Si hay algo que odio profundamente es estar equivocado. Es una cosa bastante simple, realmente; con la cantidad de cosas que escribo por aquí (y más escribiría si tuviera tiempo), me gusta tener la razón cuando discuto con alguien.

Cada vez que tengo una vociferante opinión sobre algún tema en concreto (especialmente cuando se me ha ocurrido la idea en la ducha), siempre me paro a pensar qué clase de evidencia empírica me haría cambiar de opinión. Si digo que hacer que la universidad sea gratuíta es regresivo y no sirve de gran cosa, por ejemplo, me planteo qué clase de datos me harían cambiar de opinión. En el caso que los estudios demostraran que los países con universidades gratuitas tienen una mayor proporción de estudiantes de familias pobres de forma consistente (controlando por gasto social e inversión en educación infantil, etcétera), no tendría ningún problema en decir que estoy equivocado, y cambiaría de opinión. Los estudios, de momento, señalan casi de forma universal que poner dinero público en universidades es subvencionar la educación superior a gente de clase media-alta, así que de momento no cambio de opinión.

Es un truco bastante viejo, todo hay que decirlo, pero me parece que es el primer paso antes de cualquier debate racional. Si alguien entra en un debate sobre políticas públicas (no fines políticos, por cierto – más luego) sin ser capaz de decir qué clase de datos empíricos le harían aceptar que anda equivocado, hablar con esa persona es básicamente imposible. No estás debatiendo una hipótesis o los medios más adecuados para hacer las cosas, sino que estás hablando de una serie de ideas abstractas que no son directamente falsables.

Decir que la educación debe ser pública y gratuita en todos los casos, por ejemplo, es un lema muy tierno, pero no aporta gran cosa. Uno tiene que plantearse primero por qué queremos que la educación sea pública y gratuita (¿igualdad de oportunidades? ¿libre acceso? ¿control mental de los niños?), y después estudiar si organizar el sistema educativo de esa forma tiene sentido o no para cumplir esos fines. No podemos entrar en un debate diciendo que la educación pública es un principio rector inamovible sin atender al hecho que puede que no sea el mejor sistema. Mi intuición sería que la escuela pública es algo positivo (especialmente de tres a diez-doce años), pero si la concertada genera más igualdad a mejor precio (y lo veo en los datos), no tengo problema en cambiar de opinión.

No me voy a poner con filosofía de la ciencia, porque la verdad, no soy el más indicado para esto. La idea básica es que si hay un tema en que no se me ocurre una serie de cifras que me puedan convencer que estoy equivocado, es bastante probable que este equivocado. Mi posición sobre ese tema en concreto es probablemente ideológica, no basada en hechos, y por tanto no es de fiar -no estoy hablando de políticas públicas, sino de creencias o fines.

Los fines en política son cuestiones básicamente morales – preferir más redistribución o más libertad individual es un debate ético, no es es algo demasiado empírico. Al hablar sobre cómo reducir la pobreza, mantenter mercados estables o evitar recesiones (nota: el patrón oro no es un principio moral), sin embargo, queremos estar seguros que miramos los datos y pensamos en cómo mejorar los resultados, sin caer en el fetichismo de los medios.

Dicho en otras palabras: defender el sistema laboral español a grito de «defender nuestros derechos» no me vale; eso no es una defensa válida. Quiero que alguien me demuestre que el sistema actual es mejor creando empleo, aumentando la productividad o creando igualdad entre los trabajadores comparado con legislaciones alternativas. Quiero datos, no gente hablando de derechos o empresarios poco ambiciosos. Hasta que no me los enseñéis, no cambiaré de opinión.


12 comentarios

  1. trimegisto dice:

    Podrias definir un poco mas los supuestos de falsabilidad? O mas claramente: ¿Que caracteristicas tiene un buen sistema de trabajo para ti?

    Lo digo por que puede haber gente para la que la estabilidad y la seguridad es, en si mismo, un valor tan o mas importante que la productividad, por ejemplo.

    Mas detalles, plix 🙂

  2. Roger Senserrich dice:

    No me voy a poner con filosofía de la ciencia, porque la verdad, no soy el más indicado para esto. La idea básica es que si hay un tema en que no se me ocurre una serie de cifras que me puedan convencer que estoy equivocado, es bastante probable que este equivocado. Mi posición es probablemente ideológica, no basada en hechos, y por tanto no es de fiar – tengo que pensar más sobre el tema.

    Estabilidad, seguridad y productividad son fines, sin embargo, no medios :). ¿Cómo creas empleo más seguro y estable? ¿Para todos? ¿Para un 2/3 del mercado laboral? Es necesario tener en cuenta si el empleo de baja productividad contribuye a la estabilidad o no, en todo caso 🙂

  3. Roger Senserrich dice:

    Por cierto, todo esto quiere decir que cuando hablo sobre trenes no me deberíais hacer puñetero caso. Soy un fanático peligroso. Los trenes molan.

  4. citoyen dice:

    «estabilidad y la seguridad es, en si mismo, un valor tan o mas importante que la productividad»

    Los valores no son «mas o menos importantes» en abstracto, son «marginalmente mas o menos importantes». Para mi estar vivo es «lo mas importante», sin embargo estoy dispuesto a arriesgar marginalmente (la arriesgo solo un poco) mi vida cruzando en rojo para llegar a tiempo a un sitio.

    En general, todo el mundo cree que la estabilidad y la seguridad son importantes (y la paz en el mundo y el dia de la madre y la proteccion de los gatitos). Lo que ocurre es que se suele obviar en ocasiones pueden tener un coste muy grande. El mundo de la politica tiene que ver con tradeoffs. Pensar en terminos de «derechos inalienables», como suelen hacer los abogados y los sindicatos y los antiabortistas es una forma bastante habitual de encubrir que «nada es gratis» y que en todas las elecciones hay un coste (aquello a lo que renuncias) y sino no seria una eleccion http://www.lorem-ipsum.es/blogs/equilibriosocial/2008/02/economia-cuantitativa-y-extremismo-politico/ . Salvo en cosas muy concretas -aborto, eutanasia, obligacion de conocer Dragon Ball-, todos estamos basicamente de acuerdo de en que consiste una buena sociedad; en lo que hay puntos de vista divergentes es en como alcanzarla. Y ese tipo de problemas -como alcanzar algo- deberian abordarse de forma tecnica, e intentando no basarse en
    prejuicios ideologicos.

  5. Demócrito dice:

    Trismegisto, tu pregunta me parece muy oportuna. Citoyen creo que te la ha respondido en parte, pero creo que se puede definir más.

    Si hablamos de operacionalizar variables, yo no me complicaría mucho la vida. La variable productividad se podría medir por el índice de productividad laboral. Es una medida tosca pero creo que puede ser una buena aproximación y encima está a mano. La variable seguridad se podría medir de diversas formas, pero yo valoraría sobre todo el índice de desempleo. Se supone que no sólo temes perder tu trabajo, sino también ciertas condiciones laborales (antigüedad, pluses, etc…) pero empecemos por ahí para simplificar. Por último la estabilidad habría que medirla como índice de rotación laboral INVOLUNTARIA. Esto es muy importante, puesto que la rotación voluntaria no es síntoma de inestabilidad sino de existencia de oportunidades laborales.

    Luego habrías de establecer un peso específico para cada una de ellas en función de tus preferencias. Aquí también interviene lo explicado por Citoyen, puesto que incrementos en una pueden suponer decrementos en otras, que además pueden seguir curvas no simétricas (para alcanzar una unidad más de estabilidad puedes tener que perder n unidades de otra variable) Es decir, estás abocado a la elección.

    De todas formas, las curvas no tienen por qué ser opuestas, sino paralelas en algunos tramos. Cierta flexibilidad puede incrementar la rotación voluntaria (reduciendo la involuntaria), aumentar la productividad y reducir la tasa de desempleo, por ejemplo.

    Así, una política sería evaluable en función de los resultados ofrecidos por éstas variables (u otras que creamos se ajustan más al concepto a mensurar). Por mi parte, creo que el fracaso de la actual organización es palpable: elevada inseguridad (elevada tasa de paro), elevada inestabilidad (poca rotación voluntaria y mucha involuntaria) y baja productividad (está estancada desde hace años, lo que significa baja competitividad y bajos sueldos)

  6. A la diagonal baixa... dice:

    Yo no es que defienda el sistema laboral español, pero creo que todos somos conscientes de que estamos ante un equilibrio de Nash donde lo que se busca no es el mejor equilibrio entre derechos laborales y actividad empresarial hasta el punto de maximizar el bienestar. Aquí de lo que se trata es de ver qué hacen otros países para competir con ellos según productividad/costes laborales para maximizar la producción.

    Luego, lo verdaderamente relevante del asunto, al margen de este marco competitivo no necesariamente eficiente para el bienestar, es que tienes toda la razón en que se deben aprovechar las crisis para hacer cambios. Sin embargo, es curioso como la blogoizquierda racional ha empezado debates bizantinos sobre la reforma laboral cuando la causa de la crisis es financiera. Aquí, en temas de marcar agenda, al menos en la blogosfera, habéis mostrado que vuestras miles de visitas a blogs progres no han servido para gran cosa.

    Así las cosas, mientras no se arreglen las causas de la crisis, que ha sido la desregulación y la especulación desaforada (ya reanudada por cierto), hablar de la reforma laboral no tiene lugar. Y esto no es defender el sistema laboral español, simplemente, es hacer las cosas por orden. Primero lo imprescindible para no volver a caer en el mismo gran error, luego lo deseable. Y no escondo que esto es ideología, ¿acaso no presumo que el Estado ha de intervenir, no presumo que hemos de maximizar el bienestar y no la producción, no presumo que el trabajo humano no es una mercancía más? Pues claro que sí, pero haciendo lo contrario no dejaría de hacer ideología.

    Un saludo

  7. En la agenda de policies supranacional o mundial o como le queramos llamar, veo totalmente lógico que la reforma financiera sea la prioridad. De hecho, recomiendo el especial de El País Negocios de la semana anterior, al respecto.

    En España, dudo que la reforma de las Cajas de Ahorros o cortarle las alas a los bancos nos vayan a sacar de donde estamos metidos (y si no, como dice Roger, ¿datos que lo demuestren?). Sin embargo, trabajar con la reforma laboral, la reforma educativa, la innovación, la eficiencia económica, y en general todo lo que sean barreras a la creación de empresas y empleo, pueden darnos un buen empujón.

    En otras palabras: nuestra crisis, la «española», tiene un desencadenante internacional financiero, pero su continuación y la consecuente situación actual tiene una raíz estructural.

  8. Heathcliff dice:

    Artículos como este son los que me hacen aparecer por aquí todos los días a las cinco de la mañana para ver que nos cuentas. Gracias.

    Mi impresión es que las discusiones económicas tienden cada vez más a lo religioso, un campo en el que los dogmas, la fe y la creencia en ciertos milagros estorba cualquier racionalizaciíon de los problemas hasta el punto de temer más a la herejía (y su correspondiente hoguera) que al error o al fracaso.

    Opino, vaya.

  9. Pues yo empezaría cuestionando el concepto de producción , y como consecuencia el concepto de productividad que es la unidad de medida de la cual partimos en cualquier análisis económico. ¿Cómo es posible que aporte más valor añadido al «mitologizado» PIB un trader de derivados que un buen docente, o si me apuras, un mismo currito que trabaja en una obra?

  10. Y en línea con lo anterior, en concreto sobre la educación, soy de la idea que lo primero que deberíamos definir es qué fin queremos conseguir con la educación. Si pretendemos generar ciudadános autónomos y libres que aporten su voto a un proceso democrático real (de tal forma que nadie pueda cuestionar ese proceso) o, si por otro lado, pretendemos crear meras máquinitas para seguir dando vueltas a la manivela del engranaje «productivista» tal como está montado. Lo cierto, es que sin definir esto será dificil consensuar el poliédrico tema de la educación.

  11. Para acabar………..Sobre el trabajo, ya en determinados entornos empiezan a despertar del tema de las deslocalizaciones como causa del «agujero estructural»; mientras que todo iba «viento en popa» nadie (o pocos) se acordaban de ello (todo lo contrario, !hay que ver qué barato venden los chinos!, se decía sin cuestionarse cómo eso era posible). Pero me temo que eso es simplista, pues como consecuencia de la revolución de la comunicación que estamos viviendo (donde por un lado, se centralizan muchísimas tareas y muchas otras tienden a la gratuidad) conjunta a la concentración en cada vez menos manos del capital productivo, tenemos una mega-tendencia al «fin del trabajo» (Rifkin) al menos tal como lo conocemos. Me da que nos tendremos que inventar otra cosa y eso implica cuestionar el concepto de producción tal como está planteado.

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