Hoy ha salido un nuevo dato de paro. Malo, claro. Tenemos un 1,3% menos de trabajadores que el mismo mes de 2010 según la Seguridad Social. Y eso que el PIB está, más o menos, creciendo: un 0,6% interanual en el último trimestre del año pasado. La correlación entre la evolución del paro y la del PIB es de 0,98, es decir, casi total. Así que la pregunta que está en mente de casi todos es cuánto deberíamos crecer para crear empleo.
La verdad es que en 1996, saliendo de la última recesión, con +0,9% de PIB estábamos creando +1,7% de ocupación. ¿Significa eso que dentro de unos meses estaremos generando empleo? No necesariamente. La pregunta de verdad es cómo vamos a crecer. Y de esta pregunta depende otro factor, eterno y omnipresente en la economía: son las expectativas, estúpido. Cuando se decide invertir (por ejemplo, una empresa en capital humano), se hace en base a expectativas. En 1996, las expectativas eran realmente buenas, y de hecho a finales de ese año se estaba creciendo a un 3%. Este año 2011, las expectativas son nefastas, y por tanto la inversión sigue descendiendo: el cuarto trimestre de 2010, la formación bruta de capital fijo cayó un 6,1% respecto a 2009. Es menos que el 14% de aquel año, pero
aún así es mucho. Si este año no se espera crecer más del 0,8%, como dice Bruselas, olvídense de que se genere empleo de verdad.
De contrarreforma en contrarreforma hasta la victoria final.
La fina ironía se me ha escapado esta vez, me temo.
Me refería a los resultados obtenidos por las insensatas contrarreformas emprendidas por el generoso y sacrificado estadista que preside el gobierno del Reino.
Claro, popota. Seguro que sin las reformas que se han hecho estaríamos muchísisimo mejor, dónde va a parar.
Merino,
Como no tengo superpoderes, no sé como estaríamos si el sociópata que preside el Gobierno del Reino hubiera hecho tal o cual cosa. Lo que sí sé es que a) con las contrarreformas que ha hecho, los resultados son los que son, y b) si la cosa va de expectativas y demás cosas vaporosas, lo primero que hay que hacer es expulsar a este gobierno que no tiene ni credibilidad, ni apoyo social ni competencia para hacer frente a la situación.
Las expectativas no son cosas especialmente vaporosas, (al menos no tanto como la «cultura del español medio que odia trabajar») son esto más (o sobre todo) esto. En virtud especialmente de lo último, pero también de lo primero, no digo yo que no le sentaría bien al país un cambio de Gobierno, no.
A veces las expectativas son racionales, y estas me lo parecen más que las del 96. Está además el tema de por dónde se crece, por dónde se invierte. No lo veo claro.
Las reformas no han sido la purga de benito, pero de ahí a decir que hayan sido perjudiciales…
Javier,
¿Y en qué han mejorado lo presente? ¿Qué efecto beneficioso cuantificable han supuesto?
Jorge,
Quizás no sean especialmente vaporosas. Eso sí, si recuerdas conmigo los glory days del matrimonio de la banca con el ladrillo coincidirás conmigo en que distan mucho de ser poco vaporosas.
Sé que esto va a quedar pelín pedante, pero tengo unas 20 páginas escritas en plan académico (paper a Congreso, vamos) respecto a expectativas y burbuja inmobiliaria en España, así que descuida que los glory days los tengo bien presentes. A lo que voy: las expectativas existen y determinan el comportamiento económico. Que deseemos que sean mejores no quiere decir que no queramos que se basen en modelos de crecimiento más sostenibles que el ladrillazo.
Información Bitacoras.com…
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