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Las primarias realmente existentes: noche electoral en Connecticut

11 Ago, 2010 - - @egocrata

Este año Connecticut celebra elecciones estatales. No que sea nada demasiado excepcional, la verdad; en Estados Unidos se vota constantemente. La novedad (relativa) es que no tenemos sólo legislativas, sino que además toca escoger gobernador y un Senador federal.

Las elecciones generales son, como es costumbre en Estados Unidos, en noviembre. Antes de la batalla electoral, sin embargo, hace falta pasar esa encantadora eliminatoria previa que son las primarias – y eso es lo que votaban por aquí hoy.

Sí, hay algún genio que cree que colocar unas elecciones primarias un martes de agosto es una buena idea. La participación ha sido «buena», con un 20% del censo acudiendo a las urnas. Si el número suena triste, esperad que es peor – sólo los votantes que se registran como republicanos o demócratas (tienes que registrarte, el censo no es automático) pueden participar en las primarias, así que estamos hablando de un 10% del electorado, siendo generosos. Es un poco más representativo que las primarias en un partido político español cualquiera, pero no por mucho.

No voy a hablar demasiado sobre candidatos, ganadores y perdedores (aparte que el tipo por el que he hecho campaña ha ganado por goleada, no por fardar ni nada) porque la verdad, no conocéis a nadie, pero sí de lo que se vota, y cómo son las campañas en este mundo en elecciones de segundo y tercer orden.

Primero de todo, insisto: aquí se vota mucho. Demasiado, de hecho. Vivimos en New Haven, un distrito urbano no demasiado competitivo, y mi mujer tenía hoy que escoger el candidato demócrata a gobernador, teniente gobernador, comptroller (algo parecido a contable del estado), secretario de estado (el tipo que controla las elecciones) y representante estatal de nuestro distrito. Los republicanos escogían ademas candidato a Senador en Washington y a fiscal general del estado. En algunos distritos se votaba también en primarias para candidato a senador estatal y algunos referéndums locales.

Me encanta la política. Me chifla. Sigo la política estatal con unos niveles de devoción absolutamente ridículos para alguien que no puede votar, y no sólo porque es parte de mi trabajo. Ayudo en campañas en cuanto puedo, vamos; soy un enfermo. Si me preguntáis, sin embargo, quién narices son toda esa gente  en las papeletas hoy o qué responsabilidades tiene su cargo debo confesar que no conozco ni la mitad, y eso siendo generoso. Y no me refiero a «no sé qué cara tienen» – es no tener ni más remota idea sobre de dónde salen. Mi mujer no ha votado exactamente al tuntún, pero en algunos puestos toda la información que teníamos eran los anuncios en la tele y poco más.

Las elecciones importantes (gobernador, básicamente) sí teníamos dos candidatos conocidos, y la campaña ha sido larga, dura, y ridículamente cara. En un estado con apenas tres millones y medio de habitantes, Ned Lamont (que por cierto ha perdido) se ha dejado como mínimo seis millones de dólares (de su bolsillo) en las primarias – su oponente, Dan Malloy, casi tres. Estos dos han sido tacaños, sin embargo; Linda McMahon(*), la candidata republicana al senado, se ha dejado 21 millones de dólares, y dice que quiere llegar a 50 en las generales.

Los anuncios, para todos los colores. Algunos todo optimismo y esperanza, otros viciosamente negativos, con algunos ejemplos especialmente efectivos y salvajes en las primarias a gobernador del lado republicano (Fedele, por cierto, ha perdido – pero ha hecho sudar tinta a su rival con cuatro perras). En la última semana prácticamente la mitad de la publicidad en televisión era puramente política, la mayoría de un trollismo y negatividad que harían llorar de alegría a Acebes y Zaplana en un día especialmente insidioso. Los grandes beneficiados de las campañas políticas en Estados Unidos son las televisiones locales, sin duda.

Eso es cuando hablamos de elecciones grandes, por descontado. ¿Cómo funcionan las elecciones pequeñas, como las primarias para representante estatal? En este caso, las cosas son muy distintas -y mucho más complicadas. En nuestro distrito viven unas 40-45.000 personas; en las elecciones de hoy han votado menos de 3.000. Una campaña para un escaño de este tamaño no tiene presupuesto para publicidad televisiva; las únicas armas a disposición de un candidato es enviar propaganda por correo, y sacar voluntarios a la calle. Roland Lemar tenía casi 100 personas saliendo casi cada fin de semana a hacer puerta a puerta, coordinándose vía listas de correo y trolleando a amigos y conocidos por media internet.  Debra Hauser, la otra candidata, se ha gastado $41.000 dólares en esta campaña (muchísimo dinero para una elección de tercer nivel), pero no ha servido de mucho cuando el electorado es tan escurridizo.

Es política a la antigua de veras, extremadamente intensiva en capital humano y movilización de militantes, pero que funciona bien si está bien organizada. Los candidatos realmente tienen que dejarse la piel; Hauser, sin ir más lejos, pasó el domingo por casa a hablar con mi mujer haciendo campaña. Lemar probablemente ha ganado porque tenía mucha mano de obra muy bien organizada, y porque siendo como es concejal del distrito en el barrio lo conoce prácticamente todo el mundo que sigue la política estatal.

Lo realmente surrealista, sin embargo, llega en noviembre. Lemar va a ganar seguro, básicamente porque los republicanos ni se molestan en presentar candidatos en New Haven, donde no tienen ninguna opción. Las elecciones a gobernador y senador en Washington van a ser épicas, increíblemente competitivas; el resto… bueno, a lo mejor conocemos algún candidato. En Connecticut, aparte de comptroller, secretario de estado, senador estatal, representante estatal y fiscal general también escogemos jueces de los tribunales de la condicional, jueces de los tribunales de herencias y unas cuantas cosas extrañas más(**).

Desde luego, no sé cómo esperan que me entere de estas cosas.

(*): Si os suena el nombre de Linda McMahon, sí, es esta Linda McMahon. Exacto, la que es golpeada con sillas de vez en cuando en combates de wrestling.

(**): Aquí en Connecticut, por cierto, votan relativamente poco – en el oeste hay estados que votan todos los jueces, jefes de policia, directores de agencia (¿presidente de la agencia de regadíos? ¿presidente del sistema de parques naturales? ¡votemos!) y otras burradas adyacentes. De locos.


8 comentarios

  1. Marc Fargas dice:

    No veo mención a ningún cargo electo en la infinita lista de arriba que sea sobre nada remotamente relacionado con TRENES o Infraestructuras.

    No hay ninguno o cuando hablas de política de EEUU a este nivel te olvidas de los pobres y abandonados trenes? 🙂

  2. Basilio dice:

    Realmente es muy distinto el nivel de implicación ciudadano para la democracia norteamericana y para la española, al menos por lo que se desprende de esta entrada.

    cuando empiece el curso y esté más activo buscaré algún artículo o algún libro para conocer mejor todo ese entramado institucional.

  3. Miguel dice:

    Muy de agradecer el artículo, Roger… como ilustración de los peligros de que haya demasiados cargos electivos es muy bueno, si además tenemos que añadir las primarias.

    Cuando lo comparo con Estepaís, donde ocurre todo lo contrario, no sé con qué quedarme… sería bonito que hubiera un mecanismo para apear a ciertos jueces de sus audiencias (que no pase por sus compadres jueces, claro).

  4. alberto.djusto dice:

    Preguntita: ¿existe algún óptimo democrático? Me refiero, a algo entre no votar nada como en España y votar al tal comptroller. Bueno, esto suponiendo que las votaciones masivas tuvieran repercusiones negativas mayores que las positivas: mola elegir todos los mandamases pero si te dan el coñazo cada dos por tres quizá acabes harto de tanta publicidad política. Y esa es otra, el dinero que se va en publicidad política: aparentemente podría estar mejor empleado en otra cuestión digamos productiva.

  5. Mario dice:

    sería bonito que hubiera un mecanismo para apear a ciertos jueces de sus audiencias

    Si no existe ese mecanismo es precisamente para evitar que gente como tú decida si un juez debe o estar o no en su audiencia.

  6. Miguel dice:

    Claro, mejor que sean sus compañeros los que lo decidan, total para qué cambiar nada, si la Justicia en España funciona de miedo.

    Mario, gente como yo decide quién gobierna la nación. Nos podría ir mejor, pero cuando se decidía de otra manera nos iba manifiestamente peor.

  7. Franesco dice:

    Creo que merece la pena conocer la contundente muestra de apoyo a Tomás Gómez y “lo que representa” de Julio Feo, el histórico militante del PSOE y cerebro de las primeras campañas electorales que desembocaron en la victoria de 1982, ex Secretario General de Presidencia del Gobierno con Felipe González: “Yo votaré por Tomás Gómez”.

    http://www.diariocritico.com/2010/Agosto/opinion/juliofeo/222420/juliofeo.html

    Saludos, compañero.

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