La Cámara de Representantes ha aprobado finalmente el acuerdo para subir el techo de la deuda en Estados Unidos, el escollo más difícil que le quedaba a la ley. Mañana el Senado hará su parte y Obama firmará el texto, poniendo punto final a este proceso horrible, chapucero y enloquecido que ha puesto a todo el país de los nervios durante las últimas semanas. Antes de cerrar definitivamente la serie y pasar página para concentrarnos en el otro apocalipsis del verano,  dejo unas notas finales.

1. El acuerdo no es tan malo como parece:

Ayer me pase un buen rato despotricando sobre cómo los demócratas se habían rendido de forma ignominiosa en la negociación estas semanas y explicando por qué el acuerdo era un desastre. Hoy, tras calmarme un poco, he leído unas cuantas descripciones más detalladas sobre lo incluído en el acuerdo, y puede que exagerara un poco.

Me explico. Dentro de todas las concesiones de estos días, la legislación tiene algunos detalles que se me habían escapado. El más importante, sin duda, es que el acuerdo no dice nada sobre impuestos, o más en concreto, los recortes de la era Bush que caducan el año que viene. Esto quiere decir que a medio plazo los demócratas pueden subir impuestos, y hacerlo de forma progresiva, simplemente no votando extender estas rebajas (y Obama puede vetar una extensión, por descontado). Es algo.

Segundo, los recortes automáticos en caso que la comisión especial no llegara a un acuerdo son de hecho mucho más favorables a los intereses demócratas de lo que creía. La mitad de los recortes caerían en defensa, un porcentaje importante afecta Medicare (sanidad para jubilados, pero sólo pagos a hospitales) y  excluyen específicamente Medicaid (seguro médico para pobres y minusválidos, público) y Seguridad Social. Es una combinación de hachazos con un sesgo muy favorable a la izquierda; los demócratas pueden bloquear el acuerdo y clavarle el marrón a los republicanos sin demasiado miedo.

Por descontado, estamos hablando de un partido político que se rendiría ante una mosca especialmente impertinente en una negocación por un bistec, así que a saber qué hacen en noviembre. Pero no están tan mal como dije.

Tercero, la inmensa mayoría de los recortes no entran en vigor hasta el 2013, algo que es bueno por dos motivos. Primero, la contracción fiscal será relativamente pequeña (unos 30.000 millones) este año y el que viene, evitando un daño demasiado serio a la economía. Segundo, nada de lo aprobado en este plan es vinculante para el próximo Congreso. Si el 2012 Obama y los demócratas ganan las elecciones (nótese el condicional) la ley puede ser cambiada alegremente.

2. La votación:

En contra de lo esperado, el acuerdo ha salido aprobado por amplia mayoría, 269-161. Los republicanos han votado a favor 174 – 96, mientras que los demócratas se han quedado 95-95. John Boehner necesitaba 42 demócratas, pero no ha tenido que sudar demasiado para sacarlos. Mi representante (bueno, la de mi mujer; no soy ciudadano) Rosa DeLauro, demócrata (ala izquierda) ha votado en contra.

Como curiosidad, hoy he llamado a su oficina para preguntar qué iba a votar. Me han contestado que DeLauro votaría en contra en principio, pero cambiaría a un voto a favor si era necesario para evitar la bancarrota. Cuando digo que los demócratas no tienen la misma tendencia suicida que los republicanos, es por esta clase de respuestas. DeLauro es progresista, pero es responsable. Así no hay quien haga chantajes.

3. Reacción de la prensa:

Dos cosas que me han sorprendido bastante. Los medios en general han dicho con bastante claridad que los republicanos han salido ganando en la negociación, pero que la conducta del tea party ha sido entre peligrosa y completamente irresponsable. En Estados Unidos la prensa en general (excluyendo Fox News y talk radio) acostrumbra a aplaudir con las orejas a todo lo que suene como bipartidismo, aunque uno de los bandos tenga demandas completamente enloquecidas.

Segundo, los medios parecen estar haciendo preguntas desde la izquierda. Es un cambio sutil, pero importante; escuchar a periodistas pedir explicaciones sobre por qué un político no quiere subir impuestos es algo que no escuchas a menudo en Estados Unidos.

4. La mejor descripción del acuerdo:

Emanuel Clever, representante demócrata de Missouri: «the bill is a Satan Sandwich«. Hoy ha votado en contra, aunque diciendo también que votaría a favor si era estrictamente necesario; tras ello se pegaría un puñetazo en el estómago y vomitaría. Gracias a Dios, no ha sido necesario.

5. Enmienda constitucional:

Es muy poco probable que la enmienda constitucional exigiendo un presupuesto equilibrado (una idea estúpida donde las haya) salga del Congreso, pero hoy repasando cómo funciona el proceso he encontrado una historia curiosa. Para enmendar la constitución americana uno necesita una mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Congreso, y la ratificación de un 75% de los estados para que entre en vigor.

Lo divertido es que la constitución no incluye un límite de tiempo para los estados para ratificar una enmienda, así que a veces se toman unos añitos. ¿Cuántos? En el caso de la vigesimo séptima enmineda, 203 años. Esta cláusula, diseñada por Madison en 1789, reza que si los congresistas votan subirse el sueldo el aumento no entra en vigor hasta la legislatura siguiente. Aunque unos cuantos estados la fueron aprobando durante el siglo XIX, la reforma fue básicamente olvidada durante cien años, hasta que un estudiante de derecho en Austin la «redescubrió» en un trabajo de carrera sobre el tema en 1982, y unos cuantos estados se apuntaron al cargo con cierto retraso.

Ahora mismo hay cuatro enmiendas pendientes de aprobación, por cierto, incluyendo una de 1789 y otra prohibiendo el trabajo infantil de 1924. Ser una democracia antigua tiene sus cosas.


7 comentarios

  1. Ramón M. dice:

    A pesar de todo, quizá pueda hablarse de victoria republicana sólo por un hecho fundamental, a saber, que han conseguido convertir un asunto que normalmente no generaba debate alguno a la palestra de los medios de comunicación, y no sólo precisamente a los de color salmón. Que un tema que no debería haber pasado de un simple trámite se convierta en un debate sobre la legitimación del gobierno Obama es algo que el gobierno estadounidense no debería permitir que llegase a suceder.

    Por cierto, interesantísimo (y muy divertido) lo de las enmiendas constitucionales. Sabía que en EE.UU. tenían una especie de adicción a enmendar de forma absurda la legislación, pero no sabía que llegase a este punto. Se ve que ser la democracia moderna más vieja del mundo te hace acumular tanta experiencia como achaques.

  2. Kantor dice:

    «Que un tema que no debería haber pasado de un simple trámite se convierta en un debate sobre la legitimación del gobierno Obama es algo que el gobierno estadounidense no debería permitir que llegase a suceder»

    Para nada. El techo de déficit sirve precisamente para esto: para que cada cierto tiempo haya un debate serio sobre el volumen de la deuda. Que ahora mismo es el debate mas importante del mundo, y que es un debate que tenemos gracias al partido republicano, porque los democratas parecian dormir muy bien sobre un polvorin de deuda pública.

  3. […] El acuerdo de la deuda estadounidense: notas finales politikon.es/materiasgrises/2011/08/02/el-acuerdo-notas-f…  por Horus hace 2 segundos […]

  4. Ramón M. dice:

    @Kantor,

    No le niego utilidad al mecanismo en sí como medida de control presupuestario; pero tampoco me negarás que, en términos políticos, que se haya llegado a estas cotas de euforia casi milenarista por un debate que generalmente no pasa de la anécdota supone un error político por parte del gobierno de Obama. A fin de cuentas, el techo de deuda estadounidense lleva subiendo desde hace 30 años, en los cuales muy pocas veces se ha levantado expectación.

    Esto no quiere decir que el hecho mismo de que se haya producido el debate en sí sea perjudicial. Desde luego, tampoco creo que la imagen que ha transmitido EE.UU. sea de halagar; además, se ha confirmado lo que muchos ya sospechábamos, que los tea-partiers no pasan de hooligans, al menos en su vertiente práctica. Cómo vendan ahora el acuerdo los demócratas, o cómo lo aprovechen los republicanos, es harina de otro costal.

  5. RFernandez dice:

    Y los candidatos a las primarias republicanas, ¿que opinan del acuerdo?

  6. Ian Curtis dice:

    DeLauro votaría en contra en principio, pero cambiaría a un voto a favor si era necesario para evitar la bancarrota

    Sí, dice mucho de ella y de los demócratas en general. Ideales (e ideas), cero. Propaganda; pero si hace falta cambiarla, por un poco de realidad y tal, se cambia y ya está.

    Un rollo Zapatero aquí en España desde hace un año.

  7. Kantor dice:

    » A fin de cuentas, el techo de deuda estadounidense lleva subiendo desde hace 30 años, en los cuales muy pocas veces se ha levantado expectación.»

    Nunca habia tenido USA un déficit fiscal como el que tiene ahora. Ni siquiera ha andado cerca.

    «Desde luego, tampoco creo que la imagen que ha transmitido EE.UU. sea de halagar; además, se ha confirmado lo que muchos ya sospechábamos, que los tea-partiers no pasan de hooligans, al menos en su vertiente práctica»

    Son un grupo de single issue voters, y como tal, tienen visión de tunel. Pero el single issue, es realmente el más importante de esta década.

    El riesgo hiperinflacionario depende más que de ninguna otra cosa de la duración media de la deuda, que se ha reducido una burrada:

    http://www.econbrowser.com/archives/2011/02/progress_report.html

    Si Estados Unidos se endeudase al precio al que lo hace y a plazos largos, sería un problema comestible. Pero endeudarse en los tramos cortos, signfica que la inflación no puede comerse la deuda (porque cuando la deuda expira te ves obligado a refinanciar a un tipo que incorpora la inflación).

    Despues de acumular déficits del 10% tres años seguidos, realmente yo creo que si se acercan al punto crítico. Y eso no se esta viendo en los precios, porque emiten cada vez más a corto para ocultarlo bajo la alfombra.

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