No he hablado demasiado de la reforma de la sanidad en Estados Unidos desde hace unos días, en gran medida porque no hay demasiadas novedades. Lo único realmente relevante es que el comité de finanzas del Senado finalmente tiene una ley y anda votando y debatiendo enmiendas (564, algunas profundamente estúpidas, otras realmente útiles y que espero sean aprobadas), y que como era de esperar, lo están haciendo sin demasiado sentido.

Lo que más me ha sorprendido de todo este proceso hasta ahora han sido dos cosas. Primero, la calidad del debate en el Senado es realmente deplorable, en gran parte porque los republicanos ni siquiera pretenden que eso de la lógica va con ellos. Los senadores se dedican a repatir una y otra vez el discursito de campaña (socialismo, el gobierno tomando el control de sistema sanitario, etcétera), sin realmente aportar nada.

Lo más curioso, sin embargo, es que se tomen el debate tan en serio, cuando realmente no me puede imaginar que nadie le esté prestando demasiada atención. El debate literalmente ocupa ocho o diez horas al día, y llevan dos semanas con ello; sólo los cuatro frikazos políticos compulsivos y lobistas de la materia siguen las intervenciones. Los políticos, sin embargo, actúan como si esto fuera el mayor espectáculo del mundo, declamando como Cicerón. Es necesario debatir leyes, pero esta teatralidad es una enorme pérdida de tiempo.

Más preocupante es, sin embargo, la cobardía de los senadores demócratas. El comité tiene una mayoría teóricamente demócrata, y por tanto supuestamente a favor de reformar la sanidad. A pesar de todo, los muy cretinos han votado en contra de un montón de medidas relativamente ambiciosas, rebajando las aspiraciones de la ley. Lo que es peor, se divierten tumbando cosas como el plan -opcional-público, que es de hecho uno de los puntos más populares de la reforma.

No sea que los votantes tengan una ley que les guste, etcétera.

No es cuestión de perder los nervios, sin embargo. El comité de finanzas es más moderado / rural / cagamandurrias que el pleno del Senado, así que en teoría la ley será reemendada hacia la izquierda cuando llegue allí. Los líderes demócratas ya han dicho que esa es su intención, pero en vista de la valentía de algunos en comité, no sé si vale la pena ser demasiado optimistas. Resumiendo: la ley sigue avanzando, lentamente – y parece casi seguro (digamos, un 80%) que tendremos algo parecido a reforma en unos meses. La probabilidad que la ley sea realmente buena es, tristemente, un poco más baja (un 40%), pero cualquier cosa sería mejor que el status quo.

En fin, ¿preguntas? ¿Algo que haga falta explicar?


2 comentarios

  1. rafaelote dice:

    si, si tan claro tienes como tiene que ser una ley de sanidad «buena» deberías estar allí asesorando hombre!, una pregunta la ley buena seria parecida a una sanidad a la española que como se ha sabido hace unos días sigue perdiendo posiciones y anda a la cola en la calidad de asistencia entre paises desarrollados?

  2. Roger Senserrich dice:

    Dos cosas:

    1. Troll.

    2. Lee todo lo que escrito antes sobre la sanidad española, por qué no es tan buena como la francesa en algunos aspectos, y como para lo barata que sale (sale muy barata) tiene una de las mejores relaciones calidad/precio de Europa.

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