Otro debate republicano, otra repetición de tonterías y lugares comunes. En general la cosa fue bastante aburrida, con Michele Bachmann siendo la principal animadora. La habitualmente enloquecida congresista se divirtiendo atizando a Gingrich repetidamente sobre su largo historial de vender sus opiniones al mejor postor. Tiene toda la razón del mundo (es uno de los motivos por los que Gingrich es el candidato soñado para los demócratas) en este aspecto, pero los horrendos, inc mreíblemente torpes moderadores de hoy (George Stepanopolous y Dianne Sawyer, de ABC) no insistieron demasiado.

La noticia en este debate, sin embargo, no fue Gingrich, que habló más bien poco, sino Mitt Romney. El este hace unas semanas candidato inevitable y favorito, siempre impecable en estos eventos, tuvo una de esas pifias idiotas sobre un tema irrelevante que tanto gustan a los periodistas: una apuesta. Más concretamente, Romney ofreció una apuesta de $10.000 a Rick Perry sobre una chorrada menor acerca del contenido de su libro. El bueno de Mitt tenía razón sobre la disputa, todo sea dicho. Pero para un candidato con reputación de ser un robot multimillonario sin contacto con el mundo real, jugar con $10.000 como si fuera calderilla es precisamente la clase de «signo de la verdad sobre Mitt» que los periodistas americanos inevitablemente repitiendo y discutiendo una y otra vez.

¿Tontería? Sí, sin duda. Y más contando las burradas que soltó Newt Gingrich sobre el tema palestino,  cómo mintió, lisa y llanamente, al hablar sobre su postura acerca del cambio climático hasta hace unos meses, y sobre cómo se ha hecho de oro trabajando de lobista durante más de una década. Pero en una campaña presidencial americana, estas cosas cuentan, y mucho, especialmente ahora que Mitt Romney necesita recordar a todo el mundo desesperadamente el hecho que Gingrich es un egomaníaco obsesionado consigo mismo, cínico y capaz de vender a su madre por un puñado de dólares. Es una distracción inútil cuando menos la necesita.

Queda menos de un mes para los caucus de Iowa. Hace dos o tres semanas hubiera dicho que Mitt Romney iba a ser el candidato. Viendo las encuestas de los últimos días, el error de Romney, y como parece que Gingrich ha salido con vida de este debate (gracias, en gran medida, a la increíble incompetencia del resto del personal), ahora ya no estoy tan seguro. Los demócratas, a buen seguro, deben estar frotándose los malos, ya que Gingrich es un candidato mucho peor cara a las generales que Romney.

Pero bueno, este es el GOP moderno. Dios les libre de nombrar a un tipo sólido, aburrido y racional. Eso debe ser comunismo, o algo peor. En fin.