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Miedo a cumplir lo prometido

4 Feb, 2011 - - @egocrata

Los republicanos se presentaron a las elecciones el noviembre pasado prometiendo controlar el gasto público. Su programa era corto, simple y directo, con dos propuestas simples y básicas: bajar impuestos y reducir el gasto público para controlar el déficit. Sí, llevan prometiendo exactamente lo mismo desde hace décadas, y sí, no importa el problema que quieras solucionar todo lo quieren arreglar igual – nadie les va a acusar de ser demasiado imaginativos.

Dejemos de lado por el momento que reducir el déficit y bajar impuestos es contradictorio (la lógica tampoco es su fuerte). John Boenher prometió 100.000 millones de dólares de recorte de gasto el mismo mes en que la nueva mayoría conservadora tomara posesión de sus escaños, y a eso se pusieron de inmediato. Bien, han pasado treinta días y aquí tienen su propuesta: 32.000 millones en recortes, menos de un tercio de lo que decían que iban a hacer.

Hora, pues, de hacer números. El presupuesto del gobierno federal americano es aproximadamente 3,8 billones de dólares. Los ingresos el año pasado fue, a ojo, 2,5 billones de dólares. El déficit fue de 1,2 billones; de esta cifra, aproximadamente 300.000 ó 400.000 millones son estructurales, es decir, no está ligado al aumento de gasto por la crisis (estímulo fiscal, prestaciones de desempleo, medicaid) o caída de ingresos. Es la parte del déficit que da miedo, ya que afecta la salud fiscal del país a largo plazo. Es, de hecho, lo que un gobernante americano debe intentar controlar.

¿Qué hay dentro de este déficit estructural? Básicamente hay tres componentes básicos. Una parte significativa (sobre un 10-15%, la proporción cambia según pasa el tiempo) viene del sistema de pensiones. Esto es (relativamente) fácil de solucionar, ya que el agujero es bastante pequeño; 70.000 millones de dólares al año, dólar arriba, dólar abajo. Basta con subir las cotizaciones sociales un poco o eliminar los recortes fiscales a los más ricos de la era Bush para rellenar el agujero – y eso si quieres ir sobre seguro; Estados Unidos tiene una pirámide de población muy favorable y sigue recibiendo inmigrantes, así que pueden cerrar el agujero sin demasiado problema.

La segunda fuente de problemas son los impuestos – más concretamente, el recorte fiscal de la era Bush. Es cierto que favoreció a las rentas altas, pero el agujero si incluyes a clases medias es descomunal – 370.000 millones al año, una auténtica barbaridad. Como subir impuestos es increíblemente impopular, tocar estos recortes es casi impensable. Esto está aquí para quedarse.

El problema serio, y aún invisible, es la sanidad. No me meteré en los orígenes de la inflación de costes terrible del sistema (más aquí), pero básicamente los costes están creciendo mucho más rápido que la economía en un sector donde el gobierno federal cubre la mitad del gasto. Esta es la parte del déficit que realmente asusta, ya que crece cada año sin ningún control – ahora mismo «cubren gastos», pero el número tiende a dispararse. La buena noticia es que la reforma de la sanidad seguramente ayudará a reducir los costes del sistema (la CBO ha señalado que reduce el déficit); la mala es que no sabemos si será suficiente.

Un político razonable asustado por el déficit público obviamente irá a por uno de estos tres problemas, que son donde realmente está el agujero fiscal del país. El problema es que para los republicanos el segundo es tabú intocable, el tercero es el objeto de todas sus iras y quieren destruir la reforma, y el primero ya lo intentaron cambiar (privantizándolo) el 2005 y se estrellaron lastimosamente.  No pueden tocar pensiones, han jurado que quieren deshacer los recortes en Medicare y no quieren subir impuestos. El único capítulo de gasto grande que les queda es defensa, que es también sagrado, así que se han quedado con poco que recortar.

Problema: el resto de capítulos de gasto o son populares (educación, investigación, NASA, seguridad alimentaria, etcétera) o tienen hordas de lobistas y donantes republicanos interesados en que sigan ( subsidios agrícolas, subvenciones a las petroleras, etcétera), así que les queda bien poco dónde buscar. El resultado ha sido pues eso, menos de un 1% del presupuesto – una reducción del déficit del 0,2% del PIB siendo muy, muy generosos. Un error de redondeo.

Lo que decía hace unos días: el partido republicano no es un partido serio. Hablan de déficits sin descanso, pero lo único que les va, lo que les pone, es bajar impuestos. El resto, eso de gobernar, les importa un comino. Así nos va.

Los recortes, por cierto, tocan educación, un poco de defensa (muy poco) e I+D. Los demócratas se van a poner las botas.


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