americanadas & Política

Reformando las presidenciales en Estados Unidos

19 Ago, 2011 - - @egocrata

Alex Vega me preguntaba por Twitter hoy sobre una reforma que está circulando por Estados Unidos estos últimos meses, national popular vote o voto nacional popular. Es una cosa un poco rebuscada, pero es importante, así que vale la pena explicarla un poco.

Como probablemente sabéis, los americanos escogen a su presidente a traves de una de esas reliquias derivadas de tener una constitución del siglo XVIII: el colegio electoral. Los votantes no escogen al jefe del ejecutivo de forma directa, sino que seleccionan un grupo de representantes que son los que nombran al presidente. Los miembros de este colegio electoral se distribuyen por estado, recibiendo cada uno un número igual a su representación total en el Congreso, con Washington DC aportando tres votos (de ahí el 538 dichoso). Cada estado tiene plena libertad para legislar cómo seleccionar a sus electores o delimitar cómo van a votar; en tiempos pasados (tras la reforma de 1804, ya que el sistema original no funcionó) habían llegado a tener libertad de voto, pero los estado aprendieron rápidamente que para maximizar su capacidad de influencia lo mejor que podían hacer era establecer que votaran en bloque.

Esto tiene efectos secundarios curiosos, y bastante irritantes. Para empezar, hay un buen puñado de estados que no cuentan para nada. Los demócratas siempre ganan por escandalosa goleada en Connecticut desde hace un par de décadas, así que un votante republicano aquí puede hacer lo que quiera que su voto no tiene ningún efecto. De forma más insidiosa, los tres estados más poblados (California, Texas y Nueva York), que suman más de una cuarta parte de la población del país, son sistemáticamente ignorados durante la campaña electoral, ya que tienen mayorías claras. En contraposición, algunos estados tremendamente irrelevantes o increíblemente poco representativos reciben una cantidad de atención desproporcionada, ya que son swing states: ningún partido tiene mayoría clara, pero ganar de un voto te da un montón de apoyos en el colegio electoral.

Por supuesto, el colegio electoral puede generar también situaciones como las generales del 2000, donde Al Gore sacó más votos en agregado (500.000, más o menos) pero perdió en el colegio electoral tras esa serie de extraños recuentos en Florida. Y no me digáis que la historia de Estados Unidos no hubiera sido muy distinta si esas elecciones hubieran ido en dirección contraria.

Por añadido, tienes un efecto serio en visiblidad política. Por ejemplo, el  2008 en Connecticut no vimos apenas publicidad electoral para candidatos federales. Ningún presidente se ha molestado en visitar el estado en campaña, si mal no recuerdo, desde los años sesenta. Uno sólo ve candidatos recaudando fondos entre banqueros en Greenwich y presidentes visitando la academia de guardacostas de una vez cada seis o siete años.

Ante este extraño, anticuado e ineficiente sistema, un grupo de estados ha impulsado este sistema de national popular vote, una reforma bastante ingeniosa. Lo que hacen es cambiar cómo van a votar los miembros del colegio electoral: en vez de dar todos los votos al candidato más votado en el estado, le darán a quien haya sacado mayoría a nivel nacional, sí, y sólo sí, la mayoría de electores está decidiendo su voto de esa manera. Es decir, si dentro del colegio electoral hay delegaciones suficientes que voten al ganador a nivel nacional para que este saque 270 votos, entonces los electores votarán de esa manera, haciendo el sistema antiguo completamente irrelevante. El presidente sería escogido por mayoría de voto popular, simple y llanamente, y no se hable más. Ohio y Florida dejarán de ser el centro del universo.

¿Es una aspiración realista? Si me preguntáis esto hace un mes hubiera dicho que no. Por muy elegante que sea la reforma (y lo es) hay demasiada resistencia al cambio, demasiado fetichismo por las viejas normas como para cambiarlo. Esta semana, sin embargo, California se ha sumado a la propuesta, y esto cambia un poco las cosas. Ahora mismo los nueve estados que se han adherido al sistema suman 132 votos en el colegio electoral, casi la mitad de los necesarios. Nueva York está cerca de sumarse al grupo (otros 29 votos) y estados tan conservadores como Missouri o Dakota del Sur están en ello. Lo más sorprendente, y más en el clima político tan tóxico de estos días, es que la medida tiene el apoyo de ambos partidos; no es algo que sea cosa de fans de Al Gore trasnochados.

¿Lleva esta reforma camino de ser aprobada? No sé, es difícil decirlo. Sigo la política americana de cerca, pero no sigo a los 50 estados. Creo que a medio plazo sí lo veremos, pero no creo que lleguen para el 2012. Lo que sí me parece claro es que es una buena idea, ya que elimina un sistema increíblemente torpe que hace que un montón de estados sean ignorados completamente durante las elecciones. Es más justo, más claro, y evita la posibilidad que volvamos a ver el desastre del 2000.

En fin, vale la pena seguirlo. Es un cambio potencialmente enorme. Sólo quedará reformar el Senado y el absurdo sistema de primarias presidenciales.


5 comentarios

  1. Malaprensa dice:

    Es un tema muy curioso para frikis de la política USA, que nos recuerda, por otra parte, lo verdaderamente federal que es Estados Unidos: nada menos que la elección del Presidente se regula muy laxamente desde el gobierno federal, mientras que un montón de aspectos se regulan estatalmente. Entre otros muchos, como se ve aquí, algo tan decisivo como la manera de elegir los miembros del Colegio Electoral en cada estado. De hecho aún hoy no todos lo hacen igual. Hay dos estados que no dan todos sus votos al ganador del estado, sino que en cada distrito correspondiente a un representante, eligen a un miembro del colegio electoral, y luego los dos de todo el estado se lo dan al ganador estatal.

    Hay que recordar cosas de estas cuando hay gente que pretende que las autonomías de España tienen tantas o más competencias que los estados miembros de un estado federal. Según de cuál hablemos, eso es una tontería.

    Por otro lado, más «to the point»: el problema del National Popular Vote es que las reformas que se van aprobando en cada estado se hacen a través de un contrato interestatal (interstate compact) que podría ser impugnado como anticonstitucional con bastante facilidad. Lo cual no quiere decir que lo sea, sino que incluso cuando lleguen a aprobarlo los estados con 270 votos, es posible que un recurso judicial lo paralice uno o dos años adicionales.

  2. J.E dice:

    ¿Contrato interestatal? ¿Podrías hablar un poco más de ese concepto, que parece interesante?

  3. J.E dice:

    PD: ¿Y a quien hay que matar para reformar el Senado, a todo esto?

  4. Ian Curtis dice:

    Y por qué no simplemente una enmienda constitucional de voto directo? Se opondrían los estados?

  5. Alberto MdH dice:

    Una enmienda constitucional es mucho más difícil de pasar y sería muy fácil que fuera bloqueada por aquellos a los que no les interesa. Por ejemplo grupos de presión de estados como Ohio y Florida que perderían mucha influencia política (El voto de los exiliados cubanos de Florida pasaría a tener un peso insignificante)

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