No quiero pecar de excesivamente optimista (estamos hablando del partido idiota demócrata, al fin y al cabo), pero parece que las cosas están estabilizándose un poco en la reforma sanitaria. A pesar que muchos demócratas siguen sumidos en un mar de dudas, algunas voces que vivían sumidas en el pánico ayer han dado marcha atrás hoy.

Barney Frank, sin ir más lejos, hoy decía que quizás sí que estaría dispuesto a votar a favor de la propuesta del Senado en la Cámara de Representantes, cuando ayer andaba sumido en la desesperación. Frank es un caso curioso: es un congresista judio y homosexual de un distrito liberal de Massachusetts, con una tendencia encomiable a decir lo que piensa sin el más mínimo tacto. Es muy progresista, valiente e increíblemente pragmático, uno de mis políticos americanos preferidos. Su derrotismo de ayer era realmente extraño, muy poco habitual en él.

¿Recordáis hace una temporada, cuando hablaba sobre eso tan americano de llamar a tu representante o senador? Parece que hoy no he sido el único en llamar al mío. Un buen puñado de votantes han hecho lo mismo, incluyendo no pocos en el distrito de Frank. Lo curioso (y por lo que sé, poco habitual, al menos en distritos grandes) es que el mismo congresista ha estado cogiendo el teléfono de vez en cuando, y hablando directamente con varios votantes. Por lo que han ido contando y explicando, la actitud de Frank ha ido cambiando según ha pasado el día hasta que ha cambiado de opinión (conversaciones aquí, aquí y aquí). Rosa
DeLauro, mi congresista, no se ha puesto al teléfono cuando he llamado (soy un cochino residente, no un ciudadano), pero he lloriqueado igual.

Barney Frank no ha sido el único en cambiar (un poco) de discurso. La Casa Blanca ha estado insistiendo (no con demasiado entusiasmo aún, pero sin demasiada ambigüedad) que quieren que alguna reforma sea aprobada. Kent Conrad, un senador muy moderado, ha abierto la puerta a retocar la ley vía reconciliación si la Cámara de Representantes aprueba el texto del Senado. Los sindicatos andan diciendo que es mejor aprobar algo (y arreglarlo después) que quedarse en nada.  Y la blogosfera progresista americana, con alguna excepción gloriosamente cejijunta, se ha dejado de historias y se ha puesto a pedir, de forma prácticamente unánime, que la reforma sea aprobada como la dejó el Senado, para bien o para
mal.

Por descontado, esto no quiere decir que los demócrata hayan dejado de ser imbéciles. Hay algunos políticos han expresado alivio que ley vaya a fracasar, Lieberman sigue siendo imbécil (qué novedad) y algunos idiotas claman que una reforma en que el sector progresista del partido ha perdido todas las batallas (ni single payer, ni public option, ni medicare para gente de 55 años, etcétera) y que es un calco de la propuesta de Mitt Romney en
Massachusetts (y Bob Dole en 1994) es de ultra-izquierda. La Casa Blanca está mostrando mucho menos entusiasmo de lo que debería, aunque su cautela tenga sentido. Muchos presuntos estrategas progresistas (como Lanny Davis o Mark Penn) están presionando con fuerza para que los demócratas huyan despavoridos avancen hacia la retaguardia y se olviden de la reforma. Y por descontado, el clásico sesgo pro-status quo de la mediocracia americana sigue a todo volumen, diciendo que perder un escaño (y pasar de tener el mayor margen en el Senado en treinta años a tener el segundo mayor margen) es como perder una mayoría absoluta.

Es muy difícil decir si los demócratas seguirán la vía de acción más lógica (aprobar del todo algo que ya han aprobado una vez) en vez de cabrear a todo el mundo a base de no hacer nada. La sensación que tengo (y no soy el único) es que realmente es ahora o nunca para los demócratas. Si no se ponen serios, le echan cojones y aprueban algo de una puñetera vez, esto destruirá completamente el partido. Las bases, con razón, llegarán a la conclusión que si el partido es incapaz de aprobar su proyecto central con una supermayoría en el Senado, Cámara de Representantes y la presidencia, no vale la pena mover un dedo por ellos.  La izquierda americana (por llamar a estos idiotas de algún modo)
sería oficialmente un caso perdido.

La verdad, no sé que va a suceder. La situación, ahora mismo, es muy fluida. Si la Casa Blanca se pone las pilas, las bases presionan, los representantes demócratas son visitados por inspiración divina y los astros son propicios, puede, con suerte, que tengamos reforma. Si eso no sucede… bueno, en noviembre veremos la mayor masacre electoral jamás vista en Estados Unidos. Vamos, que me saco la ciudadanía para votar en contra de los demócratas y todo.

Ahora mismo, le doy un 40-50%. Veremos.
Actualización: Pelosi baja las expectativas, aun dejando una pequeña rendija abierta. Diría que la reforma tiene un 20% de posibilidades de sobrevivir. Las mismas, curiosamente, que el partido demócrata. Estoy de muy, muy, muy mala leche.


8 comentarios

  1. jasev dice:

    Creo que podemos olvidarnos. Si esta administración, con un respaldo popular enorme y con mayoría a prueba de bloqueos en el senado y el congreso no ha sido capaz de aprobar una legislación tan pusilánime como la que hay ahora mismo empantanada, nadie reformará nunca la sanidad. Es una guerra perdida porque el enemigo está en casa.

    Es hora de aceptar que el ala moderada del partido demócrata no quiere una reforma sanitaria. No es que Lieberman sea imbécil, es que no quiere aprobar nada.

  2. d dice:

    En vez de partido idiota parecen el Frente Popular Demócrata… ¿O es el Frente Democrático Popular?

  3. citoyen dice:

    » que hoy no he sido el único en llamar al mío»

    Quieres decir el de tu conyuge. Porque tú no tienes de eso, o sí?

  4. Roger Senserrich dice:

    Tengo voz, pero no voto. Anda que no chillo. 🙂

  5. Mario dice:

    ¿De verdad se tambalea el partido demócrata y su programa de gobierno por perder un escaño? Vaya mierda de reglamento parlamentario.

  6. jasev dice:

    No es (sólo) culpa del reglamento parlamentario. El filibusterismo es una atrocidad parlamentaria sin ningún sentido, pero el caso es que los republicanos se han pasado muchos años gobernando sin que el congreso les ponga demasiados problemas. Si el partido demócrata se tambalea es porque… bueno, es el partido demócrata.

    Creo que ya he citado a Will Rogers en alguna ocasión: «no pertenezco a ningún partido organizado, soy demócrata».

  7. Francisco dice:

    Unos incapaces no deben gobernar demasiado tiempo.

    Tal vez esto es solo un tema de justicia kármica.

    El partido democrata parece un chiste incluso al lado de IU, que fichen a Llamazares…

  8. En Intrade le dan un 34% de posibilidades a la aprobación de la reforma.

    Saludos

Comments are closed.