Ciencia recreativa

Política fiscal e ideología III: ¿A qué se parece el diseño de una buena política fiscal?

14 Sep, 2011 -

Partiendo de todo lo anterior, voy a defender la siguiente idea: el déficit estructural debe ser aproximadamente nulo o incluso ligeramente positivo es una muy buena idea si uno está muy apegado a redistribuir renta y tiene una gran preferencia por la igualdad.

Os recuerdo que las dos justificaciones para defender la estabilización fiscal desde una perspectiva de “izquierdas” eran a) Que el desempleo cíclico afecta de más a los más desfavorecidos y b) El desempleo afecta al poder de negociación de los sindicatos y con ello a su papel (potencial) como guardianes del Estado de Bienestar.

En primer lugar, algo que debería ser incontestable es que una política fiscal debe ser sostenible, esto es, que mal que bien los déficit se compensen con superávits o, en una economía que crece, que el déficit sea aproximadamente similar al tendencial de la economía. De otro modo, la deuda pública crecería indefinidamente y el Estado terminaría en un impago.

En segundo lugar, hasta ahora he asumido implícitamente que a) La política fiscal funciona para estimular la economía b) Es necesaria para estimular la economía. La segunda idea es contestable porque a priori existe otra política de demanda: la política monetaria. Por una variedad de razones que no voy a contar por razones de espacio, se asume generalmente que la política monetaria funciona mejor que la política fiscal para estimular la economía; pero aquí voy a asumir lo contrario porque en el caso concreto de España no controlamos nuestra política monetaria y por tanto la palanca fiscal es necesaria.

La primera idea es también contestable. Al margen de los casos específicos (por ejemplo, el caso de España hoy, dónde estamos demasiado endeudados con el exterior y no nos queda margen para seguir corriendo deficit) de forma general Robert Barro se preguntó en un artículo si bajo ciertos supuestos la política fiscal funcionaría. La ola de investigación a la que dio lugar el artículo de Barro vino a sugerir que si la política fiscal funcionaba era entre otras cosas porque el efecto de la política fiscal era redistribuir de agentes que eran ricos y podían endeudarse para que las fluctuaciones en su renta no afectaran a su consumo, a agentes que eran pobres y no podían endeudarse de forma que las fluctuaciones en su renta afectarían a su consumo.

En esta situación, arreglar ese problema no es solo un problema de justicia social, sino un fallo de mercado: el Estado puede funcionar como agencia de seguros, dando un servicio que el mercado no es capaz de proveer. Esto se hará típicamente diseñando un conjunto de estabilizadores automáticos: un conjunto de gastos (ingresos) que aumenten (caigan) en situación de recesión. Esto ocurre así con los impuestos progresivos y con el seguro de desempleo principalmente: cuando uno empieza a ganar menos dinero o se va al paro, el Estado le compensa cobrándole menos impuestos y subsidiándole el tiempo que tarde en encontrar un empleo nuevo; a la inversa, cuando se recupere la economía, las arcas del estado se recuperarán también, de modo que el balance final será de cero.

Un punto importante es que este tipo de aspectos deben ser automáticos y tiene que ver con el segundo argumento. Algo que hay que entender y que los sindicatos en Europa no ah entendido aún es que el Estado de Bienestar, ni en general el modelo productivo de la posguerra no es sostenible tal y como está planteado ahora mismo. Sugerir esto, que es algo que se ve en las proyecciones demográficas, supone ser inmediatamente tachado con algún adjetivo ideológico desagradable, pero eso no lo hace menos cierto. El problema no es que no se pueda redistribuir, es que hay que hacerlo de otra forma y nuestra economía necesita otras instituciones. Esta miopía ha hecho a los sindicatos y a la izquierda de forma más general estar a la defensiva: mantener las “conquistas sociales” como si se tratara de vacas sagradas. De esta forma, mientras que durante las expansiones los sindicatos se limitan a mantener el tipo –dado que a muchos niveles nuestro modelo de Estado de Bienestar ha alcanzado el tope y las perspectivas
fiscales a largo plazo son malas- en las recesiones no ven que les quede otra que tragar con ajustes negativos regresivos.

En este sentido y tomando este comportamiento político como dado (dónde hay una asimetría entre las expansiones y las recesiones) tener una política fiscal discrecional es probablemente peor que tener un sistema de estabilizadores automáticos. Durante las expansiones, los sindicatos no pueden negociar mejoras en el Estado de Bienestar; durante las recesiones, en cambio, el tipo de política contracíclica que ha venido adoptándose en los últimos años ha sido aliviar la carga fiscal sobre los salarios. Esto ha ido típicamente acompañado de recortes en el seguro desempleo con la idea de impedir que el desempleo aumente más de la cuenta.

Mi intuición es que este esquema es básicamente erróneo y lleva a la izquierda hacia el precipicio político y económico. Tener una preferencia fuerte por la redistribución debería suponer abogar por tener un conjunto de estabilizadores automáticos fuertemente contracíclicos, esto es, tener un déficit estructural de aproximadamente cero. La idea es que cuando la izquierda esté en el poder diseñe un conjunto de gastos e ingresos que se ajusten de forma automática a los ciclos económicos que asegure una redistribución fuerte y una estabilización razonable, pero que se compensen. Si se hace esto con estimaciones conservadoras del tendencial de crecimiento de la economía o incluso se tiende hacia cierto superavit sobre el ciclo para que el stock de deuda vaya cayendo, esto asegurará que cuando las cosas se pongan feas haya margen de maniobra porque las finanzas públicas estarán saneadas y los sindicatos no deban negociar con una mano atada a la espalda. Asumiendo que la derecha va a gobernar periódicamente,
establecer que esto ocurra de forma automática es de hecho algo positivo.

La conclusión de esta serie es por tanto que consagrar el principio de estabilidad presupuestaria a lo largo del ciclo no solo no es algo negativo para el Estado de Bienestar; es todo lo contrario: una garantía de que este va a ser viable.


8 comentarios

  1. Manuel dice:

    Todo ok, pero partiendo de la base que tiene que haber ciclos, hay ciclos porque siempre se plantean las cosas a corto plazo…Vamos que falta cerebro para hacer las cosas bien…

  2. Gulliver dice:

    Esa visión tuya de estadista responsable está muy bien y estoy de acuerdo con ella, pero luego vienen los políticos de verdad con sus presiones y agobios y se ponen las gafas que solo dejan ver los próximos cuatro años. Llega la izquierda a gobernar en un momento expansivo y efectivamente empiezan a mejorar la redistribución, aumentando el gasto social y creando nuevas prestaciones. Pero mira que se está acumulando un modesto superávit y subir impuestos en esas condiciones parece de tacaños. No nos habíamos dado cuenta pero bajar impuestos resulta que es de izquierdas. Más tarde llegan las elecciones y la derecha tiene que hacer un programa electoral. No van a ponerse a quitar estas prestaciones tan bonitas de la ley de dependencia, ni estas deducciones por hijo porque quedarían como unos mezquinos. Pero pueden hacer lo que siempre hacen las derechas para encandilar a las clases medias: prometer bajadas de impuestos.

    La solución ya la has expuesto tú en otro sitio: sacar el balance presupuestario de las sucias manos de los políticos y que se encargue una agencia independiente.

  3. JCabal dice:

    Desde la ignoracia:
    – ¿cómo se fija el déficit estructural?, es decir, ¿cómo se sabe que pare es cíclica y que parte no lo es?
    – ¿hasta que punto es fiable este cálculo?, es decir, desviaciones entre previsiones y realidad.

    A lo mejor es una pregunta que exige una respuesta muy técnica, pero te agradecería que puedieras explicarlo.

  4. alexander dice:

    paparruchas..:D

  5. cives dice:

    @JCabal:

    Leete este post:

    http://politikon.es/materiasgrises/2011/08/30/disenando-la-constitucion-fiscal/

    La idea es: Econométricamente hay formas de separar el crecimiento tendencial del cíclico. No es algo totalmente objetivo, pero si es algo bastante técnico.

    Hay ingresos y gastos que dependen del crecimiento tendencial y otros que dependen del ciclo. Por ejemplo, el gasto en políticas de empleo depende mucho del paro y éste a su vez del crecimiento de la economía. A la inversa, los ingresos siempre dependen del crecimiento de la economía (ya que la mayoría de los impuestos no son de suma fija, sino que se calculan como un porcentaje sobre algo que tiene que ver con la actividad económica, como el consumo o la renta).

    Un cálculo de la sostenibilidad fiscal debería además tener en cuenta la viabilidad de los gastos a largo plazo. A mi me gustan mucho las cuentas intergeneracionales: http://www.lorem-ipsum.es/blogs/laleydelagravedad/2010/10/deficit-deuda-y-el-oscuro-mundo-de-la-contabilidad-intergeneracional.html

    ¿Hasta qué punto es fiable? Pues tan fiable como cualquier previsión económica, es decir, muy poco. Pero lo cierto es que cualquier decisión de planificación (como la planificación de los gastos y los ingresos) de cara al futuro, las que hacen los individuos privados, los gobiernos y todo el mundo, lleva implícita una previsión de lo que va a ocurrir. La alternativa a hacer esta previsión de forma técnica es… bueno, no tengo muy claro cuál es, pero todas las que se me ocurren suenanpeor

  6. Demócrito dice:

    «La alternativa a hacer esta previsión de forma técnica es… bueno, no tengo muy claro cuál es, pero todas las que se me ocurren suenan peor.» Santiago Niño Becerra utiliza la astrología y no le va mal.

  7. JCabal dice:

    @Cives,

    Gracias por la explicación, leeré los enlaces detenidamente, pero por lo que he podido ver, es lo que estaba buscando.

    Un saludo y felicidades por el blog

  8. Manuel dice:

    Cives: está claro que no podemos hacer un proyecto a 50 años, pero si de algo estoy seguro es de que esta crisis se gestó con Aznar-Bush-Blair lo que me lleva a pensar que tendrían que ser al menos 10 años los proyectos políticos… Tb sería aconsejable partir de una base pactada con mayoría absoluta, para que los ciudadanos pudieran remar en la misma dirección y con confianza, pero esto último parece estar complicado con el actual sist.democrático, aunque por lo visto en otros países (sobre todo eeuu) tampoco hay una referencia que seguir…

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