Ayer en El País hablaban sobre lo que está costando al contribuyente rescatar el sistemas de cajas de ahorros en España, y como parece que acaberemos sacándonoslas de encima a precio de saldo. Leyendo comentarios, he visto varias personas diciendo que ya estamos otra vez rescatando a los que se cargaron la economía y como siempre nos toca pagar a los mismos, mientras que los banqueros parecen que siempre se van de rositas sin que nadie realmente pague los platos rotos.

Bueno, un pequeño recordatorio: en este caso, los banqueros somos nosotros, ya que las cajas son básicamente entidades públicas. Por toda España, políticos autonómicos, alcaldes y concejales jugaron con las cajas de ahorros como si fueran su cajero automático personal, ya fuera financiando proyectos inútiles, participando en empresas bien conectadas, regando de dinero barrios con obra social o dando miles de hipotecas increíblemente arriesgadas. Muy poca gente les prestó la más mínima atención, y así hemos acabado.

No estoy seguro que podamos que el desastre resultante sea «culpa» de los votantes, por cierto. Es probable que el diseño del sistema de cajas fuera una bomba de relojería potencial sí, y solo sí, teníamos una burbuja inmobiliaria sin moneda propia. Aún así, lo que estamos haciendo es rescatar banca pública, no privada. Es así de triste.