Escoger quién manda en un partido político siempre ha sido un problema – y como vimos ayer, los americanos utilizan un sistema bastante sencillo para resolverlo. Nada de sentarse a negociar: aquí los políticos lo arreglan en la calle, liándose a tortazos en unas elecciones a vista de todos.

Jordi Pérez comentaba por aquí alguna de las virtudes de este sistema, que ciertamente tiene ventajas considerables. Lo que no podemos obviar, sin embargo, es que las primarias a veces tienden a crear situaciones bastante extrañas – y que realmente no son mecanismos demasiado efectivos escogiendo gente competente.

Para empezar, unas primarias no abren necesariamente el partido que las celebra. De hecho, a veces puede hacerlo más cerrado, dependiendo de cómo se organiza un partido y el contexto en el que se mueve. El caso del partido republicano estos últimos años es bastante claro – el partido se ha ido haciendo cada vez menos diverso, según los activistas van tomando el control del proceso de selección. El resultado es un partido tremendamente uniforme ideológicamente (y ridículamente disciplinado), en la que Fox News y la derecha mediática dura tienen una influencia gigantesca. Uno de los debates de la blogosfera americana estos días es si el movimiento conservador es víctima de epistemic closure, «cerramiento espistémico». Ya es decir.

Por descontado, esto no sucede siempre – las primarias también pueden hacer un partido algo mucho menos controlable. Convertir los partidos en una estructura menos monolítica suena bien sobre el papel, pero a la práctica es algo realmente desesperante.  Si los políticos dependen menos de sus líderes, ganar votaciones legislativas es mucho más complicado, haciendo gobernar mucho más difícil. El partido demócrata, sin ir más lejos, es una coalición increíblemente heterogénea, con gente muy moderada y conservadora sentados al lado de tipos que no desentonarían en Izquierda Unida (pocos, pero los hay). Cada vez que los líderes del partido tienen que aprobar algo tienen que negociarlo con todo el mundo, una pequeña pesadilla política.

Esto pueda sonar muy representativo, pero no lo es tanto – el efecto es parecido al de un gobierno de coalición. Del mismo modo que cuando tenemos más de un partido apoyando un ejecutivo en un parlamento, a veces es difícil saber quién ha metido qué cláusula en una ley. Igual que un partido pequeño, una pequeña minoría de Senadores que se deben a sus votantes de primarias puede torpedear una reforma o hacerla mucho menos efectiva.

Lo más importante, sin embargo, es el hecho que los dos modelos de partido descritos arriba no nacen de la nada. Los republicanos no son un partido homogéneo con militantes conservadores de forma accidental, ni los demócratas son un partido increíblemente abierto y horriblemente indisciplinado de forma espontánea. Los líderes de ambos partidos de hecho pueden decidir de forma consciente cómo quieren que sea su partido, y son capaces de modelar la organización de forma efectiva. La clave, como en todas las cosas, es la financiación de las campañas, y el papel que tienen los líderes en mantener sus redes de donantes y asignar dinero. Si bien los candidatos recaudan por sí sólos, los comités centrales reparten mucho dinero, «asignan» los mejores expertos y tienen un poder considerable en seleccionar qué candidatos son viables.

Por descontado, la maquinaria de los partidos no es infalible, y su capacidad de «nombrar» ganadores no es ilimitada. Sin embargo, si afectan un porcentaje considerable de las campañas de forma considerable, especialmente las que son menos visibles para el público pero igualmente importantes (recordad, en Estados Unidos se vota todo, hasta extremos completamente ridículos – pero ese es otro tema), así que la composición general del partido no es precisamente algo accidental. Los demócratas prefieren una coalición más abierta y anárquica, creando mayorías menos efectivas cuando gobiernan, y los republicanos prefieren un partido más homogeneo – y lo consiguen.

El resultado son partidos en que se vota mucho, pero que son bastante previsibles, en cierto sentido. Es un sistema a veces mucho menos abierto de lo que parece, especialmente para candidatos que no son millonarios.

Resumiendo: me gustan las primarias. Son divertidas, y hacen que un partido sea más vital. Lo que no estoy nada seguro es que sean tan «espontáneas», o que ayuden demasiado a escoger buenos políticos o mejores gobiernos.

Una última nota: alguien preguntaba quién vota en las primarias, la composición del censo. La respuesta es que depende; cada estado lo regula de forma distinta. En general, cuando un americano se registra para votar (no hay censo electoral automático – aquí tienen que apuntarse) puede hacerlo como independiente, demócrata o republicano. Si te has dado de alta como miembro de uno de los dos partidos, tienes derecho a votar en sus primarias. Así de simple.  Algunos estados autorizan que los independientes voten en una de los dos primarias, otros no lo permiten, pero el sistema en general es así en todos sitios.

La participación en las primarias (especialmente en primarias de bajo nivel – cargos municipales y estatales) es por cierto espantosamente baja. Votan pocos y siempre los mismos; machacas de la política y gente con cargo, en cierta medida. En elecciones más grandes (Senado, presidenciales) la participación es mayor, obviamente – unas primarias presidenciales son increíblemente caras. Pero ese es otro tema.


6 comentarios

  1. J.E dice:

    Puestos a hacer política-ficción ¿Que tal una mezcla entre esto que proponías (http://www.lorem-ipsum.es/blogs/materiasgrises/2009/10/financiando-partidos-v-votando-con-leuros.html) y derecho a voto en las primarias?

  2. Roger Senserrich dice:

    Bueno, es lo que proponía Bruce Ackerman, que es mucho más sabio que yo :-). Sería realmente interesante. Otra cosa es que alguien se atreva a hacerlo….

  3. Miguel N dice:

    «El partido demócrata, sin ir más lejos, es una coalición increíblemente heterogénea, con gente muy moderada y conservadora sentados al lado de tipos que no desentonarían en Izquierda Unida (pocos, pero los hay). Cada vez que los líderes del partido tienen que aprobar algo tienen que negociarlo con todo el mundo, una pequeña pesadilla política.»

    ¿A que sí?, pues eso.

  4. […] Senserrich cree en cambio aquí que las primarias tienen problemas. Es cierto, todos los sistemas tienen. Para mí, esos problemas […]

  5. Jorge dice:

    El caso americano es propio de su «ultra-democratizacion» de los ultimos años: todo hay que votarlo, porque es mucho mejor algo votado por el 50.5% que negociado y consensuado. Te recomiendo (si no lo has leido aun) en ese aspecto los capitulos dedicados a este tema en «The Future of Freedom», de Fareed Zakaria.

  6. «El resultado es un partido (R) tremendamente uniforme ideológicamente (y ridículamente disciplinado)»

    ¿Y eso no los irá apartando de la posibilidad de gobernar y de obtener representantes en los estados más moderados? Ese comportamiento supongo que tendrá un coste.

    ¿Y los problemas del PSOE o el PP con la elección por cooptación? ¿Nadie los ve en España? Hay que explicar la alternativa.

    Borrel, Pajín, Camps, (En Asturias, Ovidio Sanchez (PP), 4 elecciones consecutivas perdidas) Y ahora, a ver quien quita a Zapatero.

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