No quiero hablar demasiado más sobre el desastre en los mercados de ayer; llevo un buen puñado de artículos esta semana. Sólo quería señalar que desde tiempos de Felipe II España no creaba este temor, pavor y horror más allá de nuestras fronteras. El viejo imperio ha vuelto, gente. Y tenemos la Caja del Juicio Final.

No soy analista financiero, así que no me voy a poner a explicar por qué han bajado las bolsas hoy. Como dice Felix Salmon, es muy fácil sobreinterpretar estas cosas.  Parece que todo Dios que tuviera algo invertido en alguna parte ha decidido que a partir de ahora quiere tener sólo dinero en efectivo, preferiblemente en francos suizos, yenes o dólares. Cuesta mucho ver de dónde vendrá el crecimiento económica a partir de ahora, y la gente anda entusiasmada queriendo minimizar riesgos. Estados Unidos puede endeudarse a diez años a menos del 2,5% de interés;  los inversores prácticamente quieren regalarle dinero al gobierno Federal. La crisis del euro da pánico, ciertamente. Somos la leche.

¿Qué tenemos que hacer cuando los mercados financieros pierden la cabeza y empiezan a preferir el dinero en efectivo sobre todas las cosas? Creo que lo he mencionado unas 279 veces en los últimos dos años, pero es bastante simple: hacer que el dinero en efectivo sea menos atractivo a golpe de inflación. Nada excesivo, un 4-6% que es lo que pedía Rogoff ya en diciembre del 2008 (!!!).

Y sí, sé de sobras que la inflación tiene efectos redistributivos en contra de los ahorradores, etcétera, etcétera. Me importa un comino. Como dice Karl Smith (gracias Bidatzi por el enlace), la baja inflación de los últimos años también ha tenido efectos redistributivos, y no ha hecho precisamente daño a los banqueros. De hecho, es posible que el celo de estabilidad de precios fuera uno de los orígenes del aumento de la desigualdad y/o la crisis financiera.

Pero vamos, a estas alturas uno ya no sabe qué cara poner. Es posible (probable, incluso) que la Reserva Federal saque la imprenta tarde o temprano (que nominen a Mankiw si es preciso), pero Trichet y sus aguerridos lansquenetes parece que les va más lo de sajar y acuchillar que esto de solucionar problemas. Y no hablo ya de políticos europeos, que me da el telele.

Aunque vamos, nunca se sabe. Ahora que la gente con pasta es la que está perdiendo hasta la camisa en sus preciosos fondos de inversión y acciones en bolsa, a lo mejor los sádicos al mando de la eurozona se apiadan de los campesinos y plebeyos. Aunque estos sigan obsesionados con protestar en una plaza, una sóla, y en ningún sitio más que esa plaza.

(y sí, tenía que insertar al menos una puya contra los indignados, lo siento.)


6 comentarios

  1. Ignacio Paredero dice:

    Bastante de acuerdo, si. La inflación tan baja que tenemos tiene efectos de clase. No es casualidad, por cierto, a que clase beneficia más, a los que tienen muchos ceros en la cuenta corriente. Los que tienen su sueldo vinculado a la inflación y gastan casi todo, no verían un gran efecto. Pero los que tienen deudores, claro, esos si, que es, posiblemente, por lo que el objetivo inflacionario es tan fundamentalista.

    Y, por cierto, la baja inflación tiene efecto tambien en el paro, aumentandolo. Curioso ¿no?

    PD: y no, evidentemente nadie esta pidiendo Weimar.

  2. […] Cuando el dinero es mas rentable que la inversión politikon.es/materiasgrises/2011/08/05/imperio-contraataca/  por Trimegisto hace 3 segundos […]

  3. Maese Alcofribas dice:

    es frustrante no saber nada de economía, no poder entender nada de lo que está pasando. Al final, ¿hay especuladores «malvados» o es esta una interpretación ignorante/envidiosa de la izquierda carpetovetónica?

    un ciudadano de a pie, ignorante como yo en todos estos temas, me dijo: «si yo presto dinero a alguien habitualmente, y de repente ese alguien ve deteriorada su situación económica, prestarle dinero a un interés más alto (por eso del mayor riesgo) es inmoral, es intentar aprovecharse de su desgracia. Como subirle los intereses a un heroinómano en función directamente proporcional a lo enganchado que esté. Pretender que el mayor riesgo compensa la mayor potencial ganancia supone no entender nada acerca del concepto, que no pecado, «avaricia». Lo correcto en esa situación es, sencillamente, no prestarle más, pero obviamente, no cuando el heroinómano ya ha muerto o está en coma, sino mucho antes, cuando ya ha dado pruebas de estar enganchado»

    en resumen, deduzco que la teoría de que un sistema complejo de egoismos tenderá al equilibrio satisfactorio de todos los egoismos está profundamente equivocada. Yo creo que acabará en desastre, ya por su propio error de base (crack general), ya porque resulte en un desequilibrio tan grande en la satisfacción de egoismos, que los menos satisfechos provocarán el caos, la destrucción, el fuego redentor que de lugar a un nuevo comienzo

    no quedaría yo estupefacto si al final la unica salida consisitiera en una religión de amor, y que sea la soberbia la que no nos deje entender que el único camino que no resultará en ciclos de creación-destrucción es el «utópico», el antinatural

  4. rafael dice:

    Se supone que debemos convencer a Francia y Alemania (entiéndase bancos privados), en Europa los mayores acreedores, para que consientan en perder parte de los retornos reales que esperan recibir de sus préstamos a los otros países, para salvar el cuello de los otros países de la zona euro que se deslizaron por la pendiente de la ecuación dinámica sin frenos y ahora no pueden parar por sí solos. Y suponemos que esa pérdida en los retornos reales, no haga que los bancos franceses y alemanes restrinjan el crédito doméstico y externo y por tanto anulen total o parcialmente la esperada recuperación económica de todos( franceses, alemanes y la de otros bancos y países que les siguen pidiendo prestado para sobrevivir) que según Rogoff vendrá con la inflación. Pues con esa anulación de parte del crecimiento esperado seguiríamos teniendo una tasa de interés por la deuda pública mayor que la tasa de crecimiento de la economía, el saldo de la deuda pública sobre el PIB seguiría subiendo (a menos que fuera compensado con superávits presupuestarios años tras año, cosa que si se consigue ya sea vía impuestos o vía contracción de gasto productivo -supongo que el corriente ya está reducido al mínimo indispensable- reduciría aún más las posibilidades de crecimiento de la economía. Por no hablar de los efectos negativos distorsionadores en los mercados de una inflación algo descontrolada.
    La solución de Rogoff es una solución de manual, ortodoxa, pero para salir de crisis «ortodoxas», digamos. Pero esta crisis no lo es. Esta es una crisis de sobreabundancia de todo, de capacidad productiva sobre todo, en un mundo en que sin que la deuda siga sirviendo para amparar el consumo, no hay capacidad de consumo real suficiente. Sin deuda, ¿quién va a consumir?. Los EE.UU con sus bajos salarios y su múltiples trabajos para poder llegar a fin de mes y pagar la factura del médico. ¿Europa?, con su salarios de mileuristas, los jubilados con la pensión congelada, su baja productividad y sus miles de diplomados desesperados por trabajar casi gratis. ¿China o India?, con su cientos de millones de habitantes que son todavía clase pobre o muy pobre, sin acceso al agua corriente o a la electricidad todavía en muchas partes de su territorio. ,¡Pues que gran economista este Rogoff!, es que desde el despacho el mundo es maravilloso y el papel lo aguanta todo.

    Ah, espera, que también hay que convencer a China, el gran acreedor mundial, de consentir lo mismo que los bancos alemanes y franceses. Je je je…

  5. Lole dice:

    Je. Pues que casualidad que menciones a Felipe II, pues entonces la corona se declaró en bancarrota tres veces, para conmoción de sus acreedores. Espero que no sea una referencia premonitoria.

  6. Menos mal que decis que no entendís de economía. Sabed que para los autenticamente profanos en esa materia, todo lo que contaís da muchisímo miedo, que nos encontramos como en una especie de limbo inducido esperando algún suceso que, día a día, presnta menos esperanza de que la cosa vaya bien. Lo dicho: mucho, mucho, muchísimo miedo.

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