Algunos periódicos y comentaristas están muy tristes y preocupados por el hecho que Mariano Rajoy parezca no estar de humor con esto de alcanzar pactos de estado con Zapatero en temas económicos. Que si responsabilidad de estado, que si todos remando hacia la orilla en bonita armonía, que si uno para todos y todos para uno, lo que sea; incluso el Rey anda todo paternal y preocupado.

La verdad: dejaros de historias. Todo esto es una burrada. En España, el Presidente del Gobierno no necesita a la oposición prácticamente para nada. Si el país necesita medidas para salir de la crisis, y Zapatero cree ser el cirujano de hierro que puede resucitar el paciente, el hombre no necesita a Rajoy para nada. En el peor de los casos, sólo necesita que el PP se abstenga en algunas votaciones, algo que no debería ser difícil incluso para esta oposición.

Buscar el consenso y bipartidismo tiene sentido cuando el partido en el gobierno realmente no tiene más remedio: medidas urgentes y necesarias que necesitan supermayorías, o grandes acuerdos para cambiar las reglas del juego. En el resto, nuestra democracia parlamentaria es (afortunadamente) una dictadura electiva, con el partido en el gobierno con cantidades ingentes de poder.

Rajoy ahora mismo no tiene ningún incentivo para pactar. Si las reformas mágicamente funcionan y España está creando empleo a todo tren de aquí dos años (lo dicho, magia) el electorado no se acordará que el PP apoyó las reformas; el premio se lo llevará el PSOE. Si las reformas fracasan, a las buenas se quedan igual (el electorado le carga el burro al PSOE) a las malas se comen la culpa también ellos y Rosa Díez se pone las botas. Un pacto de estado le dará una buena foto a Zapatero, la indiferencia general del electorado al que todo esto del proceso político le importa un comino y bien poco beneficio político. Si el gobierno está aprobando leyes impopulares (que es lo que tendrá que hacer, mal que nos pese) lo último que quiere el PP es que los sindicatos también le pongan a parir a él, vamos.

Dejémonos de historias: el consenso es una táctica política de Zapatero para marcarse tantos ante la oposición, no una necesidad real o algo que vaya a cambiar mágicamente las  cosas. Estaría bien que el PP estuviera dispuesto a sacrificar la poca credibilidad que tiene para cubrirle las espaldas al PSOE, pero a efectos prácticos no aportaría gran cosa. Lo único que podemos pedirle a Rajoy es que salga del medio, evite retórica populista burda en contra de reformas necesarias, y que si presenta alternativas, al menos sean realistas o lo suficiente aterradoras para los sindicatos como para que estos se vuelvan locos buscando acuerdos.

Respecto al  gobierno… ya vale de buscar excusas. Nadie tiene poder de veto real en el sistema político español. Dejad de buscar bloqueos imaginarios.


9 comentarios

  1. Erpablillo dice:

    Es una nueva entrega de política de forma vs. política de fondo.

    Yo no se lo echaría en cara (no me parece tan mal recurso mediático) si no fuera por el hecho de que al final se usará como excusa para seguir sin hacer nada de nada, sacrificando de nuevo el fondo (la política real) por la forma (el cruce de reproches y la retórica).

  2. Franesco dice:

    No descubras la estrategia, Roger…

  3. d dice:

    Roger, EMHO, y aparte de cálculos políticos para arrinconar al PP, creo que Zapatero sobrevive acomplejado por diferenciarse de Aznar, que este sí que se comportaba como un dictador electo. Vamos, que como lo del talante le funcionó, o eso cree él, se ve incapaz de reinventarse en estadista «con dos huevos». De aquellos polvos estos lodos.
    Tampoco parece muy realista pedir que álguien con el «track record» de ZP de querer contentar a todo el mundo (bueno, a progresía y nacionalistas) de repente se enfrente a los sindicatos. A lo mejor en el PSOE tienen que inventarse a álguien nuevo y ¿¿Acabar la legislatura con un Calvo Sotelo II??

  4. JL dice:

    Pues es evidente que después de bajar el impuesto de sociedades, eliminar el impuesto de sucesiones, aumentar las retenciones de los jubilados y retrasar la edad de jubilación, necesita que el rey y el PP colaboren en la madre de todos los pactos laborales, para que el componente social de la democracia, sea reducido a la talla necesaria al cumplimiento del peonaje de la deuda del españolito de calle. Así deja vía libre al PP para privatizar la sanidad y la seguridad social, y todos contentos.

    Se trata de ir hacer públicas todas las deudas y privatizar todos los beneficios.

    Y decir que no hay otro remedio.

  5. Marc Fargas dice:

    «lo último que quiere el PP es que los sindicatos también le pongan a parir a él, vamos.»

    No sería precisamente este un gran motivo por el que el PSOE querría ese pacto? Así se asegura, o intenta, que el desgaste por las medidas impopulares afecte al PP igual que a ellos (mal de muchos consuelo de tontos y eso).

    Almenos quizás así ZP se sentiría algo más tranquilo para llevar a cabo las reformas que ha de acometer por impopulares que sean.

  6. Alatriste dice:

    Por una vez, Roger, creo que te equivocas de medio a medio, porque solo estás considerando el gobierno central. Dado el porcentaje del gasto público que controlan autonomías y municipios, la oposición si que tiene mucho que decir en temas económicos y sí que puede tanto colaborar como poner palos en las ruedas. Palos _GRANDES_, dado que la Sanidad, por poner solo un ejemplo, está transferida…

    En otros muchos campos estaría de acuerdo contigo, que los constituyentes estaban obsesionados con evitar gobiernos débiles «a la italiana», pero si hablamos de reducir el déficit público no.

  7. abermube dice:

    No estoy de acuerdo contigo, un gran acuerdo estatal entre los dos partidos tendría efectos positivos por dos motivos diferentes.

    En primer lugar, como dice Alatriste gran parte de las competencias son de las CC.AA y muchas de esas CC.AA están gobernadas por el PP.

    Además un gran Pacto de Estado daría ‘vía libre’ al gobierno para tomar medidas necesarias pero difíciles. Desde un punto de vista electoral quizás el PP no tiene grandes alicientes pero sería una muestra de responsabilidad que de momento ninguno de los dos grandes partidos ha dado.

  8. elblogdeluna dice:

    Si como recuerda el dicho popular, “cada país tiene el gobierno que se merece”, en España debemos ser malos , malísimos. Basta con echar un ojeada para comprobar que los dos artistas, jefes de la pista, pertenecen a un circo de aficionados.

    Uno parece un adolescente inconformista, con su ídolo y todo, haciendo probatinas de equilibrista descabellado para seguir con sus sueños, o para sacar al país de la crisis, según dice. El otro, un mentalista con poderes sobrenaturales que de una pasada ignora a la jefa y perdona a Camps, tratando de coger el puesto de mando porque sabe que la ocasión no se repite.

    Si lo entiendo bien, uno se apunta al más -impuestos y prestaciones-, el otro al menos -impuestos y prestaciones-. Pero la solución del ciudadano de bien, ni es quitar ayudas sociales ni tampoco afixiar a la ahogada clase media.

    Lo primero que se necesita para dirigir un circo son domadores que metan en cintura a los leones de las autonomías que provocan un gasto insostenible, lo segundo es contratar al hombre forzudo para que mueva del puesto a los figurantes y deje sólo a los especialistas. Y esto, solo puede hacerse pactando.

    ¡Lo que nos queda por pasar con tanto cínico post-moderno!

  9. […] que me lleva a lo de siempre: ¿Por qué Zapatero insiste en buscarse actores con  veto imaginarios? Esperemos que el realismo y audacia de los sindicatos (y no, yo tampoco acabo de creerme que haya […]

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