mientras haya alguien a quien le vaya mejor que a mí [y puesto que su bienestar no es fruto del trabajo honrado, sino del engaño o la simonía], existirá justificación moral para que yo le robe, yo le engañe, yo incumpla mis promesas, bla. Todo lo que hace la picaresca, desde el Lazarillo hasta las pelis de Fernando Colomo, es adornar ese esquema haciendo que el rico, el jefe, el poderoso, sea, además, tonto del culo (eso adereza, a la par que intensifica, el carácter inmerecido de su poder).

      La filosofía picaresca está hondamente enraizada en ese bilbaino de toda la vida que se va a los entrenamientos del Athletic a llamarle pesetero a Llorente. Ese bilbaino es, digamos, mecánico de coches. Si la SEAT de la Zona Franca le ofreciese el triple de sueldo por irse a Barcelona a currar, con gusto dejaría el caserío y lo que hiciese falta para ganar más dinero. Pero Llorente, ay, Llorente es un pesetero por irse al Bayern. Porque bajo la moral española, todo, absolutamente todo lo que hagas, por jodido que sea, está justificado si eres pobre; si, diríamos en lenguaje actual, tienes motivos para estar indignado.

      • PaulJBis dice:

        El Lazarillo de Tormes es de la época de Felipe II, ¿no?, y en él ya aparecía el personaje del hidalgo que pasaba hambre pero intentaba mantener las apariencias a toda costa. No veo yo muy clara esa relación causa-efecto.

        • Juan de Juan dice:

          Tienes razón. En los comentarios hay que ser breve y se escapan estos matices.

          Que los españoles del XVII viviesen obsesionados con los oropeles de Felipe II no quiere decir que la decadencia de España no hubiese comenzado ya durante su reinado, como de hecho ocurrió. En realidad, Felipe II fue el primer rey español que vivió obsesionado por el prestigio, y en ara del mismo inmoló muchas de las posibilidades del Imperio. Eso sí, tras de él, esa idea se convirtió en obsesión.

          La picaresca responde a esta situación de falsa prosperidad y falso poder, notablemente lesiva para eso que hoy llamaríamos las clases humildes.

      • Capitalismo y Globalización dice:

        Así es. En España existe mucha envidia a los ricos.

        Y no hay que olvidar que, cuando por ejemplo, un empresario abusa de su posición de dominio obligando a sus trabajadores a trabajar más horas de las que cobran eso está aumentando la productividad del país. Mientras que si un empleado se «escaquea» la está disminuyendo.

        Los abusos de los ricos muchas veces aumentan la riqueza de la nación mientras que las de los pobres la disminuyen.

        Un saludo.

  15. david.a dice:

    Un artículo muy lúcido.

    Me recuerda al enasyo de Fukuyama sobre sociedades basadas en instituciones y en la confianza.

    En cualquier caso, para cambiar esto, menos de una década nada. Y aún no hay visos de que se pretenda empezar, ni siquiera de que haya conciencia de que hace falta un cambio a nivel «grassroots».

    En cuanto al origen, has pasado de puntillas. Yo no creo que sea un factor cultural intrínseco, sino más bién una adaptación al medio y a las instituciones de la gente corriente. Los orígenes los pondría en el estado depredador de los Austrias y políticas suyas como las venta de cargos, p.ej.

  16. Doblador dice:

    Como cuando me dijeron una vez mientras defendía el contrato único: «tío si cambias la legislación laboral actual los empresarios se van a poner como locos a despedir que estás en España» y yo en plan: «24% de paro LOL»

    • Undry dice:

      Siempre puedes poner el contrato único para todos los contratos nuevos. Los otros ya irán extinguiéndose poco a poco. Tampoco hay tantos contratos decentes. Hay mucho contrato mierda.

      Y ya puestos, yo pondría que los funcionarios (y registradores de la propiedad) que lleven 5 años en excedencia pierdan su plaza. Si vuelven, no pueden pedir otra excedencia hasta que pase otro periodo de tiempo similar a la excedencia.

    • Shine dice:

      Y probablemente tengan toda la razón, otra cosa es lo que contraten.

  17. […] Senserrich ha publicado un artículo en el que relaciona los tipos de instituciones, leyes rocambolescas, y equilibrios sociales que hay […]

  18. […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos De españoles desconfiados y regulación absurda politikon.es/2012/09/04/de-espanoles-desconfiados-y-regul…  por chisqueiro hace […]

  19. Penny dice:

    Interesante y divertido

    Respecto al capital social, Guiso et al. (2010 restringen este concepto a lo que denominan capital cívico. Este capital sería el conjunto de valores y creencias que favorecen la cooperación entre individuos. Y tenemos los datos de las World Values Surveys para aproximarlo.

    La evidencia que presentan estos autores indica que mayor capital cívico se asocia a mayor renta per cápita y mayor desarrollo institucional. La cooperación entre individuos es mucho más eficaz en un entorno de confianza, ya que reduce los costes de transacción.

    Otro aspecto relevante es la ejemplaridad pública que enfatiza Javier Gomá. Los procesos de cambio son mucho más sencillos con un liderazgo fuerte, modélico y anclado en la realidad.

    Sobre Italia, en realidad el note y el sur son países diferentes (ver también Guiso et al. (2010))

    Luigi Guiso, Paola Sapienza and Luigi Zingales (2010) Civic Capital as the Missing Link, in Jess Benhabib, Alberto Bisin and Matthew Jackson, editors, Handbook of Social Economics, North Holland
    http://cadmus.eui.eu/bitstream/handle/1814/13659/ECO_2010_08.pdf?sequence=1

  20. Galahat dice:

    De nada sirve que la ley sea rebuscada e inflexible si no hay manera de controlar que se cumpla. Estoy convencida de que el 90% de las empresas españolas no pasaría una Inspección Laboral. Yo llevo más de seis años trabajando con un contrato por servicio. ¿Cuánta gente conocéis en la misma situación? ¿A cuántos trabajadores por cuenta ajena se les está obligando a darse de alta como autónomos? ¿A cuánta gente se la contrata, se la despide y se la vuelve a contratar? Me da igual lo que diga la ley si en la práctica no se aplica y no existen los controles necesarios para que se deje de violar sistemáticamente. Con o sin legislación, el mercado laboral español es un auténtico chiste.

    • Pescador dice:

      Ahi le has dado. En España rigen tantas leyes que, ni aun con toda la buena voluntad del mundo, es practicamente imposible estar seguro de que lo que haces sea totalmente legal.
      Entramos luego en que todos – y las empresas son parte de ese todos- vamos cometiendo ilegalidades – algunas empresas se ven incluso obligadas a ello para poder seguir existiendo- hasta que llega un punto en el que esta situación te pone en manos de la arbitrariedad de quien hace la vista gorda. Asi se puede llegar a colocar aqllegados ó recibir donativos sin más que insinuarlos. Asi, como comentas, una insinuación de que te pueden enviar a los inspectores, despeja muchos caminos.

      Lo malo es que todo está demasiado podrido y no se ve forma efectiva de sanarlo

Comments are closed.