Ayer algunos miembros de la Logia Politikon se quejaban de no entender muy bien el tipo de mecanismos psicológicos que hace que la gente enloquezca con el fútbol. Gente relativamente razonable – decían – se pone como loca a jalear a la selección española, a odiar irracionalmente al contrario, a llamar feo a Ribèry (ejem)… Sin embargo, y con independencia del tipo de sentimiento que subyazca, la verdad es que a la gente le pone contenta que gane su equipo de fútbol o su selección nacional. Y eso también tiene consecuencias electorales. Hace poco pasó por mis manos un artículo académico que trataba sobre este mismo tema y que, con mucho acierto, se titula “Irrelevant events affect voters´evaluations of government performance”. La literatura sobre voto generalmente asume ciertos niveles de información política entre los votantes y que éstos son capaces de asignar responsabilidades a los gobiernos con cierta racionalidad. Si lo haces bien premio, y si lo haces mal, castigo. Sin embargo, cada vez esta asunción es más difícil de sostener ya que parece que los votantes son perfectamente capaces de culpar al gobierno por cosas con las que no tienen nada que ver con él o premiarlo, simplemente, porque están de buen humor al haber ganado su equipo de fútbol.
En el artículo que comento se realiza un análisis agregado sobre los efectos que tiene un evento aleatorio – completamente independiente de la política – sobre el voto al partido en el gobierno. En concreto, se analiza el efecto que tiene la victoria del equipo de fútbol (americano) de la universidad local con el nivel de voto a los candidatos que optan a la reelección en el Congreso, Senado y Presidencia de EEUU. Los resultados apuntan que cuando el equipo local gana dentro de los últimos 10 días anteriores a la elección, el voto al candidato aumenta en promedio sobre 1.6 puntos. Los efectos son incluso mayores cuando se trata de un equipo con una hinchada importante, si bien se diluyen hasta desaparecer a medida que la elección y la victoria se separan en el tiempo. Este mismo análisis se reproduce a nivel micro con una encuesta para probar el mecanismo psicológico y, de nuevo, la evidencia señala que las emociones son cruciales. Tal como los autores muestran en el artículo, los niveles de aprobación de la gestión presidencial en los sujetos estudiados están muy relacionados con la evolución de su equipo de baloncesto favorito en la liga masculina inter-universitaria NCAA.
Pero no todo son buenas noticias para el gobierno. En un divertidísimo artículo de Achen y Bartels se cuenta que los votantes, a la hora de asignar responsabilidades, también castigan a los gobiernos por cosas de las que no son responsables. Algo tan viejo como el mundo. Una mala cosecha, una inundación, una epidemia en el Egipto Antiguo o en la Edad Media le podía costar la cabeza al monarca local. ¡Y eso que no hay nada que él pudiera hacer por impedir la ira de (los) Dios(es)! En este artículo se repasa como eventos tales cómo sequías, plagas o incluso ataques de tiburones erosionan el apoyo electoral de los gobiernos que optan a la reelección. De nuevo, el evento es aleatorio y fuera de control del político. Sin embargo, el argumento es parcialmente diferente aquí. No es una cuestión enteramente emotiva – estoy cabreado porque un tiburón me ha comido la pierna y no te pienso votar – sino que también hay cierta racionalización del castigo. Puedo justificar el retirarte el apoyo por la mala gestión gubernamental del desastre.
Por lo tanto, hay bastante evidencia señalando que los eventos deportivos o los desastres naturales, que son fenómenos aleatorios y exógenos a la política, tienen efectos en el corto plazo sobre el comportamiento electoral y la evaluación gubernamental. Esto debería servir para subrayar que hay que ir más allá de los modelos racionales de voto. La realidad está compuesta en gran medida de de seres humanos emotivos, irracionales, ideológicos y cabreados y, en mucha menor cantidad, por robots que ajustan preferencias e imputan utilidades. Así que la carga de la prueba queda en manos de aquellos que quieran defender que el futbol es independiente de la política. ¿O no se cambiaron unas elecciones catalanas por un partido del Barça? ¿O no se pelean los políticos por una foto con los deportistas? ¿O no hablamos de himnos, pitidos y selecciones nacionales? ¿O de historias sobre si Zapatero era gafe o que llamar la “la Roja” a la selección es una manipulación mental socialista? Pues eso. Política.
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Por eso cuando hay una catástrofe natural, el gobierno ha de estar siempre ahí, dando subvenciones, apoyando a la plebe frente a las compañías de seguros…
Ya ves qué tendrá que ver el gobierno con una catástrofe natural, pues nada, si no apoyan al personal económicamente –incluso aunque eso vaya en contra de la razón, ya que no son en absoluto culpables– acaban perdiendo confianza.
La democracia no funciona.
Eso es porque la mayoría albergamos la peregrina idea de que tenemos derecho a que el gobierno use el dinero de nuestros impuestos para ayudar a la gente cuando le ha caído encima un terremoto o una inundación. Y a que esa ayuda la proporcione con un mínimo de eficacia también, por cierto.
Ya ves que rara es la gente ¿Verdad?
Respecto al tema más en general lo de la irracionalidad no lo acabo de ver claro. Por lo menos habría que considerar la idea de que el pueblo emplea una perspectiva… digamos que holística del estado de la comunidad. Por ejemplo, si el equipo de la universidad local vence es un síntoma aparente de la buena salud económica de la universidad y de su buena gestión, y eso a su vez un reflejo de la buena salud económica del estado, etc. etc.
Del mismo modo, si el número de medallas que obtiene el país en los Juegos Olímpicos se hunde ¿No es hasta cierto punto racional considerar eso un síntoma de que la gestión del ministerio encargado y/o la salud económica de las empresas patrocinadoras ha empeorado?
No quiero llevar el argumento demasiado lejos, entre otras cosas porque perspectiva holística o no los terremotos siguen ocurriendo cuando les da la gana, pero creo que hay que andar con mucho tiento a la hora de hablar alegremente de que los votantes son juguetes irracionales de sus pasiones.
Gracias por el comentario y a ver si introduzco un matiz aquí. Respecto a la irracionalidad, a lo que me refiero es a la racionalidad instrumental en sentido estricto. Es decir, cojo, hago una evaluación fría de los rendimientos del gobierno y en función de ello decido el voto. Evidentemente, esta aproximación tiene problemas. Quizá en el post me haya quedado muy exagerada la afirmación de irracionalidad.
Respecto a la idea de la concepción «holística» de bienestar, creo que nuestro país mismamente responde a esa pregunta. Es decir, tu hipótesis es que las victorias deportivas sirven como una proxy de la evaluación de los rendimientos de los gobiernos, pero no la termino de comprar. Al menos en función de la evidencia, parece que el componente es en gran medida emocional. Si estoy contento, pues veo mejor al gobierno.
No pasa nada por reconocer que la política es una cuestión en la que no cuenta únicamente la racionalidad utilitaria sino también pasiones, sentimientos… Y la racionalización ex-post de los mismos. No creo que prejuzgue negativamente a los votantes sino simplemente apunta que la política tiene mucho de afectos y emociones.
Yo tampoco la acabo de comprar. Es una hipótesis, una hipótesis que podría ponerse a prueba por ejemplo comprobando si los gobiernos ganan con más frecuencia las elecciones cuando el día de las elecciones hace buen tiempo que cuando llueve, nieva o hay 40º a la sombra.
No quiero idealizar al votante. La frase de Churchill sobre el peor argumento contra la democracia y el votante medio es tristemente cierta… pero en mi juventud me dejó una impresión imborrable – imborrablemente negativa, quiero decir – la lectura de Platón y su descripción, demasiado parecida, de la democracia como reino de las pasiones y las emociones irracionales desbocadas.
Y por eso me parece muy esperanzador el final del estudio de Achen y Barstel, en donde no encuentran ningún efecto de la Gripe de 1918 en las elecciones de ese año y lo atribuyen a que los votantes no vieron relación alguna entre la epidemia y la política.
Bueno, supongo que la caída de la participación electoral entre 2-5 puntos los días de lluvia podrían ser un complemento. Simplemente a la gente le da más pereza ir a votar con lluvia, que también es un fenómeno aleatorio. Y sí, el caso de la gripe muestra que tampoco es una ley inexorable. Estaría interesante saber el efecto de los terremotos, por ejemplo, en Lorca o centro-Italia….
Hola Enrique Dans
Ante catástrofes naturales, los votantes prefieren compensaciones por parte del sector público que invertir en mecanismos de prevención que limiten los posibles daños. Por ejemplo,
ANDREW HEALY and NEIL MALHOTRA (2009). Myopic Voters and Natural Disaster Policy. American Political Science Review, 103 , pp 387-406 http://digitalcommons.lmu.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1007&context=econ_fac
También se podría hacer uso de seguros privados. No obstante, no existen para todos los posibles riesgos y , cuando existen, los ciudadanos tienden a ser reacios a contratarlos
Siempre cabe la posibilidad de que sea un simple provocador, pero creo que sirve de ejemplo para ilustrar tu post: https://twitter.com/Alpedreteo/status/218300470232498176
Y la aproximación holística es bastante optimista. En parte estoy de acuerdo (porque así funciona el cerebro humano), pero por otra parte creo que tendemos a dejar que nuestras emociones nos influyan y a construir racionalizanes de nuestros actos más tarde.
Existe un elemento (no absoluto, pero operante) de necesidad psicológica. Precisamente según el grado de frustración social, el votante lo proyecta sobre las victorias/derrotas. «Ya que no tenemos empleo, al menos ganamos la copa». Alemania tiene mejores indicadores económicos, nosotros mejores jugadores.
Vaya, el viejo slogan de Franc_ : «Si ellos tienen UNO (ONU) , nosotros tenemos Dos». Carnaza sociológica para apaciguar masas antes que se conviertan en enfurecidas.
Pablo, como siempre, muy interesante
Relacionado con la irracionalidad en el voto, Manuel Bagues y Berta Esteve-Volart tienen un trabajo muy chulo sobre políticos a los que les toca la lotería, un suceso claramente aleatorio
Encuentran que los partidos en el gobierno se benefician de donde toca el gordo. Y no deberían tener mucha mano con el bombo (bueno, quizás Carlos Fabra sí)
Politicians’ Luck of the Draw: Evidence from the Spanish Christmas Lottery http://www.fedea.es/pub/Papers/2011/dt2011-01.pdf
Por cierto 1, ¿alguna recomendación de survey o libro sobre los determinantes del voto?
Por cierto 2, ¿afectará el futbol a la fecha de la próxima tertulia de politikon?
(Me permito responder)
1. Hay toneladas de literatura, ya sabes: modelo de votante económico vs. ideológico vs. psicología y carisma, y demás. A mí el modelito de Besley (1997) me parece atractivo aunque incompleto. En general, sueño con algo que incorpore la idea económica bajo constraints ideológicos. Y de hecho tengo la idea de trabajar un poquito en eso a partir del año que viene, académicamente hablando. Pero vamos, Pablo seguro que tiene referencias mejores y más actuales.
2. Estamos debatiéndolo ahora mismo 😉
Gracias, Jorge
Cuanto más gente participe en los comentarios, mejor
Ya nos diréis si vamos a tener que elegir entre tertulia y futbol
Pero lo imporante es que esté contenta Merkel, no el electorado español…
¡Sí al pucherazo en la final! 🙂
Pues sobre el tema de los desastres naturales, el año pasado en Murcia estuvo reciente lo del terremoto, y no solo no perdieron apoyo sino que lo ganaron, tanto en la alcaldía de Lorca como en la Región de Murcia.