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«Working» – notas de la América que fue

21 Ago, 2010 - - @egocrata

Hay libros que te hacen pensar. Hay libros que te emocionan, por motivos que realmente no entiendes del todo. Hay pocos que lo hacen en casi todas las páginas. Normalmente no me gusta hablar sobre libros que aún no he acabado, pero con este creo que vale la pena hacer una excepción: «Working«, de Studs Terkel.

Studs Terkel es un periodista e historiador (que no intelectual – él hubiera odiado esa palabra) adorado en Estados Unidos pero muy poco conocido fuera del país. Un hombre de radio en Chicago, la mayoría de sus libros son muy parecidos: el autor entrevista a gente, y básicamente transcribe lo que dicen. Lo que hace a Terkel distinto, sin embargo, es tanto a quién entrevista como lo que consigue sacar en cada una de sus conversaciones. Casi todos sus libros son sobre gente común, clase media, obreros, hablando de su vida y experiencias, y por algún motivo que se me escapa, Terkel se las arregla para sacar respuesta extraordinariamente largas, sinceras y auténticas de esas charlas.

«Working» es uno de sus libros más célebres, maravilloso por la sencillez de lo que busca:hacer que 130 americanos hablen de su trabajo. Terkel entrevista a profesores, soldadores, granjeros, deportistas, enterradores, banqueros, telefonistas, una enorme variedad de gente, y sencillamente quiere oírles hablar de su trabajo y cómo este influencia el resto de su vida. El resultado es un mural de lo que era vivir y trabajar en Estados Unidos a principios de los años setenta – una mirada fugaz a más de un centenar de vidas de gente común.

Cada pequeña entrevista tiene pequeñas joyas, pequeños detalles reveladores. Una telefonista confiesa escuchar las conversaciones que pasan por sus líneas a altas horas de la noche. Un soldador en una cadena de montaje de Ford habla sorprendido sobre cómo un capataz inaguantable hizo que saliera a defender un compañero negro. Un supervisor (negro) explica cómo sus jefes no se fiaban de sus informes cuando decía que una subalterna (blanca) no hacía su trabajo. Un enterrador explicando por qué siempre lleva gafas de sol a su trabajo.

El libro también es, en cierto sentido, historias sobre el final de una era – los últimos años del consenso de postguerra, antes de los turbulentos setenta y la crisis del petróleo. Es un mundo sin ordenadores (sale alguno, cómicamente inútil), aún con sindicatos (relativamente) fuertes, empleo industrial bien pagado y  trabajos para toda la vida; hay poco del temor y la incertidumbre que veremos después. En los márgenes, en algunas historias, vemos las grietas, los principios de cambios que vienen, las sombras de las injusticias que el viejo modelo ocultaba.

No tengo ni idea si Terkel está traducido; creo que no. Es un autor excelente, pero quizás demasiado americano. Si encontráis el libro, compradlo; es realmente una pequeña joya – muy, muy recomendable.

Por cierto, una pequeña historieta – Terkel empezó su carrera en uno de esos programas curiosos del New Deal, el Federal Writers´Project, una agencia que subvencionaba escritores durante la Depresión. Una cantidad increíble de talento participó en este proyecto, escribiendo (entre otras cosas) unas maravillosas guías de viaje para cada uno de los estados. Otros tiempos, ciertamente – Las Uvas de la Ira fue un proyecto federal.


4 comentarios

  1. Mi nombre es Sombra dice:

    Vale, he picado 🙂 : ¿por qué ese enterrador lleva siempre gafas negras al trabajo? (la pregunta casi suena a chiste). Imagino que por aquello de que los ojos son el espejo del alma y el trabajo que tiene, pero, ¿alguna razón concreta?

  2. Rosa Sogues dice:

    El Viernes noche cenando con unos amigos,me comentaban ,sobre todo la madre de Marc Fargas que siempre escribes temas de política.Hoy te felicito,me ha encantado ver que hay libros no necesariamente de trenes o política que te apasionan.

  3. Marc Fargas dice:

    Eso es porque mi madre no lee P.I.F.I.A. 😀

  4. Roger Senserrich dice:

    Sombra:

    Los ojos son la parte de la cara que más expresa los sentimientos. Por respeto a las familias, el enterrador no quiere que le vean en los ojos que no está realmente triste.

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