Roger comenta aquí que la propuesta que circula estos días sobre dación de vivienda para cubrir hipotecas haría más difícil el acceso a este tipo de crédito. Cosa que, dice, no es probablemente el objetivo de los legisladores.

Cierto es, pero el efecto me resulta sumamente interesante. Ahora estamos en una trampa de liquidez, pero tarde o temprano la historia nos dice que saldremos de ella. Si conseguimos que durante esa salida la inversión acumulada durante la crisis no se vaya al ladrillo, desincentivando la concesión de créditos hipotecarios, será toda una victoria, la verdad. Conseguiremos de una sola tacada una inversión más sostenible y un mercado de trabajo más flexible por el incremento de movilidad laboral que provoca el alquiler.

Pero para que eso sucediese, aparte de salir en la que nos hemos metido, tendríamos que conseguir entre todos los Estados ponerle puertas al campo de la especulación financiera, porque si no regulamos bancos, la inversión va a volver ahí (y no queremos más Lehman Brothers). Y aún así, buena parte de este capital se movería a países más atractivos como Brasil o India. Pero ante eso poco podemos hacer: ellos crecen a un ritmo al que nosotros crecíamos cuando éramos jóvenes como ellos. La economía, como la medicina, no ha encontrado la fórmula de la eterna juventud.