Otro debate republicano hoy, que vuestro incansable (leáse masoquista) corresponsal ha seguido como bien ha podido, intentando no romper en sollozos cada dos minutos. El motivo, por una vez, no ha sido sólo las habituales ocurrencias delirantes de los candidatos, sino la vergonzosa organización de CNN. El debate de hoy era, extrañamente, el debate «CNN- Tea Party» (algo parecido a tener un debate «TVE- Partido Obrero Revolucionario» en unas primarias socialistas), y la realización ha estado a la altura. Para que os hagáis una idea:

1. a. El debate ha empezado con el himo nacional. No, no es broma. Una mujer ha salido a cantar (mal) la Star-Spangled Banner, y los candidatos han estado allá plantados, mano en el pecho, siguiendo el compás. Incomprensible.
2. b. Las preguntas: Wolf Blitzer es vergonzoso. Tanto lo que él ha preguntado, como las intervenciones del público, han sido ridículas. Mi favorita, de un chaval adolescente, «¿qué porcentaje de mi dinero voy a poder quedarme?», recibida (como no) con una patética subasta a la baja de nivel de impuestos en la que nadie se ha querido explicar.
3. c. El público: a un pregunta de Wolf Blitzer a Ron Paul sobre qué se debe hacer si un hombre de 30 años sin seguro médico tiene un accidente y está en coma, pidiéndole a Paul que diga si se le debe dejar morir, un miembro del público ha gritado «Yes!» entre los aplausos del público. Va en serio.

También han aplaudido cuando Rick Perry ha dicho que deberían enchironar a Bernanke por traición, por cierto. Esta es la leal oposición americana estos días.

Dejando de lado la espantosa organización de una cadena que dejó de ser lo que era hace tiempo, el debate ha aportado pocas novedades. De hecho, dejando de lado las increíblemente idiotas preguntas del respetable, nadie ha dicho nada nuevo. Las  únicas noticias han sido que Michele Bachmann sigue bastante desaparecida (aunque menos que hace una semana), John Huntsman ha estado francamente mediocre (aunque en un debate donde todas las preguntas eran: «¿me puede prometer que está loco?» es difícil ser el candidato moderado) y Rick Perry, para sorpresa de muchos, se ha estrellado.

Perry  tiene dos destellos de cordura en todo su historial político, una campaña de vacunación contra el HPV (¡imposición! ¡promiscuidad! ¡totalitarismo!) y unas ideas sobre inmigración bastante razonables. Cuando el resto de candidatos le ha atizado con estas dos afrentas a la pureza conservadora, el tipo se ha comido una de galletas de impresión, sin poder responder de forma coherente. Si a eso le añadimos otra confusa, deslavazada y triste defensa de su idea que la seguridad social es inconstitucional y debe ser devuelta a los estados (porque esto de reducir la unidad fiscal está funcionando de miedo en la Unión Europea, supongo), la reacción general es que el tipo no es tan bueno como decían.

De momento, todo hay que decirlo, sigue líder en las encuestas, aunque por Intrade (para los que crean en estas cosas – a mi me parece bastante inútil) Romney se ha vuelto a colocar como favorito, 38 a 35. Sigo diciendo lo que decía hace unos meses, creo que Romney sigue siendo mejor candidato, y eso le hace el favorito en estas primarias. Tras dos debates, Rick Perry parece tener una mandíbula sino de cristal, sí de cerámica malilla. Y el hombre, digan lo que digan, recuerda un horror Bush hijo cuando habla.

Para acabar, una perla final, mostrando cómo los republicanos «adoran» el voto hispano. Rick Santorum explica cómo atraerá «el voto ilegal – digo, latino» estas próximas elecciones. No os preocupéis, que no tiene opciones.