En los comentarios de mi entrada anterior Citoyen mencionaba que mi entrañable sueño poético sobre la posibilidad de un reforma laboral en España era un imposible. En «otro país, con otro gobierno, con otra cultura política«, quizás. Pero no en la carpetovetónica y tozuda Iberia.

No quiero sonar demasiado borde, pero la verdad, bobadas. La «cultura política» como obstáculo no me vale. No existe. Es una excusa.

La cultura de un país no explica por qué un país es más o menos justo, más o menos igualitario o más o menos simplón. Los franceses no escogen un determinado estado del bienestar porque son franceses, del mismo modo que los americanos no son todos cowboys y por eso escogen no tenerlo. Lo que vemos, los arreglos sociales de un país, son un producto de unas determinadas instituciones, estructura económica y mayorías y minorías, no del hecho que hablen griego o italiano. Como tal, estos arreglos sociales no son inevitables; de hecho, pueden ser alterados y cambiados – en democracia, cambiando reglas, alianzas, instituciones y leyes.

De acuerdo, estoy exagerando un poco. Cada país es distinto y habla de política de forma distinta. Un político británico planteará todo a partir de un manifiesto / programa con grandes planes. Un político francés basará toda su retórica en demostrar que sus políticas son la encarnación ideal de los ideales republicanos de 1797. Un político americano insistirá que todo lo que hace es mantener los sacrosantos impuestos tan bajos como sea posible. Y un político español dirá que lo suyo es una forma más amable, más genuina y más seria de hacer política; un mejor «talante» o esquema mental.

Mi pequeña historieta de ayer partía de la idea que no podíamos hablar de grandes planes; teníamos que insistir en una «actitud» o «moral pública» virtuosa para vender la idea. No estamos ofreciendo reforma; lo que hacemos es un nuevo contrato social. Si queremos redondearlo aún más, podríamos añadir una subida de impuestos a las rentas altas para que los empresarios «cumplan con su parte».

Es cierto que vender según qué ideas en un sitio será más complicado que hacerlo en otro, pero eso no hace las reformas imposibles. El hecho que cada país utilice una retórica distinta no quiere decir  que las reformas que podemos hacer en España y las que pueden hacer en el Reino Unido son totalmente distintas. Lo que distingue un político excepcional de un político mediocre, de hecho, es una cierta tendencia suicida y la capacidad de mover la retórica del país hacia lugares que eran vistos como imposibles hace unos años.

En cierto sentido, hay dos clases de políticos. Por un lado están los que gobiernan y punto. Llegan al poder, pasan unas cuantas leyes, y se vuelven a casa. Por otro están los que marcan un antes y después en el sistema político de su país, los que realmente cambian lo que es «posible» o «discutible» cuando están en el cargo. Estos últimos són fáciles de distinguir: son aquellos que pierden las elecciones contra un oponente que habla utilizando las mismas ideas anteriormentes imposibles de considerar que ellos.

No hay demasiado políticos así. Francia sólo ha generado uno en los últimos cincuenta años (De Gaulle), el Reino Unido sólo un par (Aneurin Bevan y Margaret Thatcher), Estados Unidos dos y medio (FDR y Nixon/Reagan), Alemania apenas uno (Adenauer – antes de la guerra tuvieron otro que es mejor olvidar) España probablemente sólo uno (González). Algunos políticos consiguen cambiar partes importantes del debate, sin llegar a redefinir todo (Johnson en EUA, Brandt en Alemania, Berlusconi -a peor- en Italia), dejando cierta huella; son una especie igualmente escasa.

El hecho que haya pocos deja clara una cosa: pasar reformas es difícil. Muy difícil. Y no es sólo cuestión de talento; también es cuestión de suerte histórica. Algunos bichos raros son capaces de sacar petróleo de la nada y aprobar enormes cambios sin que haya una crisis de por medio (el horriblemente minusvalorado Johnson), pero en general, con pocas excepciones, uno necesita que el poder te caiga en las manos en medio de una crisis económica.

¿Tiene Zapatero una de esas oportunidades históricas únicas? La crisis la tiene, aunque le pilló en el gobierno, no llegando al poder desde la oposición. El talento (siendo optimista), se le supone; el tipo ha llegado donde está gracias a un cierto valor con no pocas agallas. Lo que no sabemos es si tiene ganas de probar suerte, e intentar cambiar cómo se habla sobre política en España durante décadas, o prefiere no marear la perdiz y gestionar el país como lo hemos hecho hasta ahora.

Por descontado, esto presupone que la reforma laboral es tan imprescindible como decimos por aquí. Si estoy equivocado, entonces Zapatero tiene toda la razón del mundo. Tener el paro rozando el 20%, sin embargo, me hace sospechar que algo se tiene que hacer.


5 comentarios

  1. Carlos dice:

    Lamentablemente no es de esperar que Zapatero cambie su idea de como afrontar la crisis y sobre las necesidades de reforma del mercado laboral. Primero porque gran parte de la sociedad no lo quiere y segundo porque el ya mostrado que no esta dispuesto a intentar cambiar esa situación, es más ha mostrado completamente un fuerte rechazo a cualquier reforma del mercado laboral. En cuanto a la crisis ha sido un negacionista y su reacción es dejarla pasar, intentando adelantar la vuelta a la normalidad con un plan cortoplacista como el plan E. Muchos le votamos en el 2004 (e incluso en el 2008, por desagrado a la alternativa) por esa esperanza de cambio, que lo ha conseguido en muchos aspectos sociales, con políticas más progresistas a la hora de legislar, aunque sin tocar temas sensibles como la eutanasia o la legalización de las drogas. también acertó con las reformas autonómicas, pudiendo ser mejores, pero sin duda resolviendo la gran tensión que había. Pero a nivel económico no ha
    tenido el valor de hacer los cambios estructurales y solo ha acometido pequeños retoques. La flexiseguridad es la mejor idea que he podido estudiar para afrontar cualquier cambio en el modelo productivo, ya que la flexibilidad laboral aumentará la poca movilidad del mercado laboral español, facilitando que ante los cambios productivos que si o si se producen a lo largo de la historia los trabajadores pueden recolocarse con mayor facilidad. Esta flexibilidad apoyada con eficaces políticas de empleo y una menor carga al coste del trabajo (pasandola al consumo o a la renta en general) pueden acabar con el gran problema de empleo que tenemos desde hace décadas en España.

    Disculpar mi poca brevedad y felicitaros por la página web. Si podeís poner enlaces a estudios sobre modelos laborales os lo agradecería, aunque se que no es fácil, ojalá jstor.org fuera abierta.

  2. citoyen dice:

    Teóricamente, piensa en la cultura política como un conjunto de instituciones informales y de equilibrios con focal points self-enforcing y de economías qwerty.

    Resumir la «esencia de zapatero» podría ser «no salirse de las reglas del juego»; es decir, intentar apoyarse en lo que quiere la mayoría y hacer reformas chiquititas con cierto valor simbólico (estatutos, matrimonio homo,…) . A mí eso me gustaba cuando lo comparabas con la idea de Aznar de hacer de España una especie de Polonia del mediterráneo en el entorno geopolítico y decía que respondía ante dios y la historia, ahora ya no.

  3. iorobot dice:

    Buenas, sólo quiero humildemente (falso! 🙂 ponerles de nuevo en perspectiva: ante tanta recomendación de reforma del mercado laboral la cuestión primera que deberían tener en cuenta es la siguente– No vale cualquier reforma, y mucho menos la promulgada por los medios, la patronal y los voceros conservadores (aka «despido cuanto más libre mejor»). Sugiero que, dado su carácter de servidores públicos vía teorías y buenos consejos (usted, Citoyen, etc.) Insistan *cada vez* no sólo en la conveniencia de reformar, sino repitiendo qué tipo de reforma es conveniente (un link no es suficiente, se lo garantizo).

    Y ya puestos, les recuerdo lo más fundamental: flexibilizar el trabajo, abaratar el despido de los «bunkerizados» contratos indefinidos sólo tiene *una* consecuencia inmediata verificable: disminuir el coste de echarte a la calle. Todo lo demás (como eso de «reducir la tasa de paro»), si bien es una consecuencia posible, no es mucho más que voluntarismo (o wishful thinking si lo prefieren), dado que la cadena de causalidad, hoy por hoy, es sólo un barrunto sobre «sentido común» o «psicología de barrio». Más concretamente:

    mercado laboral más uniforme y barato –> más despidos en crisis (incentivo directo y además verificado)

    mercado laboral más uniforme y barato –> mayor creación de empleo en periodos de crecimiento, y menor destrucción (¿?) o mejor recuperación (¿?) en las crisis
    (wishful thinking)

    Saludos.,

  4. Buen análisis de la cultura política.

    Un abrazo desde Colombia!

  5. […] del país estos meses, una victoria electoral clara no sería sólo llegar al gobierno, sino poder reescribir la retórica del país, cambiando el debate durante […]

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