La Casa Blanca anuncia una congelación del gasto federal discrecional a partir del año 2011. Este capítulo del presupuesto se mantendrá inamovible en términos nominales al mismo nivel durante tres años (2011, 2012 y 2013), en un movimiento para controlar el déficit público federal.

¿Suena imponente, verdad? Hora de mirar la letra pequeña. Primero, es gasto federal discrecional excluyendo cuatro departamentos: defensa, veteranos, seguridad nacional (homeland security;  y no, no lo voy a traducir como seguridad del terruño que es mi hogar) y misiones exteriores del departamento de estado. La congelación del gasto tampoco afectará los llamados entitlements, es decir, los programas que son derechos sociales adquiridos: desempleo, Medicaid, Medicare y Seguridad Social.

Ahora adivinad dónde está el grueso del gasto público federal. Veteranos, estado y el Servicio de Seguridad Interna (SSI) seguridad nacional son relativamente pequeños; Defensa es una burrada de dinero gigantesca, enorme. Desempleo y food stamps son completamente cíclicos, y no genera déficits a largo plazo (si la recesión no se eterniza). la Seguridad Social es un gasto gigantesco, pero es políticamente intocable – aparte que es básicamente solvente hasta el 2042-2045, así que no es un problema urgente. Medicaid es relativamente grand y cada vez más caro; el gran problema es que crea un déficit a los estados. Medicare es gigantesco, está en problemas graves (entra en números rojos en serio en menos de diez años) y es la gran fuente de los problemas de déficit a largo plazo.

Dicho en otras palabras: si el Congreso acepta la propuesta de Obama, el déficit se reduciría en $250.000 millones en diez años. El gasto militar de los Estados Unidos el año que viene es 573.000 millones. El ahorro sería un 3% del déficit federal, con los recortes empezando con la recesión ya finalizada. Dicho en otras palabras, calderilla presupuestaria.

La verdad, no acabo de entender qué narices pretenden. Los demócratas tienen sobre la mesa un fantástico programa de reducción de déficit público, la reforma de la sanidad. Es una propuesta que no sólo reduce el déficit en agregado sino que además lo hace controlando el gasto en el capítulo del presupuesto que genera prácticamente todo el déficit a largo plazo (las pensiones de jubilación tienen un peso muy menor). Por descontado, los muy patanes han sido incapaces de venderlo así, que tenemos al presidente vendiendo estas cosas raras.

Porque realmente, es una idea extraña. Obama está básicamente aceptando la explicación de los republicanos sobre su (realmente no demasiado baja) popularidad y la derrota electoral en Massachusetts la semana pasada. No es el paro, no es la inoperancia del partido demócrata, no es la patética «negociación» de una ley de la sanidad que es de hecho francamente buena, no es la cobardía de un partido que parece incapaz de aceptar que ganaron las jodidas elecciones. La Casa Blanca ha decidido que dan por bueno esto del «déficit», a pesar de ser un concepto que la inmensa mayoría de votantes no entiende demasiado. En vez de contradecir la oposición, le dan la razón, permitiendo que los conservadores tengan (como de costumbre) la iniciativa dialéctica.

Por descontado, los republicanos no se van a quedar todo complacidos, diciendo que por fin les dan la razón. Si no son tontos (son nihilistas, pero no imbéciles), todo lo que haga a partir de Obama que implique gastar un dólara será una muestra galopante de hipocresía. Nate Silver y Marc Ambinder dicen exactamente eso, y creo que tienen razón; es una idea difícil de vender.

Para poner las cosas más difíciles, Obama pretende congelar el gasto en agregado, no en todos los programas. Esto quiere decir que la administración intentará aumentar el gasto en programas «buenos» (digamos educación, I+D, gatitos) mientras reduce el gasto en programas «malos» (como las excepcionalmente incompetentes subvenciones agrícolas). Como señala Ezra Klein, esto es una maniobra peligrosa: los programas malos están allí porque tienen muchos amigos en el Congreso (Monsanto ama la subvenciones agrícolas), mientras que los buenos son pequeños porque realmente no tienen demasiados amigotes (los pobres no tienen lobistas pidiendo guarderías). Si Obama quiere meterse en gloriosas batallas políticas para reducir las subvenciones a Monsanto los pobres granjeros de la América profunda, buena suerte. La va a necesitar.

¿La verdad? Tengo la sensación que la Casa Blanca está volviendo a esa vieja táctica de presidentes demócratas pasados: pegarle un puñetazo a un hippie. Si uno quiere demostrar que es moderado, nada como hacer algo que pongo de los nervios a todo lo que quede a su izquierda. Obama ha echado un vistazo a las encuestas, ha visto que podía perder a los centristas (ahora anda empatado) y ha decidido pillar un tema irrelevante que rebote a la izquierda algo serio, y hala, a quedar como el responsable gobernante centrista.

En resumen, es una medida esencialmente política. La Casa Blanca busca ganar la inciativa a base de intentar parecer gente seria. El problema es que con la base horriblemente desmoralizada antes de las elecciones, esto puede que acabe por ser contraproducente – más aún si se combina con una serie de medidas fiscales (¿más rebajas de impuestos? ¿en serio?) horriblemente aburridas. Aún peor, la idea suena a ataque de pánico, una extensión de la psicosis colectiva demócrata de esta semana – es decir, una imagen de debilidad. Como decía (creo) Bill Clinton, los votantes prefieren a alguien fuerte pero equivocado que a alguien débil que sabe lo que dice. Me temo que tenemos otra maniobra estúpida del partido demócrata entre manos.

Mientras tanto, la reforma de la sanidad parece debatirse entre la vida y la muerte en la sombra, a la espera de lo que Obama pueda decir el miércoles en su discurso del Estado de la Unión (aparte de tonterías fiscales varias). En fin, esperemos que diga algo que no suene a una patética claudicación. Estos días parece que los demócratas tienen que pedir disculpas por haber echado del poder a un partido republicano que hizo un trabajo atroz durante toda la década.

Si os sirve de consuelo, la decisión del Supremo sobre financiación de campañas electorales ha legalizado de facto las donaciones de empresas foráneas a candidatos americanos, así que siempre podéis comprar un par de senadores a vuestro gusto. El presupuesto medio de una campaña al senado es ocho millones de dólares – una baratija, si se invierte bien.

Dios, que manera de gobernar una superpotencia. Qué cruz.


9 comentarios

  1. wiki dice:

    Muy bueno ese último párrafo. Qué buen uso van a hacer los chinos eso.
    Por otro lado, quizá sea algo exagerado pero ¿crees que Obama va a seguir el camino de Carter y no conseguir la reelección?

  2. Nemotecnico dice:

    No es tan propio de los demócratas estadounidenses. En general todos los partidos una vez alcanzan el Gobierno suelen pegarles algún sopapo a alguno de los grupos que les aupó para tranquilizar al electorado de la oposición al tiempo que refuerza al independiente. Suelen jugar además con la baza de que los votantes propios están asegurados… O al menos lo suficiente para que el sopapo en cuestión no cambie demasiado el estado de cosas o alborote únicamente a algún grupúsculo sin demasiada importancia.

    Y así lleva funcionando la democracia desde hace un siglo en occidente. No es tampoco nada nuevo. En el caso particular de Obama, a pesar de todo, se ha visto claramente el intento de hacer un «kit kat» en su agenda política, hasta el punto de que la reforma sanitaria puede quedar en nada más que una intención. Eso sí es una diferencia: los yankees se preocupan por la «opinión pública», entendida como ente abstracto que a veces se materializa, como en ningún otro lugar. Veremos en qué queda todo.

  3. jasev dice:

    Más vale que Obama de el mejor discurso del estado de la unión que se recuerda o su administración se enfrenta a un año de elecciones legislativas con menos capital político que el CDS.

  4. Quevedin dice:

    ¿Opinas que las medidas fiscales a las clases medias de Obama no son de calado? ¿O crees que son una maniobra tipo Pepe Blanco con los controladores?

  5. bsanchez dice:

    Me temo que you overreact, como Krugman y otros progres (hippies?). La realidad es que eso de vender la reforma sanitaria como una medida de ahorro y venderle a la gente el déficit como algo necesario y bueno es tan counterintuitive que NUNCA se lo iban a poder encasquetar a los votantes menos inteligentes ni de la derecha ni del centro. Así que había que hacer un gesto político y los hippies deberíais estar contentos de que el gesto signifique tan poco en realidad (excepto aquellos como Krugman para quienes la solución es doblar el estímulo fiscal).

    Un saludo.

  6. Alfredo dice:

    Pues yo me alegro de que Obama tenga que girar hacia la derecha, algo es algo. Y perdone usted pero con el Partido Republicano en el poder, del que soy miembro, las cosas iban bastante «bien» hasta que ganaron los demócratas en el 2006. Eso ya va a cambiar en noviembre. Le guste a usted o no, EEUU es un país entre centro y centro-derecho. Si Obama tiene un mínimo de sentido común, lo lógico es darle una buena pateadura a los hippies.

    Me opongo a la «reforma» sanitaria de Obama: lo que hace falta es una reforma de los derechos a la contratación, el «tort reform» y el mercado.

    Ustedes en la izquierda cada vez están más solos.

  7. Roger Senserrich dice:

    Hay un estado que aprobó tort reform en sanidad hará cinco o seis años: Texas. Efectos en los costes de la sanidad allí: cero.

    Es un mito. Dejadlo.

    La reforma de la sanidad es extremadamente moderada; la he explicado con detalle por aquí. Bob Dole propuso algo casi idéntico en 1994, y ha apoyado esta reforma. La ley de Massachusetts de Romney es casi un calco de esta reforma.

    Sobre las cosas ir «bien» hasta el 2006… ¿quién era presidente entonces? ¿qué cambiaron los demócratas en el Congreso? Recuerdo que Bush no vetó nada hasta el 2007. Y las raices de la crisis vienen de antes.

  8. […] sobre cómo remediarlo. ¿Cuáles? La verdad, dejando de lado la reforma de la sanidad, más simbólicas que relevantes, pero sonaban bastante […]

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