En 1950, Detroit era el centro del universo. La ciudad del motor albergaba las tres empresas más grandes y prósperas del país más rico de la tierra; el símbolo de una gloriosa era industrial, la época dorada de la clase media del capitalismo de postguerra. Por aquel entonces, Detroit era una de las cinco grandes ciudades de Estados Unidos, con 1.850.000 habitantes.
Sesenta años después, Detroit tiene 713.000 habitantes, según el último censo, habiendo perdido un 25% de su población sólo en los últimos diez años. 237.000 personas han decidido abandonar la ciudad, que vive atrapada en una espiral de pérdida de población, aumento de pobreza, caída de ingresos y decadencia en todos sus servicios, desde la educación (recordad, en Estados Unidos es municipal) a policia. Es un desastre increíble, fruto de una larga acumulación de malos políticos, la progresiva decadencia de la industria del motor, y un sistema fiscal e institucional que refuerza estas caídas en desgracia. Detroit es de muy lejos el caso más dramático, pero no es el único.
Lo más sorprendente, sin embargo, es que si bien la ciudad de Detroit ha perdido cientos de miles de habitantes, su área metropolitana tiene una población básicamente estable desde los años setenta. La economía regional ha sufrido, pero es la ciudad en el centro la que ha concentrado el desastre. Es realmente increíble.
Faltó mencionar los niveles escandalosos de segregación racial, que son bien previos a su crisis económica seria. En términos sociales, a principios de los noventa Detriot ya era inmanejable. Cada tres días, veo las noticias de la noche de Detriot en Fox. Las comparo con las de CTV sobre Toronto (vivo en el casi exacto punto medio entre las dos ciudades). El contraste es tan salvaje que a veces parece intencionalmente paródico.
Leí hace poco, no recuerdo dónde, que debido a la reducción de precios de la finca raíz, ciertas zonas del centro están convirtiéndose en barrios «para artistas». Aunque no sé si eso será solo otro intento de publicidad desesperado, como ese comercial con Eminem durante el pasado Superbowl.
¿Y a qué espera la megacorporación OCP a comprar el centro de Detroit?